Opinión

El Viaje

Published

on

Compartir

El viaje: Por Francisco Mayorga.-  En todo hombre hay dos hombres: uno de ellos muere a los cuarenta años, el otro nace a esa misma edad…, sólo que ahora tiene un automóvil, sustitutivo de sus principales querencias, tan ingrato como casi todas las otras, pero tan querido. Su principal relación tiene una profesión: mecánico y su objetivo fundamental: El Viaje.

Después de los cuarenta años, si un hombre se levanta en las mañanas y no le duele nada…, es porque está muerto. Así ocurre también con su vehículo, amor de todos los días y en consecuencia, dolor de cabeza a veces, reclinatorio siquiátrico otras y también el lugar de las meditaciones más profundas. En una carretera despejada, durante un viaje, es un importante recurso para pensar.

Un carro es también el sueño de una aventura, de un viaje. Se constituye como un quiebre de la cotidianidad, una salida del domicilio que presupone algún nivel de perdida encantada de la seguridad. La aventura está en la distancia que se genera con la proximidad de lejanía que construimos al tener que definirnos en un nuevo y distinto contexto. El viaje nunca se realiza a lo totalmente desconocido. El paisaje, el idioma, las costumbres, pueden ser extrañas, pero se ha prefigurado lo que queremos y podemos encontrar, del mismo modo, que tenemos dibujado, lo que queremos dejar atrás, o lo que queremos reinventar en nuestra vivencia y relación con el viaje. En este sentido el viaje es una metáfora del deseo. El deseo se construye desde la carencia. El viaje tiene de este modo sentido en sí: en viaje, viajando nos podremos reencontrar con lo que no conocemos de nosotros mismos. El paisaje, de este modo, es reconquistado, lo concebimos en nuestras cadenas de significados. El paisaje -natural, social y humano- no es neutro. Es definido a partir de nuestros equipajes y de algún modo comienza con el automóvil.

Decía mi papá que el hombre tiene tres cosas que jamás debe prestar y las anotaba en este mismo orden: su carro, su mujer y su dignidad, todas ellas a riesgo de no seguir siendo lo que es.

Y es que entre hombres se habla generalmente de las mismas cosas:

-¿y tú carro?

-Ah, donde el mecánico… amaneció con una fallita en el arranque.

La otra es:

-La mujer de Horacio está podrida de buena.

-¡Ah, compadre, pero es que tu no ha visto a su hermana!

Y nunca falta:

-Ese chamo de Raúl como que pistonea…

-Yo creo que sí, y lo que parece es…, esos golpecitos de biela son muy evidentes.

ACN/fm

No deje de leer: Ambulancia-bomba deja 63 muertos y 151 heridos en Kabul

Lo más leído

Salir de la versión móvil