Opinión
Malandros contra malandros: anarquía total
El único rango válido es ser malandro.
Desde el Exilio/Malandros contra malandros-anarquía total: Por José Gregorio Briceño Torrealba.– Patas arriba está todo en Venezuela; especialmente la institucionalidad pues ya no se sabe quién tiene el mando en sus manos. Aparte de todo el desastre con los servicios; el dinero, la productividad, la salud, la gasolina que ya es un solo mazacote de desgracia; todo está confuso y nublado en las alturas del poder; maligno pero poder al fin; las jerarquías no existen, el único rango válido es ser malandro.
Con medallas, con o sin uniforme, el malandro del barrio o el ministro; todos los allegados a la red criminal creada para entregar nuestra soberanía; a los creadores de esta debacle y delinquir a sus anchas con nuestras riquezas; están carcomidas por la tolerancia e instigación de los herederos del hoy felizmente difunto Galáctico.
Ser malandro entonces es condición sine qua non para destacar; en esta mafia que destruyó la vida a miles de familias venezolanas; ahora desperdigadas por el mundo o aquellos hermanos deshilachados con restos apenas de vida aún en el país.
Una piedra en el zapato para narcotiranía
Se ha vuelto común por estos tiempos que los nuevos amos del poder; mantengan en zozobra a Caracas y cada vez que quieren paralizan; estremecen y ponen en jaque a sus antiguos jefes; ahora sometidos para algún ajuste de cuentas; como los hacen los de su especie, los malandros. Con la aclaratoria que uno de ellos se le ha enfrentado al que usurpa la banda presidencial; a uno de sus creadores y eso es otra piedra en el zapato para la narcotiranía.
El pasado martes fue otro episodio de terror; ocasionado nuevamente por esta creación del régimen, el jefe del colectivo; y “líder” de la zona de paz del barrio de la Cota 905 en la capital venezolana; llamado Carlos Luis Revete, alias “El Coqui”, al intentar asaltar una estación policial; con un tipo de armamentos que no son gomeras o chinas; son armamentos pesados o de alto calibre utilizado en guerras como fusiles de asalto FAL; AR 15, AFA y AK 103. Armas que cierto les fueron dotadas por los jefes a quienes hoy enfrentan.
La confrontación fue demasiado dispareja; porque los “colectivos de paz” tenían holgadamente mayor capacidad de fuego que los cuerpos de seguridad. El resultado del enfrentamiento fue un policía muerto de nombre Edgar Palacios y dos heridos. Es importante destacar que hace menos de un mes los mismos “Colectivos de Paz”; asesinaron a dos Guardia Nacionales que pasaban por el frente del barrio de la cota 905; y ni siquiera los militares activaron un operativo para detener a los delincuentes; porque ese barrio es un santuario, una zona de paz.
Controladores de estallidos sociales
Tenemos que recordar al famoso jefe de los colectivos de paz llamado Wilexis en Petare que tuvo por una semana en jaque a todos los cuerpos policiales en dicho barrio. Eso son los más reconocidos en el área metropolitana pero en todos los estados hay esta suerte de justicieros y controladores de estallidos sociales como lo han afirmado Nicolás Maduro y Diosdado Cabello quien los dirige y protege como descaradamente se evidenció con la masacre de Óscar Pérez y su gente.
Es muy evidente quienes los armaron y quienes los protegen con el objetivo de defender la revolución y ahora se están viendo las consecuencias.
Indiscutiblemente es una política de estado y para muestra un botón, recuerden que recientemente desde una cárcel del estado Táchira se pronunció la ministro Iris Varela con el protector del Táchira, Freddy Bernal y afirmaron que ellos tenían 40.000 delincuentes armados en las cárceles para defender la revolución.
Los venezolanos estamos viviendo un verdadero holocausto, al tener un narcorégimen que mata y desaparece al que se le oponga por un lado y por el otro lado tenemos a esos mismos especímenes extorsionando, asesinando, violando y son protegidos por Diosdado, Iris y todos sus narcobandoleros.
Los modernos Robin Hood y sus íntimos
Lo insólito de toda esta descomposión o pérdida de valores es que algunos barrios; entre ellos la cota 905 hacen tremendas fiestas con artistas internacionales en plena pandemia; y la mayoría del barrio están felices con estos “regalos” de sus Robin Hood; y se sienten más protegidos con los colectivos que con los cuerpos policiales de la tiranía; cosa que han declarado en reiteradas oportunidades.
También debemos recordar aquel famoso video en donde los militares y dos ministros; le piden permiso a Valentín Santana para entrar al barrio; ese delincuente con 5 órdenes de aprehensión por asesinato, extorsiones y violaciones; y es el jefe del colectivo la Piedrita del 23 de Enero. Para más señas, muchos de los miembros de la banda de El Coqui forman parte del entorno directo de ministros; según investigaciones de la periodista Ibéyise Pacheco, los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez; son íntimos del segundo a bordo de esta pandilla de malvivientes y es quien les provee seguridad.
