Opinión

Lacava y su singular tiempo

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César Burguera

@CESARBURGUERA

El peculiar Rafito. El tránsito político de Rafael Lacava ha estado signado por los constantes desafíos, aquellos retos que vienen impregnados con persistentes inconvenientes y obstinados obstáculos, colocados en innumerables oportunidades por aquellos que nunca sabrán asimilar, ni mucho menos aceptar esa huella arrolladora que ha llevado a Rafael Lacava a constituirse en indiscutible referencia nacional, siempre contando con el aval y compromiso de un pueblo que sin condiciones se ha adherido, de manera entusiasta, a esa dinámica concepción del “Nuevo Carabobo”, así como haber obtenido el colectivo reconocimiento a su fundamental aporte en la nueva y moderna visión de la patria. Sus torpes y tercos antagonistas se extravían en sus propias incapacidades, llegando a revolcarse en una interminable frustración e impotencia. Son sencillamente fango e ineptitud. Igualmente la propia vida ha puesto a Lacava de frente con demoledoras pruebas, esas que suelen conducir al ejercicio de capitular o sencillamente rendirse, como la súbita aparición de aquella grave enfermedad que llegaba, en su dramático paso, a indicarle que venía a comprometer su propia vida. Y allí, precisamente allí nos encontramos con la fortaleza y determinación que ha caracterizado a Rafito, quien tuvo la válida opción de tomar el sendero de la retirada, de apartarse de este inconsecuente escenario del ejercicio político, pero dentro de su conciencia latía insistentemente el deber de seguir luchando, seguir comprometido con el natal municipio porteño que lo lleva hasta en los tuétanos, con ese estado que lo estaba aguardando desde hace mucho tiempo para juntos emprender su definitiva transformación y consolidado desarrollo, con ese país que lo observa como una de las primordiales herramientas e instrumentos del ejecutivo nacional para ir estructurando su promisorio futuro, donde sin reservas, se produzca el encuentro y la reconciliación para asumir la fascinante labor de empujar en la misma dirección y así obtener el supremo objetivo. Ese es el país que todos anhelamos, es la patria que todos nos merecemos. Aferrado a una fe inquebrantable, Rafael Lacava ha conformado y trasmitido cristalinamente su propia filosofía, tal vez gestada por sus mismísimas experiencias, “Aquí nadie se rinde” y en el marco del bicentenario de la histórica batalla repetir y proclamar hasta el cansancio “Que viva Carabobo carajo”.

Lacava y su plantel de alcaldes. El 21N tendremos la cita histórica de acudir a las elecciones regionales, donde a través del insustituible alegato del sufragio, elegiremos gobernadores, alcaldes, legisladores y concejales. En Carabobo todo está prácticamente definido, una eficaz y óptima gestión gubernamental que se ha extendido dinámicamente a través de los catorce municipios de la región, se constituye en la irrefutable credencial para reeditar la impecable experiencia, esa misma que ha construido la entrañable noción del “Nuevo Carabobo”. Atrás quedaron, yacen inertes, como un muy mal recuerdo, aquellos que pudieron y nada hicieron por este territorio. En estos últimos 4 años se forjó y para siempre el íntimo e indisoluble vínculo entre Rafael Lacava y su pueblo. Este estelar lapso fue testigo de excepción de ese indeclinable compromiso y diaria vocación para acercarse, y sin ningún tipo de intermediarios, escuchar el reclamo, esa exigencia salida de la voz sabia del común para conjuntamente buscar el pronto y diligente resultado. Es percibir que se ha constituido un verdadero pacto con las especiales características de singular afecto y demostrada efectividad entre el mandatario regional y el ciudadano común que había, por experiencias del pasado reciente, perdido la esperanza de ser al fin tomado en cuenta para las transcendentales toma de decisiones y convertirse de la mano de Rafael Lacava en el propio arquitecto de su mismo futuro. De allí la importancia de la descomunal felpa, de la inédita paliza que se producirá el 21N, el nuevo periodo gubernamental de Lacava deberá estar acompañado por un grupo de capaces alcaldes que han entendido que son la extensión natural y política de una óptima visión a la precisa hora de dirigir los destinos de este “Nuevo Carabobo”. Sin embargo se ha producido la malaventurada y desdichada aparición de los siempre aspirantes a los mismos cargos en los cuales han sido reiteradamente derrotados. los fallidos no vuelven con la intención de servir y cumplir con las expectativas de las diferentes comunidades, sino que se exhiben como decaídos aspirantes llevando la aviesa instrucción girada por los frustrados en su incansable afán de convertirlos en una suerte de obstáculo o pesado fardo en el estéril esfuerzo de volver a tratar de comprometer el porvenir de toda una región, es decir retornan con ánimo de fracasada revancha aquellos que huyeron despavoridos de este Carabobo que literalmente los detesta, los aborrece. De todos modos serán literalmente abofeteados en el lapso establecido para la necesaria consulta, la misma que deberá ser el fiel reflejo de lo que palpita y sucede en nuestro estado, no puede haber lugar, ni espacio a burdas maniobras o manipulaciones. Una  comprometida base partidista no estará dispuesta a un nuevo engaño o elaborada treta, porque es la misma base o estructura partidista que abandonaron en su rauda huida, acechados por serios cuestionamientos a la hora de administrar el erario público. Es que los melancólicos promotores de estos inocuos ademanes no llegarán nunca a entender que este “Nuevo Carabobo” es un irreversible fervor y sentimiento sembrada en el alma del común. En esta nueva etapa de gobierno de Rafael Lacava, sin lugar a dudas el gran elector en los venideros comicios regionales, deberá seguir contando con su propio y consecuente plantel de eficaces alcaldes. “Aquí nadie se rinde” “Que viva Carabobo carajo”. Y esa es la verdad.

 

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