Opinión
Antonio Garbi un estudiante inocente cumplió 4 años preso en Tocuyito

Antonio Garbi un estudiante inocente cumplió 4 años preso en Tocuyito: Por José Luis Centeno Salas.- El 4 de Junio de 2014 fue detenido en su casa el estudiante Antonio José Garbi González; sin que tuviese citación previa ni notificación alguna; de encontrarse investigado por parte del Ministerio Público.
En contra de Antonio José Garbi González el Tribunal Tercero de Control del Estado Carabobo; a solicitud de la Fiscalía Décima del Ministerio Público; dictó Orden de Aprehensión sin ningún elemento de convicción; la cual se materializó en la fecha indicada, hace ya cuatro años.
Injustamente preso por pensar distinto
“#AntonioGarbi Cumple hoy 27 años y está preso injustamente hace 2 años y 7 meses en Tocuyito siendo inocente”; escribió “hoy 03 ene. 18” Rebeca González de Carrasco (@RebecaDCarrasco) en su cuenta Twitter. También el Dirigente Juvenil de @VoluntadPopular y Representante de la Federación de Estudiantes de Derechos de Venezuela (Fedeve), Gabriel Molina (@GabrielMolinaVE); evocó la fecha destacando los atropellos cometidos en perjuicio suyo: “Hoy está cumpliendo años Antonio José Garbi González injustamente preso por pensar distinto, le imputan unos crímenes que no cometió y aún no hay audiencia, por lo que exigimos su inmediata liberación”.
En contra de Antonio José Garbi González el Tribunal Tercero de Control del Estado Carabobo, a solicitud de la Fiscalía Décima del Ministerio Público, dictó Orden de Aprehensión sin ningún elemento de convicción, la cual se materializó el 4 de Junio de 2014, cuando lo detuvieron en su casa sin que tuviese citación previa ni notificación alguna de encontrarse investigado por parte del Ministerio Público, en la audiencia de presentación se le imputó por los delitos de Homicidio intencional calificado, Homicidio intencional calificado en grado de frustración, Instigación pública y Asociación para delinquir.
Un expediente sin elementos probatorios
El expediente carece de elementos que determinen realmente a Garbi González como autor del delito de homicidio; consumado o frustrado, como tampoco de los otros dos delitos que le imputaron; a todas luces, falsamente. La excepción fundamental opuesta a la acusación; es que los hechos no revisten carácter penal por ser atípicos, la conducta del delito de homicidio es matar; y no existe ningún elemento probatorio de que Antonio José haya materializado una conducta; que pudiese causar la herida y la muerte de efectivos militares en las manifestaciones denominadas “Guarimbas”; en el Sector Mañongo de Valencia, el 12 marzo de 2014. Por el contrario, se encuentran identificados y evadidos de la justicia; las personas que podrían tener responsabilidad en los hechos, sin embargo, se tiene como chivo expiatorio a este joven estudiante.
El Ministerio Público erró al establecer a Antonio Garbi como autor de los hechos, por la deficiencia probatoria de que nunca tuvo arma, lo que consta en el expediente, pasando a decir que es autor intelectual de los hechos porque era el director de todo, sin embargo, de la experticia telefónica se desprende que nunca estuvo vinculado con los teléfonos de las personas que se identificaron como armados. Ahora bien, es difícil ser director de algo sin comunicarte ni supervisar las actuaciones de los dirigidos, entonces de los propios elementos de convicción del Ministerio Público se concluye la ausencia de los elementos del delito y en consecuencia la no responsabilidad penal de Antonio Garbi.
El estudiante Antonio Joé Garbi González y el autor de este artículo José Luis Centeno Salas
No admitieron pruebas promovidas por la defensa de Antonio Garbi
La mayoría de las pruebas promovidas por la defensa no fueron admitidas aun cuando su promoción fue hecha en tiempo útil, las cuales resultaban relevantes para secundar la inocencia de Antonio José Garbi, se negaron diligencias de investigación, único medio del imputado durante la fase preparatoria para ejercer el derecho a la defensa, se solicitó al juez de control el control judicial de la actividad del Ministerio Público sin obtener respuesta, se apeló de la decisión donde se dictó la medida privativa de libertad en la audiencia de presentación por no existir elementos de convicción, lo que constituye uno de los requisitos de esta medida sin obtener pronunciamiento, además de ello se alegaron nulidades durante la fase intermedia por la negativa de las diligencias, sin obtener respuesta.
