Opinión
Policías y Ladrones
Policías y Ladrones: Por Josué D. Fernández.- El ajustarse en lo posible a ejemplos o modelos de policías y ladrones, en particular después de una función de cine en horarios de antes sin censuras y tolerados para menores, fue una diversión a alcance de niños y niñas grandes, para aliviar aquel aburrimiento que iba desprovisto de la emoción en pantallas gigantes o de aparatos electrónicos inteligentes, los cuales ahora desafían la imaginación de los impúberes.
La mayoría prefería el papel de policía, porque de los ladrones se sabía que terminarían presos en calabozos. Actualmente, el problema es que los patrones de policías y ladrones han cambiado de manera radical, en medio de gran desconfianza social, que muchas veces impide diferenciar el lado del bien o del mal en el que se encontrarían los unos y los otros. Para colmo, la modelación de tales conductas también se propaga de forma espontánea e inesperada.
En estos momentos, por una parte, la credibilidad interna y externa de la policía venezolana −que arrastra al régimen en su totalidad− se encuentra bastante comprometida después del fallecimiento del dirigente político y concejal del partido Primero Justicia del municipio Libertador Fernando Albán, por supuesto suicidio estando bajo custodia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Las versiones del hecho son diferentes entre voceros oficialistas, y el proceso de investigación de la prensa ha sido obstaculizado, con intimidaciones a los periodistas que cubren habitualmente las fuentes de noticias de sucesos.
Por otra parte, la confusión general de la gente honesta se rebasa con repetidas crónicas de indultos, de vista gorda, de condecoraciones oficiales, de ascensos diplomáticos, o de exilios dorados, para numerosos indiciados en robos de riquezas del país, y de expedientes en pleno curso en instancias internacionales. La venezolana Kiara precisó en su momento a quienes viven al margen de la comedía, derrochando descaro; su única ley sería la de vivir con descaro. Lo incomprensible es la tolerancia a tanto descaro, en cualquiera de sus formas, que también ocurre entre gente que aplaude el maltrato, sin remedio aparente.
https://www.youtube.com/watch?v=pTrxVDIMqbw
Abierto descaro, a la par quedaría en el foso el relato del gendarme excepcional, merecedor de admiración popular. En la mente de varias generaciones permanece imborrable la figura de Apascacio Mata, poseedor de la chapa 0983, infaltable en la esquina caraqueña de “Sociedad”, en donde pasó 18 años, antes de su jubilación en 1996. A él, a Apascacio Mata, se le atribuye el haber demorado en marzo de 1980 a la misma caravana presidencial de Luis Herrera Campíns, al pretender su escolta motorizada pasar por alto el semáforo en rojo bajo su custodia.
Adicionales anécdotas en la hoja del agente de policía Mata, registran que en 1981, el presidente de los EE.UU. Jimmy Carter, le invitó a la escuela de policía de Nashville, Tennessee, y luego hizo de su anfitrión en la Casa Blanca. Maritza Sayalero, la primera venezolana en coronarse como Miss Universo en 1979, a su regreso a Caracas le conferiría la designación honorífica como escolta personal.
Apascacio Mata falleció hace tres años, a los 75 años, postrado sin piernas, las que le fueron amputadas por gangrena después de un accidente de tránsito. Falleció el 14 de Mayo de 2015 en su casa de “El Observatorio” del 23 de Enero. Caracas. La tristeza que llevan en el pecho innumerables venezolanos, hoy es todavía más profunda porque con él también desapareció su ejemplo. El cantautor Yordano, en 1982 calificó de supuesta leyenda que antes todo era mejor, que se podía mirar al cielo y respirar…La duda de Yordano sería disculpable porque él confiesa que no llora porque no lo conoció… Los demás que sí lo conocieron nadan en llanto. Hasta el sábado que viene, Dios mediante.
Ensayo audiovisual para público de pregrado, disponible en la voz del autor, en colección de Josué D. Fernández, con temas musicales editados, más cortos, al pinchar en:
El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, encartado del programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, canal de catarsis del desconcierto de su autor, con música a propósito del asunto que trata, entrevista y gotas de humor. Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, por canal personal de YouTube, o aquí en www.comunicadorcorporativo.blogspot.com
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Opinión
Las Casonas Coloniales y Republicanas de Valencia
La Valencia de los Techos Rojos
Francisco Cariello Gubaira
Cronista
La ciudad de Valencia, situada en la región de la cordillera central, contiene un rico legado de casonas solariegas de distintas tipologías en el centro histórico.
Una de las características que tiene la arquitectura colonial valenciana, a diferencia de otras regiones del país, es que son casonas más abiertas, altas y grandes, con puertas y ventanas muy elaboradas, zaguán, corredores, patio central sembrado y salón principal con grandes ventanales que da a la calle. Construidas con materiales como la tapia, el bahareque, el adobe, la madera y la teja.
