Opinión

Sao Paulo en Colombia

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La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, con un ojo ve a los policías que defienden la ciudad y con el otro no ve nada. Así oculta los terroristas en las calles que ella gobierna; son mercenarios del Foro de Sao Paulo, que hace pocos días anunciaron con bombos y pólvora gruesa; que el segundo paso en Colombia, después del encarcelamiento del presidente Uribe; -blanco fijo de la guerrilla y de todo este comunismo con mascarilla- era encender la mecha roja; que continúan insuflando para llevar la desestabilización a todo el hemisferio.

La dinámica es la misma; valerse de un hecho a todas luces repudiable; para salir con el uniforme invisible del comunismo; como defensores de la legalidad e inmiscuir a los gobiernos y cuerpos policiales; convirtiéndolos en culpables sin juicio. En su caso no vale la presunción de inocencia.

La alcaldesa olvida que ella debe responder por la seguridad de la ciudad; azotada por el hampa de las guerrillas y por los paramilitares castrochavistas; que actúan a sus anchas en Bogotá. Es buena para reclamar, pero no actuar.

También miró para los lados cuando el 1ero de enero de 2019, un carro bomba del ELN, asesinó a 23 personas y dejó heridos a 87, en la escuela General Santander. Esos no los reconoce su sensibilidad rubescente.

El decir, para el Foro de la alcaldesa, hay muertos y heridos buenos, mientras los crímenes cometidos por bandas criminales, preparadas en Cuba y Venezuela pocos les importa. Su papel es debilitar moral y materialmente a la policía y el Estado en su totalidad. Es el código Sao Pablista y sus metrallas con eficaces ejecutores en la sombra.

Los destrozos de negocios, carros de la policía, y en general el incendio de la ciudad; es organizado por células terroristas de múltiples nacionalidades.

El teatro de operaciones es la frontera de Venezuela; con ramificaciones en varias alcaldías del país y en los distintos poderes regionales y nacionales colombianos; con la intención ya clara de destruir al principal representante de las ideas democráticas; el ex presidente Uribe y su partido, que han defendido con valentía los valores de la libertad. Los destrozos han sido incuantificables, pérdidas humanas y 4 días de infierno y crimen; como lo anticiparon Maduro, Lula, Correa, Evo Morales y sus seguidores ya reconocidos en el mundo.

Las células urbanas están organizadas para la desestabilización democrática.

Hoy es Colombia, mañana van otra vez por Chile, Ecuador, y el desastre continua su rumbo. Si no sé extingue en Venezuela la narcodictadura, la paz del continente seguirá en tinieblas.

ACN/lva

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