Opinión

Primer Mundo, Tercer Mundo

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Por: Cora Paez de Topel

Comienza el año 2022 con una sensación de desaliento ante la incertidumbre de lo que irá a suceder en Venezuela en el futuro cercano. Será posible un cambio de gobierno pacífico y democrático a través de unas elecciones programadas, pero cuestionadas por un amplio sector de la oposición. O será el revocatorio la manera acertada de salir de Maduro y de sus cómplices .

Otra salida estudiada por ANCO – Alianza Nacional Constituyente Originaria – presidida por la Dra. Blanca Rosa Mármol y por el constitucionalista Ing. Enrique Colmenares Finol es la refundación de la República a través de una nueva Constitución.

Son todas fórmulas muy bien estudiadas, pero difíciles de resolver por esa misma variedad de opiniones, producto de la división partidista y de la falta de un liderazgo unitario, firme y creíble, que motive a los ciudadanos a no perder la esperanza de recuperar la institucionalidad democrática. Un país en el que se cumplan las leyes, en que quienes gobiernan sean honestos y quienes no desempeñen su labor con pulcritud puedan ser sustituídos, en el que el presupuesto nacional se reparta equitativamente en los estados y municipios, para que los gobernadores y alcaldes cumplan con los compromisos laborales y con los servicios públicos indispensables: agua, luz, gas, mantenimiento de nuestras calles, seguridad y servicios asistenciales.

Si nos preguntamos por qué la política causa tanta preocupación entre nosotros la respuesta es fácil de responder, por cuanto el descontento de la población cada día va en aumento en un país claramente dividido entre lo que se denomina Primer Mundo y Tercermundismo, lo que significa una gran desigualdad social y económica que no se compadece de los más pobres, sino que por el contrario los oprime con salarios de miseria, o sin ofrecerles empleos dignos, en tanto muchos de quienes ostentan riquezas lo hacen a costa del erario público, o de la corrupción, sin que ello signifique desacreditar a los verdaderos empresarios que trabajan de sol a sol para mantener abiertas las puertas de sus fábricas, pagar los impuestos y sostener en su lugar a la industria nacional, que ha sido golpeada en un 70% para darle paso a los productos importados, que no cumplen con el IVA ni con otros impuestos, como sí se obliga a la producción nacional.

La crisis salarial en Venezuela arropa a todos los sectores de la administración pública. Dependiendo del rango, cobran 20$ o 50$, cuando mucho. A tal efecto, aumentó en un 40% la deserción docente en las escuelas como consecuencia de las precarias condiciones laborales. Los beneficios en materia de salud para los educadores ya no existen, entre ellos IPASME.

La administración pública es la peor pagada del continente. La reconversión monetaria agravó la situación, con la hiperinflación que devaluó el bolívar y que el gobierno pretende ocultar con la Plataforma Patria que ofrece unos bonos miserables de menos de 1$, al igual que el pago de los jubilados y pensionados. El pasado 1º. de Octubre 2021 entró en vigor una reconversión monetaria, la tercera en este siglo, que eliminó 6 ceros a la moneda venezolana, conocida hasta entonces como bolívar soberano y pasó a denominarse bolívar digital. A estos 6 ceros se suman 8 más que fueron eliminados en las dos reconversiones monetarias previas: la del 2008 y la del 2018.

Que hermoso sería que todos los venezolanos tuviesen acceso a esa Venezuela del Primer Mundo, de grandes tiendas y supermercados que ofrecen productos nacionales e importados con precios dolarizados y en bolívares devaluados, que no todos pueden cubrir, pero que están a la vista de quienes creen ver un país próspero, sin percatarse de que un 70% de la población no tiene acceso a esos bienes, teniendo muchos que emigrar en busca de mayor calidad de vida. Nos preguntamos que hacer para cambiar, esa es la gran pregunta.

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