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Hombre & Mujer

Gonzalo Barrios: Un hombre libre

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Gonzalo Barrios: un hombre libre: Por Coromoto Álvarez.- El imperio británico, su competidor alemán y el reino de Italia;  bloqueaban las bahías de La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo y Guanta entre el nueve de diciembre de 1902 y el diecinueve de febrero de 1903 cuando aprendía a caminar el infante Gonzalo Barrios . Las grandes potencias  pretendían cobrar las turbulencias del derroche que la tiranía andina heredó del caudillismo fratricida que destruyó a Venezuela a partir de la separación de la Gran Colombia en 1830.

Acontecimientos de la segunda mitad del siglo anterior y de la naciente centuria- con la publicación del Manifiesto Comunista y la revolución europea de 1848 que desembocó en el revuelo de La Comuna de París en 1871; la heroicidad de los Mártires de Chicago -para reducir el horario de trabajo a ocho horas diarias contra los sectores más reaccionarios del capitalismo salvaje- el uno de mayo de 1886; La Gran Guerra de 1914; la Revolución Rusa de 1917 y la Segunda Guerra Mundial que estalló en 1939- ilustrarían el conocimiento del futuro militante del pluralismo coexistente que comulgaría con la disidencia, para   separarse a tiempo de la ‘’ falsa conciencia’’ del dogma intransigente en boga de  sátrapas extremistas que inventaron la figura y el culto a la personalidad para burlarse del público mediante el endiosamiento del ‘’ comandante eterno´´ que no aflojaba el poder para tomar para si  los dineros del Estado en nombre del ‘’ hombre nuevo’’, tal cual lo hacía el cabito, charlatán embaucador que con su frase demagógica y populista de ‘’ la planta insolente’’ contra el extranjero invasor, se oponía – imitando el salto mortal del trapecista circense- al pago de la deuda extranjera que contrajeron ladrones y criminales que le antecedieron en el mando, entre ellos Antonio Guzmán Blanco y José Tadeo Monagas, con sus bandas liberales y conservadoras de la concupiscencia de la provincia y de Caracas, esto es con excesos en los deseos para incurrir con reiteración en el peculado desde la Separación de la Gran Colombia en 1830.

Nos propusimos escribir estas líneas sin encargo, acerca del legado inconcluso de un  intelectual que desde muy joven    adquirió  el compromiso de incursionar en política para promocionar y defender los derechos humanos, con enlaces del estoicismo y el humor aún en circunstancias muy complejas. Por tanto,  no es deleznable si  entendemos su estilo y entusiasmo a fin de auspiciar el acercamiento entre elites y  masas populares para propiciar una mejor calidad de vida, con el vigor yuxtapuesto sobre la autocrítica para alcanzar las metas que él se propuso. Tampoco es tarea fácil navegar en aguas oceánicas, a fin de descubrir el tesoro escondido en el pensamiento de un hombre que amaba la libertad más que su propia existencia.

Pretendemos con esta entrega ajena al cultivo de la disciplina apologética, indagar en un mundo desconocido por el vulgo, para tropezar  con  variables que adornaban la trayectoria  del político Gonzalo Barrios- en la lejanía de cualquier atadura que obstaculizara su mesura por el aprendizaje- fiel amante de la lectura durante su accidentado peregrinaje con valores y principios irrenunciables, sin apetencias individuales que pudiesen desviar el cauce  de su credo democrático.

Para mostrar la huella que él plasmó en discursos y escritos, luego de ocupar altas posiciones en los Poderes Ejecutivo y Legislativo -y en el partido Acción Democrática que  contribuyó a fundar el trece de septiembre de mil novecientos cuarenta y uno- insistimos en el rodaje para  desglosar  testimonios de primera mano sobre el  oficio  y la cultura de este joven rebelde   que  partió  de la llanura para  alcanzar cierto grado de iconoclasta- contracorriente de los desmanes del absolutismo- con el nivel de aspiración de adquirir, por añadidura, el título de ciudadano en procura de los cambios requeridos por las comunidades, sin contagiarse con el trastorno del mequetrefe iluminado que padece de histrionismo narcisista, es decir, del ser despreciable que exagera su manera de expresarse con extrema adoración por su misma persona, por lo demás, una enfermedad que no tiene cura ni sacristán que lo bendiga.

Sus consultas en  bibliotecas y  correspondencias   que mantuvo a lo largo del siglo XX, le permitieron enrumbarse por trochas  que debió escoger  para subir al vagón apropiado sin el riesgo de que descarrilara el tren. La serenidad   en la elaboración de su agenda-con riguroso criterio selectivo- le apartaron de la oscurana de la arboleda que echó raíces destructivas para impedir el  progreso de los pueblos.

SALIDAS OCURRENTES

Con vocación de sempiterno evaluador de libros escritos en francés, inglés y español, este jinete de la porfía se desmontó de un rucio moro para contrapuntear con sus oponentes, sin la magia de las emociones para  que las montoneras lo siguieran a él. Al contrario, sin esconder el  bulto, rompía con la figura de la narrativa galleguiana-  el Mujiquita de la complicidad  – tras asumir el reto de promover la  renovación  constante de las ideas, remontando la madeja de documentos que le acompañaban  para ampliar los horizontes de su docencia, condimentada de sarcasmos inesperados que, por su buen decir muchas veces obtendrían   renombres sin derecho a réplicas.

Con  verticalidad,  sin grandilocuencia destemplada, fue capaz de aferrarse a la sátira cada vez que se le presentaba la ocasión. Citemos esta  salida imprevista: al caer preso entre las víctimas de la asonada cuartelaría  contra el gobierno del Maestro de Juventudes Rómulo Gallegos el veinticuatro de noviembre de  1948,  uno de los militares golpistas preguntaba si todos los ministros depuestos se hallaban tras las rejas. El doctor Barrios  lanzó un grito desafiante desde su celda: – ¡ Falta uno…falta uno!- en virtud de que el nuevo presidente  de la Junta Militar insurgente que violó la Constitución Nacional, Carlos Delgado Chalbaud, desempeñaba para el momento de la conjura, del nuevo asalto al palacio de Miraflores, el cargo de Ministro de la Defensa en el gabinete que presidía  su padre putativo,  autor de Doña Bárbara.

Barrios jamás negaba su punto de partida. Luego de recorrer ciudades del orbe tenía a flor de labios una respuesta jocosa o nostálgica para recordar su terruño,  -influenciado quizá por las lecturas de la obra inmortal de Miguel de Cervantes y Saavedra que con El Quijote le dio universalidad a la región de La Mancha- o por los caminos del destierro de Antonio Machado, Rafael Alberti y Miguel de Unamuno.

Un corchete que pudiese provocar hilaridad tiene como referencia un viaje de Rómulo Gallegos acompañado del poeta Andrés Eloy Blanco y Gonzalo Barrios, desde el viejo aeropuerto de Maiquetía a Washington D.C. en un ‘’ connie’’, aeronave de cuatro hélices con motores a pistón fabricado por Lockheed Constellation en 1943. El maestro Gallegos al despertarse por  la noche preguntó: -¿ Dónde estamos?- Barrios corrió la cortina de su ventanilla y respondió: –Por las luces, sino es Acarigua es Nueva York-. El tema  se tradujo en  inspiración para que Simón Díaz, autor de Caballo Viejo,  en compañía del poeta Manuel Graterol Santander y del presidente de la Casa de la Poesía J. Epitacio, José Ignacio Casal, montaran una caravana que recorrió  calles de Acarigua con altavoces para transmitir la canción — Acarigua es como Nueva York- un trece de junio, día de júbilo por la conmemoración del natalicio de José Antonio Páez que había tenido lugar en el riachuelo de Curpa en 1790.

En otro paréntesis sobre esta incursión anecdótica se nos ocurre rememorar que Héctor Mujica había propuesto a un grupo de presidentes de Centros de Estudiantes de Secundaria- en un foro en el liceo Fermín Toro- escoger la carrera universitaria en el campo de la comunicación. Nos instaba que escribiéramos cuentos.  Esa arenga ocurrió en la alborada democrática después de la estampida de Pérez Jiménez. Aquí detenemos la narrativa para  insistir en otro episodio del peregrinaje del doctor Barrios durante sus    funciones de Ministro del Interior en la administración del Presidente Raúl Leoni. A Barrios se le ocurrió llamar por teléfono al líder comunista, Héctor Mujica, para comunicarle que abandonara ‘’ la concha’’ donde se hallaba escondido, pues de lo contrario caería preso- en  tiempos de la guerrilla  rural y urbana- antes que se iniciara la política de pacificación a favor de los grupos armados que  ingerían la ración cruda  del arroz a la cubana,  servida en la mesa de la insurrección para trasplantar -el plato seco sin caldo de sustancia de la tiranía de un país a otro-   con el postre de la invasión de Machurucuto bajo las órdenes de Fidel Castro durante la segunda presidencia de Rómulo Betancourt, so pretexto de desconocer la legitimidad de las instituciones establecidas por el veredicto de las grandes mayorías a través del sufragio universal y secreto. El profesor Héctor Mujica, de la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela- luego sería candidato presidencial del Partido Comunista de Venezuela y primer presidente del Colegio Nacional de Periodistas- dijo en clases, según recuerda Gerardo Oviedo, mi compañero de bancada en el liceo José Antonio Páez de Acarigua y más tarde catedrático de la UCV- el ministro de la política Gonzalo Barrios le llamó para indicarle a través del hilo telefónico: — No salgas más disfrazado a la calle,   ya te vi-.

En otro aparte, sabíamos de cerca que El viejo Leoni fue un hombre campechano, con sencillez en su conducta. En el palacio de Misa Jacinta solía recorrer las diferentes oficinas. Dos mesoneros de confianza tenía a su disposición.   Carrasquelito, por ser hincha del campo corto grande liga Alfonso Chico Carrasquel,  uno de la dupla. El otro firmaba con el apellido Bolívar. El doctor Barrios despachaba en la antigua sede del Ministerio de la política en la esquina de Carmelitas, a nivel de la Avenida Rafael Urdaneta. En una de esas tardes  el titular del MRI necesitaba hablar urgentemente por teléfono con el Presidente. Lo llamó infructuosamente a varias dependencias. Se le ocurrió comunicarse con el comedor de Miraflores. El ministro preguntó: – ¿ Quién es?-. El receptor palaciego respondió: – Soy Bolívar-. – ¿ El mesonero?- inquirió nuevamente el doctor Barrios. – No g….., soy el Libertador- le respondieron del otro lado del hilo telefónico.

En el portal del Capitolio Federal se dieron un apretón de manos el periodista Alí Rojas Áñez y el entonces presidente del Congreso Nacional, Gonzalo Barrios, viejos militantes de la clandestinidad contra el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Ambos iniciaron un palique fugaz que tuvo su punto final cuando un paisano del parlamentario interrumpió el diálogo con este comentario:

-¡Doctor Gonzalo Barrios, yo soy aquél hombre que conversó con usted mientras jugaba dominó con su hermano Abraham en la casa de ‘’ La Comadre’’ de Acarigua. En esa ocasión yo le dije que vendría a Caracas para verle-

-Sin más prolegómenos, sin más prolegómenos compañero-   ¿ Qué es lo que usted quiere?- repicó Barrios para instar al interlocutor- que le montaba cacería- diera a conocer su petitorio, sin más preámbulos, pues, agarrando aunque sea fallo, quería  amortiguar sus necesidades.

Más tarde durante una de sus tertulias con el doctor Rafael Caldera, de origen yaracuyano, el doctor Barrios, nativo de Acarigua, alegaba que el General José Antonio Páez Herrera, fundador de la República y árbitro de la política nacional, era su paisano,  nacido en Curpa, riachuelo que pertenece al Estado Portuguesa. Caldera insistía que el general Páez Herrera tenía  raíces familiares en lo que es hoy el Estado Yaracuy. –Está bien- contestó Barrios, pero también te llevas a Luís Herrera-, admitiendo que en verdad su coterráneo del refranero tenía  ancestro  yaracuyano. La salida de Barrios tuvo la intención de echar más leña a la caldera tras tocar los cimientos de la disputa interna por el control de Copei que escenificaban los dos líderes socialcristianos.

Tal recuento quizá adquiere validez a la luz de las frases de este promotor del servicio público   que en Acción Democrática, partido policlasista que él bautizó entre sus fundadores. Habló entre ellos de ‘’ trompadas estatutarias’’. Luego, con una respuesta más elegante cuando le preguntaban: -¿ Cómo juega dominó el doctor Caldera?- Barrios sentenciaba con elegancia: — Yo no voy a decir que él juega mal, pero yo siempre le gano-.

EL BARBERO DE SEVILLA

El valet que merecía la atención de Gonzalo Barrios no era ayuda del rey. Es un isleño canario que por su parecido físico con el estadista andaluz  Felipe González, en una confusión le podían llamar el barbero de Sevilla.

Entre la ficción y la realidad  sin intenciones de presentar Las Bodas de Fígaro- ópera que aborrecía la aristocracia pero que sí le apetecía al doctor Barrios- narra el peluquero Roberto Rodríguez que entre ´´pelada y pelada’’ a los pequeños Raúl y Álvaro, en una barbería de Los Dos Caminos en la gran Caracas, conoció a Doña Menca Fernández de Leoni, madre de su par de clientes. Ganó las elecciones presidenciales Raúl Leoni en 1963 cuando gobernaba Betancourt. La pareja presidencial se mudó a la residencia oficial de Los Núñez en Altamira. Rodríguez también tuvo que hacer su trabajo en la casa presidencial. – Te voy a presentar a mi marido- dijo Doña Menca. – Yo ya lo conozco, más que al Jefe de la Casa Militar- respondió Leoni- a través de los saludos que él me enviaba desde la barbería cada quince días-. – Yo lo hice adeco- comentó seguidamente la Primera Dama, en presencia del expresidente Rómulo Betancourt, Gonzalo Barrios y Carlos Andrés Pérez. Luego de cumplirse el  primer saludo  sin mayor protocolo, la esposa del Presidente Leoni le propuso a Betancourt que bautizara al nuevo militante del partido en el gobierno. Transcurría el mes de junio de 1964. Entre aplausos  se consumó el hecho. – Pero a mí no me han bautizado- expresó Doña Menca. El Presidente Leoni comentó entre risas de los presentes: ‘’ Se puso celosa la Primera Dama’’.

Roberto Rodríguez acudió a la seccional de Acción Democrática en la urbanización El Paraíso para retirar su carnet de militante sin lograr su objetivo.

–¡ Yo he venido aquí unas cien veces y nada!- exclamó Roberto muy molesto. – En cambio hay quienes reciben el carnet de un día para otro- agregó el hombre muy parecido en el rostro con el político sevillano.

–Eso no es así- dijo un señor que vestía con guayabera blanca. –

–A mí me bautizó como adeco Rómulo Betancourt junto con Raúl Leoni, su esposa Do ña Menca, Carlos Andrés Pérez y un gordito cuyo nombre no recuerdo- explicó el Fígaro.

— Muéstreme su cédula de identidad- indicó inmediatamente el dirigente del partido blanco.

– ¡ Ah… usted es Eulogio Roberto Rodríguez. Claro que lo recuerdo. Ese gordito del bautizo soy yo- aclaró Gonzalo Barrios para el asombro de su flamante compañero de partido que se llevó en el bolsillo la credencial sin laminar, firmada por el presidente de AD, futuro Ministro de Relaciones Interiores en el gabinete de Leoni.

Posteriormente en una romería blanca en el parque Los Caobos, el candidato presidencial Carlos Andrés Pérez reconoció a Eulogio Roberto y al ganar las elecciones en 1973 para suceder a Caldera, lo empleó en Miraflores como su ayudante. En el avión de Viasa que trasladaba al presidente Pérez de Suiza a Madrid- luego de asistir a la reunión cimera de la Internacional Socialista en 1976- se conocieron Roberto y Felipe. Pérez le dijo al presidente Adolfo Suárez que en el Coloso le traía un contrabando: Felipe González. Éste abandonó la nave por su puerta trasera y caminó por la pista con su chaqueta al hombro hacia las instalaciones de Barajas. En el avión permanecía el ‘’ hermano gemelo’’. González ocupaba la Secretaría General del Partido Socialista Obrero Español. Cuatro años más tarde se titularía presidente del gobierno español por dos mandatos consecutivos. Felipe mantenía contactos directos con Carlos Andrés, Gonzalo y Betancourt. Luego en Caracas, Pérez le comentó a Rodríguez- con el índice de su mano izquierda sobre la sien del mismo lado-  ´´Gonzalo Barrios es  un cráneo, hombre de mucho talento´´.

Roberto Eulogio nació el tres de octubre de 1941 en Icod de Los Vinos en Tenerife. Su padre Aniceto Manuel Rodríguez Díaz, del mismo lugar y su señora madre de catorce hijos, la pastoreña Bernarda Álvarez Rodríguez de Rodríguez, eran recordados por Rómulo Betancourt- cuyo padre nació en La Orotava, Santa Cruz de Tenerife.

