A diario miles de migrantes venezolanos arriesgan sus vidas por espeluznantes tramos carreteros de Colombia.

Obligados a abandonar sus tierras y en busca de un porvenir marchan los caminantes. Algunos no saben ni para dónde van. Otros intentan llegar a Bogotá o cruzar la frontera que los lleve a Ecuador.

La revista Semana de Colombia acompañó a los venezolanos por los gélidos páramos. Dispuestos a morir de hipotermia huyen del hambre. Sufren robos e insultos a lo largo de las carreteras con temperaturas bajo cero.

En ese sentido son caminan 190 kilómetros porque pagar un autobús no es una opción, no tienen dinero. Víctimas de una crisis sin precedentes ignoran que están a punto de subir cordilleras con bajas temperaturas. Sin suficiente abrigo pueden quedar tendidos en las cunetas.

Organizaciones humanitarias y campesinos les prestan ayuda para evitar que fallezcan en la travesía. Aseguran que los autobuseros les cobran por encima del precio estipulado porque son ilegales. Alegan que las autoridades los pueden sancionar.

Espeluznantes caminos

Los venezolanos se enfrentan a bandoleros e inclusos a guerrilleros. A veces esperan que los camioneros se conduelan de ellos y les ofrezcan colas. Con los bebés en sus brazos caminan extenuados mientras que las autoridades venezolanas niegan que exista crisis alguna.

Aseguran que en ocasiones son explotados por el hecho de carecer de documentos. Duermen donde los consiga la noche. Con las rodillas hinchadas y los pies rotos continúan en busca de una mejor vida.

En Venezuela hay un sentimiento de derrota. Eso se nota en las caras de quienes, sin nada, marchan con ampollas en los pies por las carreteras de Colombia.

Es un éxodo solo comparable con las migraciones de Europa tras la Segunda Guerra Mundial o con desplazamientos masivos en África o Medio Oriente.

 

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— Gustavo Rodríguez (@Mascaclavo) August 27, 2018