Recuerdo que antes de llegar Chávez al poder y asesinaban algún efectivo policial, sus compañeros no podían regresar al comando hasta dar con el paradero de los delincuentes y era casi un punto de honor, hoy vemos todo lo contrario, los mandan a hacer las pases con los colectivos criminales. Pudimos conocer a través de las redes sociales que los efectivos de Policaracas están renunciando por la falta de solidaridad de la tiranía al no permitir enfrentar a los colectivos criminales.
En medio de esta guerra entre alimañas, aparece una noticia que celebro y es el cambio de sitio de reclusión del rehén del gobierno, diputado Juan Requesens, a quien le otorgaron casa por cárcel, es un mínimo alivio porque así está con su familia y el sufrimiento es más llevadero aunque el atropello sigue y la justicia no existe.
Repito y repito desde la cárcel del exilio, no veo otra opcion, los venezolanos tenemos que estar bien claros, para poder acabar con el hampa o delincuencia en Venezuela, tenemos que sacarlos primero de Miraflores. Sin miramientos , con fuerza militar aliada y sin perdón de nosotros y confiando en la Justicia Divina que castigue tanta saña y dolor contra un pueblo; con muchas esperanzas en el pronto desenlace para nuestra libertad les ofrezco mi denuncia con lo que me queda: LA PLUMA Y LA PALABRA
@josegbricenot – Facebook: José Gregorio El Gato Briceño – gatobriceno.blogspot.com – Fuente: http://gatobriceno.blogspot.com/2020/08/malandros-contra-malandros-anarquia.html
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Opinión
¿Qué podemos aprender de la sociedad de la nieve?
Las experiencias difíciles llevan a cuestionarnos el sentido de la vida: su significado, su valor. Y la actitud que tomamos frente a ellas, como señala el psiquiatra Viktor Frankl, nos conduce a descubrir un significado más profundo de la realidad y de nuestra existencia. Esto fue justamente lo que vivieron los 16 sobrevivientes de los Andes, cuyo testimonio recoge Pablo Vierci en su libro La sociedad de la nieve y que recientemente el director español Juan Antonio Bayona ha llevado a la gran pantalla. Aquí les comparto algunas enseñanzas que nos transmite esta historia:
Espíritu de cooperación
Al caer el avión, luego de recuperarse de la caída, Marcelo -capitán del equipo de Rugby- comienza a organizar a la gente: unos atienden a los heridos, otros mueven los cadáveres, otros buscan y reúnen comida. Y en todo ello observamos un espíritu de cooperación que va a estar presente hasta el final de esta historia.
Llama la atención que en una situación tan difícil la solución no consistió en un “sálvese quien pueda”. En una época como la nuestra, invadida por el individualismo, la película nos recuerda: el hombre es un ser con los demás. Uno de los sobrevivientes, Javier Methol, dirá en su testimonio: “El resto de los chicos podría haberme desechado, abandonado a un costado. Porque ¿qué es lo que surge primero en una situación como ésa? Es el egoísmo, el sálvese quien pueda, yo me arreglo con mi grupo de afines y el resto que reviente, ¿No es la reacción usual en el nadador que se está ahogando y que hunde al que lo viene a rescatar? Pero en la montaña ocurrió exactamente lo contrario a lo que ocurre en la sociedad. ¿Y eso también fue casual?” (P. 204).
Espiritualidad
Cuando escasea o falta lo material, es más probable que la persona se encuentre con los recursos de su espíritu y con bienes inmateriales. En su testimonio Adolfo Strauch nos habla de un sexto sentido. Dice: “cuando vives en la ausencia total de elementos materiales, les permites espacio a otras sensaciones, a nuevos sentidos, que es lo que quiero rescatar cuando vengo a la montaña” (p. 144).
Se trata del despertar de una sensibilidad espiritual que nos permite estar atentos a grandes valores y que muchas veces nos pasan desapercibidos. Algo importante que sobrepasa lo material: “No tengo nada, estoy con hambre, tirito de frío, estoy solo, perdido, con la muerte pisándome los talones, y sin embargo puedo experimentar una felicidad diferente”. Allí arriba, señala Coche Inciarte, “encontré la paz que debería encontrar en la vida” (p. 11).
Sentido
La juventud de los sobrevivientes se manifestó en sus ganas de vivir pero, sobre todo, en su esfuerzo por encontrarle un sentido a todo el sufrimiento que estaban padeciendo. Señala Coche Inciarte: “Y hoy, cada vez que subo a la montaña me formulo las mismas preguntas, las que se afirman con los años, cuanto más viejo me pongo: «Cómo hicieron esos jovencitos para soportarlo? ¿Por qué lo lograron?». Y, fundamentalmente, «para qué lo hicieron»” (p. 67).
Ciertamente, cuesta comportarse como un ser humano cuando tienes que sobrevivir comiendo carne humana y congelándote del frío. Pero a pesar de esas dificultades, en esta historia los sobrevivientes dan lo mejor de sí. Luego del rescate la pregunta final de la película hace pensar en el valor y el significado de lo que han vivido juntos, pero también en la misión -personalísima- que cada uno tiene por delante. Bien lo dirá Nando: “Para mí, el verdadero milagro es que, al vivir tanto tiempo esquivando la muerte, rozándola siempre, aprendimos de la forma más poderosa lo que significa estar vivo”. (P. 401).