EXILIO AZTECA

En el exilio azteca,  Barrios coloquiaba con Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Gustavo Machado, Eduardo Machado y Jóvito Villalba entre las víctimas de la persecución de la tiranía perezjimenista. Gallegos, con su historial literario a cuestas llegó a expresar- según hace constar el historiador norteamericano  Andrés Cervantes-  Gonzalo Barrios poseía la mente lúcida por excelencia entre los  venezolanos de su época, sin que el aludido pudiese requerir de ‘’ admiración excesiva’’ para ser tratado como ‘’ favorito’’ con ‘’ el sable desenvainado’’ que ofrece ‘’ plomo grueso’’ para ‘’ refundar la república’’, como lo intentaría sin éxito el hombre araña  en el llano.

A  mitad del decenio de los años cincuenta en plena dictadura, un grupo de dirigentes agrícolas de Venezuela se entrevistó en Ciudad México con varios exiliados, entre ellos Gonzalo Barrios, con plenos conocimientos sobre el programa agrícola iniciado en su tierra natal, especialmente sobre el Plan Arrocero que había tenido mayor respaldo oficial en el trienio 45-48 del siglo XX. Waldemar Cordero Vale de tendencia democristiana y sobrino de Pacífico Cordero de la dirigencia acciondemocratista -preso en la terrible cárcel de Guasina, supuestamente porque  él no era pacífico ni cordero durante La Resistencia- destacó en sus Memorias el siguiente relato:

-Para conocer experiencias en el extranjero y mejorar los planes agrícolas de Portuguesa, en 1954 resolvimos viajar a México, Cuba y Estados Unidos, Aníbal Montenegro, primer presidente que tuvo la Asociación Nacional de Cultivadores de Algodón-ANCA-, Concepción    Quijada, Rafael Montenegro, hermano de Aníbal, Argenis Vivas, René Sosa, Miguel Ávila, un productor de tabaco de Altagracia de Orituco y Waldemar Cordero. En México hicimos contacto con los exiliados políticos que tenía el gobierno de Pérez Jiménez. Entre esas personas estaba nuestro querido paisano acarigueño y especial amigo Gonzalo Barrios, dirigente del Partido Acción Democrática. También estaba en México Porfirio Gómez, un amigo nuestro de la escuela y compañero de la infancia, dirigente del Partido Comunista de Venezuela- a través de él conocimos a los hermanos Gustavo y Eduardo Machado-. En ese viaje a México tuvimos igualmente la oportunidad de encontrarnos con Andrés Eloy Blanco e Hildegard Pérez Segnini, este último casado con una mexicana hija del senador Luís Rodríguez- Embajador de México en Caracas- y Secretario del Presidente Lázaro Cárdenas.

Alfredo Sánchez Luna, cantante y compositor, conocido popularmente como Alfredo Sadel, se convirtió en el primer correo, intermediación para traer y llevar mensajes clandestinos de la dirigencia de Acción Democrática entre Ciudad México y Caracas durante los últimos años de la dictadura perezjimenista. Gonzalo Barrios ejercía el papel de proveedor y receptor de las cartas que trasladaba el artista venezolano  burlando a los espías de la Seguridad Nacional, policía represiva que dirigía Pedro Estrada con sus matones contratados en Ciudad México. Los esbirros, seguidores de los cantares de Sadel en México, Estados Unidos de Norteamérica y La Habana, jamás pensaron que el Tenor favorito de Venezuela que actuó en las películas El Ratón, al lado del campeón mundial de boxeo Raúl Macías; Tú y la mentira, con Miguel Aceves Mejía y Un venezolano En México- tuvo el atrevimiento de esquivar la censura dictatorial con la canción Escríbeme, letra del compositor encarcelado Guillermo Castillo Bustamante. Sadel podía salir y entrar sin provocar sospechas para que fuese objeto de requisitorias  en las terminales aéreas.

En uno de sus  viajes a México, Sadel le llevó a Gonzalo Barrios una copia de los versos que escribió el poeta guanareño José Joaquín Burgos- de militancia bolchevique- sobre la muerte de Andrés Eloy Blanco el 21 de mayo de 1955, entre los cuales logramos recopilar los siguientes: –Si le floreció el quebranto sobre esta angustia serena, a este dolor y a esta pena ¿ Quién le va a secar el llanto?-Pintor de negra pintura con blanca pena de negro, pintando el verso me alegro con ángel de tu dulzura, Andrés Eloy la donosura, Eloy del rumbo y del canto, blanco en la emoción del llanto se quedó  tu verso triste y el corazón que nos distes como capilla sin santo-.

De vuelta a la Patria- título prestado que tomamos del políglota poeta, máximo exponente nacional de la lírica José Antonio Pérez Bonalde- tuvimos el exquisito encuentro con Pancho Salazar- Francisco Salazar Martínez- durante sus últimos años de su existencia en la isla de Margarita para revisar en conversatorios, conferencias y homenajes, temas relacionados sobre su vida en México que le permitieron alternar con el médico mexicano Enrique González Martínez- el poeta del cisne- y Andrés Eloy Blanco en compañía de Gonzalo Barrios y de otras figuras de venezolanos en el exilio. Pancho Salazar- más joven que González Martínez, Andrés Eloy y Barrios- nos contaba en el Círculo Internacional de las Artes del Estado Nueva Esparta- CIANE- presidido por el pintor Jesús Morales Ruiz- una serie de episodios inéditos sobre el conocimiento del doctor Barrios acerca de las tendencias de los poetas a través de los siglos. Desde la vicepresidencia del CIANE

y en el Diario del Caribe donde trabajé como Director, nos entretuvimos con algunas vivencias del reencuentro azteca que el juglar de Aragua de Barcelona narraba en la isla de las perlas. Barrios declamaba el soneto que Andrés Eloy escribió en homenaje póstumo a González Martínez en 1952: – Se acaba el pan del alma, compañero- el pan mejor del mundo peregrino- me dicen los amigos del molino- que acaba de morir el molinero-. – Enrique el grande ha muerto- y el campesino que lo quiso llorar dijo al obrero- no hay que llorar la muerte de un viajero- hay que llorar la muerte de un camino-…

Presto se hallaba Gonzalo Barrios cuando recién se identificaba con la indignación que sentía un poeta de su contemporaneidad, el argentino Jorge Luis Borges al proclamar que ‘’ Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan la servidumbre, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable e el hecho de que fomentan la idiotez´´, para divulgar en el medio impreso que él mantuvo en México, La Carta al General Juan Vicente Gómez escrita por Pancho Salazar ‘’ dirigida en verdad al dictador de turno, tomando como referencia al dictador muerto, en analogía a su gusto por la sangre y la crueldad’’: – Escúchame. Te grito con el alma asomada a la garganta,- con la mano del pueblo enlazada a mi mano- formando un solo puño de rebelde armonía.- Hasta cuándo tus botas,- tus enlodadas botas de campesino- metido a comandante de moscas eruditas- que buscaban en César una justificación para tu ‘’ democracia’’,- habrán de continuar ensuciando las calles,- matando la ternura de sus gentes,- ahogando la alegría de los niños- cuando van a la escuela- y se hallan en la esquina al policía- mandando a circular para que no le estorben el tránsito a las balas.- Hasta cuándo tus dichos y refranes- estarán en las bocas de los que han uniformado las palabras- y puéstoles fusiles como acentos;- Yo te pregunto y quiero me respondas:- cuándo te dispones a morir definitivamente-.

Gonzalo Barrios estaba al tanto de los giros  de Pancho Salazar en su ‘’ Antología Poética’’ que en octubre del 2010 nos obsequió con esta dedicatoria: –Para Coromoto Álvarez, con el más alto aprecio de su amigo y colega- que deslizó con su firma inconfundible.

-En 1949-50 vivía yo mi exilio mexicano, a raíz de la caída del gobierno democrático de Rómulo Gallegos, nuestro gran novelista y firme exponente de las letras universales que se expresan en lengua castellana- comentaba Salazar Martínez, quien también actuaba en el ring como boxeador peso mosca.

-Mientras dialogaba con Gonzalo Barrios observaba: — Mi vocación poética andaba por esos días sobre territorios de búsqueda que me permitieran aportar algo a la poesía que estaba escribiendo en nuestro país. Fue después de un diálogo orientador con el notable poeta Nicolás Guillén, de paso por el país azteca y con quien trabado entrañablemente amistad en Cuba, cuando surgió en mi la decisión de cambiarle el clima rural a la décima que hasta ese tiempo se escribía en Venezuela.

–¿ Por qué no haces algo experimental con la décima, me dijo Nicolás, y no lo pensé dos veces. De un solo tirón escribí en dos días con sus noches las veinticuatro décimas que más tarde iban a integrar ‘’ La Guitarra Ministra’’, plaquette publicada en 1954, con ilustraciones del maravilloso Carlos Cruz Diez. El español Vicente Aleixandre, amigo de Gonzalo Barrios, al referirse a las décimas de Pancho Salazar- donde el canto hondo queda resonando- elogió esta estrofa: –Morir, si pero despierto,- el alma abierta en la brisa- y en los labios la sonrisa- del que viviendo está muerto-.

-Las tertulias del doctor Barrios en las peñas literarias y políticas estuvieron teñidas de los más variados colores en la nación mexicana. Con la seriedad que caracterizaba a sus compañeros—dada la reciedumbre de un hombre de carácter con el estilo de Rómulo Gallegos- no escapaba sin embargo la vena humorística de Andrés Eloy Blanco y las ocurrencias del hijo ilustre de Acarigua. La estatura de Braulio Jatar Dotti con la diminuta figura de Andrés Eloy, era un contraste que se elevaba sin ascensor para que el poeta cumanés le sacara provecho. De pronto en un paltó del doctor Barrios aparecía un pedazo de pan que algún amigo le había colocado para reírse después, tal cual ocurría entre los chiquillos de la escuela primaria, según nos confesara Alexis Gallegos, hijo del Presidente Gallegos.

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LA OTRA CAÍDA

En la madrugada del veintitrés de enero de mil novecientos cincuenta y ocho, a raíz de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez reemplazado por una Junta Militar presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto, el doctor Jaime Lusinchi, quien prestaba servicios en el departamento de Pediatría en un hospital de Nueva York, al tocar la puerta de la habitación de un hotel donde dormía el doctor Barrios, para informarle sobre la huida del tirano  a República Dominicana  donde reinaba a sus anchas y sembraba el terror el ‘’César’’ del Caribe Rafael Chapita Trujillo- cabeza de lista de los sátrapas de la región- el que pudo haber sido presidente y no fue, aún soñoliento, deslizó con cachondeo la sorpresiva interrogante: -¿ A quién se le ocurre dar un golpe de Estado a esta hora? pues Barrios sabía que ‘’ las llaves las tenía Elena’’.

Barrios, Betancourt y Lusinchi, luego de la jornada intensiva de alta política, a corta distancia de la Estatua de la Libertad donada por Francia a los Estados Unidos de Norteamérica, preparaban sus maletas para regresar a Caracas con el fin de restablecer por consenso las bases de la verdadera democracia liberal que apesta a los tiranos.

Gonzalo Barrios en Venezuela admitiría en otro auditorio con sus colegas abogados -entre quienes se hallaban David Morales Belloa  y Dimas Salcedo Nadal: ‘’ la Justicia en Venezuela no es confiable’’. Los reporteros querían   ampliar la declaración del entrevistado sobre esa pata coja de la mesa, pero éste, perspicaz y lacónico repetía, obviando la verborragia: — La Justicia no es confiable en Venezuela- sin chance para que tartamudearan los exigentes jurisconsultos  experimentados.

Al referirse a uno de los disidentes de Acción Democrática, Gumersindo Rodríguez, dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Barrios dijo que esa ala padecía de ‘’ marxismo-leninismo-gumersindismo’’.

Luego del desprendimiento del Movimiento Electoral del Pueblo comandado por su compadre Luís Beltrán Prieto Figueroa, identificado como un agnóstico, Barrios fue el candidato del partido blanco en los comicios presidenciales de mil novecientos sesenta y ocho que perdió por unos treinta mil sufragios ante el doctor Rafael Caldera, secuela de unos ‘’barbarazos’’ en Santa Bárbara del Zulia y Santa Bárbara de Barinas, conteo final que  compartieron el ex presidente Rómulo Betancourt y el entonces Jefe de Estado Raúl Leoni, hecho muy respetable que permitiría la primera alternancia en el poder durante el período democrático comprendido entre mil novecientos cincuenta y ocho y mil novecientos noventa y ocho, paréntesis  de  beligerancia y consolidación de la democracia que cabalgaba en silla y en pelo sobre el corcel de nuestra vida republicana.

PARTE DE SU HOJA DE VIDA

Para describir algunos aspectos sobre la hoja de vida de este héroe civil, resaltamos la mamadera de gallo de algún coterráneo que atribuía la existencia de la BBC de Acarigua- no con una casa comercial cualquiera que se dedicara  a las Bodas, Bautizos y Comuniones- sino con la British Broardcasting Corporation- la BBC de Londres- de amplísima trayectoria en la radio y televisión británicas- pues las familias Barrios, Bustillos y Casal, salvo algunas excepciones, no tuvieron como norte la práctica de la endogamia para preservar el linaje de una casta con pretensiones de homogeneidad – con el riesgo severo del deterioro genético- ni tampoco tuvo la ‘’ BBC de Acarigua´´ el propósito de la ‘’raza única’’ y del ‘’ pensamiento único’’, tal cual lo ensayó Adolfo Hitler en la Alemania nazi.   Gonzalo Barrios nació en Acarigua el diez de enero de mil novecientos dos y falleció en Caracas el treinta de mayo de mil novecientos noventa y tres. Para esa fecha el teniente coronel Hugo Chávez Frías   pagaba condena por el golpe de Estado fallido contra el presidente Carlos Andrés Pérez el cuatro de febrero de mil novecientos  noventa y dos.

En el transcurso de su último cuarto de siglo, cada sábado en la residencia de su hermana en la Urbanización Las Mercedes de la capital- en vista de que el domingo había más tiempo para ojear los diarios- el doctor Barrios era acechado  por  periodistas de las fuentes políticas,  reporteros de fronteras ideológicas, tales como: Leopoldo Linares, César Messori, Olmedo Lugo, Luis Lyon Pérez- acucioso  reportero del tabloide Ultimas Noticias que podría esconderse debajo de un escritorio para escarbar la información según el doctor Barrios-  Gustavo Herrera, Guillermo Pantin y Carlos Villegas que se destacaban, sin atisbos derechistas, dada su experiencia,  en representación de los principales medios de comunicación. El anfitrión, atendido por su secretaria, Dora Fernández- primera hermana de Doña Menca Fernández de Leoni, esposa del Presidente Leoni- brindaba con el Vermut Carpano Antica  Punt e mes, formula especial que el destilador italiano Antonio Benedetto Carpano inventó en 1786 al mezclar vino blanco moscatel de Piamonte y una fusión de una treintena de hierbas y especies para darle el mejor  buqué – antes de  la hora de almuerzo y de la interpelación. Con sus declaraciones, a instancias de los reporteros de fina puntería, abría una cátedra que aceptaba la contraparte bajo la lupa de cualquier inquisidor sesgado por el revanchismo del parcelero egoísta que nunca falta en la Viña del Señor  . El biborlado- periodista y abogado de Carache, Estado Trujillo, Olmedo Lugo, sobreviviente en agosto del 2018  del destacado grupo sabatino  de reporteros- esboza un párrafo de fidelidad testimonial: ‘’ El doctor Gonzalo Barrios con don de gente fue un hombre noble, generoso y fuera de serie. Se mostraba siempre dispuesto para atender la emergencia de algún enfermo’’, la otra cara oculta de la personalidad del político con sensibilidad social. Entre sus amigos más cercanos –escuchaban sus clases Marco Tulio Bruni Celli y José Ángel Ciliberto. Barrios afirmaba  Jorge Gómez Mantellini era ‘’ insustituible’’, palabra que de manera similar había acuñado su paisano José Antonio Páez para distinguir al periodista cumanés Pedro José Rojas, su ‘’ Sustituto’’, dirigente conservador que suscribió el Tratado de Coche ante el futuro mandamás Antonio Guzmán Blanco al término de la Guerra Federal. Y sin escupir hacia  arriba  en presencia de sus compañeros de partido, el doctor Barrios se atrevió a expresar que al presidente Carlos Andrés  Pérez le faltaba ‘’ una dosis de ignorancia’’.

Sin alardes de egocentrismo, de acuerdo con su testamento, los despojos mortales de Gonzalo Barrios fueron enterrados ‘’ en más allá de más nunca’’, sin aspavientos patrioteros en una fosa del campo santo de Acarigua.

Entre el ruido jaquetón  de  los bárbaros con sus bayonetas  listas para disparar a matar y la mudez  de los oprimidos, en su empeño por combatir la ignorancia de los pueblos, transcurrían los años con marchas y contramarchas de este navegante temerario en la ruta de los corsarios.

