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Prueba de resistencia Maduro-Guaidó mientras Venezuela colapsa

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El mandatario Nicolás Maduro juega al desgaste del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó;  en medio de la crisis que ahoga a la nación, mientras su opositor sigue en campaña para desalojarlo de Miraflores.

En su apuesta por mantenerse en el poder, mientras Venezuela colapsa;  el presidente Nicolás Maduro ha recurrido a una estrategia que le ha funcionado en el pasado: aferrarse y esperar a que sus oponentes se cansen.

Es lo que hizo en 2014, cuando la oposición bloqueó las calles para intentar derrocarlo. Utilizó la misma estrategia tres años después cuando su esfuerzo para anular la legislatura del país;  controlada por la oposición detonó manifestaciones que se extinguieron cuatro meses después.

Y ahora, cuando el intento más reciente de la oposición;  por acabar con su presidencia cumple casi tres meses;  Maduro parece estar aferrándose al poder de nuevo;  aguanta las sanciones contra la industria petrolera, el aislamiento de más de 50 países, un gobierno paralelo establecido para desafiarlo;  una serie de constantes deserciones militares y un corte nacional en el servicio eléctrico de seis días; como ninguno que se hubiera vivido antes en el país, publica en un análisis la agencia de noticias española EFE.

Venezuela ahogada en su crisis

Al mismo tiempo, Estados Unidos apostó por una estrategia de sanciones y otras presiones que; según se creía en el gobierno de Trump, funcionaría rápidamente. Pero eso no sucedió y esta semana, Maduro retomó la ofensiva.

El jueves, agentes venezolanos de inteligencia entraron a la casa de Roberto Marrero;  el jefe de despacho de Juan Guaidó, líder de la oposición;  y lo detuvieron por acusaciones de formar parte de una célula terrorista. No se ha visto a Marrero desde entonces.

“El gobierno está haciendo todo lo que puede para crear un sentimiento de exasperación con Guaidó y hacer que la gente pierda la fe en él”, dijo Geoff Ramsey, director adjunto en los asuntos de Venezuela en la Oficina de Washington para América Latina, un grupo de derechos humanos.

“El aumento del apoyo para Guaidó ocurrió en cuestión de semanas”, continuó. “Saben que puede esfumarse con la misma velocidad”.

Una suerte de juego de resistencia

Desde que Guaidó regresó a Venezuela el 4 de marzo, ambos hombres —cada uno afirma ser el líder legítimo del país— parecen practicar una suerte de juego de resistencia.

En determinado momento, parecía que Guaidó tenía las de ganar; estaba creciendo el número de países que lo reconocían como remplazo de Maduro como mandatario legítimo del país, y la oposición señaló que estaba cortejando a las fuerzas militares del país con el fin de que se pusieran de su lado.

Sin embargo, muchos creen que el ímpetu de Guaidó se ha desacelerado.

En Caracas y sus alrededores, pareciera que el mensaje de Guaidó se enfrenta a la realidad de muchas personas cuya preocupación principal es encontrar alimentos y agua, en medio de la crisis económica del país.

“Cada vez que organizan una marcha, no hay transporte y tengo que pagar un taxi o una moto para ir al trabajo… salgo perdiendo”, comentó Gabriel Rondón, joven de 25 años en el vecindario de El Hatillo, quien tiene un empleo en una cafetería. “En los barrios, nadie sabe de Guaidó. Conozco su nombre, pero eso es todo”.

Otro problema para Guaidó es la estrategia de su principal patrocinador, Estados Unidos. El gobierno de Trump apostó a que un aluvión de sanciones en enero y febrero socavaría a Maduro tan rápidamente que sus fuerzas armadas se pondrían en su contra e impondrían a Guaidó como presidente.

Además de las sanciones petroleras de enero, Estados Unidos fue tras gobernadores, generales, directores de la agencia de inteligencia, la petrolera del Estado, un banco ruso parcialmente propiedad de Venezuela, y canceló visas de una decena de amigos y familiares de Maduro. El viernes, Estados Unidos emitió nuevas sanciones destinadas al banco de desarrollo del país y a otras instituciones con las que cuenta.

ACN/EFE

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