Conéctese con nosotros

Opinión

El Psuv es minoría por Henrique Capriles

Publicado

el

Compartir

La mayoría de los venezolanos siente con gran tristeza y dolor el año 2017, y ciertamente ha sido el año más difícil de nuestra historia hasta ahora, pero también ha sido el año en el que hemos demostrado el poco apoyo que le queda a este régimen productor de pobreza.

Basta con observar el comportamiento de quienes están en el partido de gobierno para entender la magnitud de su desgaste, el Psuv como fuerza política está agotada y ellos lo saben. Tanto lo saben que en sus campañas se vistieron de azul y ninguno de los candidatos colocó una foto junto a Maduro u otro miembro de la cúpula roja.

Utilizar el color rojo o retratarse al lado de Maduro en campaña es algo ya vetado para los candidatos del gobierno. Esa es una prueba del rechazo que siente el pueblo venezolano por quienes hoy están en el poder.

Y cuando un régimen como el que tenemos en Venezuela pierde el apoyo del pueblo, por su carácter totalitario, se ve obligado a implementar mecanismos de control para conseguir mantenerse en el poder.

Es por eso que cuando se acerca una elección y necesitan el voto, surgen nuevos instrumentos de chantaje de los cuales se valen para ejercer intimidación, sobre todo en los sectores donde existen más necesidades, pues estos mecanismos vienen acompañados de una fuerte dependencia hacia el gobierno.

Así, el “carnet de la patria” se ha convertido en la nueva forma de amenaza del gobierno hacia los venezolanos, poniéndolo por encima de los documentos de identidad nacional legales, como la cédula de identidad.

También puede leer: Alimenta la Solidaridad por Henrique Capriles

El “carnet de la patria” surgió como un instrumento indispensable para quienes simpatizan con el oficialismo, pero se ha ido convirtiendo en un mecanismo de chantaje y control también para el resto de los venezolanos, implementándolo como un requisito obligatorio para la adquisición de medicinas, alimentos, hasta efectivo, y ya se escucha como requisito para otras diligencias que como venezolanos tenemos derecho, que no son una misión o política promovida por el gobierno.

La cédula de identidad es el único documento oficial que comprueba la identificación de los venezolanos, y debería ser el único utilizado para tal fin. El “carnet de la patria” es una política excluyente que discrimina a quienes no lo tienen ni tienen interés en tenerlo porque lo ven como lo que es: un carnet del partido de gobierno.

El régimen suele entender al Estado como una extensión del partido de gobierno, y si bien es cierto que un carnet no dirige la vida de un pueblo, el gobierno lo utiliza para intimidar y coaccionar, aprovechándose de las necesidades de los venezolanos, ya no solo de un sector de la población, porque hoy la crisis afecta fuertemente al que no tiene nada pero también al de clase media, que hasta hace poco llevaba una vida estable y ahora se ve en la necesidad de recurrir al gobierno para poder alimentar a su familia porque el salario no le alcanza a nadie o para poder adquirir el medicamento que ya no se consigue.

Jugar con las necesidades de un pueblo es la manera más vil y rastrera que tiene un gobierno para mantenerse en el poder. El “carnet de la patria” no es otra cosa que un mecanismo de control y chantaje.

Sumado a esto, la situación del país se pondrá peor. El mes de noviembre cerró con una inflación de 56,7%, lo que implica una inflación acumulada de 1.369% durante once meses del año. Se estima que 2017 cerrará con una inflación superior al 2.000%, la más alta de la historia de nuestro país y la más alta del mundo en este momento.

Mientras tanto el gobierno promueve políticas que en vez de frenar la crisis la aceleran aún más. La caída de la producción de petróleo hace que haya menos divisas para sostener los gastos del Estado y el BCV los financia incrementando la masa monetaria.

Maduro y su cúpula nos han endeudado como nunca antes en la historia de Venezuela, dejando al país muy mal parado fuera de nuestras fronteras. Ejemplo de ello es la demanda que una de las mayores petroleras estatales de China, Sinopec, está haciendo contra Pdvsa.

La demanda es por 23,7 millones de dólares más daños punitivos por un contrato de mayo de 2012, cuyo monto era de 43,5 millones dólares y la mitad sigue sin ser pagada. La petrolera china acusa al gobierno de “utilizar un caparazón descapitalizado” (Pdvsa) y les reprocha tener un “engaño deliberado” y una conspiración coordinada entre varias unidades de Pdvsa.