Había comenzado a leer desde temprana edad los quince tomos sobre Historia de Venezuela de Francisco González Guinand; con preeminencia la documentación  de los abogados   independentistas Cristóbal Mendoza y Juan Germán Roscio y las reflexiones de Tomás Lander en relación con el Feudalismo Militar instaurado por la alborada de la Gesta Emancipadora- para luego incorporarse a las luchas contra las desigualdades con  asistencia de Musiú Carmelo,  consejero italiano que trabajaba en un taller de Acarigua y disertaba sobre temas sociales, económicos y políticos con el brebaje que había adquirido como soldado en los desastres de la Primera Guerra Mundial.

EL PRIMER SABIO Y POETA

El cuatro de abril de 1975, en la conmemoración del primer centenario de la constitución del Distrito Páez del estado Portuguesa como municipalidad autónoma, el doctor Gonzalo Barrios pronunció el siguiente discurso:

-No poseo los dones que distinguen a los historiadores y a los cronistas. Por eso vacilé para ocupar esta tribuna en la conmemoración de un acontecimiento histórico. Pero como el acontecimiento concierne específicamente al lugar donde nací y acaeció hace  apenas un siglo, me decidí pensando que el sentimiento y la natural facilidad de la información en torno al suceso, me ayudarían a comentarlo con aceptable suficiencia. Además- importante o no- el hecho fue cosa de política, y yo soy un político, dicho sea aun a sabiendas de que semejante profesión nunca fue aquí en Acarigua de las que acarrean buena fama.

-No es por cierto de las mejores la del General Antonio Guzmán Blanco, que desempeñó la Presidencia de la República en diferentes oportunidades, ni la de los políticos que coreaban su reiterada megalomanía. Pero era tan pobre la Venezuela anterior al petróleo, que nos sentimos cohibidos para pedirles cuentas a sus hombres públicos. Aún más a favor de ese relativismo tolerante que es fruto del tiempo y de la experiencia, muchos hoy prefieren destacar que el ´´ Ilustre Americano’’ llenó la segunda mitad de nuestro siglo XIX con un brillo peculiar y que emprendió una atrevida obra de progreso, sin descuidar- por supuesto- sus intereses particulares cuando actuaba en representación de los colectivos. Recordémoslo, pues, con indulgencia, porque bajo uno de sus mandatos y seguramente con su aprobación de jerarca supremo y omnímodo, la Legislatura del Estado sancionó la Ley que concede a Acarigua el rango de Municipalidad autónoma. Con júbilo exaltado y recomendaciones de gratitud al ‘’ Gran Ciudadano’’, así lo comunica a sus habitantes la llamada Legislatura Municipal del Departamento en manifiesto fechada el 13 de febrero de 1875, firmado por Nicomedes Suárez, Ramón Ávila, Emilio Ponte, Adolfo Ramos y José F. Unda, este último  como Secretario.

–¿ Existe razón para tanto júbilo y tanto agradecimiento? Bien conocemos el estilo ditirámbico que priva en los períodos de autocracia. Sin embargo, esa vez la exaltación pudo ser genuina. Una respuesta cabal nos llegaría a indagar en los orígenes mismos  de la institución municipal, que en Occidente remontan a Roma y aún a Grecia; a investigar los gloriosos avatares que ella sufrió en la España que fue nuestra metrópoli; a estudiar los albures de su traslado y adaptación a la América en proceso de colonización, y a detenernos en las vicisitudes de su marcha a través de la etapa independiente y republicana de los países latinoamericanos y en especial Venezuela. Todo ello para desentrañar el complejo de motivos en virtud de los cuales las comunidades en vías de crecimiento se ven aguijoneadas por el impulso de consagrar con la conquista de la autonomía su ascenso demográfico o económico. Lo cierto es que en tales movimientos- frecuentes aun en la Venezuela actual que suponemos ya más establemente conformada- no sólo interviene el señuelo de recaudar rentas propias, sino que en ellos alienta, sincero y a veces primitivo, un patriotismo local que,  como todos los patriotismos, respira orgullo y ansiedad de prestigio. Tal ha debido ser en 1875 el estado de ánimo de los habitantes de Acarigua, población que- según reza un documento de la época- aunque de teja y palma es hermosa y posee un regular número de establecimientos mercantiles, de artes e industrias, con un templo de tejas con paredes de adobes y mampostería, en fábrica aun su torre, decente pero escasamente pavimentada…

–Si en algunos casos- del pasado y del presente- pudiera calificarse de exagerada la ambición municipalista de poblados venezolanos más necesitados de socorro que de autonomía, nadie de buena fe se atrevería a negar el éxito excelente del experimento acarigueño. Hermano de Araure por la proximidad y también por las querellas;  hijo de Guanare por las fundamentales migraciones que de allá recibió en los crueles días de la Guerra Federal; testigo conmovido de la decadencia de Ospino; compañero de Turén y de Píritu en la vinculación con la tierra que alimenta, este pueblo no ha retrocedido ni se ha estancado en el camino de su desarrollo, hasta el punto de que sus naturales, al igual que los forasteros o los extranjeros que vienen a habitarlo, se sienten naturalmente poseídos de un optimismo emprendedor como si estuviera escrito que sus esfuerzos serían siempre recompensados.

–Hay hechos tan constantes en la suerte de Acarigua que podrían inducirnos a atribuir a esta población un cierto espíritu colectivo que la distinguiría de otras comunidades de la misma región o de iguales condiciones ambientales. Pero el espíritu colectivo es un concepto pretencioso que ha dado origen a debates entre grandes filósofos- los que lo afirman contra los que lo niegan- en relación con naciones de las que dominan al mundo por su fuerza o por su cultura. No viene ahora a cuento tanta profundidad ni tanta altura y no tenemos para qué detenernos en ese arbitrario misticismo, como se expresa del concepto uno de los filósofos contendientes. Conformémonos con aventurar la observación  de que Acarigua ha sido desde sus comienzos un núcleo de crecimiento sostenido, aunque, desde luego, dentro de los límites impuestos por el atraso y la escasez proverbiales de nuestro país, que apenas en los últimos años, hemos    dejado de mirar como fatales e ineludibles.

–El recorrido que en el campo del desarrollo local podemos fácilmente verificar es todavía modesto en términos absolutos, pero de ninguna manera insignificante. Prescindiendo de otros aspectos quizás más visibles pero menos sustanciales, es impresionante la distancia que media entre los viejos informes sobre producción de frutos menores y las estadísticas que hoy condicionan y determinan el mercado nacional en renglones tan básicos como el maíz, el ajonjolí, el arroz o el algodón. Y si pasamos a los pobladores- protagonistas indiscutibles de la afortunada evolución- de los dos mil ciento treinta y cinco habitantes  que para toda la entidad que hoy denominamos Distrito Páez arrojó el censo de 1875, ya el de 1950 dio dieciséis mil ciento veinte y seis habitantes al solo casco de Acarigua. Hoy se acerca a cien mil la cifra de los recientemente censados, si bien esta cifra incluye- de esto volveremos hablar en consideración de otras implicaciones- la parte que técnicamente corresponde a la jurisdicción de Araure.

–Semejante proceso- que en determinados momentos ha acelerado su ritmo- se presenta sin embargo como una marcha continua y regular, impulsada por hombres de los que en lenguaje moderno se denominan líderes de la comunidad.

–Mencionaré a Benjamín Barrios y Roque Bustillos, sin omitir voluntariamente otros nombres, sino porque el vínculo familiar me los impone a la memoria. Sus iniciativas eran prolongación de las de predecesores, como el doctor José Ignacio Ponte, que en 1885 trajo a Acarigua la primera imprenta donde se imprimió el primer periódico local, así como las de quienes patrocinaron colegios privados o introdujeron adelantos agrícolas o nuevas artesanías. Después han sido impetuosos abanderados de la misma causa los agrónomos del plan arrocero y los audaces empresarios del campo, nativos o venidos de todas las regiones de Venezuela y que, junto con esforzados extranjeros de diversas nacionalidades, han transformado a Portuguesa en escenario casi excepcional de una próspera explotación de la tierra y han permitido a Acarigua- polo de la región- ufanarse con el título de capital agrícola de Venezuela. Agreguemos que el sistema democrático ha incidido felizmente en ese proceso, ofreciéndole foro libre para sus planteamientos y afianzándolo con las realizaciones de la Reforma Agraria, que en esta región incorpora al campesino sin oponerlo a la empresa privada. Los avances de orden social en la tenencia de la tierra no han provocado aquí conflictos violentos con latifundistas empedernidos, que no existen por estos lados. Si han ocurrido algunos roces, ellos son propios de la naturaleza misma de la obra en ejecución. Porque aunque Murillo los pintó en afanes de cocina y otros artistas los han representado conduciendo bueyes o levantando muros, los ángeles no son especialmente aptos para el empeño que exige este ardoroso frente de la producción nacional de alimentos y materias primas y esta frontera que avanza sobre extensiones poco menos que inexploradas.

–Acarigua nació con la necesidad de ganarse el sustento sin esperarlo de los gobiernos. En la austeridad y desamparo de sus orígenes se encuentra posiblemente la raíz de su relativa prosperidad, así como la explicación de su tendencia a la reserva y la desconfianza frente a las actividades de la política. Sin ser morada de caudillos feudales ni centro de conspiraciones. Acarigua no fue jamás colaboracionista con los despotismo del pasado. Pagaba en silencio las exacciones, y no suscribía telegramas congratulatorios.

–Como represalia o advertencia contra esos asomos de dignidad, un golpe inesperado vino un buen día a sumir este pueblo en la mayor consternación. Apenas había pasado la Semana Santa de aquel año cuando varios padres de familia- con preferencia los que entonces asistían a los sagrados oficios del Jueves trajeados de paltó-levita- fueron conducidos violentamente a la Cárcel de Guanare en una primera etapa, se comentaba, del temido viaje de los presos políticos al Castillo de Puerto Cabello. El viaje se interrumpió felizmente en Guanare por decisión del mismo presidente regional que lo había iniciado y los presos- entre ellos mi padre-regresaron a sus hogares, aunque con el encargo de mostrarse más amistosos hacia el ´´ Benemérito General Juan Vicente Gómez’’. Antes del desenlace mi hermano Luís, que me llevaba un año de edad y tenía esas intuiciones, estuvo a punto de convencerme de que el infortunio se debía a un supuesto acuerdo entre el paltó-levita y la revolución, cuyo inminente estallido a  menudo se anunciaba. La suposición era calumniosa para el paltó-levita, que tantas demostraciones de lealtad a la ‘’ Causa de Diciembre’’ daba en las ceremonias del Soberano Congreso. Pero eso sucedía en Caracas, y así es justo reconocer que bien podía prestarse a sospecha de todo género la exhibición de la informal indumentaria en una comunidad tan rústica y tan apartada de los ejemplos capitalinos.

–Con el advenimiento de las libertades públicas, Acarigua inauguró su particular movimiento de incorporación a la vida política del país. En las elecciones que primero se celebraron, circunscritas a concejales y con votación en exceso restringida, éste era uno de los pocos lugares donde se daban sorpresas a la maquinaria oficial. Alcanzado el sufragio pleno, con entusiasmo cívico lo disfrutaron los vecinos. La última dictadura los encontró tan afectos al sistema de vida contrario a sus propósitos, que no fueron pocas las víctimas que aquí se contaron de sus prisiones y sus torturas. Y ha sido esa la corriente que ha arrastrado a varios hijos de este pueblo hasta el mar de la política activa dentro de un orden democrático. En cuanto a la fama que antes hablé podemos estimar que ya no existe o que se ha debilitado mucho el prejuicio desfavorable. Porque además de la complejidad creciente de los intereses, que obliga a pisar todos los terrenos, un hecho cierto ha operado en pro de la rectificación. El hecho es que ninguno de los dirigentes nacionales de cualquiera de los partidos políticos, que sea oriundo de Acarigua, ha comprometido por sus actuaciones el prestigio moral del sistema democrático. Algún mérito hay en ello, puesto que no de todos los otros podríamos decir lo mismo. Y que la modestia y el buen gusto no se resientan si no me he excluido de la alabanza.

–He pretendido destacar rasgos que son o han sido propios de la vida de Acarigua, ya sea los que cualquier observador pueda o pudo apreciar o de los que la memoria con nostalgia evoca o reconstruye. Pero no he hablado de su característica más notable, que es de otra naturaleza y que además no es sólo suya sino que comparte con Araure. Me refiero a la confusión, más que contigüidad, de ambas poblaciones, situación tal vez única en el país y dentro de la cual pugnan la anacrónica voluntad de diferenciación y la fuerza de una realidad que tiende a la integración sin diferencias.

–Es un hecho que Acarigua y Araure forman, físicamente, un solo conglomerado urbano. Con el crecimiento se han entremezclado sus vecindarios hasta el punto de que los forasteros y aún algunos nativos no sabrían precisar siempre en cuál de las dos jurisdicciones se encuentran. No obstante se mantienen dos administraciones separadas, con sus respectivos Consejos, sus Jefes Civiles, sus autoridades de policía, sus Tribunales y todo un tren de dependencias subalternas que, sin utilidad, aumentan los gastos públicos y no ayudan a los negocios privados. Por otra parte, aunque los habitantes son una sola familia, la dualidad política y administrativa los desfavorece en el ejercicio de la planificación nacional, que no en todo momento llega a estar en guardia contra las peculiaridades locales que perturban sus cálculos y sus proyectos. Sería por consiguiente un buen negocio, tanto para Araure como para Acarigua, la fusión en una sola ciudad con la organización regular de las ciudades venezolanas de igual importancia.

–¿ Por qué no se ha dado ese paso, que la mayoría de una y otra parte desean seguramente y cuya tardanza desconcierta a los extraños? Se atribuye de ordinario al vecino la más fuerte resistencia contra el propósito. Sin embargo, conviene consultar determinados antecedentes.

— En los archivos del Congreso de la República he tenido oportunidad de ver documentos demostrativos de Que Araure ha tomado iniciativas para la integración hasta ahora frustrada y que si la idea ha tenido opositores no han faltado entre ellos coterráneos nuestros.

–Según los viejos papeles, en 1832 los de Araure solicitaron que su villa y la parroquia de Acarigua se fusionaran en una ciudad que se denominaría Unión. Los acarigueños- dicen los papeles- no vieron entonces la iniciativa con simpatía, pero la respaldaron en 1834 cuando el gobierno de la provincia de Barinas y la Diputación Provincial sancionaron la solicitud. Esta sanción fue objetada por el Ejecutivo Nacional por razones de competencia, pero el propósito quedó en cierta forma consumado porque la aspiración de ambas comunidades se veía respaldada por la mencionada Diputación Provincial con argumentos esclarecedores. En su informe en pro de Ciudad Unión, asentada al organismo legislativo que la distancia entre Acarigua y Araure es de apenas unas cuadras, de modo que siempre han asistido los jóvenes de ambas parroquias a una sola escuela, y antes de ahora una misma carnicería suministraba la carne a todos los vecinos.

-No alcanzaría sin embargo mucha consistencia la discutida Ciudad Unión porque el doce de febrero de 1838 el Concejo Municipal de Araure, cabecera del Cantón, decide solicitar del Ejecutivo Nacional que someta al Congreso la decisión de que Acarigua y Araure se fundan en una ciudad con el nombre de Páez, y manifestaban que habían suscrito dicha petición reflexionando a la vez que varias naciones, tanto en la antigüedad como en los tiempos presentes, han dado a los pueblos los nombres de sus ilustres defensores.

— El anhelo, en principio satisfecho y en la práctica irrealizado, continuó latente, y en 1851 alcanzó sanción definitiva desde el punto de vista de nuestro Derecho Público. En efecto, con fecha veintiséis de marzo de 1851, el Senado y la Cámara de Representantes de Venezuela, a solicitud del Concejo Municipal de Araure, decretaron la integración, de las dos poblaciones. El Decreto, con ejecútese del Presidente José Gregorio Monagas, fechado el veintisiete, aparece en el Libro de Leyes Autógrafas de Venezuela, período 1851-1855, con sus firmas originales.

— Pero la suerte siguió siendo adversa para la efectividad del proyecto legalmente sancionado. En los Apuntes Estadísticos del Estado Portuguesa, publicación ordenada por el Presidente General Guzmán Blanco en 1876, aparece al respecto el siguiente comentario:

-Araure, que desde esa época célebre ya expresada ha venido ofreciendo a su patria los más cruentos sacrificios, guiada del laudable propósito del engrandecimiento y futuro bienestar así de su población como de la de Acarigua, que por su corta distancia debiera a mucho tiempo haber constituido una sola, solicitó del Soberano Congreso de la Nación por conducto de su ilustre Concejo Municipal, le elevase, como en efecto sucedió en veintisiete de marzo de 1851, al rango de ciudad, compuesta de las parroquias de Araure y Acarigua con la denominación de ‘’ Ciudad Araure’’; acordándole con tal fin un privilegio por seis años que prorrogó en el de 1854. Lo deficiente empero de las disposiciones consignadas en el Decreto Legislativo de aquella fecha, dejó ilusorias las altas miras que ocuparan al Congreso y a los dos vecindarios enunciados, pues apenas se construyeron en el trayecto que los separa una casa de tejas y seis u ocho de palmas durante el lapso del privilegio y su prórroga. A pesar de lo expuesto, y alentado el vecindario de Araure con la esperanza de ver realizado tan recomendable pensamiento, pidió al Congreso de la República y le fue acordada en 1864, la suma de cuatro mil venezolanos para la construcción de una cárcel y casa municipal en el centro de dicho trayecto; proponiéndose además continuar cuantas medidas estuviesen a su alcance para darle más ensanche a aquellos edificios y para la construcción de un templo, que a vuelta de pocos años sirviera de iglesia matriz; todo con el fin de atraer a este punto a uno y otro vecindario y de que dicho centro fuese también el del gobierno del Departamento. Pero las conmociones políticas por una parte, y por la otra, rivalidades inexplicables entre estos dos pueblos, han frustrado dichos proyectos.

