Opinión

¡La economía, estúpido!

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Ella dice… Él dice… /¡La economía, estúpido!: Por Sandy Aveledo y  Luis Eduardo Gallo.- En las elecciones norteamericanas de 1992, casi todos los analistas políticos daban por  segura la reelección de George Bush padre. El presidente gozaba de un alto índice de aceptación, y tenía importantes “éxitos” en materia de política exterior como el “triunfo” en la Guerra del Golfo en la que Estados Unidos, liderando una coalición internacional, derrotó a Irak, gobernado por Saddam Hussein, país que había invadido al vecino Kuwait.

El contrincante del  presidente republicano, por el  Partido Demócrata, era el gobernador de Arkansas, Bill Clinton. Unos de los principales asesores de Clinton era James Carville, un brillante abogado oriundo de Louisiana, y para recordarle al candidato, y recordarse el mismo, que la campaña debía enfocarse en cuestiones relacionadas con la  vida cotidiana de los ciudadanos, Carville fijó en la pared de su oficina del comando de estrategia de Clinton un cartel que decía, “la economía estúpido.” La frase se convirtió en un  eslogan no oficial de la candidatura de Clinton y quedó sembrada en la cultura política norteamericana para recordar a los dirigentes políticos que no pueden desentenderse de los problemas cotidianos de la gente. Bill Clinton ganó las elecciones presidenciales de 1992. Pero las lecciones de esa campaña parecen olvidadas en Venezuela donde, en medio de una economía arruinada e hiperinflacionaria, existe una gran desconexión entre los políticos y los problemas de la gente. Maduro, pendiente solo de mantenerse en el poder, continúa sin dar respuestas efectivas a los problemas del país que se agravan bajo su pésimo mandato. Y muchos dirigentes de la oposición se mantienen debatiendo sobre si ir o no a votar, la OEA, el CNE, el Frente Amplio, la ONU, la CPI, o la TV. ¡La economía, estúpido…!

ELLA DICE…

Pensar que por un sorpresivo giro  electoral Henry Falcón, sin el apoyo de la MUD, puede ganar la elección presidencial como lo hizo en su momento Bill Clinton en Estados Unidos, parece una ilusión.

Venezuela es un país que se cae a pedazos,  donde mucha gente no quiere votar porque las condiciones para una elección limpia no están dadas.  No hay que ser analista ni encuestador para saber que con esas condiciones Nicolás Maduro resultará reelecto presidente. No lo digo porque sea Chavista, pero para mí quienes van a votar le hacen el juego a la farsa de Maduro para perpetuarse en el gobierno. Parece que no les duele el país o están solo están pensando en cargos.

Hoy, lo más importante, es derrotar la hiperinflación que estamos atravesando, que comenzó en Octubre y que convierte a nuestro país en la primera nación petrolera en el mundo que cae en hiperinflación. Un aumento vertiginoso de precios que deteriora nuestra calidad de vida, agravado  por un  gobierno que ha arruinado la economía y desmantelado el aparato productor, que cree que aumentando sueldos resolverá el problema y que sólo está ocupado en mantenerse en el poder.

La mayoría de los analistas coinciden que la única manera de salir de la crisis es cambiando al gobierno y al sistema, pero con condiciones y con candidatos escogidos por los ciudadanos sin ventajismos ni traiciones al pueblo.

Hay desesperanza, no hay confianza, ni credibilidad. Sólo discursos agotados y el ciudadano pasando trabajo. Las propuestas deben ser explicadas con claridad.  Algún día Venezuela tiene que resurgir. – @sandyaveledo2018@gmail.com – @sandyAveledo

EL DICE…

El gobierno de Maduro, hundido en la ineficiencia y la corrupción, ya no está en posición de ofrecer soluciones a la crisis económica que azota al país. Los servicios públicos se encuentran colapsados, afectando la calidad de vida de la ciudadanía que se ve sometida a constantes racionamientos de agua y electricidad y constantes fallas en el suministro de gasolina y gas  doméstico. Muchas medicinas no se consiguen, al igual que ciertos alimentos, y los hospitales están deteriorados. En Venezuela  el problema de la salud se hace cada vez más grave y resulta una odisea conseguir los repuestos de los automóviles, las baterías, los cauchos. Desaparecen por días el pan, la leche, el arroz y otros rubros de la dieta básica. Los productos de limpieza están a precios inalcanzables. El transporte público es una calamidad.  Los bancos, la telefonía móvil y el internet son un desastre. Y estamos tan agotados resolviendo el “día a día” que ya casi no nos ocupamos del tema de la inseguridad. Pero mientras el drama de una Venezuela marcada por el colapso del aparato productivo y  la hiperinflación nos  agobia, muchos  dirigentes políticos, tanto del gobierno como de la oposición, lo que hacen es hablar de asuntos que nada tienen que ver con los problemas cotidianos que los venezolanos padecemos como resultado de esta “economía del caos.”

Con el fin de mantener la campaña electoral enfocada en los reales problemas de los norteamericanos, James Carville fijó en el comando de estrategia de Bill Clinton un cartel donde se leían tres puntos. 1-“Cambio ó más de lo mismo. 2- “La economía, estúpido.”  3. “No olvidar el sistema de salud.” Aunque fue el segundo mensaje el que quedó sembrado en el imaginario popular, los 3 puntos son de vital importancia hoy en Venezuela. Voy a colocar un cartel similar en el comando de estrategia del candidato presidencial Henri Falcón.  ¡La economía, estúpido! @LuisEGalloG.

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