Un anciano empujado por policías en Estados Unidos sufre una lesión cerebral. Martin Gugino, el manifestante de 75 años empujado por agentes de Policía en Buffalo (Nueva York, EE UU); sufre una lesión cerebral, pero está mejorando y comenzando la rehabilitación, aseguró este jueves su abogada.
En un comunicado remitido a los medios, la letrada Kelly Zarcone explicó que Gugino; ingresado en un hospital tras el incidente, se encuentra mejor y que el inicio de terapia física es; «un paso en la buena dirección».
Zarcone, sin embargo, dijo que tiene una lesión en el cerebro y que el hombre es ahora consciente de ello; por lo que no tiene interés en conceder ningún tipo de entrevista por el momento.
«Se siente animado e inspirado por el gran apoyo que ha recibido de tanta gente por todo el mundo. Es una ayuda. Está con ganas de curarse y decidido a saber cómo va a ser su ‘nueva normalidad'», agregó la abogada.
Anciano empujado por policías en Estados Unidos
El caso de Gugino generó una gran indignación después de que saliera a la luz un vídeo en el que se veía cómo dos agentes antidisturbios le empujan cuando se acerca a ellos durante una protesta contra el racismo y la violencia policial.
El anciano cayó de espaldas golpeándose la cabeza contra el suelo; y quedó inmóvil en la acera, sin que ningún agente le ayudase; mientras se veía salir sangre de su oído.
Los dos agentes involucrados han sido suspendidos y están imputados por agresión en segundo grado; mientras que sus compañeros de unidad renunciaron a seguir formando parte de la misma en solidaridad con sus compañeros.
Este martes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; insinuó que Gugino podría ser un «provocador» del movimiento Antifa; en línea con una teoría conspiratoria difundida por un medio de ultraderecha.
Esa versión ha sido rechazada por su abogada al subrayar que el hombre; «siempre ha sido un manifestante pacífico» y que nadie en las fuerzas del orden ha señalado lo contrario.
Las últimas horas del papa Francisco. El sufrimiento, conmovedor, de la despedida del Sumo Pontífice quedará para siempre en las imágenes de la última bendición. La respiración forzada. El gesto arrancado de una debilidad evidente. La voz temblorosa. El largo baño de multitudes. ¿Pero, qué ocurrió después?
Fuentes vaticanas confirman que el papa se despertó a las seis y se encontraba razonablemente bien. A las 7 empezó a encontrarse mal. Media hora después, exactamente a las 7:35, se comunicó el fallecimiento. Ahora se confirma que fue un ictus producido en el marco de un grave problema cardiocirculatorio.
Su cuerpo ya estaba debilitado por las infecciones respiratorias que habían provocado su ingreso en el Policlínico Gemelli. Las tres convulsiones sufridas entonces habían puesto en duda la posibilidad de recuperación y en esos días circuló el rumor de que en cuanto su estado mejorara un poco el Papa Francisco sería trasladado de nuevo a la Casa Santa Marta para enfrentarse en el Vaticano con la posibilidad de que el desenlace de la enfermedad fuera fatal para el Papa de gran corazón.
Se le había prescrito una convalecencia con ventilación asistida, y los médicos habían aconsejado el aislamiento. Pero el Pontífice siempre dijo que no pasaría ese tiempo alejado de sus compromisos. Y así fue: se produjo la sorpresa de Bergoglio entre los fieles, el recibimiento que no se le negó al rey Carlos de Inglaterra y, ayer mismo, el domingo, el encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Y aún el último baño de multitudes: los saludos, las bendiciones, las miradas y las sonrisas a los niños.
Hay quienes el domingo notaron una mayor rigidez, respecto a los días anteriores, en el brazo. Hay quienes vieron detrás del Pontífice a una persona que lo masajeaba. Quienes notaron una respiración aún más dificultosa.
Pero aquello en lo que el Papa Francisco, en el día de Pascua, quiso que el mundo pusiera atención y lo recordara no es un parte médico de una persona frágil y enferma que no quiso ahorrarse esfuerzos, sino el llamamiento por la paz y la humanidad que lanzó al mundo.
Así lo recordó el cardenal vicario para la diócesis de Roma, Baldassare Reina, en el anuncio de la muerte: «Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de Paz«.
Se despidió de sus fieles
Ayer domingo, luego de reunirse James David Vance, vicepresidente de Estados Unidos, Jorge Mario Bergoglio fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.
Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.