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La situación política actual

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La situación política actual: Por Luis Fuenmayor Toro.- Es sumamente difícil el análisis de la situación política actual, no sólo por la carencia de información fidedigna, sino por el cúmulo de fuerzas presentes actuando en función de sus intereses, el colapso casi total de la república y el ruido de estúpidos y radicales, que no contribuye en nada a garantizar un ambiente, que por lo menos permita un intercambio argumentado de opiniones. Pienso que las declaraciones recientes del Secretario de Estado Rex Tillerson, colocan la situación en un nivel cualitativo diferente al hasta ahora existente, desde que se inició la fase de sanciones internacionales al gobierno. EEUU ha dicho que Maduro debe salir y que lo hará por las buenas o por las malas. Esta decisión reactiva la Doctrina Monroe de 1823 y resumida en la frase: “América para los americanos”, entendiendo que el gentilicio “americano” se lo dieron las clases dominantes estadounidenses a sus ciudadanos, pobladores de una nación sin nombre.

No voy a discutir sobre esta doctrina, que les permitió a los “americanos” despojar a México de California y de Texas y, luego de agregado el Corolario de Teodoro Roosevelt en 1904, poder intervenir en cualquier país de América Latina y del Caribe bajo la política del “Gran Garrote”; de más está decir que la rechazo totalmente. Pero ha sido una realidad histórica, que hoy resurge no para la libertad y la democracia, como sus impulsores y sumisos seguidores lo afirman, sino para aplastar cualquier intento que pretenda reivindicar la autodeterminación y soberanía de nuestros pueblos. Y no estoy refiriéndome a la caricatura grotesca que ha hecho la revolución chaveca de estos valores, sólo para ganar voluntades patrióticas dentro y fuera del país, mientras sigue la entrega de nuestras riquezas. No. No acepto sumisiones de ningún tipo frente a ningún Estado. Exijo para mi país el mismo trato que EEUU y los países poderosos del resto del mundo exigen para sí.

Las realidades, sin embargo, se nos imponen, como se impuso la ANC a pesar de su ilegitimidad. Y se nos impondrán ilegitimidades, externas e internas, mientras no tengamos un país basado en el dominio de las ciencias y las tecnologías y su uso para el desarrollo industrial de sus recursos naturales, comenzando con el petróleo, y en elevar la educación, el entrenamiento y la cultura de nuestra población, para lo que requeriríamos de gobiernos muy distintos a los habidos desde 1959. Pero, volviendo al tema de la decisión del Pentágono, es posible avizorar tres salidas: 1) la panameña, que terminó con el secuestro de Noriega, la destrucción de la Guardia Nacional y miles de muertes civiles, luego de la invasión “americana”; 2) la nicaragüense, que permitió la derrota electoral de Ortega y el traspaso del poder a Violeta Chamorro, con garantías para los sandinistas, entre ellas el Ministerio de la Defensa, y 3) la peruana, con el Golpe de Estado del general Morales Bermúdez al gobierno del ya incapacitado físicamente general Velasco Alvarado, que inició una transición de cambio.

Estos escenarios seguramente determinaron las acciones negociadoras del gobierno y de la oposición en Santo Domingo. El gobierno está contra la pared, pero no derrotado, producto del colapso interno y de las sanciones económicas, que hábilmente ha manipulado para hacerlas aparecer como parte de la guerra económica. Se debate internamente entre quienes entienden la gravedad de la situación y de la actual posición estadounidense y quienes se retuercen de odio al verse perdidos y, en su desesperación, impulsan la inmolación de la nación toda en su defensa. Los primeros quieren acuerdos para lograr una salida política, que pueda llevarlos a salir del poder con condiciones de seguridad para ellos, pero sin renunciar a la posibilidad, inexistente en mi opinión, de poder mantenerse por otro período y más allá. Los segundos sabotean todo diálogo y acuerdo; después de ellos el diluvio, parafraseando la frase atribuida a Luis XV.

En la oposición serían tres los enfoques existentes: 1) la rebelión, con apoyo extranjero, incluido el militar, y el exterminio del chavecismo como opción política (Ledezma, María Corina y Aristiguieta Gramcko); 2) el diálogo para una salida que dé paso a elecciones equitativas, siempre y cuando las ganen con seguridad, por lo que no abandonan cualquier otra posibilidad de acceder al poder (AD, PJ y VP; UNT y AP con matices), y 3) la salida democrática y pacífica con base en elecciones limpias, diálogo incluyente, reconciliación nacional, rechazo a la intervención extranjera y a la polarización, unidad real de los venezolanos y un programa de desarrollo nacional (MAS, soluciones-Claudio Fermín, parte de COPEI, grupos chavecistas enfrentados al gobierno, Alternativa 1, Bandera Roja-Pedro Véliz, Juntos-Enrique Ochoa Antich y De Frente con Venezuela).

Con el fracaso del diálogo, en el sentido de que no hubo firma de los acuerdos por las partes, pareciera haberse cerrado la salida democrática y pacífica de la crisis actual, lo que fortalecerá sin lugar a dudas a los sectores radicales de ambos grupos y abrirá la puerta de caminos violentos, en los que se verá envuelta toda la población venezolana. Esto acentuará sus sufrimientos y la diáspora de la misma. Ante estos resultados es posible que la oposición no participe en las elecciones presidenciales, las cuales se harán de todas formas, como lo demuestra el anuncio de la fecha de las mismas. Se abre la vía del no reconocimiento internacional del Presidente electo, del bloqueo de la venta de petróleo por parte del país y de una posterior intervención extranjera. Es en este momento cuando se necesitaría de una audacia política que le permita al gobierno desarmar el tinglado intervencionista. Pero eso requeriría concesiones democráticas importantes, que ya el diálogo en Dominicana demostró no están dispuestos a efectuar.

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