Opinión
Diáspora sin pasaporte y sin voto electoral

Diáspora sin pasaporte y sin voto electoral: Por: Jesús Alfonzo Sánchez.- La alexitimia es un desorden de tipo neurológico que genera en quienes la padecen una notoria incapacidad para poder controlar y reconocer sus propias emociones y, por lo tanto, los lleva a tener dificultades en materia de expresión verbal. En concreto, podemos establecer que las características que tiene toda persona que sufre de esta enfermedad son las siguientes: dificultad tanto para identificar como para describir emociones y sentimientos, reducida capacidad para la fantasía, problemas para diferenciar lo que son las sensaciones que experimenta su cuerpo respecto de lo que son sentimientos, notoria preocupación por lo que son los hechos externos o los detalles…
Los afectados por este síndrome, conocidos como “alexes”, son incapaces de percibir y ver de lejos lo cercano para detectar la inmensa desmemoria que nos envuelve el padecimiento de la Alexitimia social, ambas como epidemias mortales.
Ojalá la nomenclatura de los que detentan el poder político, económico, militar y religioso se someta a la vacunación contra esta epidemia que ha alcanzado mente o cuerpo o espíritu de la gente. Por ejemplo, observar a personas embarazadas, niños y ancianos hurgando en la basura para comer, observar cómo personas sin distingo de clases padecen o mueren por falta de medicamentos e insumos más elementales, ver la impotencia y la frustración en los ojos y gestos de la mayoría de la población en las interminables colas para conseguir: un NO HAY, es una frustración, un golpe sin poder quejarse ante nadie, observar la mediocridad e indiferencia de algunos ambiciosos disque dirigentes políticos (más interesados en el poder que en su compromiso de servir al prójimo), observar el día a día de un régimen opresor, totalitario y militarizado, con las pocilgas- cárceles repletas de presos políticos e inocentes por el hecho de ser disidente-opositor sin derecho a la legitima defensa, ya que los jueces y tribunales son instrumentos vacíos – ciegos al servicio de la dictadura actuante sin ningún tipo de destello para ejercer la Libertad de expresión y de movimiento como tipifica la vigente CRBV/1999. La ANC cubana nos esta cercenando el derecho de elegir a través del ejercicio del voto directo, secreto y universal con un árbitro imparcial CNE, que convoque elecciones limpias, transparente donde se garantice y se respete el resultado de los escrutinios del voto emitido por el ciudadano elector dentro y fuera del país.
Este es un régimen sin escrúpulos, como señala: Freddy Ríos: “Si eres electoralmente peligroso te inhabilito; si llegaras a ganar te hago fraude; si te permito ganar algún espacio político te quito los recursos; si te abstienes y no votas, te elimino como partido; si protestas te meto preso y si te rebelas te mato. ¿Por qué el chavismo radical y madurismo militar convoca estas elecciones ahora?- respuesta porque es lo que más le conviene al gobierno en este momento crucial.
Al gobierno le interesa aprovechar el «desánimo» que cunde entre las filas de la oposición. Las perspectivas económicas son muy malas. El país entró en un proceso de deterioro muy agresivo de los indicadores económicos, además, van a empeorar. Mientras más tarde se hagan las elecciones más difícil lo va a tener el gobierno.
Es oportuno recordar al ciudadano de a pie, que la constitución nacional vigente establece en el artículo 231 que el candidato elegido a la Presidencia de la República tomará posesión del cargo “el 10 de enero del primer año de su período constitucional”, y el artículo 298, señala la regulación de los procesos electorales: “no podrán modificarse en forma alguna (…) en el lapso comprendido entre el día de la elección y los seis (6) meses inmediatamente anteriores a la misma”. Las supuestas elecciones que propone la Asamblea Constituyente con el ilegal CNE debiera realizarse dentro de los seis (6) meses anteriores al diez (10) de enero de 2019, por tanto cualquier otra interpretación distinta de la Constitución será arbitraria y por tanto generadora de graves conflictos sociopolíticos en la población que no aguanta más este despelote.
Hay contraste que debemos analizar como plantea sobre la diáspora; Luis Vicente León, articulista, EN (04-02-18), que señala: “…Y entonces entiendes a los que se fueron y a los que se van. Primero lo hicieron muchos de los que más tenían. Llevaron sus familias y sus patrimonios lejos para protegerlos de lo que temían que pasaría y pasó. La pulverización del valor de sus inversiones en Venezuela, que hoy hay que poner casi en cero en el balance de las empresas, igual que en el de Sofía, Pedro y Ramón. Después se fueron muchos de los más educados y formados. El país se les volvió hostil y cavernícola. Su desarrollo profesional estaba comprometido. Mientras la tecnología, la ciencia, la medicina, la educación avanzaba en el mundo a pasos agigantados, en un mundo globalizado, su país retrocedía hacia una primitivización inimaginable en el siglo XXI. En un focus group nos decían: “Venezuela es Macondo. Y Macondo es bello y sabroso, pero ahí no se puede vivir”. Se fueron entonces los doctores más preparados… y los más jóvenes. Los ingenieros más audaces… y los más jóvenes. Se fueron los economistas más internacionales… y los más jóvenes, los administradores, los periodistas, los músicos (incluyendo los cuatristas), siempre los más dispuestos a asumir riesgos… y los más jóvenes.