Pdvsa, que en otro momento fue ejemplo para el mundo de una empresa sólida gracias a una gerencia calificada, hoy es sinónimo de mal negocio o poco confiable para cualquier empresa o país.

Estamos en manos de unos indolentes que han acabado con todo, aniquilaron el aparato productivo nacional, pero no conformes con ello acaban también con la empresa más estable y rentable que tenía el país como lo era nuestra empresa petrolera.

Pero qué más podemos esperar de quienes incluso destruyen a su propio partido, al punto de tener que deslindarse del mismo en medio de una contienda electoral.

Sólo un gobierno al que no le importa su pueblo permite que los niños mueran de hambre. Como Johan Fajardo, un niño de 12 años que apenas pesaba 11,5 kilos y perdió la vida por desnutrición crónica en el hospital de Guanare.

La vida de por sí es frágil, y no hace falta que la indolencia del gobierno la vuelva más vulnerable. Vemos con gran preocupación las declaraciones de voceros del régimen asegurando que no aceptarán el canal humanitario, mientras en el país cada semana mueren al menos 5 niños por desnutrición.

Nuestro pueblo está pasando hambre, ahora no solo hay que tomar en cuenta que los precios suben día tras día debido a la galopante inflación, sino que además debe preverse que no se van a conseguir los alimentos necesarios, como las proteínas, para tener una buena alimentación. Cada día crece el “no hay carne, pollo ni pescado”.

Ante esta situación, quienes aún podemos, debemos ser solidarios y ayudar a quienes más lo necesitan, nosotros lo estamos haciendo a través de la iniciativa “Alimenta la Solidaridad” dirigida a alimentar a los niños que presentan riesgo de desnutrición. Debemos evitar que más niños mueran por la desidia de Maduro y su cúpula. Todos podemos ayudar en esta emergencia, todos con la mirada puesta en que sea una temporalidad mientras logramos cambiar el modelo para, definitivamente, tener un país próspero.

Cuando la desesperanza te invada, recuerda que en los momentos donde has mostrado fortaleza nuestra Venezuela ha sido fuerte contigo. El país nos necesita fuertes aunque sintamos que no podemos y animarnos a seguir luchando por él. Rescatar a esta tierra de gracia de la oscuridad en la que nos metieron está en manos de cada uno de nosotros y en la fuerza que juntos podamos ejercer.

Venezuela nos necesita a todos. ¡Dios los bendiga!

Artículo de opinión del político Henrique Capriles Radonski

Opinión

Las Casonas Coloniales y Republicanas de Valencia

Publicado

el

Las Casonas Coloniales y Republicanas de Valencia
Compartir

La Valencia de los Techos Rojos
Francisco Cariello Gubaira
Cronista

La ciudad de Valencia, situada en la región de la cordillera central, contiene un rico legado de casonas solariegas de distintas tipologías en el centro histórico.

Una de las características que tiene la arquitectura colonial valenciana, a diferencia de otras regiones del país, es que son casonas más abiertas, altas y grandes, con puertas y ventanas muy elaboradas, zaguán, corredores, patio central sembrado y salón principal con grandes ventanales que da a la calle. Construidas con materiales como la tapia, el bahareque, el adobe, la madera y la teja.

En el año de 1782, se realizó un primer censo, durante la visita pastoral de Don Mariano Martí, Obispo de Venezuela, arrojando como resultado que la ciudad tenía un total de 7235 habitantes y que el número total de casas dentro de la ciudad era de 513, cuyos límites iban por el norte con la calle del Otoño, hoy Cedeño, por el sur con la calle del Ganado, hoy Michelena, por el este con el Rio Cabriales y por el oeste hasta los solares alrededor del antiguo Hospital de San Antonio de Padua, hoy Casa de la Estrella, en la antigua calle de la Beneficencia, hoy Soublette.

Otro dato importante es que las grandes casonas en Valencia comienzan a construirse a partir del año de 1740, como es el caso de la Casa de los Celis, la Casona de los Hernández de Monagas, la Casona del Dr. Miguel Peña, la Casona Minguet Letteron entre otras más, en consonancia, con el esplendor que vivió la Capitanía General de Venezuela, durante gran parte del siglo XVIII, tras la creación de la Real Compania Guipuzcoana (1728-1785), cuya inmigración de una población vasca, introdujeron entre otras cosas el añil, el algodón y la caña de azúcar, lo que dio impulso a un notable crecimiento económico, que se vio reflejado en los 19 ingenios y trapiches en torno a la ciudad, base de la actividad productiva agrícola de Valencia, reflejándose en la arquitectura civil de la ciudad.

