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Hasta los perros emigran de la Venezuela chavista

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A diario miles de venezolanos cruzan la frontera y junto a ellos numerosos perros  que huyen de la pobreza que les golpea.

Su nombre es Teresa. Lleva puesto un saco café con un tierno dibujo de un mico en caricatura. Su finalidad es protegerla del frío, así sea tan solo un poco. De negro pelaje, si pudiera expresarse como un humano cualquiera podría contar todas las cosas que ha visto en su largo recorrido desde Venezuela.

Teresa es una perrita nacida en Venezuela, reseña la revista Semana de Colombia.  Sus dueños decidieron emprender camino a Colombia en busca de oportunidades.

“Ellos no tuvieron el corazón de dejar a la perrita. Ellos dijeron no. Ella tiene que ir porque cómo la dejamos abandonada aquí, sin comida, sin protección’”, narra Alba Pereira, directora de la Fundación Entre Dos Tierras. Esta organización brinda apoyo a venezolanos en condición de vulnerabilidad en la ciudad de Bucaramanga.

Entre las actividades de apoyo que realiza, también se preocupa por el bienestar de los animales que viajan.  Teresa y su familia se toparon con Alba mientras caminaban por la vía que lleva de Bucaramanga a Bogotá. “Cuando los encontraron, Teresa iba con las patitas muy inflamadas de la caminata. Se las remojamos en agua, le pusimos una cremita y le dimos unas mediecitas para que se proteja del caminar incansable que tiene”, cuenta Alba.

Perros en desbandada

“Si es muy fuerte para los humanos, imagínate para ellos, que no hablan, que no se quejan de un dolor, que no se quejan del hambre”, agrega. Monstruo es otro perro de los caminantes. Es peludo y en sus ojos se nota el cansancio. Pero a pesar de las miles de huellas que sus patas han podido dejar en el asfalto por el que ha pasado, no se rinde.

Su compañía es incondicional para su dueño. Este perro “se fue de Cúcuta a Cali y el miércoles regresaba de Cali otra vez a Cúcuta porque se devuelve su dueño a Venezuela”, comenta Alba. Monstruo se toma un momento y recuesta su panza contra el suelo, para recuperar un poco de energía.

“Son perros muy amorosos que te demuestran que no todos los venezolanos que llegan son asesinos”, expresa Alba, “porque hay una condición humana que te conecta con esa espiritualidad que te produce una mascota”.

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