Opinión

Rafael Medina dejó Venezuela bajo amenaza

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Rafael Medina dejó Venezuela  bajo amenaza: Por José Luis Centeno S.-

Rafael Medina, bajo amenaza y en riesgo dejó Venezuela. El vuelo se hizo corto, lejos, muy lejos, llegó a su destino, la tranquilidad de verse libre de peligro mitigó el cansancio y la ansiedad, propios de tan largo viaje. Situaciones complejas y serias que surgieron por ser activista político y de los derechos humanos, lo obligaron a dejar Venezuela; su vida e integridad personal, y la de su familia, estaban amenazadas y en riesgo.

En el ejercicio de su profesión de Abogado, dentro y fuera de los tribunales, desde su ciudad natal, Maturín, estado Monagas, se convirtió en referencia de la promoción de los derechos humanos y de duros cuestionamientos al régimen de Nicolás Maduro, que volcó contra él amedrentamiento y persecución, extendidos a su familia y acentuados en virtud de su férrea defensa del preso político Antonio Vathiotis Psofiu.

Rafael David Medina Mata, además de defender derechos, “se ha desempeñado como colaborador e impulsor en distintos procesos electorales ocupando cargos de representación en las mesas de votación en diversos procesos de elección tanto regional como nacional desde el año 2008 en el estado Monagas”, confirmó una parlamentaria de la Asamblea Nacional de Venezuela bajo condición de anonimato ante posibles represalias.

“He estado siempre en la calle, mi domicilio es conocido por usarlo también como oficina, eso me hizo vulnerable a la hora de captar la atención del régimen, el acoso inicial de funcionarios policiales más bien fue un vulgar intento de extorsión, por no acceder a sus exigencias se ensañaron contra mí”.

Rafael, ya en lejanas tierras, procuró ocultar la turbación al rememorar el drástico cambio de su existencia, fue embarazoso para él expresar hechos con un alto impacto emocional causantes del abandono de su proyecto de vida en Venezuela.

“Asumí un rol activo en la lucha por los presos políticos y las centenas de fallecidos para que se haga justicia, sentí rápido las consecuencias, luego del intento de extorsión recibí llamadas amenazantes de personas que decían ser del Colectivo Tupamaro, brazo armado del régimen, se hicieron sentir siguiéndome, apostándose a las afueras de mis lugares de trabajo, merodeando el urbanismo donde vivía y dejando conocer sus malas intenciones a los vigilantes, eran Tupamaros, a muchos de ellos los había visto saboteando o confrontándonos en las actividades de calle de la oposición”.

Cuando quiso denunciarlos en el Ministerio Público, se enfrentó a la posibilidad real de ser privado de libertad, le reprocharon los señalamientos en contra de los Tupamaros, en lugar de tomar su denuncia lo conminaron a desistir de su actuación so pena de ser encauzado penalmente por incitación al odio. Una vez más enfilaban las baterías de la fiscalía contra el denunciante para proteger a los agresores oficialistas que continuaron hostigándolo.

“En ese momento, allí en la fiscalía, decidí irme del país. Fue una burda advertencia que en segundos cambió mi vida, debía evitar males mayores, pues insistir en la investigación me hubiese expuesto a mayores riesgos habida cuenta de la inseguridad jurídica e impunidad reinantes en Venezuela.”

Su caso es de persecución política, difícil de probar en instancias fiscales y judiciales del régimen. El temor estaba justificado.

“Esa gente que fui a denunciar se ocupa de desaparecer, secuestrar, extorsionar, asesinar con la impunidad que le regala ser trabajadores activos de alcaldías, gobernaciones, etc. Tomé conciencia de eso allí en la fiscalía y sentí miedo. Desde ese momento entre en un estado de insomnio, intranquilidad, nerviosismo y ansiedad, alteraciones que no hacían que mi vida fuera normal.”

A finales de enero de 2019 se enfrentó a esa absurda realidad. Numerosos presos políticos le pedían hablar sobre ellos, que expusiera sus casos para que no los olvidaran, ya que tiene muy buena aceptación en las redes; un hecho habría generado una mayor saña contra él.

“En julio de 2018 recibo una llamada, era un familiar de Antonio Vathiotis Psofiu, me pidió que asumiera su defensa en Venezuela ante una eventual deportación desde Colombia, allí fue detenido ese mismo mes por Interpol a solicitud de Grecia, acusado de la muerte de un oficial de la Guardia Nacional en Venezuela durante las llamadas guarimbas, un caso emblemático de linchamiento judicial por parte del régimen que lleva el Tribunal Cuarto de Juicio del Circuito Judicial Penal del estado Aragua, Causa Nro. 4J-2248-16.”

Ese proceso judicial penal se inició el año 2014 en Valencia, estado Carabobo, manteniendo además preso al joven estudiante y empresario Antonio José Garbi González, a la fecha no han aperturado el juicio correspondiente por la inexistencia de elementos probatorios que incriminen a Vathiotis y Garbi. En otras palabras, no hay pronóstico de condena.

“Vathiotis no fue deportado, sin embargo asumí su defensa pública destacando las inconsistencias de la acusación que le hicieron sin fundamento alguno haciéndolo un preso político, como lo determinó la Asamblea Nacional de Venezuela, la Fiscal en el exilio Luisa Ortega Díaz y Humberto Calderón Berti, embajador designado por el Presidente Juan Guaidó ante el gobierno colombiano. Colombia le otorgó la condición de refugiado a Vathiotis pero sigue preso ilegalmente y con serios problemas de salud en la cárcel de La Picota, en Bogotá, razón por la cual en los próximos días presentaré una Solicitud de Avocamiento al Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, también denunciaremos las violaciones de derechos humanos existentes en este caso en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en la Unión Europea”.

Los hechos explican el por qué organismos de inteligencia lo habrían perfilado, también que un grupo de encapuchados y portando armas largas lo amedrentara en el centro de Maturín, igualmente aquel atraco donde sólo se llevaron su laptop y celular, cuando pudieron cargar con su vehículo, lo más alarmante, ver a Tupamaros en las adyacencias del colegio de sus hijos.

El 8 de abril del presente año, Rafael Medina salió con su esposa y sus menores hijos de Venezuela. “Al presentarme en taquilla y entregar nuestros pasaportes sudada de los nervios, en ese momento mi hija comienza a llorar y el funcionario hizo el trámite rápido”. Aunque su retorno es incierto, a través de la cuenta en twitter @radamediana continúa su intensa labor en favor de los presos políticos, amén de las acciones que emprenderá ante organismos internacionales.

José Luis Centeno S. (@jolcesal)

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