Opinión

Jacmibel Rosas: “Hijos miserables”

Published

on

Foto: Cortesía Trome.pe
Compartir

Jacmibel Rosas: Saludos amigos, un placer coincidir nuevamente con ustedes en esta columna semanal. Esperando que estén de lo mejor en esta nueva semana y que puedan lograr todo lo que se propongan. Recuerden que no hay que tu exterior es el reflejo de tu interior y si estamos en caos, debemos revisar un poco qué es lo que estamos proyectamos al mundo.

No dejes de leer: Exhortan a partidos a revisar su decisión de no participar en elecciones

Me imagino que les llama la atención el título de mi columna esta semana, que decidí llamarla: “Hijos miserables”, un poco diferente a lo que ha sido el resto de lo que he escrito. Generalmente son títulos positivos o con palabras alentadoras, pero en esta oportunidad lo titulé así porque creo que quienes somos padres hoy en día debemos caer en cuenta de algunos errores que como padres solemos cometer y nos damos cuenta muy tarde cuando nuestros hijos son unos adultos, que se criaron sin responsabilidades, sin respeto a las normas de un hogar y sin la conciencia del respeto a una madre o a un padre que les dio la vida, la crianza, educación y todas las herramientas para crecer.

¿Qué es un hijo miserable? Si les digo miserable, ¿qué piensan? Muchos creen que una persona miserable vive en un estado de pobreza extrema. Pero yo me iría más allá, una persona miserable es una persona con una extrema pobreza mental y de allí les doy la introducción para los otros conceptos que se le asocian: “infeliz” o “desgraciado”. De esta manera les puedo decir que un hijo miserable es aquel hijo malagradecido, aquel que nunca tuvo la formación ni la necesidad de ofrecer a sus padres RESPETO, valor fundamental en toda familia. Y nunca tuvo la necesidad porque lo o la acostumbraron a que hiciera lo que hiciera, fuera bueno o malo, siempre tendría el apoyo de alguno de los padres. Un hijo miserable no agradece a su madre el don de la vida sin entender, que así haga lo que haga, jamás podrá devolver con el paso de los años, el hecho de tener vida gracias a esa persona maravillosa que es una madre.

Si bien es cierto, a los hijos se les debe dar amor y comprensión en todo momento, todo exceso es malo, y al justificar las acciones malas de nuestros hijos por querer ser “buenos padres” estamos haciendo todo lo contrario, estamos actuando para perjudicar el futuro de una persona que no reconocerá nunca esos valores al momento de formar un hogar y por ende, tampoco podrá formarlo.

Ser padres sin duda alguna, es un bendición, un don, un proceso en que el podemos equivocarnos y aprender del “ensayo y error” y precisamente como padres debemos entender que no tenemos la verdad absoluta de las cosas, que si criamos con prepotencia de que nadie sabe más que nosotros, esa misma prepotencia la veremos en nuestros hijos al momento de corregirlos y créanme, las consecuencias serán nefastas.

Al equivocarnos como padres, podemos corregir, y si ya es muy tarde y usted identificó en su hijo a un hijo miserable, es momento de preguntarse en qué momento de la educación de su hijo o hija usted falló, consintió de más, no castigó, no reprendió cuando debía hacerlo o dio excesiva confianza a su hijo o hija, hasta el punto de que este no vea en usted a una figura de autoridad a la que le debe respeto.

Es momento de como padres, representantes y formadores de hombres y mujeres de bien, pongamos las cartas de la mesa y entendamos que no somos perfectos. Somos seres maravillosamente imperfectos y por eso venimos a la vida a aprender. Ser padres no es una tarea fácil, bien reza el dicho “criamos hijos, condiciones no”, por eso tampoco estoy de acuerdo con quien viene a meterse en la forma de criar que tienen algunos con sus hijos. Queda de nosotros en hacer un trabajo interno, mejorar, enseñar lo mejor a nuestros hijos y criarlos en valores, reprenderlos cuando sea necesario y como padres y madres ponernos de acuerdo cuando se deba aplicar un regaño o un castigo. El día de mañana las personas del entorno laboral de sus hijos, las parejas y los amigos, se lo agradecerán, porque habrán formado hombres y mujeres con el respeto como premisa de sus vidas, un valor que va de la mano con el éxito en cada uno de los campos a los que se enfrenten.

Y recuerden que lo que les digo incluso aparece en el libro más sagrado de la historia: LA BIBLIA en Proverbios 15:20 “El hijo sabio alegra al padre, pero el hombre necio desprecia a su madre”. Excelente para reflexionar.

¡Hasta un próximo biberón!

Jacmibel Rosas

La mamá guapa y apoyada.

Lo más leído

Salir de la versión móvil