Internacional
¿Quien gobierna en el Perú?

El presidente Vizcarra convocó a elecciones parlamentarias para el 26 de enero; aunque el Congreso disuelto por el Ejecutivo desconoce su autoridad. ¿Y ahora qué? ¿Quién gobierna en Perú?. Lo que pasa en Lima tras la disolución del Congreso…
El presidente peruano, Martín Vizcarra, anunció la disolución del Congreso; en un mensaje televisado en Lima, el 30 de septiembre de 2019.
El presidente de Perú, Martín Vizcarra, ordenó este lunes la disolución del Congreso; y convocó a elecciones parlamentarias para el próximo 26 de enero. En contrapartida, aquel órgano legislativo unicameral, de mayoría opositora; votó suspender al mandatario de sus funciones por 12 meses; y la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, juramentó en su lugar de manera interina.
Al día siguiente, las fuerzas de seguridad bloquearon el acceso del Parlamento; luego de expresar su apoyo incondicional a la investidura presidencial de Vizcarra.
Poco después, la recién juramentada Aráoz presentó su renuncia; tanto a la Vicepresidencia como a la posición de jefa interina del Gobierno.
Así, el país andino afronta una de las mayores crisis institucionales en toda su historia; y la sociedad permanece desde hace horas atravesada por un manto de incertidumbre; ¿quién gobierna? ¿Hay o no hay Parlamento? ¿Cómo se forma el Tribunal Constitucional? ¿En qué se relaciona el terremoto político con las causas de corrupción que salpican a la clase dirigente? ¿Debería intervenir algún organismo internacional en los asuntos de Lima?
Primero, repasemos lo que pasó.
Ejecutivo vs. Parlamento
Según el decreto publicado el 30 de septiembre, que lleva la firma del propio Vizcarra, se tomó la decisión de disolver el Congreso peruano porque este habría vuelto a rechazar la «cuestión de confianza», tal como sucedió en 2017. En efecto, el artículo 134 de la Constitución establece que si la negativa parlamentaria ocurre contra dos Gabinetes del mismo Gobierno, el Ejecutivo tiene la potestad de suspender las funciones de aquel establecimiento y sus legisladores.
Pero, ¿qué es la cuestión de confianza? Se trata de un mecanismo presente en varios países democráticos donde la Presidencia solicita el respaldo del Congreso para implementar alguna medida puntual, ante el eventual riesgo de que peligre la calidad institucional de una nación. En el caso peruano, el oficialismo considera que el sistema para la elección de jueces en el Tribunal Constitucional (TC) es poco transparente, o ilegítimo, entonces pidió la «confianza» de los legisladores para impulsar una reforma en el proceso de selección.
Dicho en términos políticos, Vizcarra percibía que la mayoría adversaria del Parlamento buscaba poner magistrados afines en el TC: «La oposición, liderada por Fuerza Popular (FP) y el Partido Aprista Peruano (PAP), llevaba días maniobrando para hacerse con el control de la Corte», nos dicen desde el equipo comunicacional del presidente. Así, a sabiendas de que el Congreso no podía rechazar su planteo de confianza dos veces, el Ejecutivo ingresó el pedido «de modo urgente».
No obstante, según el relato oficialista, el planteo fue rechazado: «Al premier y a su Gabinete les cerraron las puertas y por varios minutos permanecieron sin acceso a la Oficialía Mayor del Parlamento», cuentan a RT. En contrapartida, mientras el Gobierno proponía suspender la elección de seis jueces, el Congreso continuó con la votación para nombrar a nuevos funcionarios en el Tribunal Constitucional, crispando más las aguas.
Por ello, el Ejecutivo interpretó que su pedido de confianza fue desoído, y vio la luz verde para anular al Congreso y convocar a elecciones parlamentarias en enero para reemplazar las bancas hasta julio del 2021, cuando finaliza el actual mandato. La medida fue celebrada en las calles por miles de peruanos.
Ver galería completa
Sin embargo, mientras Vizcarra anunciaba la disolución del Congreso, los legisladores atendieron el pedido de confianza y lo aprobaron, para intentar seguir en funciones. Luego, los diputados votaron para suspender al mandatario de su cargo por un año, y en su lugar juramentó la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, como «interina».
No obstante, apenas transcurridas unas horas, Aráoz renunció a la Vicepresidencia, que ocupaba desde julio de 2016, y rechazó al mismo tiempo reemplazar a Vizcarra. En aquella nación, el cargo de «usurpación de función pública» puede castigarse con la prisión.