Luego del año de 1830, inicio de la era republicana, como nación independiente de Colombia, y a mediados de siglo XIX, hasta inicios de siglo XX,  comienza a crecer la ciudad, hasta completar totalmente los solares del lado oeste, así como por el lado oriental del rio hacia San Blas y en otras latitudes al sur y al norte con la vieja San José, con tipologías más de corte neoclásico y eclécticas, que agregan distintos elementos arquitectónicos a las casonas, sobretodo en el periodo guzmancista, con influencia francesa y un nuevo desarrollo económico a través del inicio de la industrialización, con elementos como: la cornisa, frisos, calados, frontones, ánforas y molduras.

Con el inicio de la llamada modernidad a partir de los años 40, el centro histórico de Valencia comenzó a tener una serie de transformaciones en su arquitectura, sustituyendo elementos como las antiguas casonas por edificios de varios pisos, tratando de imitar y copiar los canones que se producían en la ciudad de Caracas, producto del boom petrolero de aquel momento, perdiendo paulatinamente la uniformidad arquitectónica de la misma y al mismo tiempo el patrimonio histórico y arquitectónico del casco urbano hasta finales de los años 90, creando una ordenanza y la oficina de gestión local que rige para los inmuebles que conforman el Centro Histórico de Valencia.

A partir del año 2019, hemos observado como el centro histórico ha mejorado notablemente con la recuperación de espacios culturales en inmuebles o casonas que son catalogadas coloniales y republicanas, algunas de ellas monumentos históricos nacionales como: el Museo de la Casa Páez; el Museo Casa de la Estrella; la Casona o Edificio de la Universidad, antiguo Convento Franciscano de San Buenaventura; y otras como la Casa Natal Museo José Rafael Pocaterra; el Centro de Artes Vivas Alexis Vivas, antiguo Club Centro de Amigos; la Casona de los Alvarado Escorihuela; la Casona o Palacio del Correo Central; el Museo Nelson Mandela, antigua Casa de los Gobernadores durante la época de Juan Vicente Gómez; faltando por concretar la restauración de la Casona Hernández de Monagas y la Casa de los Celis, acompañado de iniciativas privadas en la recuperación de casonas valencianas como es el caso de la Posada La Pastora, la Salumeria Il Contadino y próximamente el Café de Arts entre otros.

Existe un problema que estamos observando y es que en los últimos tiempos hemos visto perder cada vez más casonas de valor patrimonial, la mayoría propiedad privada, contentivo de un rico patrimonio histórico y arquitectónico, que le resta un valor agregado, debido a que una casa solariega, está íntimamente relacionado al estamento de la familia, el lugar donde tuvo su origen un determinado linaje familiar y residieron durante varias generaciones, lo que la define como la vivienda principal, de cada una de las antiguas familias originarias, de ese entorno fundacional de nuestras raíces, en realidad, la importancia de un centro histórico se basa en sus casonas, porque en ellas contiene una multiplicidad de historias en lo individual y en lo colectivo de un núcleo llamado Familia, que desde tiempos remotos hacen vida comunitaria, religiosa, económica, cultural, social y política en los distintos espacios que la conforman. Perder otra casona patrimonial, significa ir perdiendo la memoria histórica y el gentilicio de nuestra querida ciudad de Valencia, así como la posibilidad de consolidar y desarrollar un potencial turístico basado en una gran riqueza histórica local, por lo que es importante una acción mancomunada entre el sector público y privado, que permitan diseñar estrategias de políticas, que contribuyan a que sus propietarios, se vean incentivados a diseñar proyectos viables y cónsonos, que busquen repotenciar y reconstruir lo derrumbado de ese importante patrimonio, lo que profundizara un rescate y un mejoramiento del centro histórico

Francisco Cariello Gubaira – Cronista

No dejes de leer: Valencia Cívica Social y Cultural

Infórmate al instante únete a nuestro canal de Telegram NoticiasACN

Continue Reading

Suscríbete a nuestro boletín

Publicidad

Carabobo

Publicidad

Sucesos

Facebook

Publicidad

Lo más leído