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Familia repostera consiguió una oportunidad en Colombia

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Fotos: EFE.
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Una nueva oportunidad fue lo que encontró una familia repostera en Medellín-Colombia; la ciudad que eligieron para comenzar nuevamente luego de abandonar Venezuela.

Con sus conocimientos en repostería y su espíritu emprendedor como tabla de salvación; la Familia Castillo Vargas se vio obligada a bajar su santamaría, debido a la inseguridad y la situación económica que arropó su negocio ubicado en Maturín estado Monagas.

Sobre esta situación, Elizabeth Vargas, matriarca de familia, contó que “nos teníamos que ir. La situación se iba a empeorar y mis hijos no querían salir a la calle porque en los cines asaltaban, en el circo también”.

La repostería los ayudó a enfrentar dificultades

Vargas, es una colombiana que desde 1981 se radicó en Venezuela y es la muestra de resilencia en su familia; al enfrentarse a varias crisis, incluyendo un cáncer de mama.

En ese esos años, pasó de ser un ama de casa que aprendió repostería por gusto, a gerenciar un negocio de tortas; el cual solventó las necesidades en el momento que su esposo, Luis Enrique Castillo; tuvo dificultades cuando laboraba en el sector de la construcción que fue paralizado.

Relató, que vivieron en San Antonio de los Altos por 28 años, para luego mudarse a  Maturín; donde abrieron “Qué manjares”, para tratar de resolver su situación económica; en medio del diagnóstico que hizo temblar sus vidas.

En relación a ello, la matriarca de la familia repostera, expresó, que “se nos vino el mundo abajo. Estábamos en una nueva ciudad con dos hijos y empezando un nuevo proyecto”.

El esposo y padre inició como hornero. Foto: EFE

Allí fue cuando se formó la familia repostera

Ante esta realidad, su esposo Luis Enrique, terminó por involucrarse por completo; en el negocio de las tortas y los postres.

“Yo no sabía nada de repostería. La idea era comenzar el negocio con ella y luego yo, por otro lado, miraba qué hacer”; reconoció el padre.

En ese momento, fue cuando comenzó el trabajo en equipo de la familia repostera; el cual años después replicarían en Medellín-Colombia.

Ya mas unidos con una misma misión, Vargas terminaba las quimioterapias y se dedicaba a darle vida a tortas gourmet; entre ellas la selva negra, sacripantina y la cheesecake.

Mientras, Luis Enrique tenía la responsabilidad de estar al pendiente del horneado; para proteger a su esposa del calor durante su recuperación.

Batalla ganada y próxima expansión

Esta familia repostera, ganó la batalla y enseguida buscaron expandir la empresa con la venta de insumos aunado a la repostería. Contaron, que los clientes hacían fila y se vendía toda la producción.

Luego de ese éxito, la crisis económica los alcanzó y tuvieron que aumentar tres veces el precio de la torta de chocolate en un mismo día; esto, debido al aumento constante del chocolate, el cacao y la harina.

Por estas razones, en el 2017 salieron de Venezuela y se establecieron en Medellín; justo cerca de la fecha del cumpleaños de Rosita, la hija mayor; por lo que organizaron la celebración pensando en un Tiramusú para compartir como buena familia repostera.

Cuando salieron a buscar los ingredientes para preparar el postre; notaron que tardaron unas seis horas para conseguir todos los ingredientes. “Ahí nos dimos cuenta que faltaba algo. Eso nos indicó cuál era el negocio”, recordó Castillo.

Nació “Repostelandia”

Luego de ese pequeño estudio del mercado y sus productos, en diciembre del mismo año, nació “Repostelandia”; una tienda del repostero construida con el empeño de los cuatro miembros de la familia repostera; y después de un trabajo riguroso de exploración.

El padre de familia, explicó que para abrir las puertas a la clientela necesitaron de un impulso económico. “Ya en Venezuela había tenido que vender los tres carros y comernos los ahorros; así que un crédito de la Corporación Interactuar nos permitió despegar como empresa”, contó.

Agradeció, que ellos confiaron en la familia durante un momento crucial. “Nos dieron sin nada de garantía el dinero; eso fue el combustible que movió este carro”, agregó.

En “Repostelandia” enseñan sobre la elaboración del pan, postres y más. Foto: EFE

Crecen y crecen

Actualmente, además de la venta de insumos, dictan cursos con el apoyo de técnicos y expertos; para que sus clientes aprendan los secretos de la repostería y el horneado.

Es por ello, que la familia repostera ha dictado clases sobre panadería, rellenos, chocolate, cubiertas, galletas; así como, de minidulces, fondant y delicias colombianas.

“Hay muchas reposteras que empezaron con nosotros; ya tienen sus cuentas de negocios a través de Instagram y venden sus productos”, expresó Vargas.

Parte de las funciones de Rosita (la hija mayor), es coordinar la inscripción en los cursos y los domicilios; además de manejar las redes sociales y de asesorar a los clientes en lo que necesiten saber.

Por su parte, Rosita confesó, que extraña a “una Venezuela que ya ni siquiera existe”; pero vive plena en Medellín con un proyecto nuevo y en una zona “donde no te roban la tranquilidad”.

La joven quien cursaba séptimo semestre de arquitectura en Venezuela, “es el motor”, aseguró su padre.

El esposo, padre y hornero, quien proyecta una “Repostelandia” más amplia “sin perder la esencia de enseñar”; celebra haber elegido una ciudad que “nos motiva como emprendedores y doy gracias porque tuvimos una nueva oportunidad”.

ACN/EFE/Foto: EFE

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