–Hasta aquí llega la cita del documento guzmancista. ¿ Habrán llegado hasta ahora las rivalidades inexplicables entre los dos pueblos?

— No obstante los antecedentes que he invocado y las opiniones que he emitido en torno a este problema de tanta significación en escala regional y no desdeñable en la organización político-administrativa de la Nación, me interesa dejar constancia de que no vengo a plantear la reanudación de las viejas andanzas integracionistas. A nuevos tiempos, nuevos modos de pensar y nuevos modos de crear. Así estoy aludiendo a los planes que están en marcha para la transformación del régimen municipal de la República a fin de que se ajuste a las condiciones del momento, se despoje de los vicios que ha venido acumulando y se modernice en provecho de las perspectivas que actualmente se abren al progreso general del país. Se encuentra introducido en la Cámara de Diputados y va a ser discutido y aprobado seguramente en las presentes sesiones un Proyecto de Ley Orgánica del Régimen Municipal que promoverá seriamente la radical renovación del sistema.

-Establecerá esa ley una distinta concepción del Municipio como unidad política, primaria y autónoma en sustitución de la figura del Distrito y abrirá la posibilidad de acoger diferentes regímenes para la organización, gobierno y administración del municipio. El número de concejales variará de acuerdo con la población y su elección se hará separadamente de las del Presidente de la República, Congreso y Legislatura, y para períodos más cortos. Reglamentará también los emolumentos de los Concejales y hará más efectiva la extensión de las funciones de control a las administraciones municipales. Contemplará esa ley, en fin, en la red de su articulado, múltiples hechos y circunstancias que han venido pesando contra la reputación de los Concejos Municipales de la República y han venido constituyendo uno de los puntos débiles de la democracia nacional.

-En particular me interesa anunciar aquí ahora la figura de los Distritos Metropolitanos, creación del proyecto en vías de discusión, acerca de la cual se dice en su exposición de motivos:

–El crecimiento vertiginoso con tendencia a la integración física de muchos municipios plantea en nuestro país y en otros países la necesidad de lograr para esos municipios cuyo desarrollo los han convertido en una unidad territorial, económica y demográfica, una forma especial de gobierno y administración que garantice la unificación de decisiones y alternativas, que resuelvan en forma común los problemas que afectan a esos núcleos integrados.

— En el articulado relativo a los Municipios Metropolitanos se define el ámbito de la nueva creación, se establece su competencia y se precisan las materias de administración conjunta. En cuanto a la autoridad central se prevé un Concejo formado por dos ediles de cada Municipio asociado y un presidente elegido directamente por el pueblo de las comunidades involucradas.

— Con esta avanzada institución- así como la ya conocida de las mancomunidades- podemos esperar que Venezuela resuelva problemas y conflictos de los que no ha escapado ni la propia capital de la República. Ojalá que la figura del Distrito Metropolitano- una vez que adquiera existencia legal- venga a realizar, así sea con limitaciones, las intenciones fallidas en 1832, en 1834, en 1838 y en 1851.

— Volviendo a los rasgos característicos, digamos que Acarigua conserva prendas raras en su patrimonio espiritual. Mirémosla un instante porque sin ellas quedaría incompleta su identificación. No es difícil imaginar que me estoy refiriendo a la memoria de José Antonio Páez y a la devoción de la Virgen de la Corteza.

-Páez, el héroe popular representativo de Venezuela, cuyas hazañas dan el color más vivo al tapiz de nuestros relatos guerreros y guerrilleros, es el santo profano del trece de junio, la entrañable festividad de los acarigueños. Complace y satisface constatar la permanencia de un culto que, en sus manifestaciones de carácter predominantemente popular y festivo, ha conservado un sabor lugareño de la más pura espontaneidad. Al visitar recientemente el pequeño museo establecido en el propio aledaño de Curpa, me conmovió descubrir, entre los objetos allí reunidos, un envejecido trozo de madera presentado como parte de una puerta de la modesta vivienda donde vio la luz el gran venezolano. Donó la reliquia Francisco Cortéz, a quien deseo exaltar aquí como el amante más ferviente de nuestro terruño. Yo no sé si su donación ostenta garantías de autenticidad. Pero yo se la reconozco plena e incontrovertible. He visitado países y en todas partes he aprendido que el patriotismo cultiva su propia realidad y le están permitidos los ardides que sin ofender a la verdad de fondo dan lustre a los títulos de su orgullo elemental e insobornable.

–No me fingiré creyente ni me proclamaré agnóstico para condenar el insensato atentado que privó a este pueblo de su joya insustituible, la imagen de la Virgen María pintada en la corteza de un árbol de esta tierra y de cuyos milagros atribuidos se hacía eco en 1790 el célebre viajero Depons. Gran favor recibió Acarigua cuando fue escogida para escenario de uno de esos episodios de la evangelización del indio- repetidos en diversas naciones de América- que la crítica histórica de índole científica enfoca como un recurso táctico del imperio colonizador, pero que las gentes sencillas siguen considerando como mensajes de las alturas. Testimonio de intervención divina o elaboración artística con fines político-religiosos. Nuestra Señora de la Corteza ha sido en Acarigua un resplandor que no estaba destinado a extinguirse. ¡ Que se mantenga la fe en su reaparición! Porque la fe obra prodigios según las Santas Escrituras. Y además- no lo repitan en voz alta- también está autorizada para auxiliarse con la astucia inocente en la conquista de sus objetivos.

–Una tribuna no es siempre una cátedra. Así, no pretenderé ahora enseñar a este ilustre Concejo la mejor manera de cumplir con sus obligaciones. Pero las que hoy recaen sobre las administraciones municipales ya no son tan sencillas ni se mantienen tan aisladas del resto del quehacer nacional como hace algunos años. En concordancia con las perspectivas generales de la nación sus funciones abarcan hoy un panorama de responsabilidades que tiende a ensancharse con el fomento de las técnicas, de los recursos y también de las necesidades. De ahí que la política municipal esté alcanzando los niveles de un tema digno de la más cuidadosa consideración.

–Existe un lógico paralelismo entre el programa de acción que atañe a las administraciones comunales y el que deben fijarse como meta los órganos superiores del Estado. En Venezuela, hace apenas unas décadas, éste se limitaba a atender- más o menos mal- a la instrucción pública, la policía, la recaudación de impuestos y unas relaciones internacionales de mera subsistencia. Hoy es el primer empleador y el mayor consumidor. Controla la vida económica y, dentro de este cuadro, decide las inversiones, determina los salarios, señala los precios de los consumos y de los servicios, reparte subsidios y aparece como una providencia universal a los ojos de una población en marcha retrasada. Por lo demás, los altos precios del petróleo lo han puesto a manejar una colosal pero peligrosa fortuna y a imaginar una política internacional que nos procure la comprensión, por no decir el perdón, para nuestra gratuita opulencia fiscal. Todo esto, por supuesto, en adición a las responsabilidades tradicionales que persisten y se enfrentan cada día a renovadas exigencias. En síntesis,  el Estado-gendarme se ha transformado en el forzoso promotor de toda la actividad social, desde la producción de bienes materiales hasta la adquisición de una cultura propia, sólida y eficaz. Yo me limitaría a decirle a este ilustre Concejo Municipal y a todos los Concejos de Venezuela, que se miren en ese espejo, pero con perspicacia y buen sentido de las proporciones.

— Sin contradicción con el pensamiento anterior, me es grato reconocer que este Cuerpo ha demostrado consecuencia con el alto espíritu de su misión y que no es de los que están esperando la nueva Ley de Régimen Municipal para desterrar vicios y enmendar errores. Reciba por tanto la sincera expresión de mi respeto, así como la de mi agradecimiento por el honor que me ha dispensado. Y permítaseme poner fin, con una nota personal e íntima a esta disertación, ya menos breve de lo que es recomendable.

— Yo conocí a uno de los firmantes del Manifiesto que informó a los habitantes de Acarigua el otorgamiento de la autonomía municipal. Hablo de don Emilio Ponte. Lo recuerdo- barba blanca y cejas hirsutas de ogro bondadoso- por relación de familia, casado como estaba con doña Placida Unda, tía de mi madre. Pero lo recuerdo sobre todo porque frente a su casa- en plena Calle Real- se hallaba la muy pobre, techada de zinc, donde tenía instalado su taller de latonería el italiano Carmelo Marino- Musiú Carmelo- cuya elocuencia desconocida despertó mis primeras inquietudes intelectuales  y políticas.

— No consigo rememorar, ni con mediana precisión, el proceso en virtud del cual me veo, a la vuelta de la escuela probablemente, temeroso de la vigilancia de don Emilio que solía asomarse a su portón, sentado frente al banco o a la mesa sobre los cuales Carmelo Marino ejecutaba sus labores- candiles, regaderas y otros artefactos domésticos- mientras entonaba las parrafadas más propicias para inflamar la imaginación de un escolar que comenzaba a vislumbrar la epopeya de la historia y las aventuras de la geografía.

-Napoleón, Garibaldi, Cavour, Benito Juárez, Italia, Francia, México, son nombres de los que le oí, y tiranía, libertad, patria y revolución, palabras misteriosas de las que pronunciaba con un fuego en la mirada que después no he observado en otro mortal. Meditando más tarde, retrospectivamente, sobre su credo político y su filosofía moral, llegué a la conclusión de que fue un brote póstumo y apasionado de aquella sociedad secreta de los carbonarios, que luchó en Italia- contra el Papa que excomulgaba y el emperador de Austria que fusilaba- por la independencia y la unidad de la península bajo una monarquía constitucional.

–¿ Me recibía Carmelo Marino como un interlocutor o como discípulo? En cierta ocasión, con aire de maestro, me enseñó la resistencia contra el despotismo y la desconfianza hacia el clero romano, enemigo de las ambiciones populares. Pero una vez- con anticipaciones de geopolítica- me propuso de quien a quien- y yo acepté- una alianza entre Italia y Venezuela para batir a los anglosajones en Europa y en América. Como aliados de ellos partió sin embargo a luchar en la guerra de los catorce, y regresó desilusionado y enfermo, licenciado antes de la terminación del conflicto. Sin percatarse de la ironía de su caso, el viejo habitante de burgo llanero daba cuenta de un grave paludismo ‘’ pescado’’- según sus palabras- en un acantonamiento de la ribera del Adriático.

–¡ Carmelo Marino! Tú fuiste el primer sabio y poeta que yo conocí. Después he encontrado muchos otros que me hicieron dudar de tu ciencia y de tu fantasía. Pero no reniego de la huella de tu retórica, iluminada y profunda como la del inmortal Don Quijote de La Mancha.

-¡Carmelo Marino, amigo fiel, pide por Italia, por Venezuela, y por Acarigua, ahora que estás en el cielo, absuelto de tus ingenuas herejías carbonarias!

GUANAGUANARE

-Gonzalo Barrios admiraba la aportación cultural y política de los hijos de Guanaguanare. Aunque era difícil la comunicación terrestre entre Guanare y Acarigua- los puentes se caían sobre los ríos Portuguesa, Ospino, El Morador, Guache y Acarigua- los autobuses de Ramón Troconis se desplazaban hasta las orillas. Los pasajeros con sus mochilas pasaban en balsas. El joven Barrios mantenía contactos con Antonio Delgado Lozano- quien más tarde presidiría el primer grupo disidente de Acción Democrática con el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria- amistad que le permitiría dialogar durante el primer trimestre de 1960 para impedir la disidencia juvenil que abriría un hueco muy profundo en las filas de Acción Democrática en abril de ese mismo año con El Grito de Maracaibo. También conocía la poesía del médico y coleador de todos de tendencia socialcristiana, autor de Pasillaneando, José La Riva Contreras—fallecido en agosto del 2018- la obra del bardo y humorista de Guanarito Yorman Tovar; la creación poética de Rafael Vicnte Camacho y la trayectoria de Alexis Márquez Rodríguez, albacea de la creación del cubano Alejo Carpentier; los poemas y  relatos del abogado David Esteller Ortega, autor de Weekend en las guerrillas, hijo del legislador regional con el mismo nombre cuyo voto había sido decisivo para trasladar la capital del Estado Portuguesa de Acarigua a Guanare, capital espiritual del país, sede de la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela. Gonzalo Barrios contaba en Guanare con amigos y compañeros de su partido, entre ellos, el médico Asdrúbal Monsalve, ex Gobernador del Estado Portuguesa y el ex Secretario General de Gobierno, profesor Antonio Cañizalez.

ARAURE

-En LA ciudad histórica de Araure- donde Simón Bolívar oró en la iglesia antes de librar la Batalla de Araure con el Batallón Sin Nombre- Gonzalo Barrios mantenía relación directa con el profesor Ramón  Moreno Delgado, Secretario General de Acción Democrática, con el abogado y cantautor Joel Hernández Pérez, ex Secretario General de Gobierno y ex –Procurador regional- autor de El Viejo Soguero, de La Fundadora y de otras canciones donde rescata el folklore llanero colombo-venezolano- y del médico Felipito Díaz.

ENSEÑANZAS ACUMULADAS

-Insistimos en los apartes de esta narración para excusarnos por el tránsito y desliz de los párrafos dispersos, que, a groso modo, dejan entrever tópicos recogidos a la luz de los movimientos de un andariego que durante sus últimos cincuenta y cinco años de vida reporteril obtuvo al menudeo,  recuentos de algunos pasajes sobre lo que escribió y dijo el alumno más aventajado de Musiú Carmelo. Unas siete mil palabras habíamos escrito en este reportaje antes que el paisano, doctor Pablo Salcedo Nadal, nos obsequiara copia del discurso pronunciado por el doctor Barrios en el cabildo de su ciudad natal en 1975, durante el primer mandato del presidente Carlos Andrés  Pérez. La  disculpa lleva implícita como contrapartida, la satisfacción de no provocar colisiones por el contenido de nuestras afirmaciones- antesala de la clase magistral que dictó el entonces presidente del Congreso Nacional sobre el papel que deben desempeñar las municipalidades- según el fondo de su prédica filosófica. No quisiéramos desistir en lo que habíamos redactado. ¿ Saben por qué? Sin sucumbir ante las interpretaciones del intrépido historiador, sociólogo o crítico de los ciclos de la política, que no es nuestro caso,  sostenemos el criterio  de escribir algo, sin el afán de obedecer al determinismo geográfico para inclinar la balanza a favor del  trota mundo del siglo XX que nació en Acarigua. Lo que el doctor Barrios comentó en relación con su inscripción en la recluta de  Musiú Carmelo y más tarde sobre otras enseñanzas acumuladas, sintetiza el valor de una entrega a cielo abierto, la del político, del diáfano maestro, que no actuó para lucrarse con la audacia del entrometido que le roba el show al emperador o al gladiador del circo romano que a empujones entretiene a la plebe en su hora infausta. Sin parabienes de la casualidad, Gonzalo Barrios, por algo llamó la atención en su discurso de 1975 en Acarigua- sin predecir el futuro- de los hijos bastardos del megalómano  Antonio Guzmán Blanco y su coro. En esa tribuna hizo constar que su ciudad natal ‘’ no fue jamás colaboracionista con los despotismos del pasado’’ ni suscribía ‘’ telegramas congratulatorios’’ y que ‘’ ninguno de los dirigentes nacionales de cualquiera de los partidos políticos, que sea oriundo de Acarigua, ha comprometido por sus actuaciones el prestigio moral del sistema democrático’’. Barrios sirvió al país sin uniformarse, tal cual se lo impusieron al pobre viejo alienado, rodilla en tierra, que pasó a la reserva para defendernos de ‘’ las invasiones del imperialismo yanqui’’ en el siglo XXI, sin darse cuenta que su sempiterna figura de súbdito de las cúpulas militares, es la constante que lo arrastra como víctima de un jolgorio entre elites a partir de la entrega de Francisco de Miranda por Simón Bolívar al imperio español; de las sublevaciones de Santiago Mariño y Manuel Piar contra El Libertador; del desencuentro entre José Antonio Páez y Francisco de Paula Santander; de las rivalidades entre Caracas, Bogotá, La Paz y Quito que precipitaron el asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre y la renuncia de Bolívar a la presidencia de Colombia cuando los residentes de los antiguos departamentos gran colombianos se quejaban de las áreas de influencias del llamado ‘’ imperio de los generales venezolanos’’; de la ruptura de Páez con Bolívar y Santander que culminó con la fundación de la República de Venezuela; del reconcomio entre centristas y federalistas—excusas de poca monta- para la instauración del gendarme innecesario con la muerte sospechosa de Ezequiel Zamora a merced de una bala disparada desde las filas de su ejército; la traición de José Tadeo Monagas a Páez que se repetiría entre Juan Vicente Gómez y Cipriano Castro y en menor escala entre Isaías Medina Angarita y Eleazar López Contreras, capítulo que culminaría el 18 de octubre de 1945, cuyas huellas obtendrían otra resultante con la traición de Carlos Delgado Chalbaud que en boca de Gonzalo Barrios tuvo su resonancia con la caída del primer gobierno auténticamente democrático que presidió Rómulo Gallegos. Ese reservista, rodilla en tierra, con su lavado de cerebro, es quien ha pagado con su vida y obligado a desfilar a cambio de un vaso con agua sin pan en los precipicios de las asonadas  del siglo XX que—con los precedentes de Marcos Pérez Jiménez, Jesús María Castro León y Hugo Chávez- insistieron en arrasar con las banderas de la civilidad entre 1958 y 1998, para retrotraernos en el siglo XXI a la reinstalación de las autocracias del siglo XIX con el añadido de que en agosto del 2018, la destrucción de Venezuela causó los mayores estragos a la población por unas medidas perversas impuestas por un régimen en manos de las cúpulas militares del momento y de sus adláteres civiles de la complicidad que se identifican con el remoquete de ‘’ bolichicos’’ para enriquecerse ilícitamente- con el peor descaro- sin hacer caso a las denuncias en su contra, inclusive las que conciernen al narcotráfico- que prosperan en las instancias jurídicas y políticas de carácter internacional y nacional.

