Opinión

Parranda de militares y civiles para el reparto de ministerios

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Parranda de militares y civiles para el reparto de ministerios: Por Coromoto Álvarez.-  La parranda de militares y civiles para asistir al reparto de ministerios con el estreno de una prolongación del mismo gobierno, disfrazados de negritas como en los carnavales de antaño cuando las bellas mujeres de rostro cubierto increpaban a los caballeros con la pregunta socarrona: ‘’ ¡ A que no me conoces’’!, pareciera coger palco en la guachafita de la campaña de mayo, mes de los correveidiles que defecan en el retrete sometidos al estricto racionamiento del agua y a la escasez del papel higiénico.

Al recordar el viejo lema militarista del cabito Cipriano Castro de ‘’ Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos’’ y el del tarugo de Michelena sobre ‘’ El nuevo ideal nacional ‘’, no nos sorprende que ‘’por ahora’’ con la resurrección del ‘’ hombre nuevo’’ de la más reaccionaria nomenclatura, nuestro ingenuo animal político, convocado para que participe en el sainete, tropiece otra vez  con la misma piedra pisando trampas de alzapié.

Mientras unos corren sin limpiarse el fondillo hacia uno de los rincones de Naciones Unidas en procura de la toalla sanitaria difícil de adquirir en su país, otros anuncian con bombos y platillos en el Nuevo  Circo la ratificación del ministro de la Defensa y la designación de un ex candidato presidencial en la Cancillería para darle sabor a las caraotas rojas, al frijol chino y a una porción muy reducida del potaje verde, aún con el riesgo de que muchas manos en un plato pongan el caldo morado.

Sin consulta previa con un cocinero de la talla de Claudio Nazoa, a quien le apesta y le cuesta digerir la dosis de mapanare condimentada con pringamosa y chirel que también Luis Herrera Campins en su sano juicio hubiese rechazado cuando la mesa estaba servida, nos montan un teatro para que el ratón Pérez caiga en la olla hirviente con las gatas que en el tejado festejan el sacrificio de los tontos de capirote, a merced del verticalismo enfermizo de las eternas roscas marxistas que desde el vértice de la pirámide imponen sus directrices sin vaselina a las bases obedientes, bajo el manto mal oliente del repudiable ‘’ centralismo democrático’’, so pretexto de atrapar incautos.

Faltaron las habichuelas del partido blanco que había nacido ‘’ para hacer historia’’ y las arepas de harina de maíz amarillo, las primeras porque sus huestes fueron inhabilitadas por el plátano maduro que les negó espacio en su firmamento, y, las segundas, cuyos pioneros en extinción son víctimas de  fiebre palúdica.

En las próximas semanas de la borrasca nadie se irá del restaurante sin pagar la cuenta. En primera fila del cotejo, Félix Ramón Fernández y el Negro Gudiño pudiesen repetir con el retintín de Bacará: ‘’Con los que están desde el principio, con los que vengan hasta el final y si acaso vienen otros, somos nosotros’’. En la acera de frente, en honor a Segundo Meléndez, los más y los menos, serán platos de segunda mesa.

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