Opinión
Ilustrísimo Monseñor Jorge Urosa Savino

Continúa muy delicada la salud del Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas. Se encuentra bajo continuo y cercano monitoreo médico, según el reciente informe del Cardenal Baltazar Porras Cardozo, Administrador Apostólico de Caracas, señalando que les pide a todos oración por nuestro Arzobispo y por todos los enfermos de nuestras comunidades. A sus 79 años de edad, el Cardenal Urosa Savino fue infectado gravemente por el Covid, teniendo que permanecer bajo la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Metropolitana de Caracas, elevando todos los fieles una plegaria al Cielo por su pronta recuperación.
En el mes de Marzo 1990 fue designado por el Papa Juan Pablo II Arzobispo de la Arquidiócesis de Valencia, pasando a ser el segundo Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Durante su estadía en la Arquidiócesis de Valencia, puso todo su empeño a favor del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Socorro, localizado en el municipio San Diego, hogar bendito por Nuestro Señor Jesucristo, donde se preparan los aspirantes al sacerdocio para oficiar las misas y hacer cumplir los preceptos religiosos a la feligresía, llevando con ello la palabra de Dios a todos los católicos. En Septiembre del 2005, el Santo Padre Benedicto XVI lo nombró Arzobispo de Caracas, oficio que desempeñó hasta el momento de caer enfermo.
Una personalidad relevante por sus méritos apostólicos y personales, unidos a su amplia cultura universal, el Arzobispo Urosa Savino entre tantos dones otorgado a la Arquidiócesis de Valencia en los 15 años de Episcopado en nuestra ciudad, nos dejó un legado de sabiduría y conocimientos en los volúmenes de sus homilías, discursos, mensajes y artículos, editado uno de ellos en el año 2005 por la Contraloría General del estado Carabobo, bajo la dirección de la Contralora General del Estado Saletta La Riva de Hammer y los otros dos de un amplísimo contenido histórico, cultural y testimonial en las 990 páginas de ambos libros editados en el 2008, constituyen una valiosa contribución del Arzobispado a la memoria histórica, pastoral y cultural de la Iglesia Católica en Valencia, Caracas y toda Venezuela.
Las páginas de esos libros son esclarecedoras de las sabias enseñanzas del ilustre Arzobispo, a la vez de dejar constancia de muchos de los grandes eventos ocurridos en nuestra ciudad y en otros estados del país, como testimonio de la evangelización llevada a cabo desde los tiempos iniciales de la Conquista y la Colonia, hasta nuestros días, por los hermanos misioneros que a lo largo de los siglos han sembrado la palabra de Dios en nuestra tierra venezolana. Son palabras de amor y de esperanza, de fe en el porvenir en una sociedad llena de contradicciones políticas, sociales y culturales, particularmente en nuestro país sometido desde comienzos del s. XXI a un régimen irrespetuoso de los derechos civiles de los ciudadanos, necesitados por tantas circunstancias adversas de una guía espiritual que los conduzca por la senda de la justicia, la libertad y la paz, lo que el Cardenal Urosa Savino pregona a la vez de practicar desde su elevado rango del Arzobispado.
Leyendo algunos de sus escritos, uno de ellos en el Tomo I, en la pag. 393, ¨Vivir en el Amor y Valorar nuestra Fe¨ cito uno de los párrafos: ¨Los católicos venezolanos solemos llevar nuestra vida cristiana con mucha ambigüedad y comodidad. Es preciso que dejemos a un lado la apatía, la indiferencia religiosa, la frialdad en la valoración de nuestra fe y la poca práctica religiosa. De manera particular los invito a cumplir de verdad, en serio, los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Los invito a participar cada Domingo, con alegría y fidelidad, activa y fervorosamente en la Misa Dominical¨. En el Tomo II, pag. 439, ¨Contra la Violencia, Luchar por la Paz¨. ¨Es preciso que la comunidad civil, la Parroquia, el Municipio, la Ciudad, se esfuercen en educar a sus ciudadanos a la paz. Y para ello es imperativo que los dirigentes sean realmente gente de paz, que trabajen sin cesar por el bien común¨.
Otros artículos: Magnicidio en Haití, protestas en cuba, arrestos en Nicaragua, inseguridad en Venezuela
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Opinión
Comienza el año 2025

Por: Cora Paez de Topel
El mes de enero es significativo por cuanto representa el principio del año en curso, celebrándose en las fechas especiales del calendario cristiano el 1º de enero como la festividad del Año Nuevo /Jornada Mundial de la Paz. El 6 de enero es el Día de Reyes, a lo que se unió la celebración del Día Nacional del Deporte. La fecha especial del 14 de enero es la celebración de la Divina Pastora, patrona de Barquisimeto, con una gran procesión de fieles en oración que siguen a la venerable imagen hasta llevarla al templo. El 15 de enero es el Día del Maestro
Son festividades arraigadas en nuestra cultura cristiana que nos invitan a celebrarlas con fervor para impulsar la solidaridad con nuestro prójimo, no tanto como un reto sino como un vínculo de plena confianza en el ser humano, dispuesto a tenderle la mano a los más necesitados, tal como señalan las Bienaventuranzas de la Ley de Dios. “Dar de comer al hambriento”. Dar de beber al sediento”. “Dar refugio al peregrino”. Son 10 que nos llaman a dejar a un lado el egoísmo para centrarnos en nuestros hermanos cuando requieran ayuda.
Los retos de la civilización nos llaman a dejar a un lado el atraso social, representado en la pobreza material de tantos que carecen de un techo donde cobijarse, o de un salario digno para cubrir las necesidades alimenticias y sanitarias. Tanto dinero malgastado en políticas públicas que no cumplen a cabalidad la función que les corresponde, limitándose a darles puestos a funcionarios del gobierno electos por el partido que los representa, pero no siempre por el programa social que los convoca.
En nuestro país la política se ha visto obligada a silenciarse para no caer en provocaciones. Hablar bien o mal del gobierno es un acto que debe mantenerse en la esfera de quienes comparten puntos de vista similares. La realidad de los presos políticos no es otra que la de ciudadanos que se atrevieron a discrepar con sólo palabras, sin tomar en cuenta el riesgo que estaban asumiendo ante un gobierno represor de la disidencia.
Continuando con la Doctrina Cristiana, al referirse al ejercicio de la autoridad de manera legítima, especifica el fundamento de ejercer el bien común. Por tanto, los regímenes políticos deben estar determinados por la libertad de decisión de los ciudadanos y respetar el principio del Estado de Derecho.
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