 CONTRA LOS TOTALITARISMOS

-Al estallar la segunda escalada bélica globalizada   en  mil novecientos treinta y nueve con el resurgimiento del nazismo y del fascismo, Gonzalo Barrios ya cantaba las cuarentas para distinguir con olfato caribeño el sello variopinto de los cabos que se ataban entre las huestes  totalitarias de las camisas negras en  Italia y Alemania con las chaquetas rojas de los comunistas rusos que al principio se mezclaban con los aliados, cuya identidad común tenía por fin ofrecer el paraíso terrenal a soldados y civiles de su selección, suerte de engaño perverso para conducirlos a la masacre, la esclavitud, el hambre y la miseria. Entre la tiranía de Adolfo Hitler y Benito Mussolini por un lado y de José Stalin por el otro, Gonzalo Barrios escogió el sendero de la militancia liberatoria  de la socialdemocracia, para romper definitivamente con los polos extremistas, compartiendo con Unamuno de que en la hora aciaga ‘’ Debemos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los descendientes de nuestro pasado´´. No pisó la trampa de alzapié del mal llamado ‘’ centralismo democrático’’ que impuso a rajatablas la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde el vértice de las pirámides de núcleos, células y asambleas dirigidas por cúpulas de la mandomanía signadas por la crueldad del estalinismo, a la par con la contraseña de un desequilibrado mental que proponía el despotismo milenario y discriminatorio de la raza única para  pasar por las armas al resto de la humanidad. Barrios y Rómulo Betancourt podían conversar con el líder comunista Gustavo Machado, de procedencia aristocrática- durante la segunda presidencia del jefe socialdemócrata- pero se distanciaban de Eduardo Machado, hermano de Gustavo, y de Salvador de La Plaza, firmes partidarios de la lucha armada promovida desde La Habana por Fidel Castro y de los trogloditas trasnochados que soñaban dentro y fuera de algunos partidos con el retorno del gendarme innecesario que aupaba Laureano Vallenilla Lanz entre aplausos de los sectores oligárquicos civiles y militares con los cánticos gregorianos de varios agentes clericales cuando aún la iglesia no había evolucionado frente a las desigualdades económicas y sociales del país, motivo por el cual el Presidente Betancourt en su segunda administración con respaldo del partido que encabezaba Gonzalo Barrios, propiciaban la apertura de seminarios para la formación de sacerdotes criollos para que no se repitiera las divisiones de la iglesia católica entre partidarios del imperio español y de la Independencia de América.

RUPTURA CON URUGUAY

El secuestro de Helena Quinteros en la Embajada de Venezuela en Montevideo, precipitó la  declaración del presidente del Congreso Nacional, Gonzalo Barrios, al anunciar la ‘’ inminente ruptura de relaciones’’ entre el gobierno de Carlos Andrés Pérez y el régimen de facto de Aparicio Méndez, antecesor del dictador Goyo Álvarez.

Mientras los militares mentían descaradamente al negar que la joven revolucionaria había sido secuestrada en territorio venezolano por colectivos que vestían de paisano y atropellaron a funcionarios de la sede diplomática, en ese trajín soltó Barrios su voz para no transigir en una época en la cual gobernaban los gorilas del sur. Por razones de alta política – Pérez solicitaba el establecimiento de ‘’ un nuevo orden económico internacional’’- visitaban Caracas el Mariscal Tito- líder yugoslavo  de los países no alineados;  el Sha de Irán Mohammad Reza Pahlavi; los reyes de España Juan Carlos y Doña Sofía y el tirano de Argentina, Jorge Videla- este último repudiado por la desaparición de ocho mil argentinos, entre ellos niños y ancianos-.

El doctor Barrios, proclive a la aplicación de la Doctrina-Betancourt- de no reconocimiento a los regímenes dictatoriales- fijó su respetable posición antes que el Ministro de Relaciones Exteriores Ramón Escovar Salom en nombre del Jefe de Estado decidiera el rompimiento de las relaciones diplomáticas con la dictadura uruguaya.

El 26 de junio de 1976, a los matones de uniforme: Eduardo Bronzzini, Eduardo Ferro, Victoriano Vásquez y Jorge Silveira se les escapó en la calle la maestra Helena Quinteros- pertenecía a la Federación Anarquista Uruguaya, Resistencia Obrero Estudiantil y al partido La Victoria del Pueblo-. La joven revolucionaria trepó una pared de la residencia de la Embajada de Venezuela. Cayó en el jardín. Los esbirros violaron el espacio diplomático. Golpearon al Secretario Frank Becerra en presencia del Embajador Julio Ramos y Baptista Olivares. El caso fue reportado a Caracas. Responsabilizaron a Ricardo Medina y José Sande Lima de la ejecución de Quintero el once de julio de ese año. Posteriormente, por la represiva ‘’ Operación Cóndor’’ fueron enjuiciados varios gendarmes innecesarios en Bolivia, Argentina, Chile, Perú y Uruguay. El canciller uruguayo Juan Carlos Blanco, por el crimen de Helena Quinteros, fue condenado a veinte años de prisión. El dictador Goyo Álvarez, miembro de una familia castrense- no se arrepintió de los asesinatos cometidos- tuvo que renunciar ante la presión internacional y sentenciado a pagar condena.

Tuvo lugar una transición cívico-militar al margen de Goyo Álvarez, quien transitaba por las calles con la seguridad de que no iría a prisión hasta que lo encerraron en una celda.

El periodista Julio María Sanguinetti, en nombre del Frente Amplio y Unión Cívica, triunfó en las elecciones de 1984. El gobierno de Jaime Lusinchi envió una delegación encabezada por el escritor y periodista Miguel Otero Silva a la asunción del Presidente Sanguinetti el uno de marzo de 1985. Los ex presidentes Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luís Herrera Campins asistieron a ese acto histórico. Lo primero que hizo Sanguinetti, al final de la dictadura de trece años, fue firmar el acta correspondiente a la reanudación de relaciones diplomáticas entre Uruguay y Venezuela.

Sanguinetti, Jefe de Estado por dos períodos, hoy desde su retiro político, escribe artículos en varias publicaciones de Uruguay, Argentina y España. En uno de esos medios estableció un parangón entre la rectoría de Juan Pablo II y el Papa Pancho de Argentina que tituló: ‘’ Entre el cielo y el barrio’’ en el que criticó ‘’ el populismo’’ del Santo Padre jesuita por su afinidad con Ernesto Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, mandatarios acusados de malversar fondos y cometer crímenes de lesa humanidad.

SABORES DE FLOR

Supo con exquisito paladar, excelente visión y un cerebro que respondía a las nobles exigencias, probar  las exquisiteces europeas y vernáculas a la hora de degustar para privilegiar con la champagne René Laluc, el Tartare de Boeuf- tártaro de vacuno con la tradición aliñada por el chef- acompañado de un vino tinto pinot noir de Boloña; un queso Comté con un vino Arbois de la zona de Jura y el Confit de Canard- pato confitado con salsa agridulce de naranja- y el maridaje del caldo   de un burdeos con acidez en L’ alsace  Champs Elysées,  en un restaurante ubicado cerca del hotel Plaza de París-en presencia de su primo el internacionalista socialcristiano Gonzalo García Bustillos y del periodista acciondemocratista Luís Esteban Rey- y también en un recorrido nocturno sobre el Sena. Saboreaba el champán Cristal Rosé de la Maison Louis Roederer con ‘’ ricas notas de nuez y miel’’ provenientes de las uvas de Chardonnay, Pinot Nour y Pinot Munier que deleitaba a Sir Winston Churchill y el vino del monje benedictino Dom Pierre Pérignon con ‘’ sabores de flor de naranja con miel, cítricos confitados y bollos de magdalena recién salidos del horno’’. En la tacita de oro del planeta, en el palacio del Louvre, apreciaba la genialidad de los artistas. Ningún parisino podía imaginarse que aquél venezolano que se extasiaba en la Rue de Rivoli de ver la escultura helénica de la Venus de Milo, La Gioconda o Mona Lisa de Leonardo Da Vinci , las antigüedades egipcias y los hallazgos y creaciones del guayanés Jesús Soto con sus movimientos en la corriente cinética, jamás olvidaría las huellas de otros pintores de su país de la categoría de Arturo Michelena, Cristóbal Rojas, Martín Tovar y Tovar, del catalán que se rindió ante los pies del Ávila Manuel Cabré, de la genialidad de Armando Reverón, de Ramón Vásquez Brito- el artista que se estrenó en la isla de Coche-, de sus compañeros de generación Francisco Narváez , Pascual Navarro, Mateo Manaure, Luis Alfredo López Méndez y del versátil Carlos Cruz Diez  . Tampoco apartaba de su menú  el consumo de un entreverado con viseras  de res y ñemas fritas sobre las topias y astas  de la cocina vernácula. Paralelamente enriquecía su conocimiento filosófico para distanciarse de  sectas y dogmas de clérigos y profanos para escoger, ojo e´garza – del arroz con mango de la Cortina de Hierro y del eje absolutista Berlín-Roma-Tokio-  el camino que él transitaría sin camuflajes al amparo de la autocrítica, con la pretensión de adaptarse a los nuevos tiempos sin conceder un ápice a los traficantes del engaño.

Tres años después que la tribu de los sesenta chácharos que cruzó la frontera de Colombia comandada por el cabito Cipriano Castro y el bagre Juan Vicente Gómez– la cual decretó el fin del liberalismo amarillo guzmancista– nacía Gonzalo Barrios. Comenzaría con uso de razón a constatar y condenar las raíces   del continuismo militarista en el poder, despotismo que levantaba el estandarte  de la frase bellaca y demagógica: ‘’ Nuevos hombres, nuevas ideas, nuevos procedimientos’’.

Benjamín Barrios y Paula Bustillos Unda fueron sus padres.

A sus seis años de edad aprendía las primeras letras. En esos instantes, el bagre con el mazo dando, usurpó la presidencia que ostentaba  su compadre el cabito, cuando éste en la víspera de su  eterno destierro tuvo que abandonar el país para que los médicos  de bata extranjera le trataran la enfermedad irremediable que padecía por el desgaste de  sus armas ocultas, oxidadas por su frecuente uso, cuando él  podía a duras penas y a cada rato, a merced de los síntomas de su añejo  priapismo, poner los cuernos  a Doña Zoila. Con el despertar de su adolescencia, Barrios se identificaba con la generación del dieciocho, menor que la de Rómulo Gallegos y mayor que la de Rómulo Betancourt.

Al cumplir veinte años estalló la Revolución Rusa con Vladimir Ilich Lenin en primer plano. El joven socarrón testigo del gran desfile, rápidamente se dio cuenta de la manipulación bolchevique que tergiversó el canto de las trabajadores de Boloña Bella Ciao- Adiós bella- por la canción: ‘’ Soy comunista toda la vida y comunista he de morir’’ y además con esta frase de Perogrullo: ‘’ Y   si me matan en el combate en el combate he de morir’’.

Barrios,  en su juventud, sin desplantes arrogantes colgados de la tentación del fanatismo, leía incansablemente la filosofía materialista de Karl Marx y Federico Engels, al filósofo francés Jacques Maritain, las encíclicas papales, a los griegos Aristóteles, Platón y Heráclito entre tantos pensadores que conquistaron con su cultura al imperio romano. De escritores y artistas contemporáneos y de otras épocas, trazaba con pinzas el espacio que determinaría su inclinación por los postulados del socialismo democrático, línea intermedia para rebatir ideas bullangeras  de procedencia radical que le hacían recordar los crímenes de la Inquisición, el holocausto nazi y los confinamientos y fusilados de Siberia y La Habana. A la indagatoria sobre la filosofía de la historia y la historia de la filosofía incluía textos de literatura, pintura, ciencia y tecnología, sin descuidar la política, la economía y el petróleo, con temas que incidirían en los programas de gobierno que Acción Democrática propondría para que la Venezuela empotrada por los regímenes despóticos de la bota militar dieran paso para que se vistiera de gala el sistema democrático.

PLURALIDAD DEMOCRATICA

A sus veintidós años en 1920, veintiún años antes de la fundación de AD en 1941, ampliando las lecciones preliminares de Musiú Carmelo, Gonzalo Barrios se había enterado de la división del movimiento obrero europeo que separaba  a los seguidores del socialismo democrático de los bolcheviques, con figuras prodigiosas, entre ellas la polaca de origen judío que más tarde lograría la nacionalidad alemana, Rosa Luxemburgo, asesinada por defender la pluralidad  frente a la  conducta cavernícola  de quienes auspician el pensamiento único retrógrado al margen de la dialéctica, para que los súbditos rindan culto al discurso exclusivo y a la personalidad del jefe único, o en su defecto, a quienes conformen una troika o camarilla para disponer a diestra y siniestra de la vida del ser humano  y sus demás beneficios materiales y espirituales para extinguir el derecho ajeno. Gonzalo Barrios permanecía atento. Observaba a los actores imperiales de la Primera Guerra Mundial y de la Segunda Guerra Mundial. Prestaba especial atención al devenir populista de Adolfo Hitler y Benito Mussolini al mando de movimientos obreros en Alemania e Italia, respectivamente, para esclavizar al proletariado con la  bota insolente del uniformado, del mismo modo que actuaba en el otro polo José Stalin, el viejo de los bigotes. En sus inicios, los partidos reaccionarios se ubicaban a la derecha como los girondinos de la Revolución Francesa, plagio de ‘’ cara al sol’’  en boca de los falangistas españoles abrazados con Francisco Franco, ´´ Caudillo de España por la gracia de Dios´´,  solemnidad  admitida por la iglesia, institución medioeval sin evolución que había permitido a Napoleón Bonaparte coronarse con sus propias manos Emperador del mundo. Al ver escrito el nombre del primer venezolano universal, Francisco de Miranda en el Arco de Triunfo de París, Barrios se retrotraía a las etapas que vivió intensamente el Precursor de la Independencia con más sinsabores- que nacían de la intriga divisionista en Francia y su patria chica- que las vicisitudes que confrontó  en los campos de batalla.  Barrios discrepaba de los panfletos de la Historia Heroica de Eduardo Blanco con su bolivarianismo a ultranza. Barrios, crítico político y literario, examinaba las obras de los próceres civiles y militares para escoger entre lo bueno y lo malo con discernimiento , para que nadie le metiera gato por liebre o cuento chino, ni le obligaran a comer chimó y   beber aguardiente de alambique, a orillas de la quebrada de Leña,  cerca de un solar de pastos para burros en el municipio Esteller de su estado natal, a cierta distancia de las residencias de las familias Salcedo Nadal y Álvarez Quintana, donde los abuelos tenían para acampar una vaca lechera para alimentar a sus nietos y una pollina para que creciera y ya en la adultez sirviera de monta de paseo a sus nuevos amos, es decir, a los jóvenes arrieros, a los burreros auténticos que transportaban las cargas de bananas a la bodega El Pegón de Don Albino Quintana sin necesidad de practicar zoofilia en el camino.  En casa de David Navarro, Barrios comía cochino frito con cachapas de maíz amarillo que cocinaban en Taparones, según relatos del entonces Gobernador Asdrúbal Monsalve y del presidente del Concejo Municipal de Píritu Andrés Graterol- sin olvidar su pasillaneo  en el Moulin Rouge con actuaciones de hermosas bailarinas y el espectáculo Paris Merveilles del Lido tras lanzar el dardo  con el piropo -´´ Acarigua es la Paris de Venezuela´´, a sabiendas, por su oficio descubridor,  más de un compañero,  casado o soltero, era asiduo visitante de las casas de reposos lisonjeros: Claro de Luna, Quinto Patio, La Finca y La Maracucha, concurridas por mujeres bellas de distintos países ´´ pa´bailá rucaneao’’, atraídas por las morocotas y  el dólar que sin control de cambio se cotizaba a 3,35 bolívares.

