Estados Unidos amenazó este jueves con retirarse de la reunión anual; del Banco Interamericano de Desarrollo BID), que se llevará a cabo la semana próxima en China; si el gobierno de ese país le niega la asistencia al economista Ricardo Hausmann; representante del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó.
El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, designó al economista Ricardo Hausmann; como representante del país ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
La semana pasada el BID votó; para reemplazar al representante de Nicolás Maduro, por Hausmann.
Fuentes cercanas al BID dijeron a Reuters que China; uno de los pocos aliados internacionales que le quedan a Maduro, había propuesto no invitar a ningún representante venezolano; para no politizar la reunión.
Un alto funcionario del gobierno de Donald Trump dijo que Estados Unidos y sus aliados regionales retirarán el quórum de la reunión en Chengdu si se excluye a Hausmann.
EEUU amenaza con retirarse de reunión del BID si China impide presencia de Hausmann
Estados Unidos amenazó el jueves con no asistir a la reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo la próxima semana en China si Pekín se niega a permitir que asista un representante del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó.
El BID votó la semana pasada para reemplazar al representante de Nicolás Maduro, con el economista Ricardo Hausmann, respaldado por Guaidó.
Varias fuentes familiarizadas con la situación dijeron a Reuters que China, uno de los pocos aliados internacionales que le quedan a Maduro, había propuesto no invitar a representantes del mandatario socialista o del líder de la transición para “despolitizar” la reunión.
Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.