El primer Portaaviones de fabricación nacional de China fue entregado a la marina el martes, según informaron medios estatales.
La llegada del buque de guerra Shandong, el segundo Portaaviones de la flota, marcó un paso significativo en el programa de modernización militar del país.
El nuevo buque de guerra (que oficialmente se llama «Shandong»), es el barco más grande jamás construido en el país.
La nave de guerra es muy similar a Liaoning, el primer Portaaviones de China, una nave que perteneció a la armada soviética y que fue comprado en Ucrania incompleto, y fue adaptado a los requerimientos chinos en el puerto de Dalian durante un período de 10 años.
Ambas naves son de dimensiones muy similares y utilizan una rampa “tipo esquí” para lanzar aviones jet hacia el aire, lo cual es una significativa firma de la tecnología rusa original en estos buques.
Gobierno chino estrena su primer Portaaviones «Hecho en China». Foto: fuentes.
“Shandong” el primer Portaaviones “Hecho en China”
Los Portaaviones son importantes para China, que quiere que el músculo naval se convierta en un rival creíble de la Marina de los EE.UU. en el Pacífico occidental.
Este es el tercer tipo de protaviones, Tipo 003, y los analistas creen que China finalmente construirá entre cuatro y seis naves de este tipo; para garantizar siempre que uno o dos estén disponibles.
Esto sugiere que la Armada del Ejército Popular de Liberación está tratando agresivamente de resolver problemas emergentes; y que algunos de estos problemas han tenido soluciones rápidas.
Como el nuevo Portaaviones es el más grande jamás construido por China, los llamados problemas «primeros en su clase» no son inesperados para esta embarcación.
China’s first domestically built aircraft carrier enters service ‘at doorstep of South China Sea’ https://t.co/j94aiuypWd
Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.