La importancia del Tribunal Constitucional en la política peruana
La Justicia suele ser parte del equilibrio entre los poderes del Estado, o así debería ser en cualquier sistema republicano. Sin embargo, cooptar al máximo órgano judicial de un país puede ser la obsesión de la clase política o empresaria, y Perú no es la excepción. Actualmente, el TC está compuesto por siete jueces, y seis de ellos deben ser reemplazados por el fin de sus períodos, que duran cinco años. En gran medida, el futuro político del país sudamericano depende de la actuación de la Corte en diversos casos de corrupción.
Por un lado, la líder opositora de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, tiene prisión preventiva desde octubre del 2018. En efecto, su partido domina el Parlamento y si se mantiene el sistema actual de elección de jueces, será esta fuerza partidaria —junto a algunos votos aliados— la que determine quiénes impartirán justicia sobre el caso de su referente, investigada por haber recibido presuntos aportes irregulares de la constructora Odebrecht para su campaña electoral.
Peruanos celebrando la decisión de disolver el Parlamento, el 30 de septiembre del 2019, en Lima. / Tarqui Palomino / AFP
Entre tanto, la Fiscalía avanza y se espera que tome nuevas declaraciones a importantes empresarios de dicha firma, que revelarían más nombres de congresistas involucrados en la aparente trama de irregularidades. A su vez, el TC actual ya rechazó el indulto al expresidente Alberto Fujimori, que había sido otorgado por el entonces mandatario Pedro Pablo Kuczynski en 2017.
Antecedente destituyente
Para comprender la medida determinante del Ejecutivo, vale repasar que el Congreso peruano protagonizó en marzo del 2018 el segundo pedido de vacancia contra el entonces mandatario, Kuczynski, con la intención de destituirlo.
A los pocos días, un congresista presentó videos donde se ve que lo intentaban sobornar para votar en contra de la destitución de Kuczynski, a cambio de obras públicas. Por el escándalo generado, el mandatario se vio obligado a renunciar el día 21, y Vizcarra lo reemplazó dos jornadas después.
Opiniones cruzadas
La complicada coyuntura local produce posturas encontradas. Por su parte, Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú, nos cuenta sus argumentos para apoyar la disolución del Parlamento, es decir, el Poder Legislativo que ella misma integra.
Al respecto, señala que aunque se aprobó la cuestión de confianza, en la práctica se hizo todo lo opuesto: «La Constitución dice que no se puede favorecer el fraude del derecho. Tú no puedes decir por un lado que das la cuestión de confianza en un mecanismo formal, pero no como un sustento material. Lo que quedaba clarísimo es que el pedido planteaba la suspensión del proceso de selección de magistrados, no para quitarle al Congreso la competencia de elección, pero sí para que sea transparente».
Sin embargo, «el Parlamento decidió empujar a la elección de por lo menos uno de los miembros del TC». De esta forma, «generó una situación de mayor conflictividad». Y cierra su justificación: «En el fondo es una negación de la parte material de la consulta de confianza presentada».
Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú.
«La elección de jueces para el Tribunal Constitucional carecía de legitimidad. Varios de los candidatos tenían procesos penales pendientes, y se aprobaron sus postulaciones de forma sospechosamente veloz. El fujimorismo sabe que el TC es su único límite de poder».
Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú.
Además, explica por qué el presidente tendría motivos para reformar el proceso de elección de magistrados: «Desde el primer momento, el fujimorismo quiso tomar el TC. De hecho, la propia Keiko Fujimori dijo que era la puerta grande para lograr la libertad de su padre. Era un momento oportuno porque el Tribunal requería seis nuevos miembros de los siete totales».
En sintonía, asegura que esa fuerza política «tiene claro que el TC era el único ‘stop’ a sus pretensiones de usurpar otras funciones del Estado desde su mayoría absoluta en el Parlamento». Asimismo, señala que aquel órgano judicial ya limitó varios intentos de la oposición por sancionar leyes, a su juicio, inconstitucionales.
Por otro lado, subraya que el proceso de votación de jueces era irregular. «Carecía de legitimidad porque en media hora revisaron, supuestamente, 11 currículums vitae. Firmaron un acta diciendo que cumplían con todos los requisitos, pero ni siquiera tuvieron la mínima diligencia de que la comisión seleccionadora pudiera reunirse con los supuestos candidatos». Y sigue: «Seis de los 11 participantes tenían procesos penales pendientes. De los cinco que quedaban relativamente limpios, dos renunciaron antes de que sus nombres se utilizaran por parte del Parlamento».