Barrios había leído, poco antes de su fallecimiento, la entrega cumbre de Rafael Fauquié acerca de El Ruido, el silencio y la memoria, ensayo  que resume  citas promocionales del culto desmedido a Simón Bolívar, suerte de religión, mito y leyenda que implantó la masonería del déspota Antonio Guzmán Blanco para justificar la expatriación de José Martí , la persecución a la iglesia católica y la desvalorización de libertadores independentistas y la rimbombante vocería de intelectuales y analfabestias que todavía hacen uso desproporcionado de las máximas bolivarianas mancilladas por  gobernantes del siglo XXI. Barrios aplaudía el valor literario de Fauquié a la luz de sus enfoques para determinar la trascendencia de lo óptimo y ridiculizar la complicidad de los bastardos engreídos que no solo profanan las proclamas y los despojos mortales del héroe del Corcel de las crines albas en su trote por Margarita, el Arco Andino y Guanare , sino que además se sienten sus legítimos herederos como los monarcas de Europa, Asia y África y  sucesores del tirano de  Corea del Norte que pretendía el indulto de Donald Trump.

A pesar de su primer apellido de linaje en la región ibérica de León, cuyos antepasados cruzaron el Charco al limpiar su sangre durante la Inquisición y tener por el lado de los Bustillos comodines de la burocracia en la historia nacional con el guanareño Victorino Márquez Bustillos- producto de la dedocracia gomera para presidir los destinos del país desde el palacio de Miraflores mientras su amo despachaba en Las Delicias de Maracay- le atrajo el lazo del apellido secundario de su madre, ancestro independentista del prócer guanareño Monseñor José Vicente de Unda.  estudió la secundaria en el Colegio La Salle de Barquisimeto, donde su coterráneo Luís Herrera Campins reclutaría la casi totalidad de sus condiscípulos para integrar su gabinete presidiendo el segundo gobierno socialcristiano de Venezuela. Barrios  reafirmó en la arenga el carácter doctrinario de su preferencia, equidistante del extremismo de las catacumbas eclesiásticas y de las desviaciones en que incurrían las élites comunistas impregnadas por el azote de la negación, encumbradas por las ansias de poder- para perpetuarse, adueñarse del erario y quebrar las economías del mundo con la intervención cada vez más severa del Estado- inmersas  en una procesión inacabable y corrupta que destruye el alma del pobre, condenado al infierno para perder el santo, la limosna y provocar su ruina.

PERSEGUIDO Y EXILIADO

Gonzalo Barrios fue aventado al exilio durante los gobiernos de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras y Marcos Pérez Jiménez. En 1929 fue acusado de participar en la conspiración de Santo Cristo liderada por el general José Rafael Gabaldón en la que se hallaban involucrados su hijo Joaquín Gabaldón Márquez, quien años más tarde ejercería el  cargo de Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela; el coronel Gonzalo García, esposo de doña Cristina Bustillos de García, padres del abogado Gonzalo García Bustillos y el general Guillermo Segundo Álvarez, tío de los hermanos Porfirio Álvarez Figueroa, Pedro Roberto Álvarez Figueroa y Ernesto Álvarez Figueroa que escaparon de la persecución del presidente del estado Lara, Eustoquio Gómez para establecerse en las praderas  de Portuguesa donde proliferaba el paludismo y el Mal de Chagas. Gonzalo Barrios marchó exiliado a España. Gonzalo García fue a parar a Colombia. Los generales Gabaldón y Álvarez, reos de la tiranía gomera, fueron engrillados en las cárceles de Las Tres Torres en la capital larense, el Castillo de Puerto Cabello y La Rotunda de Caracas. Pedro Roberto Álvarez Figueroa a sus catorce años de edad fungió de secretario y de correveidile de su tío alzado en armas entre Biscucuy, Guarico, Boconó, La Raya y Chabasquén antes de que éste fuese sometido a Consejo de Guerra.

Barrios a sus veintidós años comenzó a ejercer el Derecho en su pueblo natal, luego de obtener el título de doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Fue expulsado a Francia por el gomezalato en 1929. Pasó a España donde alternó con Rómulo Gallegos y  su esposa doña Teotiste Arocha de Gallegos. Barrios le pedía la bendición al amor eterno y compañera de Gallegos . En los Madriles repetía sus visitas al Museo del Prado para conocer  originales de ´´Los Borrachos’’, uno de los cuadros de Diego Velásquez; ´´Guernica´´ de Pablo Ruiz Picasso y cada una de las pinturas de Goya, Juan Gris, Joan Miró y Salvador Dalí y en Toledo ´´El entierro del Conde de Orgaz´´ de El Greco y en sus lecturas se entretenía con las sátiras y embestidas entre Francisco de Quevedo y Luís de Góngora del siglo de oro para enriquecer su vena humorística. A la muerte de Gómez regresó a Caracas junto con Gallegos. En 1937 fue elegido Senador por Portuguesa, pero el sucesor del  tirano de La Mulera,  presidente de la transición, Eleazar López Contreras, incluyó en la lista de expulsados al dirigente portugueseño, quien permaneció en México   durante su segundo exilio.  Cuando Carlos Delgado Chalbaud presidió la Junta Militar que derrocó al maestro Gallegos, Barrios viajó a París- donde estableció gran amistad con el futuro Presidente de Francia Francois Mitterrand-  y recibió de Víctor Hugo- desterrado por el segundo imperio francés entre 1852-1870- a través de la biografía escrita por Émile Herzog con el pseudónimo de André Maurois  sobre el Olympo ou le vie de Víctor Hugo en 1954- la más notable influencia del intelectual comprometido en las luchas por las reivindicaciones populares. Gonzalo Barrios fue un discípulo aventajado de la creación literaria y de los discursos parlamentarios de Víctor Hugo, prócer civil de Francia.  Posteriormente marchó a México donde se reencontró con sus antiguos compañeros  del Consejo de Ministros de Gallegos, entre ellos: Andrés Eloy Blanco, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Ricardo Montilla y demás amigos independientes y militantes de AD: César Rondón Lovera, más tarde presidente de la Cámara de Diputados; Manuel Peñalver, futuro Secretario General del partido blanco; Manuel Alfredo Rodríguez, secretario de Gallegos, periodista y escritor;  Carlos Canache Mata, con títulos de médico y abogado que obtuvo en España y México; el cardiólogo Rafael José Neri, años después Rector de la Universidad Central de  Venezuela y los estudiantes de Medicina, Pablo Salcedo Nadal, Natalio López Luque y Said R aydán, quienes desempeñaron  funciones de relieve en la administración pública y en su gremio  al ser restituida la democracia  en 1958.

‘’VENEZUELA DEMOCRÁTICA’’

Sin mucho esfuerzo pero con mayor amplitud, Gonzalo Barrios cambió una sola palabra: dejó de pensar solo en Acción Democrática. Llamó Venezuela Democrática el periódico que fundó en México en el año de 1952 cuando Pérez Jiménez desconoció la victoria de la oposición liderada por la corriente de Unión Republicana Democrática presidida por Jóvito Villalba, en los comicios para elegir la Asamblea Constituyente,  mientras permanecían inhabilitados AD y el Partido Comunista de Venezuela. El tarugo de Michelena con su propaganda hitleriana, a través de una fuerte censura de prensa, prohibía que se conocieran  el crimen, la tortura y el robo de la altos funcionarios de la tiranía en la calle y en la cárcel. En ese mismo lapso asesinan al jefe de La Resistencia, Leonardo Ruiz Pineda, acribillado por esbirros de la Seguridad Nacional en la parroquia caraqueña de San Agustín del Sur. Corresponderá al editor Gonzalo Barrios difundir los atropellos del despotismo imperante en su patria, donde dos de sus grandes colaboradores, Ramón J. Velásquez y José Agustín Catalá, son prisioneros  vejados, con los pies descalzos sobre el filo del rin y a planazo limpio.  Venezuela Democrática llegó a su fin en 1956, año en que los cuadros clandestinos de los dos partidos clausurados, AD y PCV, se vieron reducidos a su mínima expresión. Barrios partió de Ciudad México a Nueva York para ocuparse del trabajo político inherente a la creación del frente amplio unitario que culminaría un año después con el consenso de la Gran Manzana entre Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, piso sólido para que estos líderes de AD, COPEI y URD, respectivamente, firmaran el Pacto de Punto Fijo en Caracas luego del derrocamiento de Pérez Jiménez.

Le dolió al doctor Barrios en su yo interior el deceso de doña Teotiste Arocha de Gallegos en 1950, la mujer que él amaba como a su segunda madre, fiel esposa del viejo Gallegos. Con nostalgia escribiría sobre la  noticia que perturbaría al ex presidente por el resto de sus días.

El otro desenlace fue el accidente mortal del autor de Giraluna Andrés Eloy Blanco, amigo entrañable de Gallegos y Barrios. Este trío de la tertulia infinita asomaba en sus críticas actualizadas la maestría inconmensurable de los creadores que ilustraban las páginas de Venezuela Democrática.

De regreso a la patria, a los cincuenta y seis años que recién cumplía, Gonzalo Barrios se daba el lujo de poseer un conocimiento extraordinario sobre el pasado y el presente. Disponía del análisis certero sobre hechos relevantes de la política, la historia y  las artes. Leía y releía las obras de Gallegos en España. Digno acompañante de  Betancourt en ORBE, el Partido Democrático Nacional y Acción Democrática, tuvo tiempo de revisar la obra emblemática de Economía, Política y Petróleo de Betancourt y la expresión literaria de Mariano Picón Salas sin desestimar el talento de autores de la talla de Miguel Otero Silva, Mario Briceño Iragorry, Domingo Miliani, Francisco Salazar Martínez, Caupolicán Ovalles, Luís Pastori, Ernesto Luís Rodríguez, Salvador Garmendia, Pio Gil, Teodoro Petkoff, Salvador de La Plaza y al economista y crítico literario Orlando Araujo. Estuvo al frente de la Gobernación de Caracas  y miembro del alto mando de la Junta Revolucionaria de Gobierno encabezada por Betancourt. Ocupó la Secretaría General de la Presidencia de la República en los meses efímeros de Gallegos.

DOS LLANERAS Y UNA ORIENTAL

En la Venezuela rural que enfrentó Santos Luzardo- obra de la corriente positivista que le permitió a Rómulo Gallegos presentar personajes reales en Doña Bárbara- nacieron tres mujeres, dos llaneras y una oriental- que trabajaron al lado de Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto, Raúl Leoni y Rómulo Betancourt por la libertad de Venezuela y las reivindicaciones populares que colocaban por vez primera al género femenino en la vanguardia de las luchas por los cambios requeridos por la sociedad democrática. Isabel Carmona, apureña; Ana Luisa Llovera, guariqueña y Mercedes Fermín, de Rio Caribe, Estado Sucre, conformaban el triunvirato de mayor jerarquía que en representación del sexo fuerte en ningún momento declinó su postura rebelde ante el llamado del hombre para enfrentar la barbarie con padecimientos de cárceles, torturas y destierros.

Isabel Carmona conoció en la clandestinidad, a través de Gumersindo Rodríguez, al novio que después fue su esposo, Pedro Serra. Por pintar paredes contra la dictadura de Pérez Jiménez, Isabel transitó por varias cárceles. En un calabozo de Los Teques parió a Carlos Luis Serra Carmona. Militó en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, rectificó y luego presidió el partido Acción Democrática con Henry Ramos Allup en la Secretaría General de esa organización.

Ana Luisa Llovera Álvarez, presidenta de la Asociación de Periodistas de Venezuela,  f reportera combativa de Ultimas Noticias, Jefe de Información de El País y escritora de otras publicaciones, fue prisionera y torturada por los esbirros de Pérez Jiménez. Cuando el tarugo de Michelena regresó al aeropuerto de Maiquetía en un nuevo intento por retomar el poder con la mascarilla democrática, en presencia de varios periodistas Ana Luisa introdujo uno de los dedos de su mano derecha en el fondillo del gordito del Táchira, sacudón inesperado en el trasero de uno de los militares criminales y ladrones que por tales características fue uno de los más repudiados en el siglo XX.

Mercedes Fermín, fue una educadora que militó en el exilio adeco. Su huella trascendió en la docencia. Se desentendió de AD con la ruptura que dio paso efímero a su nuevo partido, Movimiento Electoral del Pueblo.

PATRIOTISMO PETROLERO

Los consensos meditados en materia petrolera con el advenimiento de la democracia en 1959, tuvieron continuidad en los gobiernos de Rómulo Betancourt con el Pacto de Punto Fijo y de Raúl Leoni con la Ancha Base sin pugnas de banderías. Venezuela constituía una fuente segura de abastecimiento energético en el mercado estadounidense que defendía  con fundamentos estratégicos frente al peligro de la expansión comunista, sin descuidar las discusiones pendientes sobre la soberanía que debía ejercer sobre las aguas marinas y submarinas con Colombia y Guyana, que poseen reservas  apetecibles de hidrocarburos para las grandes potencias manipuladas por empresas transnacionales. El garrote de la guerra fría imponía regímenes militares en Iberoamérica. El palacio de Miraflores era de tanta significación como el ingreso proveniente de las exportaciones petroleras para los militares extremistas de izquierdas y derechas que se alzaban para echar a la mala a Betancourt y Leoni como lo hicieron antes con Gallegos. Ese mismo formato se quiso aplicar al presidente Carlos Andrés  Pérez en 1992. El doctor Barrios, actuaba con patriotismo en el campo petrolero como obrero del intelecto en la dirección del alto gobierno. Se hallaba al tanto de la discordia que había permitido la instalación de misiles soviéticos en Cuba a poca distancia de Florida para bombardear  a Estados Unidos de Norteamérica. El primer ministro ruso Nikita kruschev tuvo que negociar, con eficiente mediación del Papa Juan XXIII- ambos se entendían por su origen campesino- para evitar que la nación gobernaba por John F. Kennedy fuese víctima de una agresión nuclear, seria amenaza que en el siglo XXI se repetiría con la tiranía de Corea del Norte durante el mandato de Donald Trump. El doctor Barrios,  recopilador ambulante, fungía de consejero político más importante del sistema democrático en Venezuela. Conocía de principio a fin las influencias de las compañías transnacionales del imperio anglosajón para explotar las materias primas en los países subdesarrollados. En su país natal no le faltaba entre sus apuntes la información estadística de las ganancias obtenidas por la Creole Petroleum Corporation- que se llamaría Lagoven y la Shell que se identificaría con el nombre de Maraven cuando el presidente Carlos Andrés Pérez nacionalizó el petróleo durante su primera administración. Barrios milita en el bando progresista que procura un cambio en la política energética -que los militares Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez con pistola en el cinto- convenían con las compañías petroleras en detrimento del interés nacional. Barrios con voluntarios confidenciales de ultramar se informaba -no solo de la injerencia de las transnacionales en los cuarteles para propiciar el derrocamiento de Gallegos- sino también de las áreas de influencias de las compañías que con su capacidad de financiación, cubiertas por el embalaje político proteccionista de la guerra fría, fueron capaces de montar en el trono dictadores a su servicio con diferentes estilos, pero con el denominador común de colocar en el poder perpetuo a Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; Fulgencio Batista en Cuba; Anastasio Somoza en Nicaragua; Juan Domingo Perón en Argentina; Alfredo Stroesner en Paraguay; Gustavo Rojas Pinilla en Colombia y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, con el justificativo tenebroso de tergiversar el pensamiento democrático de la diversidad para acusar de desestabilizadora la versión oponente, para confundir las opiniones públicas con la aberración represiva de ver ‘’ comunistas hasta en la sopa’’, sin evitar el asesinato, la tortura, el robo y la mentira,  cuatro ángulos emblemáticos que distinguían el terreno de la usurpación depredadora. Barrios, en carne propia y con la frente en alto   entre sus víctimas, asimilaba con rectitud cada una de esas emboscadas sin perder la esperanza- aunque fuesen remotas sus resultantes- al tanto de la seria advertencia unamunesca: – Vuelve hacia atrás la vista caminante, verás lo que queda de camino-.

Dwight D. Eisenhower, de origen alemán- Jefe del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos en el gobierno de Harry S, Truman durante la Segunda Guerra Mundial- derrotó por amplio margen al candidato demócrata Adlai Stevenson en 1952- mantuvo intacto el New Deal. Pérez Jiménez con su investidura dictatorial en  ese año, no contradijo la frase del trigésimo cuarto presidente que nació en Washington D. C. con su ‘’ Nuevo Ideal Nacional’’, sin agregar nada al plagio de ‘’ Nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos´´ de su paisano Cipriano Castro, prólogo incoloro e insípido  del ‘’ hombre nuevo’’, escrito en minúsculas  por los creadores del ‘’ socialismo del siglo XXI’’, negado por la crítica científica.