En el año de 1782, se realizó un primer censo, durante la visita pastoral de Don Mariano Martí, Obispo de Venezuela, arrojando como resultado que la ciudad tenía un total de 7235 habitantes y que el número total de casas dentro de la ciudad era de 513, cuyos límites iban por el norte con la calle del Otoño, hoy Cedeño, por el sur con la calle del Ganado, hoy Michelena, por el este con el Rio Cabriales y por el oeste hasta los solares alrededor del antiguo Hospital de San Antonio de Padua, hoy Casa de la Estrella, en la antigua calle de la Beneficencia, hoy Soublette.
Otro dato importante es que las grandes casonas en Valencia comienzan a construirse a partir del año de 1740, como es el caso de la Casa de los Celis, la Casona de los Hernández de Monagas, la Casona del Dr. Miguel Peña, la Casona Minguet Letteron entre otras más, en consonancia, con el esplendor que vivió la Capitanía General de Venezuela, durante gran parte del siglo XVIII, tras la creación de la Real Compania Guipuzcoana (1728-1785), cuya inmigración de una población vasca, introdujeron entre otras cosas el añil, el algodón y la caña de azúcar, lo que dio impulso a un notable crecimiento económico, que se vio reflejado en los 19 ingenios y trapiches en torno a la ciudad, base de la actividad productiva agrícola de Valencia, reflejándose en la arquitectura civil de la ciudad.
Luego del año de 1830, inicio de la era republicana, como nación independiente de Colombia, y a mediados de siglo XIX, hasta inicios de siglo XX, comienza a crecer la ciudad, hasta completar totalmente los solares del lado oeste, así como por el lado oriental del rio hacia San Blas y en otras latitudes al sur y al norte con la vieja San José, con tipologías más de corte neoclásico y eclécticas, que agregan distintos elementos arquitectónicos a las casonas, sobretodo en el periodo guzmancista, con influencia francesa y un nuevo desarrollo económico a través del inicio de la industrialización, con elementos como: la cornisa, frisos, calados, frontones, ánforas y molduras.
Con el inicio de la llamada modernidad a partir de los años 40, el centro histórico de Valencia comenzó a tener una serie de transformaciones en su arquitectura, sustituyendo elementos como las antiguas casonas por edificios de varios pisos, tratando de imitar y copiar los canones que se producían en la ciudad de Caracas, producto del boom petrolero de aquel momento, perdiendo paulatinamente la uniformidad arquitectónica de la misma y al mismo tiempo el patrimonio histórico y arquitectónico del casco urbano hasta finales de los años 90, creando una ordenanza y la oficina de gestión local que rige para los inmuebles que conforman el Centro Histórico de Valencia.
A partir del año 2019, hemos observado como el centro histórico ha mejorado notablemente con la recuperación de espacios culturales en inmuebles o casonas que son catalogadas coloniales y republicanas, algunas de ellas monumentos históricos nacionales como: el Museo de la Casa Páez; el Museo Casa de la Estrella; la Casona o Edificio de la Universidad, antiguo Convento Franciscano de San Buenaventura; y otras como la Casa Natal Museo José Rafael Pocaterra; el Centro de Artes Vivas Alexis Vivas, antiguo Club Centro de Amigos; la Casona de los Alvarado Escorihuela; la Casona o Palacio del Correo Central; el Museo Nelson Mandela, antigua Casa de los Gobernadores durante la época de Juan Vicente Gómez; faltando por concretar la restauración de la Casona Hernández de Monagas y la Casa de los Celis, acompañado de iniciativas privadas en la recuperación de casonas valencianas como es el caso de la Posada La Pastora, la Salumeria Il Contadino y próximamente el Café de Arts entre otros.
Existe un problema que estamos observando y es que en los últimos tiempos hemos visto perder cada vez más casonas de valor patrimonial, la mayoría propiedad privada, contentivo de un rico patrimonio histórico y arquitectónico, que le resta un valor agregado, debido a que una casa solariega, está íntimamente relacionado al estamento de la familia, el lugar donde tuvo su origen un determinado linaje familiar y residieron durante varias generaciones, lo que la define como la vivienda principal, de cada una de las antiguas familias originarias, de ese entorno fundacional de nuestras raíces, en realidad, la importancia de un centro histórico se basa en sus casonas, porque en ellas contiene una multiplicidad de historias en lo individual y en lo colectivo de un núcleo llamado Familia, que desde tiempos remotos hacen vida comunitaria, religiosa, económica, cultural, social y política en los distintos espacios que la conforman. Perder otra casona patrimonial, significa ir perdiendo la memoria histórica y el gentilicio de nuestra querida ciudad de Valencia, así como la posibilidad de consolidar y desarrollar un potencial turístico basado en una gran riqueza histórica local, por lo que es importante una acción mancomunada entre el sector público y privado, que permitan diseñar estrategias de políticas, que contribuyan a que sus propietarios, se vean incentivados a diseñar proyectos viables y cónsonos, que busquen repotenciar y reconstruir lo derrumbado de ese importante patrimonio, lo que profundizara un rescate y un mejoramiento del centro histórico
Francisco Cariello Gubaira – Cronista
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