En respuesta a los globos incendiarios lanzados durante varios días por fuerzas palestinas, Israel bombardea por segunda vez ésta semana a Gaza.
Es así, como el Ejército israelí atacó tres centros de entrenamiento de las Brigadas Al Kasem, el brazo armado de Hamás; pero sin causar que personas resultara heridas, pero evidentemente si bastantes daños materiales.
Al tiempo, de acuerdo a lo reportado por Euro News, desde Jerusalén Este, la policía israelí tuvo que dispersar a los manifestantes palestinos; que se encontraban en la Puerta de Damasco.
Es de recordar, que ese sitio es el epicentro de las protestas en el período previo a la guerra, que dejó un saldo de 255 muertos en el enclave; mientras en Israel fueron 13.
Israel bombardea Gaza otra vez
Respecto a la tensión entre ambas naciones, con éste bombardeo suman tres jornadas de hostilidades entre Israel y las milicias de Gaza; las cuales de hecho son las primeras desde que el 21 de mayo entró en vigencia una tregua que debió poner fin a los sangrientos once días.
Sin embargo, la tensión ha ido en aumento desde la Marcha de las Banderas de grupos israelíes ultranacionalistas éste marte; donde 27 palestinos resultaron heridos a causa de balas de goma.
De igual manera, como consecuencia de la muerte de un adolescente palestino fallecido el jueves por disparos israelíes en la ciudad cisjordana de Nablus; durante una manifestación contra un asentamiento.
Con información: ACN/Euro News/800 Noticias/Foto: Cortesía/Vatican News
Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.