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Ana Gabriel y Pimpinela deslumbraron y llenaron de nostalgia a Viña del Mar

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La tercera noche del festival Viña del Mar; estuvo llena de emoción y nostalgia con las presentaciones de la eterna Diva de América Ana Gabriel y los hermanos más esperados Pimpinela.

Con su eterna sonrisa la cantautora mexicana Ana Gabriel; conquista por cuarta vez en su carrera al moustruo de la Quinta Vergara en el Festival de Viña del Mar.

 La artista de 64 años, comienza con Destino, tema incluido en su disco En vivo, de 1990; un repertorio que navega entre la balada y la canción tradicional mexicana.

«Ayer fue la noche de las mujeres. Hoy son de los recuerdos. ¡Y no porque seamos viejas!»; dijo la intérprete antes de recibir un «¡nooo!» rotundo de su público, durante la 61 edición del festival chileno, que se extenderá hasta el viernes próximo.

Al término de cantar con su inimitable voz rasgada eso de «Dices que me amas, que no vives si no estás conmigo…»; versos de su tema Mar y Arena, agarra una bandera de Chile y lanza un extenso discurso.

«Viendo la situación de mi país, viendo la situación que continúa en esos países tan hermosos como Venezuela, Nicaragua, Honduras; se me llena el alma de una tristeza tan grande de ver a mi Chile de esta manera»; comienza diciendo con una bandera del país austral en la mano.

La mexicana se muestra tajante: «Espero que las cosas vuelvan como lo tenía yo siempre en mi alma».

Luego de desgranar el enérgico tema Baila el reggae, de su quinto álbum, Quién como tú, de 1989; un grupo de mariachis se instala en el escenario para acompañar a la diva en una serie de temas que comienza con Tú lo decidiste; con el público totalmente entregado.

Los gritos de «¡ídola, ídola! por parte del público se mezclaron con los carteles con mensajes de apoyo a la mexicana y los regalos que sus seguidores empezaron a darle desde la primera fila. «¿Esto no es política verdad?», pregunta al ver las pancartas.

Ana Gabriel y Pimpinela en Viña

Las peleas quedaron en un segundo plano en el regreso de los Pimpinela al Festival de Viña del Mar tras 36 años de su primera y hasta hoy única vez en el escenario de la ciudad chilena. La razón, los recuerdos que sobrevolaron el primer recital de los hermanos Galán tras la muerte de su madre.

Poco importa para el público que el concierto empezara al filo de las 2 de la madrugada en una fría noche en el anfiteatro de la Quinta Vergara.

El público desprende un fuerte calor humano para el dúo argentino, ya que, además de corear todas sus canciones, exige que se les entregara la emblemáticas Gaviotas de Plata y Oro.

El arranque del repertorio fue de primer curso de “Pimpinología”. Una pelea musical como las que desde hace casi 40 años les han hecho recorrer el mundo.

“Jamás volverás a verme aunque me lo pidas”, dice él. “Te juro solo con eso ya soy feliz…”; remata ella en el estribillo de “Mañana”, canción incluida en su disco “Marido y mujer”, de 1988.

No fue hasta varias discusiones después; tras la quinta canción, que Lucía, de 58 años, y Joaquín, de 64, saludaron a las abarrotadas gradas del recinto -un aforo de unas 15.000 personas- para revelar su felicidad por volver a Viña del Mar tras tantos años.

La anterior y primera vez fue en 1984, cuando presentaban en América su “Olvídame y pega la vuelta”.

UN HOMENAJE A SU MADRE

Al llegar a la undécima canción, la emoción pasa a ser la protagonista absoluta.

“Esta canción comienza dedicada a nuestro padre, que fallece en 1985; y desde hace un mes se la dedicamos también a nuestra madre, que fue la que nos empuja para que cantáramos juntos”, expresa Lucía sobre “El amor no se puede olvidar”.

“¡Oro!”, empezaron a corear los espectadores, para reclamar otra gaviota más de esa categoría, que finalmente recibieron los hermanos.

ACN/Panorama/El Comercio

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