A Rómulo Betancourt le tocó lidiar con dos diestros que alternaban en un mano a mano en el coso de White House entre 1959 y 1963. Estados Unidos prefería importar petróleo ‘’ a precio vil’’- diría más tarde Carlos Andrés Pérez- para mantener sus reservas en el subsuelo, estrategia con la que coincidía Juan Pablo Pérez Alfonso para privilegiar esa constante, reverso de la moneda que exhibían los militares criollos. Eisenhower impuso las restricciones desfavorables para el petróleo venezolano en 1959. Un año más tarde en Bagdad, por iniciativa de Betancourt y de los gobernantes árabes de Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Venezuela y del anfitrión Irak, el presidente Muhammad Najib ar- Ruba’ i,  crearon la Organización de Países Exportadores de Petróleo, reto  que impediría a las transnacionales fijar  cuotas y  precios de sus compras. Barrios con intrepidez  aparecía  moviéndose en el medio campo y al mismo tiempo como  delantero y defensor en la jugada. Antes del ping-pong Leoni-Johnson, Betancourt, con Barrios de bajo perfil en el tren, mostró su mano de seda para que Kennedy y su atractiva esposa Jacqueline Lee Bouvier ,  caminaran  sobre la alfombra de la Alianza para el Progreso en Caracas y Maracay, tendida para que América Latina tuviese mayor proximidad con el mundo del desarrollo y de la cultura, exigencia primaria para garantizar la supervivencia del hombre y demás especies del planeta.

Luego, en el pugilato del presidente Raúl Leoni con el mandatario Lyndon B. Johnson- desde la vicepresidencia llenó la vacante del presidente asesinado J. F. Kennedy – correspondería a Gonzalo Barrios y a Manuel Pérez Guerrero, defender el interés nacional de este lado de la cancha, ante la ofensiva    de la Casa Blanca con sus restricciones mandatorias, tema que denuncia con lujo de detalles el experto Cesar Balestrini. El sucesor de John F. Kennedy le daba un trato preferencial a las importaciones petroleras  de Canadá y México. El plan discriminatorio se había iniciado en 1959 durante la asunción del presidente Rómulo Betancourt y el inicio de la revolución comunista de Cuba.  Barrios y el Ministro de Minas e Hidrocarburos, Manuel Pérez Guerrero, viajaron a Washington en varias ocasiones. Esta delegación- a la cual se unía el embajador Enrique Tejera París en misión de protesta- insistía en lograr el mismo trato hemisférico que el gobierno estadounidense le daba a sus dos vecinos  del Norte.

Al término de la gestión del canciller Ignacio Iribarren Borges en 1969, Arístides Calvani,  Ministro de Relaciones Exteriores  del presidente Caldera, continuó con la misma seriedad de sus antecesores- Marcos Falcón Briceño fue el canciller de Betancourt- la política petrolera soberana que reconquistó la democracia tras la fuga de Pérez Jiménez. Caldera traspasó el umbral de la Reversión y nacionalizó el gas. Hubo continuidad administrativa hasta que se produjo la nacionalización de los hidrocarburos, sin resquebrajamiento de la unidad bipartidista. Con el boom de los ingresos petroleros se diversificaron las inversiones para las grandes obras del progreso, en un clima de amplitud con todos los sectores de la vida nacional.

Con Carlos Andrés Pérez en Miraflores, Barrios fue elegido Presidente del Congreso Nacional. Durante la administración Lusinchi se erige en mediador de la disputa interna de su partido por la escogencia del candidato presidencial, oportunidad que le permitió al muchacho de Rubio derrotar a Octavio Lepage y volver a Miraflores. Él supo muy temprano que el hombre, accidente y activista de la democracia, debía tener las maletas listas para sobre pesar  las disputas de los recetarios ideológicos y  designios contingenciales de la Providencia, en la convulsionada república que se fundó con el parto forzado provocado por quienes impulsaron los odios mellizales para  la separación de la Gran Colombia en 1830.

Barrios, se ganaba el respeto de tirios y troyanos. Sellaba su peculiar estilo preñado de sabiduría en cada una de sus conversaciones con reporteros y líderes  partidistas. Él estaba muy claro. Insistían sus detractores en ubicarlo en la ‘’ guardia vieja’’ de la tienda de Juan Bimba. Sin embargo, se decía que su compadre Luís Beltrán Prieto Figueroa exhibía en su biblioteca el título de un doctorado en betancurismo antes que éste desertara junto con Jesús Ángel Paz Galarraga para provocar el parto forzado del Movimiento Electoral del Pueblo en 1967. Esa escisión precipitó el estreno de Rafael Caldera en Miraflores por  única vez con las banderas de Copei. Los periodistas de la época reseñaban en sus crónicas la paridad de la dirigencia que permaneció en AD y la que fundó el MEP. Caldera llegó primero y Prieto en el tercer lugar. Barrios conquistó el voto independiente con un segundo lugar honroso en los comicios presidenciales que le permitiría a los adecos obtener una cuota importante de representación parlamentaria, custodios de grandes decisiones que se tomaban en el capitolio federal para respaldar el gobierno monocolor del doctor Caldera con minoría en el Senado y la Cámara de Diputados. Barrios perdía las elecciones presidenciales en diciembre de 1968, pero se mantenía en las filas del arbitraje de la política nacional.

CANDIDATO PRESIDENCIAL

La campaña electoral de 1967 teñida por la disidencia en la víspera del alunizaje ocupó espacios delirantes en la calle. Barrios y Prieto se distanciaban para siempre. Se caían de un coco los que apostaban al fenómeno del prietismo. Vaticinadores de postín sustentaban la hipótesis de que la base obrera y campesina votaría con la tarjeta del Orejón. La contienda se iba emparejando dada la dimensión pedagógica del pulso  del debate Barrios-Caldera, revestido por el manto suave del palabrerío sin la recluta armada que asimilaba la audiencia cautiva en los medios impresos y audiovisuales. En el preámbulo del eurocomunismo que estremecería la conciencia de los radicales en Europa y América, Venezuela daba el ejemplo con el estreno de la alternancia que consolidaba el bipartidismo. Este proceso fortalecería el aglutinamiento que giraba en torno a Acción Democrática y el partido verde, con incidencia notoria  en el fraccionamiento que reduciría las áreas influyentes del controversial izquierdismo que se subdividiría entre escombros y  estafetas de Moscú y La Habana y las flamantes agrupaciones del viejo continente. El poder para el doctor Barrios nunca fue un instrumento ‘’ para levantar su autoestima’’, ni tampoco para ‘’ increpar a sus adversarios’’ con mecanismos de ‘’ auto engrandecimiento’’. Es más, cuenta el colega Gerardo Oviedo- observador de una contienda de dominó en la que jugaba el doctor Barrios en la finca La Comadre de su hermano Abraham- cuando llamaron al candidato presidencial de AD para que interviniera en el mitin de cierre de campaña en el estadio fronterizo de béisbol  Bachiller Julio Hernández Molina-el pitcher lanzaba en Acarigua y el cátcher recibía la bola en Araure- el aspirante socialdemócrata dejó colar uno de sus chistes de antología: — Ya voy, en este momento vale más esta esta mano que la Presidencia de la República-.

LA DERROTA FUE UNA VICTORIA

-Lanzada la candidatura presidencial de Gonzalo Barrios para el término constitucional 1969-1974- nos relató Gumersindo Rodríguez en la isla de Margarita antes de su fallecimiento en Estados Unidos de Norteamérica- a propósito de su libro  ‘’ Rómulo Betancourt y la generación política de 1958’’- el Presidente Leoni y Rómulo Betancourt exigieron que utilizara parte de mi tiempo disponible en la preparación del programa de gobierno del partido y del candidato para el próximo quinquenio. Con ese objeto fui designado coordinador del programa de gobierno y miembro de la Comisión Electoral en la que tendría el honor de hacer compañía al primer Secretario General de AD en la resistencia, Octavio Lepage, y a un próximo presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, José Vargas.

-A Gonzalo Barrios lo conocí en 1957 durante mi exilio en Buenos Aires en el invierno austral cuando hacía sus preparativos para un eventual regreso clandestino a Venezuela. Fuimos impactados por su inteligencia y la densidad de su cultura que no delataba en su formación ni un solo pigmento de influencia alguna del marxismo-leninismo. De allí su paciencia y tolerancia con lo que en su interpretación resultaban incomprensibles razonamientos dialécticos en algunas de nuestras intervenciones internas. Lo que para el coterráneo Luís Beltrán Prieto un indicador de infiltración comunista en el partido, que nos descalificaba para ser dirigente de su organización juvenil nacional, para Barrios objetivamente servía de motivo para inducirnos subliminalmente a un grado de mayor sobriedad expresiva  tratándolas jocosamente como una variante ‘’ gumersindista’’ del marxismo-leninismo.

-Debí trabajar como asesor en los aspectos económicos y sociales de su programa de campaña presidencial dos lustros después de haberlo conocido y de compartir vida partidista dentro del país después de la caída de la dictadura militar. A su alrededor estaba siempre un grupo de reconocidos intelectuales que los ‘’ confidenciales’’ de prensa metropolitana denominaba ‘’ Grupo Paris’’ por la universalidad de la formación cultural como Luís Esteban Rey, Mariano Medina Febres, Simón Alberto Consalvi, Eddie Morales Crespo, Vicente Gerbasi, Pedro Francisco Lizardo y L. Álvarez Marcano. Entre sus asistentes de personal de confianza destacaban compañeros a quienes Gonzalo Barrios protegió internamente de la intolerancia sectaria de aguerridos luchadores de la resistencia que no merecían mérito alguno en su decorosa conducta frente al despotismo.

-Las primeras evaluaciones de  la opinión de los electores venezolanos fueron encomendadas por la Comisión Electoral de AD al consultor Joe Napolitan y al encuestador G. Gaither, ambos conocidos expertos norteamericanos. Apenas arrancó la campaña presidencial el primer resultado de la inferencia estadística indicaba que de producirse las elecciones en ese momento, la candidatura de Gonzalo Barrios obtendría poco más del cuatro por ciento de los votos. En contra del potencial electoral del candidato de AD se ejercían la reducción de la militancia partidista y los rudos golpes a su maquinaria partidista provocados por la tercera división partidista de la cual surgió el Movimiento Electoral del Pueblo y la candidatura presidencial del eminente educador y prestigioso político Luís Beltrán Prieto. Pero las fuerzas económicas, sociales y culturales puestas en marcha por las dos administraciones precedentes ampliaron y profundizaron el mercado electoral donde una nueva clase media de técnicos y profesionales, los nuevos estratos del proletariado industrial y manufacturero, y el estudiantado crecidos con la expansión de los centros de educación superior y técnica, podían asegurar la diferencia de votos requerida para la continuidad del progreso económico, del aumento y seguridad de los empleos, de la estabilidad del valor interno y externo del signo monetario y del avance de los grandes programas sectoriales en vialidad, hidroelectricidad, metalurgia, petroquímica, industria manufacturera, irrigación, mecanización y agro industrialización. La publicidad de la campaña dirigida por un publicista de la cultura y talento de Carlos Eduardo Frías atrajo hacia el candidato la convergencia de las simpatías de vastos sectores de la nueva clase media, del proletariado industrial en las empresas manufactureras beneficiarias de la sustitución de importaciones, de los trabajadores agrícolas y agroindustriales y de los pequeños y medianos propietarios rurales resultantes de la reforma agraria, de los técnicos y empleados en la vasta red de servicios públicos y privados de educación, salud, turismo y entretenimiento y de amplios estratos progresistas de la burguesía urbana. Los electores procedentes de estos estratos sociales confirmaban en la imagen y en la prédica del candidato y en la obra en marcha del gobierno el realismo de las expectativas de progreso económico, solidez del valor interno y externo de la moneda y estabilidad social que también atraía a importantes factores progresistas de las clases propietarias más acomodadas en la mayoría de las regiones del país. En el apoyo de este próspero segmento de electores a la candidatura de Gonzalo Barrios influyó en la recta final de la campaña el contundente ataque televisado de Ramón Díaz a las elucubraciones comunitaristas introducidas por Leopoldo Díaz Bruzual en el programa electoral de Rafael Caldera, coordinado por Arístides Calvani.

– Gonzalo Barrios carecía del encanto de los grandes oradores, pero su destacada trayectoria de hombre público, su austera figura y la sólida cultura que se reflejaba en sus discursos y declaraciones, tocaban esa poderosa reserva de respeto por la inteligencia que ha caracterizado a las distintas clases del pueblo venezolano a través de todos los tiempos.

-En los estudios realizados pocos días antes de concluir la campaña electoral, la victoria del candidato presidencial de AD  estaba asegurada por un moderado pero respetable margen.

– Nuestra percepción era que esa jornada electoral no solo se estaba decidiendo la candidatura presidencial, sino también la legitimidad histórica de Acción Democrática en la representación política de su vasta militancia y periferia de simpatizantes.

-En las dos semanas previas a la clausura de la campaña, no quedaba ninguna duda de que los resultados del proceso electoral comprobarían que el MEP había sido el resultado de una aventura para usurpar los poderes legítimos de la mayoría de los dirigentes de AD como representantes de su base política. Pero para los votantes socialmente más conservadores que podían en el margen decidir el resultado de la elección presidencial, la supuesta debilidad de AD después de la última división podría abrir la posibilidad de la victoria  a un MEP radicalizado en franco desconocimiento de los derechos de la propiedad privada.

-Acción Democrática fue el primer partido en cerrar su campaña con un concurrido acto de masas en la plaza de El Silencio de Caracas, donde Rómulo Betancourt estremeció los ánimos de la multitud cuando dijo ‘’ Adeco es adeco hasta que se muera´´. Pero percibimos un peligro en el hecho de que el MEP y su candidato Luís Beltrán Prieto serían los últimos en clausurar su jornada electoral. Ese día notamos una masiva movilización del socialcristianismo en todas las parroquias del área metropolitana de Caracas con destino al lugar donde Prieto pronunciaría el discurso de clausura de su campaña. Esa afluencia logró que la asistencia total a ese acto superara caudalosamente la del nuestro. Cundió el temor entre los sectores más conservadores del electorado por el peligro de la victoria del radicalismo económico y el supuesto anticlericalismo del MEP , que esa noche proyectaron una poderosa imagen de triunfadores, y produjeron un desplazamiento preventivo de la mayor parte  del voto conservador hacia la candidatura de Rafael Caldera. La nominal victoria del candidato socialcristiano se produjo por una diferencia de treinta mil votos, que de haber sido válidamente objetado, frente a la incredulidad popular, habría convertido el triunfo oficialista en un estruendoso fraude. Eso lo entendieron aquellos estadistas Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios al reconocer la victoria de Rafael Caldera.

-AD celebraba su victoria sobre el MEP porque representaba la legítima representación de su vasta militancia de obreros, campesinos, profesionales, clases medias y empresarios progresistas.

En ese cotejo del uno de diciembre de 1968 compitieron por la Presidencia de la República, Alejandro Hernández, Germán Borregales, Miguel Ángel Burelli Rivas, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Rafael Caldera y Gonzalo Barrios. Luego de seis días de conteos de  votos por los directivos del Consejo Supremo Electoral que presidía Manuel Rafael Rivero, se llegó al final de fotografía como en una carrera de caballos. Esas fueron las elecciones más reñidas en Venezuela, cabeza a cabeza entre Barrios y Caldera. Nos correspondió cubrir esa fuente para el diario La República que dirigía Luis Esteban Rey. En ese intervalo de suspenso el líder socialcristiano Rodolfo José Cárdenas declaró en el recinto eleccionario que ‘’ correría la sangre´´ si al doctor Caldera le negaban el triunfo.

Gonzalo Barrios había leído de Jorge Luis Borges- Hay derrotas que tienen más dignidad que la victoria- al decir en diciembre de 1968: ‘’ Al  gobierno más le vale una derrota cuestionable que una victoria discutida’’. Con otras palabras de la misma fuente: / La oposición puede ganar por un voto, pero el gobierno no/. En privado comentaría el doctor Barrios: – Yo no perdí, el que perdió fue Prieto-.

RAMOS GIMENEZ POR GONZALO

El ex presidente del Instituto de Previsión Social del Periodista, Alí Rojas Áñez, luchador político desde sus años mozos- fue hecho prisionero en Cúcuta,  a punto de ser fusilado a raíz del asesinato del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán en 1948-estuvo exiliado durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Colombia y Costa Rica. Desempeñó el cargo de Secretario Privado de Raúl Ramos Giménez, nacido en Turén, estado Portuguesa y formado en el estado Yaracuy y Caracas como activista de Acción Democrática. Ramos Giménez fue el capitán de altura que asumió la jefatura del grupo divisionista que se marchó del ‘’ Partido del Pueblo’’ para seguir el sendero del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en 1960.  Alí Rojas Áñez acompañó a Ramos Giménez en esa escisión.