Superación
En su testimonio Carlitos Páez cuenta cómo esta experiencia fue “una catapulta de la que salí disparado para alcanzar otros horizontes, un gran salto desde la penumbra hasta la vida”. Él, siendo un joven mimado y no acostumbrado a enfrentarse a esa clase de sufrimientos, descubrió en la montaña que valía la pena luchar por una meta y ponerse un estilo de vida exigente. Dice de sí mismo: “el jovencito de antes comenzó a diluirse lentamente; cada día crecía un año, cada minuto un día. Como contrapartida debía trabajar, tenía tareas fijas que yo mismo había elegido” (p. 244). Para Tintín Vizintín, “esta es la fórmula que define los Andes, nunca hubo resignación”. (P. 332). Los sobrevivientes fueron combativos, emprendieron sobre todo una gran lucha interior, de no tumbarse, de no rendirse. Por eso señala Gustavo Zerbino que “lo único que nosotros tenemos para decir es que cada uno puede lograr lo mismo que nosotros si se propone remontar la cuesta y salir de su cordillera”. (P. 184).
Agradecimiento y Generosidad
La creación de una comunidad, la ayuda del uno al otro, iba despertando en los sobrevivientes una actitud de agradecimiento que conducía a la generosidad. Gustavo Zerbino, por ejemplo, fue acumulando los recuerdos de aquellos que se morían no porque se lo hubieran pedido sino porque a él le daba la gana. Allí, en sus palabras: “nadie pedía, todos daban”. (P. 177).
Daniel Fernández, también observa esta actitud de agradecimiento y de generosidad: “El grupo funcionó con tanta generosidad, con los afectos tan a flor de piel, que, si veías que uno se caía, indefectiblemente te aproximabas, te sentabas a su lado, y comenzabas a hablarle, para que, juntos, volvieran a recuperar la esperanza”. (p. 95).
Humildad
Una de las grandes lecciones que aprendió Moncho Sabella en la montaña fue la de la humildad: “¿Por qué me salvé? (…) porque aprendí desde el primer momento que nos salvábamos si manteníamos la humildad”. (P. 129). Allá arriba en la montaña nadie buscaba protagonismo. Al bajar a la civilización no comprenden por qué la gente habla de héroes, si allá arriba lo que había era un equipo: “en la sociedad de la nieve no había protagonismo”. Fue precisamente esto, la humildad, lo que Moncho va a denominar el núcleo de esta historia.
Heroísmo
Al bajar a la civilización la gente dice: “qué personas tan solidarias aquellos sobrevivientes de los Andes”. Sin embargo, Adolfo Strauch nos recuerda que todos tenemos dentro esa solidaridad. Señala que “en lo más hondo del corazón, si te van quitando elementos, llegas al corazón desnudo, donde el ser humano se entrega por el otro. Cuando la muerte golpea las chapas del fuselaje, las cosas banales se desvanecen, y personas comunes son capaces de gestos extraordinarios» (p. 112).
De esta solidaridad que se despertó allá en la montaña surgió lo que llamaron el héroe humilde, personajes como Numa y Enrique Platero. “Numa nos enseñó -dice Moncho Sabella- el heroísmo anónimo al entregar a los otros más de lo que se reservaba para sí mismo. En ese balance de solidaridad y egoísmo, que es lo que te permitía morir o vivir, él inclinaba la balanza a favor de los otros y en detrimento de sí mismo. (P. 136). En el momento en que muere Numa, como vemos en la película, los sobrevivientes ven que su mano sostiene un papel que dice: “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Coherencia
En el libro Roy Harley señala que él sólo veía necesario dar testimonio de esta historia con su vida. Dice: “siento, sí, que el testimonio lo debemos dar con la vida diaria y con lo que hacemos con ella, en homenaje a lo que vivimos: nos tocó experimentar algo muy particular y creo que el mensaje lo tenemos que dar todos los días en forma permanente con lo que hacemos, no con lo que decimos” (p. 275). Y destaca que lo importante en este caso es la coherencia de vida: “los ingleses lo llaman Walk the talk. O el otro lema: si no vives como piensas, acabarás pensando como vives (…) walk the talk, haz lo que dices, es una buena pauta de conducta para gente que padeció lo que nosotros padecimos”. P. 276.
Finalmente, una emoción que nos transmite constantemente la película es la de la frustración, pues allá en la montaña los sobrevivientes se encuentran con “nada”. Lo que genera una paradoja. En el mundo de hoy las personas tienen cubierto su “derecho de recibir”, y se sienten vacíos. Allá en la montaña los sobrevivientes se sintieron en el deber de dar, y se sintieron llenos. La película quizás plantea un cambio, quizás nos muestra un camino hacia una felicidad inesperada.
Gabriel Capriles Fanianos. X: @gabcapriles
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