Y entonces comenzó lo que tenía que comenzar. Se están yendo los demás. Los que no tienen patrimonio que perder, pero sí familias que mantener, en el medio de una hiperinflación espantosa que no saben cómo enfrentar ni entender…Y las despedidas de cada día ponen esa tristeza en el alma y en el corazón de la población que se queda y la que se va y deja el país más prometedor de América Latina, convertido en fábricas moribundas, constructoras en terapia intensiva, medios de comunicación con bombonas de oxígeno, colegios sin maestros, universidades sin PhD’s, ni internet, hospitales sin especialistas, teatros sin artistas… pueblos, calles y casas muertas…”
¡Ojala! Que la diáspora fija y errante de muchachos capacitados y adultos regresen para que reivindique con honor y patriotismo a nuestra nación que llora de dolor con llanto conmovedor. También aquellos que huyeron del terror, hambre, enfermedades… sin dinero, sin pasaporte y ahora sin poder votar para elegir a sus propios gobernantes. Así de las cosas.
NOTA: Anteayer, día de la juventud pasó sin pena ni gloria, no hay nada que celebrar en dictadura feroz. Solo queda rebobinar recuerdos de un pasado rebelde con causa.
Hoy día de San Valentín, día del AMOR, día de los enamorados tampoco hay nada que celebrar como antes en democracia, que aun “pelando” no se conseguían ni una mesita en restaurantes ni ramos de flores ni cubículos posaderos agotados con anticipación por reservación de infieles y de mal queridos. Todo tipo de crisis es perniciosa para la población por decir lo menos para no atosigar el tema. ¡Felicidades
No deje de leer: Gobierno de Maduro desmantela la democracia y revela su poder autoritario, afirma EE-UU.
Opinión
Rafael Irigoyen Crespo, Pipo, ¿Un personaje olvidado?

En 1958 las autoridades de la Universidad de Carabobo le pidieron al joven economista Rafael Irigoyen Crespo que asumiera la dirección de un nuevo proyecto: la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
El 17 de noviembre del año pasado, mientras interpretábamos la misa rociera en honor a nuestra patrona, la Virgen del Socorro, en la majestuosa Catedral de Valencia, junto a mi grupo Los Amigos de Siempre, ocurrió un episodio que me dejó pensativa. Durante la celebración, Nina Lizarraga de Irigoyen, tía de una de nuestras integrantes y mi hermana de la vida, Moira Chalbaud Lizarraga, llegó con el rostro descompuesto. Siempre la había conocido como una mujer de semblante sereno y sonrisa amable, reflejo de una felicidad que irradiaba incluso en los momentos más difíciles, como la muerte de su hijo Antonio. Sin embargo, aquel día noté en su expresión una incomodidad que nunca antes había visto. A pesar de ello, no pronunció palabra alguna; simplemente nos saludó con su habitual cortesía y se sentó junto a su hermana Margarita, la madre de Moira, algo que me pareció normal en ese momento.
Más tarde supe que venía de un acto en el Colegio de Economistas, donde habían rendido honores post mortem a su esposo, Pipo Irigoyen. Al parecer, durante el homenaje se mencionaron algunas cosas con las que ella no estaba de acuerdo, lo que la llevó a retirarse discretamente. Dejó que su hija permaneciera en el evento para recibir la condecoración en su lugar, mientras ella optó por guardar silencio y alejarse. Pero, ¿qué habría pasado allí que le causó tanta molestia?
Resulta que se otorgó la orden “Luis Delgado Filardo” y a Pipo lo honraron post mortem, lo cual, en principio, no tenía nada de malo. Luis Delgado Filardo fue un colega y amigo de Pipo y de mi padre, una autoridad universitaria de excelente reputación, muy querido y recordado en Valencia. El detalle fue que durante el homenaje afirmaron que Luis fue “el gran propulsor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo”, algo que no suena lógico, ya que Luis ingresó a la universidad en 1960, después de que Pipo trabajara el proyecto de la facultad. De hecho, Pipo fue designado como su primer decano y luego sugirió que Luis, su amigo, continuara en la dirección de la Escuela de Economía, ahora adscrita a la FACES.
