Opinión
Opinión: Luis Eduardo Martínez “El socialismo del siglo XXI fracasó”
Si bien las sanciones extranjeras pesan y reiteradamente las he denunciado, cuando en diciembre de 2014 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley 113-278, denominada Defensa de los derechos humanos y de la sociedad civil en Venezuela, que otorgó al presidente de Estados Unidos facultades para imponerlas ya el modelo socialista venezolano hacía aguas y nuestro país presentaba el peor desempeño económico de América, marcado por la caída del PIB, la recesión, la escasez y una elevada inflación que en ese año era la tercera más elevada del mundo.
Capitalismo, neoliberalismo, son también opciones llamadas al fracaso en nuestras tierras. Signadas por la desigualdad, la inequidad, la explotación laboral, la afectación del ambiente, no son alternativa para nuestros pueblos ayunos de reivindicaciones y merecedores de una vida de bienestar.
Algunos consideran la economía social de mercado como la vía a transitar -yo mismo lo he creído así durante muchos años- que combinando elementos del capitalismo y del socialismo procura alcanzar el equilibrio entre el bienestar social y la eficiencia económica.
Hoy me inclino por la “Economía Humanista” para la Venezuela diferente que soñamos.
_La economía humanista es un enfoque que coloca a las personas y su bienestar en el centro de la toma de decisiones económicas_.
A diferencia de las teorías económicas convencionales que se centran en el crecimiento económico y los indicadores monetarios, la economía humanista busca promover el desarrollo humano integral y sostenible.
La economía humanista reconoce que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente para garantizar el bienestar de las personas. Si bien el crecimiento económico puede aumentar la producción y generar riqueza, no necesariamente se traduce en una mejor calidad de vida para todos los individuos de una sociedad. La economía humanista busca abordar esta brecha al considerar no sólo los aspectos monetarios, sino también los sociales, ambientales y psicológicos del bienestar humano.
_Un principio fundamental de la economía humanista es la equidad_. Se busca reducir las desigualdades económicas y sociales para garantizar que todas las personas tengan acceso a oportunidades y recursos básicos. Esto implica la implementación de políticas redistributivas, como sistemas fiscales progresivos y programas de bienestar social, que buscan mejorar la igualdad de oportunidades y reducir la pobreza y la exclusión social.
Otro aspecto central de la economía humanista es la sostenibilidad. Reconoce la interdependencia entre la economía y el medio ambiente, y aboga por un desarrollo que no comprometa la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. La economía humanista promueve la adopción de prácticas empresariales sostenibles, el fomento de energías renovables, la protección de los ecosistemas y la promoción de la economía circular.
Además, la economía humanista destaca la importancia de los aspectos sociales y psicológicos del bienestar. Reconoce que el bienestar económico no es suficiente si no se acompañan de relaciones sociales saludables, acceso a servicios de salud y educación de calidad, y una buena salud mental. Por lo tanto, promueve el fortalecimiento de los sistemas de protección social, la promoción de la igualdad de género y la mejora de la calidad de vida en general.
La economía humanista también cuestiona el paradigma del crecimiento infinito y el consumo desenfrenado. En lugar de buscar el máximo crecimiento económico, propone una reevaluación de los objetivos económicos y una transición hacia modelos de desarrollo que pongan énfasis en la calidad de vida, la felicidad y la sostenibilidad.
En términos de beneficios, la economía humanista ofrece una visión más integral y equilibrada del desarrollo. Al considerar los aspectos sociales, ambientales y psicológicos del bienestar, busca abordar las desigualdades y promover una sociedad más justa y sostenible. Además, la economía humanista fomenta la participación ciudadana y el empoderamiento de las personas al reconocer su importancia como agentes clave en la toma de decisiones económicas.
Mucho hablaremos de y promoveremos a la economía humanista en los tiempos por venir.
Nota de prensa
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Opinión
¿Qué podemos aprender de la sociedad de la nieve?
