Sucesos

De película fue la vida del criminal que tuvo su propia escuela de sicarios

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En un supuesto enfrentamiento falleció uno de los sicarios más buscados de Venezuela, quien en los últimos 20 años llevó una vida de película.

El John Wayne venezolano, cuyo nombre de pila fue Jhon Gregorio Wade León, falleció el domingo a los 54 años de edad. Durante dos décadas sembró de pánico diversas poblaciones del estado Zulia.

Sin embargo, murió en un enfrentamiento con el Cicpc lejos de sus dominios. En el Distribuidor Angosturita, en Puerto Ordaz, acabaron sus andanzas.

En el municipio La Cañada de Urdaneta del estado Zulia armó su imperio delictivo. Las autoridades no han podido precisar la cantidad de homicidios que ordenó ejecutar. Cifras conservadoras se atribuyen cerca de cien asesinatos.

Descendiente de padres trinitarios dio sus primeros pasos en el mundo delictivo de la mano del sicario Luís Leal. Al fallecer su mentor tomó las riendas de la banda y decidió emular la exitosa estructura organizativa del cartel de Cali.

Sicarios de película

Sus coterráneos aseguran que John Wayne llevó una vida de película. Los nóveles aspirantes a ingresar a la organización criminal debían cumplir con ciertas cualidades. Como si se tratara de una película los candidatos a sicarios primero tenían que ser diestros en la conducción de motocicletas. En las fincas funcionaban las escuelas donde les enseñaban a perfeccionar las destrezas en el arte de matar.

La estructura criminal de Wade León fue mucho más compleja. Mientras un grupo de hampones se encargaba de extorsionar por teléfono, otro cobraba a las víctimas. Un tercer segmento de delincuentes amedrentaba con granadas y disparos a las casas. El gremio de los comerciantes fue el más azotado. Los contratistas petroleros formaban parte de la lista de “vacunados”.

Célebres fueron los enfrentamientos entre bandas que pretendían disputarles los territorios. Se cree que en los últimos años decidió coordinar sus negocios a distancia desde los estados Aragua y Bolívar.

En pocos años los delincuentes egresados de la escuela de sicarios se disgregaron por todo el país. Siempre salía bien librado de los allanamientos. El Bloque de Búsqueda regresaba con las manos vacías. Sus paisanos denunciaban que policías corruptos le avisaban cuando estaban próximos a detenerle.

La Policía Internacional (Interpol) buscaba al maestro de los sicarios a través de una alerta roja. Uno de sus hijos Jhon Andrews Wade ocupó su lugar. Vecinos y comerciantes de la zona siguen bajo el régimen extorsivo y su particular película de terror.

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