Este miércoles al menos 500 detenidos dejó una manifestación en Panamá que derivó en enfrentamientos con las autoridades en la capital. Miles de personas salieron a la calle para protestar contra la reforma de las pensiones que se debate en la Asamblea de Diputados y plantea retrasar tres años la edad de jubilación.
El Ministerio de Seguridad Pública panameño atribuyó los incidentes violentos a «un grupo de trabajadores de la
construcción». En un comunicado los acusó de bloquear la céntrica avenida Balboa y agredir a agentes de la Policía, que se habrían visto obligados a hacer un «uso controlado de la fuerza».
Según reportes,, centenares de afiliados y líderes del Suntracs, una de las principales fuerzas sindicales en Panamá, tomaron el edificio donde se construye el nuevo Hospital del Niño. Desde ahí lanzaron objetos contundentes como bloques, cabillas y tornillos contra los más de 200 agentes antidisturbios que acordonaron la zona.
Por su parte, el director general de la Policía de Panamá, Jaime Fernández, informó que las acciones de los manifestantes provocaron heridas a nueve de sus uniformados. Aseguró que dos de ellos de gravedad, quienes fueron trasladados a un centro hospitalario.
Al menos 500 detenidos dejó una manifestación en Panamá: familiares en incertidumbre
Este jueves los familiares de las 514 personas retenidas tras los enfrentamientos continúan en los alrededores de la sede de la Policía Nacional.
Se mantienen a la espera de información sobre los procesos judiciales que enfrentan los detenidos.
Al menos 500 detenidos dejó una manifestación en Panamá. Hasta el momento, las autoridades no han ofrecido detalles sobre la situación legal de los retenidos ni los cargos que podrían imputárseles.
El Ministerio Público panameño inició una investigación de oficio por delitos contra la seguridad colectiva, en relación con los disturbios registrados en la zona.
Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.