Oscar Urviola, exjuez del Tribunal Constitucional (2010-2016)
«La decisión de Vizcarra de disolver el Parlamento es anticonstitucional. Aquella determinación, junto a la intervención de las Fuerzas Armadas para bloquear el Congreso, podría interpretarse como un golpe de Estado».
Oscar Urviola, exjuez del Tribunal Constitucional (2010-2016)
Desde la vereda de enfrente, Oscar Urviola, exjuez del TC (2010-2016), opina que la decisión de disolver el Parlamento «viola flagrantemente el orden constitucional después de 20 años». Más en detalle, considera: «La cuestión de confianza fue considerada como denegada de una forma bastante particular. El presidente ha considerado que eso ocurrió de manera tácita, lo cual no concuerda con nuestro ordenamiento legal ni con los principios universales del derecho». Para el presidente, aunque se aprobó su cuestión de confianza, se rechazó en la práctica.
El entrevistado continúa: «La disolución es una decisión arbitraria, y por los hechos que se han visto a continuación, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, incluso la toma del Palacio Legislativo podría considerarse como un golpe de Estado».
Ante la idea de que la oposición pretende colocar magistrados según su propia conveniencia, el exdiputado del Movimiento Libertad —partido fundado por el escritor de centro derecha Mario Vargas Llosa— dice que «es una posición exagerada». Si bien reconoce que le gustaría que el proceso de elección fuese más transparente, destaca que se trata de «un procedimiento establecido en la ley orgánica del TC, y así ha venido aplicándose incluso para los magistrados actuales que van a ser reemplazados».
El Congreso de Perú, el 30 de septiembre del 2019. / Guadalupe Pardo / Reuters
Urviola, que llegó al Tribunal por concurso, critica que se coloque a jueces por invitación. No obstante, aclara que «si es una elección que se decide en el Congreso, son las fuerzas políticas las que toman la decisión». También destaca que los magistrados deben evitar devolver favores a los legisladores que los colocaron en funciones. Además, repasa que se necesitan 87 votos de los 130 escaños parlamentarios para proponer a un juez, es decir, «se requieren votos de otros bloques».
El presidente de Perú, Martín Vizcarra.Vizcarra aplica la disolución parlamentaria en Perú y el Congreso juramenta a la vicepresidenta como «mandataria interina»
¿Quién resuelve el conflicto?
En los papeles, la disputa política podría ser resuelta por el TC, aunque sería extraño porque es parte central del problema. «Esta situación es tan inédita, que no hay una solución jurídica, sino una solución política», dice Urviola.
Para finalizar, manifiesta: «Sería necesario que la Organización de Estados Americanos (OEA) muestre su preocupación por lo que pasa en Perú, aplicando la Carta Democrática». Por su parte, el organismo internacional consideró que le corresponde al Tribunal peruano expresarse sobre la anulación del Congreso.
Con este marco, si no hay elecciones parlamentarias dentro de cuatro meses, el Congreso disuelto debería retomar funciones, haciendo peligrar la gobernabilidad de Vizcarra. Mientras tanto, el Parlamento permanece sitiado por las fuerzas de seguridad, muchos peruanos no saben quién gobierna y las causas de aparente corrupción hacen tambalear el sistema político.
ACN/RT/Leandro Lutzky
Ejecutivo vs. Parlamento
Según el decreto publicado el 30 de septiembre, que lleva la firma del propio Vizcarra, se tomó la decisión de disolver el Congreso peruano porque este habría vuelto a rechazar la «cuestión de confianza», tal como sucedió en 2017. En efecto, el artículo 134 de la Constitución establece que si la negativa parlamentaria ocurre contra dos Gabinetes del mismo Gobierno, el Ejecutivo tiene la potestad de suspender las funciones de aquel establecimiento y sus legisladores.
Pero, ¿qué es la cuestión de confianza? Se trata de un mecanismo presente en varios países democráticos donde la Presidencia solicita el respaldo del Congreso para implementar alguna medida puntual, ante el eventual riesgo de que peligre la calidad institucional de una nación. En el caso peruano, el oficialismo considera que el sistema para la elección de jueces en el Tribunal Constitucional (TC) es poco transparente, o ilegítimo, entonces pidió la «confianza» de los legisladores para impulsar una reforma en el proceso de selección.
