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¡No lo creerá! De modelo famosa a indigente

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Vivía como una reina, pero su pareja la llevó a la ruina

 

Nastasia Urbano de 57 años de edad, la mítica modelo de la década de los 80, ha pasado de ser la reina de las pasarelas a vivir en la indigencia durmiendo en el cajero de un banco en Barcelona, España.

En los últimos años, su vida ha dado un giro de 180 grados y tras ser el foco de atención de diseñadores y marcas internacionales, la ruina económica la ha llevado a aceptar trabajos precarios para poder subsistir en su día a día.

La maniquí Nastasia Urbano nació en Suiza, pero pronto se trasladó a la Ciudad Condal, la tierra natal de sus padres. Allí conoció al célebre fotógrafo de moda Fabrizio Ferri y junto a él comenzó una fulgurante carrera como modelo: su pasarela personal de camino al estrellato.

Junto al artista de la fotografía hicieron un tándem perfecto y enseguida pasó a convertirse en el rostro favorito de las revistas especializadas en moda y belleza.

En palabras de Nastasia para El Periódico de Cataluña, “viajaba por toda Europa por trabajo, me llamaban de Londres para hacer fotos de catálogo, luego iba a París, me iba muy bien. Era muy apreciada. Entonces me fui a Nueva York, porque en el mundo del modelaje, una vez has hecho Europa, vas a Nueva York a probar”.

Tenía tan solo 20 años cuando dejó atrás Suiza, España, Francia e Italia para conquistar América de la mano de la agencia de modelos Ford.

Allí, en Nueva York, se postuló como el reclamo de todos los creativos del momento, que caían rendidos ante sus exóticas facciones y su desparpajo ante los flashes. A las portadas en las principales revistas internacionales como Vogue, New Woman y Redbook se añadieron campañas publicitarias para grandes marcas como Yves Saint Laurent. Era su época dorada. Según ha desvelado la propia Urbano a la citada publicación “vivía como una reina y ganaba un millón de dólares por cada veinte días de trabajo”.

La aparición de su marido en su vida la llevó a la quiebra. Una ruina económica que tres décadas después de tocar el cielo con las manos la ha conducido a la indigencia.

“Estoy cansada de sobrevivir y pedir dinero. La gente a mi alrededor se aparta, todos se van, y no me extraña. Ya me han desahuciado tres veces. He trabajado limpiando casas, cuidando niños…”, relata al mencionado medio.

 ACN / El Español

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