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El multimillonario dejó una pelota de real y no tiene quien la herede

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Paul Allen, fue un excepcional multimillonario quien murió hace algunas semanas y no tiene quien herede su impresionante fortuna.

Jody Es su hermana. Es la única que tiene un lazo de sangre directo con el cofundador de Microsoft, que falleció el lunes 16 de octubre a los 65 años. Dejó una ingente fortuna valorada en más de 20.000 millones de dólares.

Este gran visionario tecnológico nunca se casó ni tuvo hijos. Pero su legado en el ámbito de la filantropía ayuda a entender de hacia dónde irá su riqueza, que incluye dos de los mayores yates del mundo, mansiones, aviones de guerra y obras de arte.

Los detalles sobre donde reposará su colosal fortuna no se conocen. Sólo se sabe que no tiene a nadie quien herede su cuantiosa fortuna.

Allen aparece en el puesto 44 de la lista de multimillonarios de Forbes. Fue uno de los primeros firmantes de la iniciativa Giving Pledge, que lanzó su amigo y antiguo compañero Bill Gates. Se comprometió a destinar al menos la mitad de su dinero a filantropía. Eso implica que su herencia irá a instituciones que financió en el pasado, indicó el diario El País de España.

Nadie quien lo herede

Aunque era una persona concienciada, tampoco se privó al invertir el dinero que amasó con las acciones de Microsoft. Era propietario de varias mansiones en Mercer Island, en los suburbios de Seattle, donde residía. Tenía otra en la exclusiva comunidad de Athernon, en San Francisco, y un terreno en Los Ángeles junto a una mansión de estilo mediterráneo en Beverly Hills. La cartera inmobiliaria en el Pacífico se completa con una propiedad en Kailua-Kona, en Hawaii.

También invirtió en un rancho en Tetonia (Idaho), en Manhattan así como en Londres y en la costa azul francesa. Pero si sus mansiones impresionan, más espectaculares eran sus yates Tatoosh y Octopus. En el primero gastó 140 millones. El segundo está valorado en 175 millones. La flota incluye el explorador científico RV Petrel, con el que descubrió el USS Indianapolis y el USS Lexington.

Lo previsible es que todos estos activos se vendan o subasten, para destinar lo recaudado a caridad. Allen era una fuerza mayor en el ámbito de la filantropía. Hace justo tres años recibió la Carnegie Medal of Philanthropy. En la ceremonia dijo que se veía como un catalizador, un ejemplo sobre cómo dar soluciones para superar los grandes problemas que afronta la humanidad. Lástima que no tuvo a  nadie quien lo herede.

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