Dicho en términos políticos, Vizcarra percibía que la mayoría adversaria del Parlamento buscaba poner magistrados afines en el TC: «La oposición, liderada por Fuerza Popular (FP) y el Partido Aprista Peruano (PAP), llevaba días maniobrando para hacerse con el control de la Corte», nos dicen desde el equipo comunicacional del presidente. Así, a sabiendas de que el Congreso no podía rechazar su planteo de confianza dos veces, el Ejecutivo ingresó el pedido «de modo urgente».
No obstante, según el relato oficialista, el planteo fue rechazado: «Al premier y a su Gabinete les cerraron las puertas y por varios minutos permanecieron sin acceso a la Oficialía Mayor del Parlamento», cuentan a RT. En contrapartida, mientras el Gobierno proponía suspender la elección de seis jueces, el Congreso continuó con la votación para nombrar a nuevos funcionarios en el Tribunal Constitucional, crispando más las aguas.
Por ello, el Ejecutivo interpretó que su pedido de confianza fue desoído, y vio la luz verde para anular al Congreso y convocar a elecciones parlamentarias en enero para reemplazar las bancas hasta julio del 2021, cuando finaliza el actual mandato. La medida fue celebrada en las calles por miles de peruanos.
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Sin embargo, mientras Vizcarra anunciaba la disolución del Congreso, los legisladores atendieron el pedido de confianza y lo aprobaron, para intentar seguir en funciones. Luego, los diputados votaron para suspender al mandatario de su cargo por un año, y en su lugar juramentó la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, como «interina».
No obstante, apenas transcurridas unas horas, Aráoz renunció a la Vicepresidencia, que ocupaba desde julio de 2016, y rechazó al mismo tiempo reemplazar a Vizcarra. En aquella nación, el cargo de «usurpación de función pública» puede castigarse con la prisión.
La importancia del Tribunal Constitucional en la política peruana
La Justicia suele ser parte del equilibrio entre los poderes del Estado, o así debería ser en cualquier sistema republicano. Sin embargo, cooptar al máximo órgano judicial de un país puede ser la obsesión de la clase política o empresaria, y Perú no es la excepción. Actualmente, el TC está compuesto por siete jueces, y seis de ellos deben ser reemplazados por el fin de sus períodos, que duran cinco años. En gran medida, el futuro político del país sudamericano depende de la actuación de la Corte en diversos casos de corrupción.
Por un lado, la líder opositora de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, tiene prisión preventiva desde octubre del 2018. En efecto, su partido domina el Parlamento y si se mantiene el sistema actual de elección de jueces, será esta fuerza partidaria —junto a algunos votos aliados— la que determine quiénes impartirán justicia sobre el caso de su referente, investigada por haber recibido presuntos aportes irregulares de la constructora Odebrecht para su campaña electoral.
Peruanos celebrando la decisión de disolver el Parlamento, el 30 de septiembre del 2019, en Lima. / Tarqui Palomino / AFP
Entre tanto, la Fiscalía avanza y se espera que tome nuevas declaraciones a importantes empresarios de dicha firma, que revelarían más nombres de congresistas involucrados en la aparente trama de irregularidades. A su vez, el TC actual ya rechazó el indulto al expresidente Alberto Fujimori, que había sido otorgado por el entonces mandatario Pedro Pablo Kuczynski en 2017.
Antecedente destituyente
Para comprender la medida determinante del Ejecutivo, vale repasar que el Congreso peruano protagonizó en marzo del 2018 el segundo pedido de vacancia contra el entonces mandatario, Kuczynski, con la intención de destituirlo.
A los pocos días, un congresista presentó videos donde se ve que lo intentaban sobornar para votar en contra de la destitución de Kuczynski, a cambio de obras públicas. Por el escándalo generado, el mandatario se vio obligado a renunciar el día 21, y Vizcarra lo reemplazó dos jornadas después.
Opiniones cruzadas
La complicada coyuntura local produce posturas encontradas. Por su parte, Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú, nos cuenta sus argumentos para apoyar la disolución del Parlamento, es decir, el Poder Legislativo que ella misma integra.