En este proceso las Actuaciones están viciadas de Nulidad Absoluta, específicamente la Acusación, en virtud de la violación del derecho a la defensa, por motivo de que no se practicaron las diligencias solicitadas en la investigación por la defensa técnica; además porque no existen elementos que impliquen fundamento serio para individualizar al autor o autores de los hechos, menos para comprometer a Antonio Garbi. De hecho, todas las entrevistas efectuadas a los efectivos de la Guardia Nacional coinciden en una cosa: no pueden identificar a la persona que les disparó porque tenían capuchas o no los vieron. Por lo tanto, esas entrevistas, así como los elementos de convicción promovidos por la vindicta pública, sirven para determinar que los hechos ocurrieron pero no para identificar al autor o autores de los hechos.
Conclusión: “#AntonioGarbi… está preso injustamente hace 4 años en Tocuyito, siendo inocente”.
Cualquier información, comentario, desahogo o sugerencia por mi cuenta en Twitter @jolcesal
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Opinión
Rafael Irigoyen Crespo, Pipo, ¿Un personaje olvidado?

En 1958 las autoridades de la Universidad de Carabobo le pidieron al joven economista Rafael Irigoyen Crespo que asumiera la dirección de un nuevo proyecto: la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
El 17 de noviembre del año pasado, mientras interpretábamos la misa rociera en honor a nuestra patrona, la Virgen del Socorro, en la majestuosa Catedral de Valencia, junto a mi grupo Los Amigos de Siempre, ocurrió un episodio que me dejó pensativa. Durante la celebración, Nina Lizarraga de Irigoyen, tía de una de nuestras integrantes y mi hermana de la vida, Moira Chalbaud Lizarraga, llegó con el rostro descompuesto. Siempre la había conocido como una mujer de semblante sereno y sonrisa amable, reflejo de una felicidad que irradiaba incluso en los momentos más difíciles, como la muerte de su hijo Antonio. Sin embargo, aquel día noté en su expresión una incomodidad que nunca antes había visto. A pesar de ello, no pronunció palabra alguna; simplemente nos saludó con su habitual cortesía y se sentó junto a su hermana Margarita, la madre de Moira, algo que me pareció normal en ese momento.
Más tarde supe que venía de un acto en el Colegio de Economistas, donde habían rendido honores post mortem a su esposo, Pipo Irigoyen. Al parecer, durante el homenaje se mencionaron algunas cosas con las que ella no estaba de acuerdo, lo que la llevó a retirarse discretamente. Dejó que su hija permaneciera en el evento para recibir la condecoración en su lugar, mientras ella optó por guardar silencio y alejarse. Pero, ¿qué habría pasado allí que le causó tanta molestia?
Resulta que se otorgó la orden “Luis Delgado Filardo” y a Pipo lo honraron post mortem, lo cual, en principio, no tenía nada de malo. Luis Delgado Filardo fue un colega y amigo de Pipo y de mi padre, una autoridad universitaria de excelente reputación, muy querido y recordado en Valencia. El detalle fue que durante el homenaje afirmaron que Luis fue “el gran propulsor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo”, algo que no suena lógico, ya que Luis ingresó a la universidad en 1960, después de que Pipo trabajara el proyecto de la facultad. De hecho, Pipo fue designado como su primer decano y luego sugirió que Luis, su amigo, continuara en la dirección de la Escuela de Economía, ahora adscrita a la FACES.
Cuando en 1962 los Correa Feo nos mudamos a Valencia, una decisión motivada por la fundación de la Escuela de Educación, como he mencionado en otras ocasiones, tuve la oportunidad de conocer a Pipo. En aquel entonces, yo tenía apenas siete años. Mis padres y él eran amigos desde sus tiempos de estudiantes en la Universidad Central. Siempre contaban entre risas que, el día de su boda, Pipo se les acercó diciendo: “Ajá, no me invitaron y me coleé”. Mi madre, de inmediato, señaló con el dedo índice la mesa donde estaban sentados los padres de Pipo, demostrando que había sido invitado con ellos. Este reencuentro con Pipo Irigoyen, su amigo barquisimetano al que ambos conocían desde sus años juveniles en Caracas, fue una sorpresa muy agradable. Aquello marcó el reinicio de una bellísima relación que perduraría en el tiempo.
