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Nuevos atropellos con farsas electorales en Semana Santa

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Nuevos atropellos con farsas electorales denuncia el pueblo en Semana Santa: Por Coromoto Álvarez.- En el atardecer de los limosneros del Señor que hoy se multiplican como ocurría ayer con el pan en tiempos de abundancia, el pueblo denuncia nuevos atropellos que soporta en silencio con el maquillaje cosmético de farsas electorales, en las emboscadas ruidosas de su Vía Crucis con los mismos latigazos de la opresión, tal cual los recibió el Nazareno de San Pablo en su hoja de ruta hacia El Calvario.

En una visita a la Catedral de Caracas para orar por el restablecimiento de los valores y principios de la auténtica república ante el Panteón de la familia de Simón Bolívar, nuestro Cristo Redentor, la Virgen de Coromoto y el Espíritu Santo, observamos con estupor la presencia de una avanzada de uniformados como si estuviese rodilla en tierra lista para reprimir a los invasores en una acera de la antigua plaza mayor, mientras a las puertas del templo desfilaban en otro bando los pobres centinelas pidiendo limosnas.

El cuadro dantesco de aquél escenario de la historia que pudiera recogerse en un guion con el signo característico de la sátira muy bien manejada por escritores italianos que conoce a perfección el cineasta Alfredo Lugo por sus vivencias en Roma, quizá contaría  con el valor agregado de la trama de incorporarse a ella el episodio civilista del 19 de Abril de 1810, cuando un Jueves Santo el último Capitán General de Venezuela, Vicente Emparan, fue obligado a renunciar con la señal alentadora del padre Madariaga.

Tal parangón en la película de la Catedral de Caracas y sus alrededores, resistiría aún inclusive la presencia de los llamados luchadores sociales del oficialismo que  con la escoba en la mano y la linterna de Diógenes reclutan incautos para la farsa electoral de mayo, mes de las correderas en procura de los retretes, a pocos metros del quiosco del gendarme innecesario que debería rechazar en sus letanías la Conferencia Episcopal de los criollos.

La creatividad del cineasta en este paraje debe ser fecunda a la luz del día, tanto más cuanto que los pobres civiles de a pie lo que exigen al turista y al devoto, a las puertas de la Catedral de Caracas, es una moneda por el amor de Dios, algo para comer, un pedazo de pan para sobrevivir, mientras el régimen del oprobio le niega sus más elementales derechos constitucionales para espantar la crisis, en su tremedal de hambre y miseria recibiendo los foetazos a merced de sus verdugos, paganos terroristas disfrazados de soldados romanos, con el  estandarte de  la misma crueldad que castigaban a Jesús por decir la verdad como hijo de Dios, frente a las injusticias del imperio de Tiberio y de la inflexibilidad de su escudero Poncio Pilato.

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