Al respecto, señala que aunque se aprobó la cuestión de confianza, en la práctica se hizo todo lo opuesto: «La Constitución dice que no se puede favorecer el fraude del derecho. Tú no puedes decir por un lado que das la cuestión de confianza en un mecanismo formal, pero no como un sustento material. Lo que quedaba clarísimo es que el pedido planteaba la suspensión del proceso de selección de magistrados, no para quitarle al Congreso la competencia de elección, pero sí para que sea transparente».
Sin embargo, «el Parlamento decidió empujar a la elección de por lo menos uno de los miembros del TC». De esta forma, «generó una situación de mayor conflictividad». Y cierra su justificación: «En el fondo es una negación de la parte material de la consulta de confianza presentada».
Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú.
«La elección de jueces para el Tribunal Constitucional carecía de legitimidad. Varios de los candidatos tenían procesos penales pendientes, y se aprobaron sus postulaciones de forma sospechosamente veloz. El fujimorismo sabe que el TC es su único límite de poder».
Marisa Glave, congresista de Nuevo Perú.
Además, explica por qué el presidente tendría motivos para reformar el proceso de elección de magistrados: «Desde el primer momento, el fujimorismo quiso tomar el TC. De hecho, la propia Keiko Fujimori dijo que era la puerta grande para lograr la libertad de su padre. Era un momento oportuno porque el Tribunal requería seis nuevos miembros de los siete totales».
En sintonía, asegura que esa fuerza política «tiene claro que el TC era el único ‘stop’ a sus pretensiones de usurpar otras funciones del Estado desde su mayoría absoluta en el Parlamento». Asimismo, señala que aquel órgano judicial ya limitó varios intentos de la oposición por sancionar leyes, a su juicio, inconstitucionales.
Por otro lado, subraya que el proceso de votación de jueces era irregular. «Carecía de legitimidad porque en media hora revisaron, supuestamente, 11 currículums vitae. Firmaron un acta diciendo que cumplían con todos los requisitos, pero ni siquiera tuvieron la mínima diligencia de que la comisión seleccionadora pudiera reunirse con los supuestos candidatos». Y sigue: «Seis de los 11 participantes tenían procesos penales pendientes. De los cinco que quedaban relativamente limpios, dos renunciaron antes de que sus nombres se utilizaran por parte del Parlamento».
Oscar Urviola, exjuez del Tribunal Constitucional (2010-2016)
«La decisión de Vizcarra de disolver el Parlamento es anticonstitucional. Aquella determinación, junto a la intervención de las Fuerzas Armadas para bloquear el Congreso, podría interpretarse como un golpe de Estado».
Oscar Urviola, exjuez del Tribunal Constitucional (2010-2016)
Desde la vereda de enfrente, Oscar Urviola, exjuez del TC (2010-2016), opina que la decisión de disolver el Parlamento «viola flagrantemente el orden constitucional después de 20 años». Más en detalle, considera: «La cuestión de confianza fue considerada como denegada de una forma bastante particular. El presidente ha considerado que eso ocurrió de manera tácita, lo cual no concuerda con nuestro ordenamiento legal ni con los principios universales del derecho». Para el presidente, aunque se aprobó su cuestión de confianza, se rechazó en la práctica.
El entrevistado continúa: «La disolución es una decisión arbitraria, y por los hechos que se han visto a continuación, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, incluso la toma del Palacio Legislativo podría considerarse como un golpe de Estado».
Ante la idea de que la oposición pretende colocar magistrados según su propia conveniencia, el exdiputado del Movimiento Libertad —partido fundado por el escritor de centro derecha Mario Vargas Llosa— dice que «es una posición exagerada». Si bien reconoce que le gustaría que el proceso de elección fuese más transparente, destaca que se trata de «un procedimiento establecido en la ley orgánica del TC, y así ha venido aplicándose incluso para los magistrados actuales que van a ser reemplazados».
El Congreso de Perú, el 30 de septiembre del 2019. / Guadalupe Pardo / Reuters
Urviola, que llegó al Tribunal por concurso, critica que se coloque a jueces por invitación. No obstante, aclara que «si es una elección que se decide en el Congreso, son las fuerzas políticas las que toman la decisión». También destaca que los magistrados deben evitar devolver favores a los legisladores que los colocaron en funciones. Además, repasa que se necesitan 87 votos de los 130 escaños parlamentarios para proponer a un juez, es decir, «se requieren votos de otros bloques».
El presidente de Perú, Martín Vizcarra.Vizcarra aplica la disolución parlamentaria en Perú y el Congreso juramenta a la vicepresidenta como «mandataria interina»
¿Quién resuelve el conflicto?