Pipo era economista. Se había graduado en la Universidad Central de Venezuela y en 1958 llegó a Valencia para contribuir con la construcción de la nueva Universidad de Carabobo, que había sido clausurada en 1904 por el dictador Cipriano Castro y permaneció cerrada durante cincuenta y cuatro años. El 21 de marzo de 1958, se creó la Universidad de Carabobo, con sede principal en Valencia, según el Decreto Nº 100. Para el cargo de rector fue nombrado el Dr. Luis Azcunes, y como vicerrector y secretario, el Dr. Luis Fernando Wadskier. También se designaron los decanos de las facultades que abrieron: Derecho, Ingeniería Industrial y Medicina, a cargo de los doctores Donato Pinto, Víctor Rotondaro y José Valero Lago, respectivamente. Ese mismo año, 1958, le pidieron al joven economista Rafael Irigoyen Crespo que asumiera la dirección de un nuevo proyecto: la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
Se dice que durante esa época conoció a Nina Lizarraga, una de las bellísimas sobrinas del representante del Ministerio de Educación, el médico Jorge Lizarraga. Se casaron y formaron un hogar hermoso con seis hijos: Nina Isabel, Rafael Gerardo, Claudia, Rafael Hipólito, Rafael Antonio y Sergia.
En 1959, se designaron nuevas autoridades: rector, Dr. Humberto Giugni Maselli; vicerrector, Manuel García; y secretario, Emiro Puchi Albornoz. El nuevo Consejo Universitario designó una comisión integrada por economistas y pedagogos, entre los que se encontraban Rafael Irigoyen Crespo, Jorge Castro Cabrera, Jesús Berbín y Pedro José Mujica, cuya misión era estudiar y comprobar la necesidad técnica y social de crear la Escuela de Economía en la Universidad de Carabobo. Así, el 1 de julio de 1960, se decretó su creación, y fue entonces cuando Pipo llamó a su amigo, el valenciano Luis Delgado Filardo, también graduado en la Universidad Central un año después que él, para que se uniera al proyecto y asumiera la dirección de la Escuela de Economía, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
Paralelamente, se planteó la importancia de crear una facultad especializada, y Pipo Irigoyen se propuso lograrlo. Tras aprobarse el excelente proyecto, Pipo Irigoyen fue designado decano de la nueva Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y su amigo Luis Delgado Filardo, esposo de la primera Miss Venezuela valenciana, Gisela Bolaños, continuó como director de la Escuela de Economía, ahora adscrita a la nueva facultad.
Humberto Giugni le propuso a Pipo lanzar su candidatura como Secretario de la Universidad, pero este declinó, prefiriendo continuar en el decanato de la FACES. En su lugar, propuso a su amigo Luis Delgado Filardo, quien aceptó el cargo. Años más tarde, Luis llegó a ser vicerrector de la Universidad de Carabobo, mientras Pipo permaneció en su facultad, dos períodos consecutivos como decano y luego como asesor, siendo posteriormente director de la Oficina de Desarrollo Industrial, (ODIUC).
No quiero quitarle méritos a Luis Delgado Filardo, al contrario, lo que deseo es que Rafael Irigoyen Crespo no sea injustamente olvidado, como a veces siento que sucede con mi padre.
Pipo murió prematuramente el 9 de abril de 1987. Recuerdo claramente que, el último día de su novenario, mi madre, muy triste, me dijo: “La próxima soy yo”. Y tuvo razón. Un año más tarde, el 5 de abril de 1988, nos tocó despedir a mi madre, mi mejor amiga y su amiga de siempre.
La historia no solo se escribe con grandes gestas, sino también con el reconocimiento justo de quienes dedicaron su vida a construir instituciones y legados. Rafael Irigoyen Crespo merece ser recordado no solo como un pionero, sino como un hombre que, con su trabajo y dedicación, dejó una huella imborrable en la Universidad de Carabobo y en la vida de quienes lo conocieron.
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