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El odio a los rojos llevó a Bolsonaro a la presidencia de Brasil

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Tras resultar electo Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, se confirma que el odio a los rojos catapultó su candidatura.

El ex militar de 63 años ganó este domingo con un contundente 55,13% frente al 44,87% de Fernando Haddad. Según analistas políticos, los días están contados para izquierda corrupta del país más grande y poblado de América Latina.

Sobre el ex militar de 63 años cayeron toda clase de adjetivos. Sus detractores intentaron calificarlo como ultraderechista, xenófobo, racista, militarista.

Los expertos estiman que la estrategia de Haddad fue suicida desde un primer momento. Nunca se desvinculó del Partido de Los Trabajadores ni del chavismo. El odio de la población hacia todo lo que signifique izquierda impulsó a Bolsonaro. A partir de allí comenzó a ganar simpatías en el electorado.

“O se van de aquí o van para la cárcel”, señaló durante la campaña. También avisó de “una limpieza nunca vista en la historia de Brasil”. Prometió barrer del mapa “a esos delincuentes rojos de Brasil”.

Al concluir los comicios el mandatario electo, la versión tropical de Trump, indicó que “Esto es una misión de Dios”. Buscaremos tener relaciones internacionales sin sesgo ideológico”, dijo, sin citar a Venezuela, aunque todas las miradas se colocaron en los chavistas.

El odio y rencor a los izquierdistas

Antes de las elecciones una descomunal corrupción llevó a la cárcel a decenas de dirigentes, incluido el expresidente Lula Da Silva. Según los sondeos de opinión, las corruptelas de la izquierda permitieron que surgiera Jair Bolsonar.

El odio visceral al petismo (Partido de los Trabajadores) existía. Quedó adormecido mientras el partido se convertía, en tiempos de bonanza económica, en la mayor maquinaria política de Brasil. El odio de los electores a la izquierda es incuestionable.

Para muchos brasileños, Lula y el PT son la peste. El mal. El enemigo a batir. Y, si lograrlo requiere ir de la mano de un ultraderechista que añora la dictadura, que así sea, señaló el diario El País.

El apoyo firme de Lula y de Dilma Rouseff a los Gobiernos chavistas de Venezuela, incluso tras la deriva autoritaria, les ha salido caro.

El sentimiento de repulsa –como surgido de las entrañas– era evidente el domingo. Comunismo y corrupción son los pilares a barrer.

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