Las experiencias difíciles llevan a cuestionarnos el sentido de la vida: su significado, su valor. Y la actitud que tomamos frente a ellas, como señala el psiquiatra Viktor Frankl, nos conduce a descubrir un significado más profundo de la realidad y de nuestra existencia. Esto fue justamente lo que vivieron los 16 sobrevivientes de los Andes, cuyo testimonio recoge Pablo Vierci en su libro La sociedad de la nieve y que recientemente el director español Juan Antonio Bayona ha llevado a la gran pantalla. Aquí les comparto algunas enseñanzas que nos transmite esta historia:
Espíritu de cooperación
Al caer el avión, luego de recuperarse de la caída, Marcelo -capitán del equipo de Rugby- comienza a organizar a la gente: unos atienden a los heridos, otros mueven los cadáveres, otros buscan y reúnen comida. Y en todo ello observamos un espíritu de cooperación que va a estar presente hasta el final de esta historia.
Llama la atención que en una situación tan difícil la solución no consistió en un “sálvese quien pueda”. En una época como la nuestra, invadida por el individualismo, la película nos recuerda: el hombre es un ser con los demás. Uno de los sobrevivientes, Javier Methol, dirá en su testimonio: “El resto de los chicos podría haberme desechado, abandonado a un costado. Porque ¿qué es lo que surge primero en una situación como ésa? Es el egoísmo, el sálvese quien pueda, yo me arreglo con mi grupo de afines y el resto que reviente, ¿No es la reacción usual en el nadador que se está ahogando y que hunde al que lo viene a rescatar? Pero en la montaña ocurrió exactamente lo contrario a lo que ocurre en la sociedad. ¿Y eso también fue casual?” (P. 204).
Espiritualidad
Cuando escasea o falta lo material, es más probable que la persona se encuentre con los recursos de su espíritu y con bienes inmateriales. En su testimonio Adolfo Strauch nos habla de un sexto sentido. Dice: “cuando vives en la ausencia total de elementos materiales, les permites espacio a otras sensaciones, a nuevos sentidos, que es lo que quiero rescatar cuando vengo a la montaña” (p. 144).
Se trata del despertar de una sensibilidad espiritual que nos permite estar atentos a grandes valores y que muchas veces nos pasan desapercibidos. Algo importante que sobrepasa lo material: “No tengo nada, estoy con hambre, tirito de frío, estoy solo, perdido, con la muerte pisándome los talones, y sin embargo puedo experimentar una felicidad diferente”. Allí arriba, señala Coche Inciarte, “encontré la paz que debería encontrar en la vida” (p. 11).
Sentido
La juventud de los sobrevivientes se manifestó en sus ganas de vivir pero, sobre todo, en su esfuerzo por encontrarle un sentido a todo el sufrimiento que estaban padeciendo. Señala Coche Inciarte: “Y hoy, cada vez que subo a la montaña me formulo las mismas preguntas, las que se afirman con los años, cuanto más viejo me pongo: «Cómo hicieron esos jovencitos para soportarlo? ¿Por qué lo lograron?». Y, fundamentalmente, «para qué lo hicieron»” (p. 67).
Ciertamente, cuesta comportarse como un ser humano cuando tienes que sobrevivir comiendo carne humana y congelándote del frío. Pero a pesar de esas dificultades, en esta historia los sobrevivientes dan lo mejor de sí. Luego del rescate la pregunta final de la película hace pensar en el valor y el significado de lo que han vivido juntos, pero también en la misión -personalísima- que cada uno tiene por delante. Bien lo dirá Nando: “Para mí, el verdadero milagro es que, al vivir tanto tiempo esquivando la muerte, rozándola siempre, aprendimos de la forma más poderosa lo que significa estar vivo”. (P. 401).
Superación
En su testimonio Carlitos Páez cuenta cómo esta experiencia fue “una catapulta de la que salí disparado para alcanzar otros horizontes, un gran salto desde la penumbra hasta la vida”. Él, siendo un joven mimado y no acostumbrado a enfrentarse a esa clase de sufrimientos, descubrió en la montaña que valía la pena luchar por una meta y ponerse un estilo de vida exigente. Dice de sí mismo: “el jovencito de antes comenzó a diluirse lentamente; cada día crecía un año, cada minuto un día. Como contrapartida debía trabajar, tenía tareas fijas que yo mismo había elegido” (p. 244). Para Tintín Vizintín, “esta es la fórmula que define los Andes, nunca hubo resignación”. (P. 332). Los sobrevivientes fueron combativos, emprendieron sobre todo una gran lucha interior, de no tumbarse, de no rendirse. Por eso señala Gustavo Zerbino que “lo único que nosotros tenemos para decir es que cada uno puede lograr lo mismo que nosotros si se propone remontar la cuesta y salir de su cordillera”. (P. 184).