En los papeles, la disputa política podría ser resuelta por el TC, aunque sería extraño porque es parte central del problema. «Esta situación es tan inédita, que no hay una solución jurídica, sino una solución política», dice Urviola.
Para finalizar, manifiesta: «Sería necesario que la Organización de Estados Americanos (OEA) muestre su preocupación por lo que pasa en Perú, aplicando la Carta Democrática». Por su parte, el organismo internacional consideró que le corresponde al Tribunal peruano expresarse sobre la anulación del Congreso.
Con este marco, si no hay elecciones parlamentarias dentro de cuatro meses, el Congreso disuelto debería retomar funciones, haciendo peligrar la gobernabilidad de Vizcarra. Mientras tanto, el Parlamento permanece sitiado por las fuerzas de seguridad, muchos peruanos no saben quién gobierna y las causas de aparente corrupción hacen tambalear el sistema político.
ACN/RT/Leandro Lutzky
Internacional
Quién es Miguel Uribe Turbay, el joven senador colombiano herido de bala

Un hecho de violencia conmocionó a Colombia la tarde este sábado 7 de junio, luego de que el senador Miguel Uribe Turbay (38 años), fuese herido de bala en medio de un acto político en Bogotá. Su estado de salud es critico y ya hay un detenido pro el caso.
El senador y precandidato presidencial del partido de derechas Centro Democrático, opositor al Gobierno de Gustavo Petro, nació en Bogotá en 1986. Un hombre que nació en una familia de tradición política, pues es nieto del expresidente liberal Julio César Turbay Ayala. Hijo del empresario, político y líder gremial Miguel Uribe Londoño (quien no es de la misma familia de Álvaro Uribe ni Rafael Uribe). Su madre fue la recordada periodista Diana Turbay, asesinada tras ser secuestrada por Pablo Escobar.
Uribe Turbay inició su carrera política en 2012 cuando, con solo 25 años, resultó electo concejal de Bogotá por el Partido Liberal, el de su abuelo y una de las dos formaciones del tradicional bipartidismo colombiano. En el cuatrienio en ese cargo se destacó como una de las voces más críticas del entonces alcalde y hoy presidente, de Gustavo Petro.
Miguel Uribe Turbay
En las elecciones de octubre de 2015 optó por no buscar la reelección y en su lugar apoyar al exalcalde Enrique Peñalosa, rival de Petro en la política capitalina y quien buscaba la reelección. Tras la victoria, el nuevo alcalde designó a Uribe como su secretario de Gobierno.
Encargado de las relaciones políticas con el Concejo y las alcaldías locales, Uribe logró que Peñalosa tuviera mayorías para sacar adelante sus proyectos en el cabildo. También enfrentó críticas por el aumento del hurto y por el manejo de algunos temas sensibles, como el concepto jurídico que desató controversia tras el feminicidio de Rosa Elvira Cely.
Con ese recorrido, en 2019 renunció para lanzarse a la Alcaldía de Bogotá como independiente, pero respaldado por una coalición amplia de los llamados políticos tradicionales que incluyó a los partidos Liberal, Conservador y Centro Democrático, además de otros movimientos. Obtuvo más de 426.000 votos y quedó en un distante cuarto lugar.
Opositor al Gobierno de Gustavo Petro
Desde esa campaña se aproximó al Centro Democrático, el partido fundado por el expresidente de derechas Álvaro Uribe Vélez. El antiguo jefe de Estado lo eligió como la cabeza de su lista al Senado para las elecciones de 2022, lo que sumado a su visibilidad en Bogotá y a la feliz coincidencia de los apellidos, llevó a que Uribe Turbay tuviera la mayor votación de su bancada.
Ya en el Senado, se ha consolidado como una de las principales voces de la oposición al Gobierno de Gustavo Petro, con un discurso centrado en la defensa de la seguridad y las instituciones. Ha criticado con frecuencia la política de “paz total” y las condecoraciones a antiguos miembros de grupos armados.
En octubre de 2024 anunció su precandidatura presidencial para las elecciones de 2026. Cuenta con el respaldado por el Centro Democrático. Se presenta como un relevo generacional dentro del uribismo, aunque su trayectoria arranca desde el liberalismo.
Con información de: El País / ACN
No dejes de leer: Precandidato colombiano Miguel Uribe Turbay es herido de bala en al cabeza. Testigo relata los hechos (+video)
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