Opinión

Edgar Darío Núñez: Mi carta al Niño Jesús

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Foto: Run Runes.
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Edgar Darío Núñez: Mi carta al Niño Jesús: En estos días de lejanía, reflexión y aprendizaje personal, he analizado con cierta objetividad la situación actual del movimiento cultural valenciano. He tenido las más interesantes conversaciones y debates con artistas y personajes del quehacer cultural de la ciudad, explorando sus sentimientos, ideas, anhelos y críticas. Mis conclusiones personales las quiero compartir con los valencianos, bajo el riesgo de ser criticado, pero considero que es un acto de honestidad propia y necesario para el estado de cosas hoy. Uno de mis grandes disgustos es el “disimulo”: nadie se atreve a decir sus opiniones libremente, ni criticar con fundamento o plantear su opinión real sobre los peliagudos momentos que vive la cultura de la ciudad; siempre nos escudamos en halagos diplomáticos y la mayoría de la crítica se hace a espaldas o en pequeños círculos elitistas, convencidos que son los dueños de la verdad.

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Por eso en esta triste Navidad de corazones y bolsillos rotos, quiero pedirle al Niño Dios tres cosas, que reúnen mis anhelos para la cultura valenciana:

LIBERTAD: Deseo que el movimiento cultural de valenciano (no sólo sus artistas, incluye a escritores, intelectuales, científicos, promotores, profesores universitarios, periodistas, entre tantos) pueda expresar sus ideas libremente, sin ser discriminados o excluidos por nada más que su talento. Ahora que existe un nuevo alcalde (que no conozco pero según los entendidos tiene un gabinete marcado por la juventud) le propongo seriamente que rescate presupuestariamente la gestión cultural, asignándole AL MENOS 5% (a mi me dejaron el 0,1%)  del presupuesto municipal. Junto a esto le propongo CREAR UNA DIRECCIÓN DE CULTURA, que le permita gestionar ese presupuesto con menos burocracia y más flexibilidad. Pero sobre todo NO DISCRIMINE, ni usted ni los funcionarios que nombre. Lo único que puede diferenciarnos es nuestro talento, disciplina y disposición de trabajo, no el color de la franela; no permita que los extremos regulen qué es (y qué no) cultura: la libertad no es sólo su exteriorización (conducta), es también permitir el libre pensamiento y su manifestación.

IGUALDAD: Igualmente, le pido al Niño Dios que la discriminación no sólo se elimine desde lo externo (la política) sino también desde lo interno. Uno de los grandes conflictos que encontré en la gestión cultural fue precisamente la HONDA frontera entre el norte y el sur, entre un sector excesivamente politizado y conservador, frente a un sector desasistido y disgregado. Dentro del mismo movimiento cultural valenciano hay una profunda desigualdad en trato, acceso y oportunidades. Yo intenté combatirlo, llegando incluso a enemistarme o discutir publicamente con promotores y gerentes culturales, y confieso fracasé. Lamentablemente es algo que sólo se puede resolver con planificación a largo plazo, y UN CONSENSO VALENCIANO para abrir los espacios para todos, oportunidades para todos y acceso para todos, siendo el talento el único rasero. Ni la extracción socioeconomica, el abolengo o la inclinación política puede ser el criterio para otorgar premios, condecoraciones, becas y puestos de trabajo.

SOLIDARIDAD: Por último le pido el Niño Jesús que haga nacer en el corazón del movimiento cultural y de los gestores públicos y privados de la cultura valenciana, la SOLIDARIDAD, algo que veo perderse cada día más. Puedo hacer una serie de artículos con casos de artistas e intelectuales que fueron literalmente abandonados en momentos dificiles y complicados, sin tener donde acudir por auxilio financiero e incluso psicologico. ¿Cómo es posible que un importante artista de la ciudad sufra un accidente, o caiga en una desgracia, y sólo queda como una anécdota o un cuento de salón? En este momento tengo en mi mente el caso del primer actor de la ciudad Fernando Lozada, quien sufrió una fractura de cadera en plena labor creativa como actor, director y vestuarista (el mejor de la ciudad, sin dudas) y que poquísimas personas e instituciones hayan prestado ayuda. Un hombre (y como él tantos casos) que dio su vida entera al teatro de la ciudad y que el movimiento cultural ni se haya dado por enterado, las instituciones públicas enfocadas en sus “elecciones” y sus amigos y familiares sufriendo los embates de la inflación y la falta de medicinas. No es justo que el movimiento cultural olvide a sus propios miembros, a su propia gente. Por eso Niño Jesús te pido que hagas nacer la solidaridad en nuestros corazones, para que esto no vuelva a suceder.

Yo sé querido Niño Dios que no siempre cumples todos los deseos y pedimentos, pero ojalá puedas escuchar esta solicitud y darnos un poco de optimismo y ánimo para el movimiento cultural de Valencia, para cambiar desde adentro de nuestros corazones y poder enfrentar estos terribles tiempos.

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