Opinión

Secuelas del coronavirus en la moral pública

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Secuelas del coronavirus en la moral pública: Por Francisco Mayorga.-

La crisis del coronavirus  está sacando a la intemperie la parte más siniestra de las personas. El miedo no encuentra sofoco y el cuidado  individual se convierte de repente en odio colectivo;  contra todo lo que, de un modo u otro, atente contra la seguridad personal y entonces se reclama “el legítimo derecho a la defensa”.

Las personas, héroes de la calle, como médicos, enfermeras, policías, gente que tiene que deben trabajar en servicios de alimentación, despachadores, cajeras, etc., son miradas con recelo ya que los consideran potencialmente susceptibles de contaminación del virus.

Las redes sociales registran frases con un alto contenido de repudio al posible contaminado… “Son delitos de odio. Son denunciables, reprobables y perseguibles”

“Mientras esto dure, te pido que consideres mudarte”

A un médico le dejaron una nota en la puerta: “Hola doctor. Sabemos de su buena labor en el hospital y se agradece, pero debes pensar también en tus vecinos. Aquí hay niños y ancianos. Hay lugares dónde alojan a profesionales. Mientras esto dure, te pido que lo pienses”. Llegaba a casa tras 12 horas de trabajar como médico  residente  de un Hospital General   y no se esperaba ese mensaje.

“Llegas de deslomarte en tu trabajo y claro que ver eso en mi puerta me puso triste. ¿Para qué nos vamos a engañar?…

Un celador al regresar encontró la puerta de su casa rociada con lejía. Cree que ha sido la vecina y así muchas otras personas que necesariamente tienen que trabajar en la calle.

“Son unos egoístas,  porque trabajando donde lo hacen, saben que se contagiaran…

Debería de darles vergüenza, señalan los vecinos de estos trabajadores de la calle… Saben que van  a contagiar a todo el edificio, hay que desinfectar la escalera y los lugares comunes cada vez que regresan a sus casas.

“Somos tus vecinos y queremos pedirte por el bien de todos que te busques otro sitio donde vivir,  mientras dura esto, ya que hemos visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas”.

Mensajes como estos publican las redes, tanto en twitter, instagram, Facebook, correos;  son banderas de odio, evidentes reseñas, repitiéndome;  la crisis del coronavirus  está sacando la parte más oscura de las personas. El miedo no encuentra sofocación y el cuidado  individual se convierte de pronto  en odio colectivo;  contra todo lo que, de un modo u otro, atente contra la seguridad personal y entonces se reclama “el legítimo derecho a la defensa”. Es una novela de terror pública y notoria de lo que estamos sufriendo.

Buscar en principios de solidaridad diálogos y acuerdos

En Venezuela la situación es de suspenso, entre búsquedas, compras apresuradas y diligencias obligatorias, se siente el miedo escondido. No se piensa en la reconstrucción de una economía gravitada por erradas políticas macroeconómicas, una pésima gestión pública, amén del bloqueo financiero y petrolero; sino en el impacto del coronavirus.

Principios de solidaridad, cooperación, atención social y el interés de la atención pública; deben priorizar en un futuro a este país; dolido hasta de la indiferencia de su propia gente. Trabajo, activación del sector privado y estabilización política  con acuerdos del interés de todos. Es el camino.

ACN/redes

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