Conéctese con nosotros

Opinión

Banco Mercantil, de uno de los mejores a uno de los peores

Publicado

el

Banco Mercantil - acn
Compartir

Banco Mercantil, de los mejores  a uno de los peores: Por José Varela.- Produce tristeza ser testigo de ver el gigantesco retroceso de uno de los mejores bancos del país de otrora, a lo que se ha convertido hoy día el banco Mercantil…

Una pésima atención al cliente, donde vemos operando no más de 2 taquillas (a veces solo una) en sucursales donde operaban o pudieran operar de 6 a 7 taquillas…

Una atención al cliente, donde éramos testigos de la excelente atención a todos sus usuarios… tanto cuando los mismos requerían de la ayuda del banco, como en dudas que se subsistan, al igual que en trámites necesarios…

Vemos que aquella atención de tiempos pasados, es casi inexistente hoy día…

Un límite de crédito en las tarjetas de créditos vergonzosos, donde muchas veces no llegan a la mitad de lo que es hoy día un sueldo mínimo, lo que provoca dar de bajas a las mismas por el ridículo monto de las mismas, a pesar de la invitación de Sudeban de aumentar dichos montos…

Una desasistencia casi total de parte del banco hacia sus clientes…

Cierre de sucursales, colas eternas, poco o ningún interés en soluciones a problemas diarios de clientes, donde a veces hemos visto carteles (tipo bodegas) en la sección de entregas de chequeras: «Salí a comer», demostrando con ello que dicho banco carece de personal idóneo para suplantar al empleado que le toca su hora de descanso o de almorzar…

En fin, un estado calamitoso de un banco que llegó a ser uno de los mejores bancos del país, convertido hoy en un banco casi inoperante…

Un banco que mi persona llamo «mi banco» por más de 35 años y hoy comprendo; que ya no lo es… Esta nota ha sido leída aproximadamente 15780 veces.

No deje de leer: Al menos 150 trabajadores de Abastos Bicentenario fueron despedidos

Opinión

Walk the talk

Publicado

el

Walk the talk
Compartir

Por: Gabriel Capriles Fanianos.

“Vive como piensas, o terminarás pensando como vives”

En algún momento de nuestra vida la inteligencia nos abre un horizonte de crecimiento personal. Nos hace ver que en lo real hay asuntos a los que vale la pena prestar atención para desentrañar su belleza, su bondad, su verdad. Sucede con la persona que se asombra ante la naturaleza, con el hombre que frente a su hijo se reconoce como padre, etc. A medida que conoce lo real se deja cautivar. Descubre su grandeza. Se convierte en su fiel defensor. Para una Sophie Scholl, por ejemplo, valdrá la pena dar la vida por la verdad. Para un Juan Pablo II valdrá la pena dar la vida por Cristo. Para el Principito valdrá la pena cuidar a su rosa. Es entonces cuando estos grandes personajes nos transmiten una experiencia: vivir como se piensa.

Roy Harley, uno de los sobrevivientes de los Andes, está convencido de esta pauta de conducta que los ingleses llaman Walk the talk. Dice: “siento, sí, que el testimonio lo debemos dar con la vida diaria y con lo que hacemos con ella, en homenaje a lo que vivimos: nos tocó experimentar algo muy particular y creo que el mensaje lo tenemos que dar todos los días de forma permanente con lo que hacemos, no con lo que decimos”.

A diferencia de lo que dice Roy, hoy sucede con frecuencia lo contrario. No se vive como se piensa, sino que la persona termina pensando como vive. En vez de profundizar en aquello que nos enamora, en vez de llegar a lo esencial, se invita a la mediocridad: al todo da igual. Sucede lo que dice Oscar Wilde: “en estos tiempos que corren, la gente sabe el precio de todo y el valor de nada”.

El relativismo, todo da igual, desperdiga la atención en miles de cosas que demandan nuestra atención, pero no nos invita a detenernos en lo importante. Nos sumerge en la tiranía de lo urgente, en la que el hombre no llega a la profundidad de nada, sino que se va adaptando a la superficie de todo. Se crean formas de vida estereotipadas. Y aquí es cuando decimos: “se llega a pensar como se vive”.

Ante esta superficialidad que conduce a una vida mínima, a una vida que no sabe dar todo de sí, ofrecemos un antídoto: detenernos de vez en cuando, profundizar en lo real, pensar. Esto nos ayudará a interesarnos por las cosas y a descubrir poco a poco su grandeza. Esa grandeza con la que llegaremos a tener conciencia de lo que las cosas valen y por la que las personas están dispuestas a arriesgarse, a emprender grandes recorridos, dejando un surco profundo en la historia de la humanidad.

 X: @gabcapriles

También puede leer: El valor del encierro

Infórmate al instante únete a nuestro canal de Telegram NoticiasACN

Continue Reading

Suscríbete a nuestro boletín

Publicidad

Carabobo

Publicidad

Sucesos

Facebook

Publicidad

Lo más leído