Los megaburdeles, especie de hipermercados del sexo, de chamas venezolanas retumban en la ciudad fronteriza de Cúcuta.

La Policía Nacional de Colombia detectó que los piticlubs se extienden a otras urbes, refieren medios neogranadinos.  En el barrio Santa Fe, de Bogotá, por ejemplo, resulta fácil detectar el acento de las mujeres venezolanas.

Ofrecen su carne por algunos pesos. Muchas cruzaron la frontera en busca de cualquier sustento para mantener a sus depauperadas familias.

El estallido de prostitutas menores de edad llegó al extremo que se calcula que una de cada tres proviene de Venezuela. El dictamen corresponde a un estudio realizado por la Secretaría Distrital de la Mujer y el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá. 

 

Hace algunos días las autoridades cerraron un prostíbulo en Cúcuta y capturó a Pedro  Silva Martínez,  venezolano de 38 años. Eexplotaba sexualmente a  ocho  mujeres, también venezolanas, entre ellas dos menores de edad. Operaba en una vivienda del barrio El Bosque, informó la Policía Nacional de Colombia.

Una de las víctimas, de 15 años, aprovechó un descuido de Silva y escapó del lugar. Se dirigió a una estación de policía y avisó.

Se estima que el proxeneta opera junto con una organización que les provee a niñas que huyen de Venezuela. Victimas que escapan de la crisis que azota a sus familiares.

Valoraciones recientes señalan el aumento de grandes Hipermercados. En algunos casos funcionan con más de cien chicas. Las menores rescatadas quedan a a disposición del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Sus identidades permanecen bajo reserva.

Días atrás en un operativo contra la trata de personas arrestaron a la mayor proxeneta de Cartagena. La detenida Liliana del Carmen Campos Puello, mejor conocida como La Madame manejaba 15 agendas digitales.

Utilizaba según la Fiscalía de Colombia a unas 250 jovencitas, entre ellas menores venezolanas. Sus megaburdeles ofrecían esclavas sexuales a través de sus redes sociales.

La actividad atrae de distintos lugares ahombres dispuestos a  dar rienda suelta a la lujuria con las migrantes venezolanas. Las criaturas abandonaron a sus padres, sus estudios y su futuro.

ACN/Agencias

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