Cuando en 1962 los Correa Feo nos mudamos a Valencia, una decisión motivada por la fundación de la Escuela de Educación, como he mencionado en otras ocasiones, tuve la oportunidad de conocer a Pipo. En aquel entonces, yo tenía apenas siete años. Mis padres y él eran amigos desde sus tiempos de estudiantes en la Universidad Central. Siempre contaban entre risas que, el día de su boda, Pipo se les acercó diciendo: “Ajá, no me invitaron y me coleé”. Mi madre, de inmediato, señaló con el dedo índice la mesa donde estaban sentados los padres de Pipo, demostrando que había sido invitado con ellos. Este reencuentro con Pipo Irigoyen, su amigo barquisimetano al que ambos conocían desde sus años juveniles en Caracas, fue una sorpresa muy agradable. Aquello marcó el reinicio de una bellísima relación que perduraría en el tiempo.
Pipo era economista. Se había graduado en la Universidad Central de Venezuela y en 1958 llegó a Valencia para contribuir con la construcción de la nueva Universidad de Carabobo, que había sido clausurada en 1904 por el dictador Cipriano Castro y permaneció cerrada durante cincuenta y cuatro años. El 21 de marzo de 1958, se creó la Universidad de Carabobo, con sede principal en Valencia, según el Decreto Nº 100. Para el cargo de rector fue nombrado el Dr. Luis Azcunes, y como vicerrector y secretario, el Dr. Luis Fernando Wadskier. También se designaron los decanos de las facultades que abrieron: Derecho, Ingeniería Industrial y Medicina, a cargo de los doctores Donato Pinto, Víctor Rotondaro y José Valero Lago, respectivamente. Ese mismo año, 1958, le pidieron al joven economista Rafael Irigoyen Crespo que asumiera la dirección de un nuevo proyecto: la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
Se dice que durante esa época conoció a Nina Lizarraga, una de las bellísimas sobrinas del representante del Ministerio de Educación, el médico Jorge Lizarraga. Se casaron y formaron un hogar hermoso con seis hijos: Nina Isabel, Rafael Gerardo, Claudia, Rafael Hipólito, Rafael Antonio y Sergia.
En 1959, se designaron nuevas autoridades: rector, Dr. Humberto Giugni Maselli; vicerrector, Manuel García; y secretario, Emiro Puchi Albornoz. El nuevo Consejo Universitario designó una comisión integrada por economistas y pedagogos, entre los que se encontraban Rafael Irigoyen Crespo, Jorge Castro Cabrera, Jesús Berbín y Pedro José Mujica, cuya misión era estudiar y comprobar la necesidad técnica y social de crear la Escuela de Economía en la Universidad de Carabobo. Así, el 1 de julio de 1960, se decretó su creación, y fue entonces cuando Pipo llamó a su amigo, el valenciano Luis Delgado Filardo, también graduado en la Universidad Central un año después que él, para que se uniera al proyecto y asumiera la dirección de la Escuela de Economía, adscrita provisionalmente a la Facultad de Derecho.
Paralelamente, se planteó la importancia de crear una facultad especializada, y Pipo Irigoyen se propuso lograrlo. Tras aprobarse el excelente proyecto, Pipo Irigoyen fue designado decano de la nueva Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y su amigo Luis Delgado Filardo, esposo de la primera Miss Venezuela valenciana, Gisela Bolaños, continuó como director de la Escuela de Economía, ahora adscrita a la nueva facultad.
Humberto Giugni le propuso a Pipo lanzar su candidatura como Secretario de la Universidad, pero este declinó, prefiriendo continuar en el decanato de la FACES. En su lugar, propuso a su amigo Luis Delgado Filardo, quien aceptó el cargo. Años más tarde, Luis llegó a ser vicerrector de la Universidad de Carabobo, mientras Pipo permaneció en su facultad, dos períodos consecutivos como decano y luego como asesor, siendo posteriormente director de la Oficina de Desarrollo Industrial, (ODIUC).
No quiero quitarle méritos a Luis Delgado Filardo, al contrario, lo que deseo es que Rafael Irigoyen Crespo no sea injustamente olvidado, como a veces siento que sucede con mi padre.
Pipo murió prematuramente el 9 de abril de 1987. Recuerdo claramente que, el último día de su novenario, mi madre, muy triste, me dijo: “La próxima soy yo”. Y tuvo razón. Un año más tarde, el 5 de abril de 1988, nos tocó despedir a mi madre, mi mejor amiga y su amiga de siempre.
La historia no solo se escribe con grandes gestas, sino también con el reconocimiento justo de quienes dedicaron su vida a construir instituciones y legados. Rafael Irigoyen Crespo merece ser recordado no solo como un pionero, sino como un hombre que, con su trabajo y dedicación, dejó una huella imborrable en la Universidad de Carabobo y en la vida de quienes lo conocieron.
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