Agradecimiento y Generosidad
La creación de una comunidad, la ayuda del uno al otro, iba despertando en los sobrevivientes una actitud de agradecimiento que conducía a la generosidad. Gustavo Zerbino, por ejemplo, fue acumulando los recuerdos de aquellos que se morían no porque se lo hubieran pedido sino porque a él le daba la gana. Allí, en sus palabras: “nadie pedía, todos daban”. (P. 177).
Daniel Fernández, también observa esta actitud de agradecimiento y de generosidad: “El grupo funcionó con tanta generosidad, con los afectos tan a flor de piel, que, si veías que uno se caía, indefectiblemente te aproximabas, te sentabas a su lado, y comenzabas a hablarle, para que, juntos, volvieran a recuperar la esperanza”. (p. 95).
Humildad
Una de las grandes lecciones que aprendió Moncho Sabella en la montaña fue la de la humildad: “¿Por qué me salvé? (…) porque aprendí desde el primer momento que nos salvábamos si manteníamos la humildad”. (P. 129). Allá arriba en la montaña nadie buscaba protagonismo. Al bajar a la civilización no comprenden por qué la gente habla de héroes, si allá arriba lo que había era un equipo: “en la sociedad de la nieve no había protagonismo”. Fue precisamente esto, la humildad, lo que Moncho va a denominar el núcleo de esta historia.
Heroísmo
Al bajar a la civilización la gente dice: “qué personas tan solidarias aquellos sobrevivientes de los Andes”. Sin embargo, Adolfo Strauch nos recuerda que todos tenemos dentro esa solidaridad. Señala que “en lo más hondo del corazón, si te van quitando elementos, llegas al corazón desnudo, donde el ser humano se entrega por el otro. Cuando la muerte golpea las chapas del fuselaje, las cosas banales se desvanecen, y personas comunes son capaces de gestos extraordinarios» (p. 112).
De esta solidaridad que se despertó allá en la montaña surgió lo que llamaron el héroe humilde, personajes como Numa y Enrique Platero. “Numa nos enseñó -dice Moncho Sabella- el heroísmo anónimo al entregar a los otros más de lo que se reservaba para sí mismo. En ese balance de solidaridad y egoísmo, que es lo que te permitía morir o vivir, él inclinaba la balanza a favor de los otros y en detrimento de sí mismo. (P. 136). En el momento en que muere Numa, como vemos en la película, los sobrevivientes ven que su mano sostiene un papel que dice: “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Coherencia
En el libro Roy Harley señala que él sólo veía necesario dar testimonio de esta historia con su vida. Dice: “siento, sí, que el testimonio lo debemos dar con la vida diaria y con lo que hacemos con ella, en homenaje a lo que vivimos: nos tocó experimentar algo muy particular y creo que el mensaje lo tenemos que dar todos los días en forma permanente con lo que hacemos, no con lo que decimos” (p. 275). Y destaca que lo importante en este caso es la coherencia de vida: “los ingleses lo llaman Walk the talk. O el otro lema: si no vives como piensas, acabarás pensando como vives (…) walk the talk, haz lo que dices, es una buena pauta de conducta para gente que padeció lo que nosotros padecimos”. P. 276.
Finalmente, una emoción que nos transmite constantemente la película es la de la frustración, pues allá en la montaña los sobrevivientes se encuentran con “nada”. Lo que genera una paradoja. En el mundo de hoy las personas tienen cubierto su “derecho de recibir”, y se sienten vacíos. Allá en la montaña los sobrevivientes se sintieron en el deber de dar, y se sintieron llenos. La película quizás plantea un cambio, quizás nos muestra un camino hacia una felicidad inesperada.
Gabriel Capriles Fanianos. X: @gabcapriles
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