El colapso parcial de un puente sobre el río Moju, en el estado amazónico de Pará (norte de Brasil); dejó la madrugada del sábado varios desaparecidos, informaron fuentes oficiales.
Tras sobrevolar la zona, el gobernador del estado, Helder Barbalho, informó vía Twitter que parte de la estructura se desplomó; luego de que una embarcación que transportaba desechos de aceite de alma colisionara contra uno de los pilares del puente.
Según la estatal Agencia Brasil, en el momento del accidente dos vehículos que circulaban por ese tramo del puente; cerca del municipio de Acará, cayeron al agua.
Las autoridades desconocen el número de desaparecidos, que están siendo buscados por rescatistas del Cuerpo de Bomberos y la Defensa Civil.
Según los bomberos, no fueron localizados ni los tripulantes ni la documentación de la embarcación, por lo que se presume sea clandestina.
De acuerdo con testimonios de los hechos divulgados por medios locales, el conductor de la embarcación que originó el accidente fue socorrido y es buscado por las autoridades.
“Nuestra prioridad es agilizar la búsqueda de las víctimas”
“Es un día triste, con este episodio lamentable. En este momento, nuestra prioridad es agilizar las búsquedas de las víctimas y dar total apoyo a sus familias», dijo el gobernador.
El puente afectado tiene una extensión de 860 metros y una altura de 23 metros y forma parte de un complejo de carreteras y puentes que integran la capital de Pará, Belén, con el interior del estado.
Las autoridades regionales explicaron que el puente de Alá Viaria, de 800 metros de extensión y 23 metros de altura; ha sido objeto de varios choques de embarcaciones y estaba en reparación desde hacía dos meses.
Técnicos de los gobiernos regional y municipal también están en la zona de la tragedia y buscan alternativas para garantizar la movilidad de los vehículos; que ya concentran largas filas en los alrededores por el colapso de la estructura.
Sin el puente, el transporte fluvial es la única alternativa para llegar a otras regiones del estado. Con información: ACN/AFP/EFE
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Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.