Insertamos esta nota el 28 de julio del 2018- a medio siglo de la campaña electoral de 1968 y a ochenta y nueve años del nacimiento de Alí- para recoger de  viva voz durante un pequeño sarao en su residencia de Los Palos Grandes en Caracas- el presente testimonio:

-La ida del maestro Prieto de AD, trajo como consecuencia ajustes en la maquinaria partidista. Es así como el profesor Juan Medina Lugo es encargado de la Secretaría General del partido blanco en el Zulia. Con él me ligaban todos los nexos desde la clandestinidad. Por razones que no vienen al caso, nos encontramos en el ‘’ Hotel del Lago’’. Medina Lugo me pidió que le ayudara organizar la gira del entonces candidato presidencial, doctor Gonzalo Barrios. Así lo hice. De aquí salieron dos anécdotas: 1.-  Nos encontramos en el descanso de la planta baja trajeados con colores claros que contrastaba con los azules marinos grises  y marrones oscuros que se veían por doquier. Barrios en son de chiste me dijo: – Por lo visto, aquí los únicos trajeados para la ocasión, somos usted y yo- 2.-  Una de las noches de la gira le dieron una cena íntima  en la casa de un portugueseño adinerado en Maracaibo . En medio del condumio- abundante comida- Francisco Olivo, Secretario Nacional del Buró Sindical de Acción Democrática, en presencia de Manuel Peñalver, Andrés Hernández Vásquez, Juan Herrera y otros dirigentes obreros me expresó: — Compañerito, pensar que esta noche en este mismo lugar podríamos estar celebrando con un candidato de Portuguesa, distinto al compañero Barrios, con Raúl Ramos Giménez, a quien, cuando lanzamos la candidatura de Leoni, nosotros le invitamos asomar sus esfuerzos para lograr el triunfo. Nosotros le garantizamos nuestro unánime respaldo para su candidatura ahora. Esa es la historia- concluyó su relato el colega Rojas Áñez.

GONZALO Y CARLOS ANDRES

Luego de producirse el primer relevo democrático de un partido a otro con los presidentes Raúl Leoni y Rafael Caldera, Betancourt regresa en barco de Suiza a Venezuela. Jesús Lossada Rondón por El Nacional y José Suárez Núñez por la Cadena Capriles, son los periodistas que a bordo  del mismo trasatlántico se ocupan de informar al mundo sobre el jefe político de la frase: ‘’ We will come back’’. Se generó una expectativa sin precedentes. –Vengo con energías acumuladas- dijo Betancourt al término de la travesía marítima.  Sus palabras generaban  expectativas que dejaban a todo el mundo en suspenso.

–Se decía que Betancourt había quedado tan afectado por el atentado del año sesenta, que su salud era precaria. Se creía que chocheaba. Se comentaba que nunca más podría volver a las lides políticas- escribían Juan Liscano y el poeta Carlos Gottberg en el libro que redactaron ale limón con el título ‘’ Multimagen de Rómulo’’. –Se pensaba que había perdido el control del partido. Se oían distintos comentarios.  De vez en cuando él se manifestaba y sucedían cosas. Una carta suya publicada oportunamente por una indiscreción real o fingida de la prensa, torcía el curso del acontecer  partidista. Se le sentía detrás de su silencio, de su ausencia. Pero no regresaba. Ya se peleaba en  AD para el período 1974-1979. Los dos candidatos más en vista eran Gonzalo Barrios y Carlos Andrés Pérez. Barrios había compartido con Betancourt todas las vicisitudes del Partido y de la historia desde el P.D.N. Le correspondió ser candidato a la Presidencia, en el momento más comprometedor, cuando se operó la división que afectó más al partido, y Luís Beltrán Prieto junto con Jesús Ángel Paz Galarraga formaron tienda aparte, llevándose un importante caudal de votos. Entre éstos, los 400 mil que le faltaban a Barrios para derrotar a Rafael Caldera, las circunstancias mismas le fueron desfavorables. Ahora se presentaba como el dirigente de mayor opción a la candidatura presidencial para el lapso 1974-1979. Pero Carlos Andrés Pérez, activo Secretario General, tenía el control del aparato del Partido y esta vez no quería declinar su derecho a la candidatura, como lo hizo en 1969. Pero antes que Barrios y Pérez, Betancourt podía optar a ese honor. Ya había transcurrido la década que fijaba la Constitución para que un ex presidente aspirara de nuevo a la primera magistratura- recalcaban Gottberg y Liscano.  Betancourt era muy zamarro. Sus colegas periodistas se habían estrellado contra el portal de su silencio en Suiza. Alguna declaración suya en el barco. Betancourt paseaba por cubierta, se dejaba abordar, no soltaba prenda, se bañaba en la piscina, bailaba de vez en cuando. Pero sus intenciones seguían siendo impenetrables. Parecían hasta complacerse jugar al enigma. Así ancló su nave en La Guaira y así pasó un tiempo. Nadie sabía lo que pensaba el hombre’’, como dijo Luís Esteba Rey en sus Glosas Amables del diario La República. – Pero mientras duraba el suspenso, trabajó para evitar dentro de A.D. una nueva desgarradura. La caballerosidad y en el fondo  falta de ambición de mando  de Barrios, una naturaleza de hombre cultivado e intelectual más que de caudillo con garra, la hubiera probablemente evitado a nivel personal, pero no el riesgo de la creación de facciones adversas. El Napoleón de Guatire comenzó a  recorrer los más apartados rincones de Venezuela. Sobre el periplo entre Suiza y Acarigua de Betancourt escribiría Waldemar Cordero Vale en sus Memorias- líder socialcristiano, ex Gobernador de Portuguesa, ex presidente de Bandagro y dirigente torturado por la Seguridad Nacional durante la dictadura de Pérez Jiménez: – Estando Caldera como Presidente de la República, entre 1969 y 1974, la democracia funcionaba en ese tiempo con mucha altura política y ciudadana. Los Gobernadores recibimos instrucciones del Ministerio de Relaciones Interiores, en este caso particular en la persona del ministro Lorenzo Fernández, para atenderlo en su visita a Portuguesa como ex Jefe de Estado. El señor Betancourt llegó al aeropuerto de Acarigua-Araure y yo lo estaba esperando. Venía en el avión presidencial, con todas las medidas de seguridad, como se lo merece a un Jefe de Estado en una democracia. Resulta que los hermanos Barrios- Gonzalo y Abraham- le hicieron un agasajo en la granja de este último llamada La Comadre. Naturalmente que Gonzalo y Abraham eran mis amigos personales, además del alto cargo que yo tenía, razón por la cual me invitaron a todos los agasajos y reuniones que ofrecieron a don Rómulo Betancourt. En esa oportunidad me  contó una anécdota- como se vino a Venezuela en barco- se compró un libro para leer durante la travesía; y cuenta que justamente a las diez de la mañana salió al área de la piscina a leer. Cuando estaba empezando a leer se sentó a su lado un senador argentino, quien se le identificó como un demócrata y empezaron a conversar. Según Betancourt el senador era sumamente conversador y agradable. Estuvieron hablando durante toda la mañana. Y en horas de la tarde Rómulo volvió a sacar su libro, pero el hombre se le volvió a instalar al lado. Prácticamente ya tenía dos o tres días de navegación y el argentino se le sentaba al lado y no lo dejaba leer. Un día, como el tercero o el cuarto del viaje, Rómulo estaba en una silla de extensión y el argentino le preguntó: – ‘’ ¿ Presidente, cuánto tiempo falta para llegar a Venezuela?’’; y Betancourt le contestó: ‘’Ah, bueno, deben ser como cuatro o cinco días’’, a lo que el argentino agregó: – ‘’ Entonces ojalá que usted llegue rápido, porque usted hace falta en ese país que está gobernado  por la ultraderecha, por el fascismo que representa Rafael Caldera’’. Gobernador- dijo Betancourt a Cordero Vale- usted no se imagina de dónde me salieron fuerzas- porque yo de un solo brinco me puse de pie- y agarré al argentino por el hombro y le dije: – Mire el sitio en que estamos, a la distancia que estamos de Venezuela: no le acepto que se exprese mal del Presidente de todos los venezolanos, además es mi amigo personal y fue electo por una mayoría del pueblo venezolano y eso se respeta allá y aquí, por favor no me hable mal de él- por lo que el argentino se asustó y se fue. No me buscó más-. Me cuenta Rómulo que en ese momento se le acercó su esposa René Hartmann, quien lo acompañaba en el viaje para decirle: ‘’ Yo sé que tú quieres mucho a Rafael Caldera, no lo dudo. Pero tanto así no creo. Yo lo que creo que tú lo que querías era leer el libro’’.

Cuando Betancourt estuvo seguro  de evitar un enfrentamiento interno en su partido, dio la noticia: renunciaba a ser candidato presidencial de A.D.- es el relato de Multimagen de Rómulo. Pérez fue candidato y Presidente. Betancourt no se comportó como el neurótico Stalin ni como el narcisista Guzmán Blanco. Betancourt y Barrios, en el mismo camino luchaban para desenmascarar la dictadura brutal de Fidel Castro y sus planes expansionistas en procura de sumar a sus cuentas personales millones de dólares y el petróleo de Venezuela, con partidas sin control previo para socavar las bases de la pluralidad democrática con el fin de imponer, por las balas o con los votos, el comunismo de la esclavitud, el hambre y la miseria en el Tercer Mundo, sin convocar a los ambivalentes de la ‘’ tercera vía’’.

Octavio Lepage en el libro ‘’ La conjura final’’ que escribió el colega Javier Conde, cuando éste le pregunta: – Se parece usted más a Barrios que a otro dirigente de su partido? – Probablemente- fue la respuesta del líder político que ocupó el cargo de Ministro del Interior de Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno y titular de la misma cartera con su coterráneo Jaime Lusinchi, y luego contendor de Pérez en las elecciones internas de AD que ganó el líder tachirense, preámbulo para que éste volviera al Palacio de Miraflores. Con esa confesión quedó escrito para la historia el comportamiento de dos políticos desprovistos de ambiciones que con sus errores y aciertos no estorbaban a quienes tenían muy elevado el ego con la pretensión desbordante de ser Presidente de la República. Al dejar la primera magistratura a Raúl Leoni- en un rincón del Salón de Los Espejos a poca distancia del despacho presidencial- Betancourt permanecía solo sobre una silla mientras los invitados al ágape se le acercaban en comparsa al nuevo mandatario. Carrasquelito, el célebre mesonero de palacio creyó oportuno hacerle compañía al expresidente para preguntarle: – ¿ Presidente, usted se volverá a lanzar como candidato dentro de diez años, según el plazo que  dicta la Constitución? – Esa vaina yo no me la  echo  más nunca. Mi obra fue la creación de Acción Democrática- respondió Betancourt al empleado de confianza que prestaba servicios en el centro del poder político en Venezuela.

Gonzalo Barrios y Rómulo Betancourt- atados por el mismo cordón umbilical en el campo filosófico- constituyen un dúo de excepción en la historia republicana, la cual está signada por los vuelos de aves de rapiña y plagas de la abundancia sin criterio de escasez que  arrasan con los cultivos en una misma parcela. Sin que ningún promotor le indujera emitir determinado calificativo, el inteligente y ponderado poeta y colega independiente Luis Bazán García nos ilustra en su ciudad natal con este breve comentario:–´´ Gonzalo Barrios, Pablo Herrera Campins, Luis Herrera Campins, Gonzalo García Bustillos y Waldemar Cordero Vale, conforman una unidad referencial del Estado Portuguesa, tal es la proyección de sus servicios al país y el ejemplo moral y rector que han dejado’’.

LÍDER DE UNA SOLA PIEZA

La ventana pragmática de Barrios le permitía cotejar la praxis y la filosofía de cada sector en su carrera por la conquista del coroto, sin comprometer su conducta ante las apetencias personalistas de los propulsores del caudillismo civil que a través de la reelección presidencial impedirían el ascenso de las nuevas promociones. Líder de una sola pieza, sostenía que el liderazgo auténtico no debía depender de la necedad individualista. Aunque montara en cólera no regañaba a nadie con frases soeces.

La perspicacia del doctor Barrios nos invita a recordar otro paréntesis sobre el golpe del mariscal Castelo Branco en abril de 1964, contra el régimen expropiador de Joa  Goulart, acusado de emparentarse con el comunismo de la Unión Soviética y China durante la guerra fría. Barrios, sabía muy bien que los militares de Brasil cuando tomaron el poder en la segunda mitad del siglo XX, desestimaban en cierta medida la guerra entre sus conciudadanos, menudo contraste con los enfrentamientos en países de Centro América y de sus vecinos sudamericanos. El doctor Barrios aseguraba que los soldados cariocas jamás tomarían el fusil para matarse entre ellos. Comentaba el líder venezolano, los integrantes de la cúpula castrense, al perder una tranca en la mesa de dominó, advertían a la pareja ganadora sentada en el cuadrilátero: ‘’ Si usted tiene un cañón más, usted ganó’’.

En esa escuela de la armonía- si aceptamos como válido el parangón entre el pianista que no se conmovía ante el follón de los pistoleros en la cantina y la parsimonia del doctor Barrios- es obvio  que él, sin perder la compostura, nunca desafinaba, aferrado a la entonación de su melodía.

TOCANDO EL PIANO

El doctor Barrios, oráculo de su partido, profeta para las consultas extra muros y  perfil de asceta, no faltaba al llamado interligas del diálogo incuestionable para la realización de las grandes obras. El plan de la nación de cada gobernante socialdemócrata o democristiano pasaba por sus manos. Ningún proyecto legislativo escapaba a su visión. Tampoco escandalizaba sobre las concienzudas  enmiendas que  proponía con cautela. Apenas afilaba sus ocurrencias, por vía tangencial, para que sus interlocutores no se durmieran. Sabía escuchar, en mangas de camisa, el petitorio de las barriadas populares de Caracas en la casa distrital de AD,  de Toro a Pineda, entre la dirigencia que recién llegaba del exilio sin ‘’la pepa del zamuro’’ en 1958. Para la escogencia del candidato presidencial de su organización se consumó el trago amargo de los inaplazables tropiezos. El liderazgo partidista, se hallaba en manos de Simón Sáez Mérida y Domingo Alberto Rangel que aupaba las opciones de Rafael Pizani y  del presidente de la Junta Wolfgang Larrazábal Ugueto. Betancourt entre tanto, le daba la vuelta al territorio nacional un par de veces. En cada pueblo dictaba conferencias sobre economía, política y petróleo. Se reunía con empresarios, obreros, campesinos, estudiantes, técnicos y profesionales con Gonzalo Barrios a su lado, el hombre del consejo oportuno para cada escenario. Poco a poco ganaba terreno el expresidente Betancourt, hasta que estrelló su pipa en un escritorio con la frase estridente: ‘’ ¡ Contra el miedo, vota blanco!’’. Se acabó el pan de piquito. La juventud adeca, embriagada por el auge de los barbudos de la Sierra Maestra que luchaban contra la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, sufragaron por Betancourt, dando un paso atrás para aplazar la división que nació en abril de 1960 con el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Betancourt retornaba a la primera magistratura con Barrios, Leoni y Carlos Andrés Pérez compartiendo responsabilidades en  momentos dramáticos para defender las instituciones democráticas de los golpes de izquierdas y derechas, mientras las separaciones internas auspiciadas por el MIR con Domingo Alberto Rangel en primer plano, y el Grupo ARS de Raúl Ramos Giménez, asestaban un duro golpe al partido de Mano Juan que entró a la fila  con la vibra del verbo militante de Andrés Eloy Blanco. El gobierno de Betancourt trastrabillaba pero no se caía. Se comportaba como Ulises, manteniendo en el timón del barco al capitán Barrios para sobreponerse a las tempestades. El Napoleón de Guatire se salvaba  de milagro del atentado criminal el Día del Ejército, 24 de junio de 1960, planificado por Chapita Trujillo en República Dominicana con un bombazo en el paseo Los Próceres, cerca de las estatuas de los héroes militares que levantó Pérez Jiménez para alienar a los civiles.- El 24 de junio, 1960, salí a las 8 a.m. de mi casa de habitación. En el automóvil presidencial me acompañaban el Ministro de la Defensa, General López Henríquez y su esposa Dora, y el Jefe de la Casa Militar de la Presidencia, Coronel Ramón Armas Pérez. Nos dirigíamos a participar en los actos del Día del Ejército. No llegamos al destino previsto. En la avenida de Los Próceres, a las 8 y 20 minutos a.m. estalló una poderosa explosión que lanzó el automóvil nuestro fuera de la vía y lo convirtió en una masa de hierro y fuego. Pereció allí mismo alcanzado directamente por el cono de la explosión el valeroso y bueno Ramón Armas Pérez, ascendido post mortem a General de División. Murió también el estudiante Juan Eduardo Rodríguez, transeúnte ocasional. El chofer Azael Valero fue despedido del vehículo y cayó sobre el pavimento, pira ardiendo. Y por entre la cortina de fuego que nos rodeaba y lamía alcanzamos a escapar con vida el Ministro de la Defensa, su esposa y yo, los tres con quemaduras generalizadas de primero y segundo grado. Se había hecho estallar una poderosa carga de dinamita y gelatina inflamable colocada en un vehículo que se situó paralelo a una intersección por la avenida por donde debíamos pasar. Fue usado el novísimo sistema de atentados políticos, que teníamos el dudoso privilegio de estrenar, de hacer estallar la poderosa bomba desde una distancia de centenares de metros, mediante un mecanismo de micro-ondas.

– Desde el hospital donde me habían hecho curas de urgencia y después de haberle descubierto a la vida una dimensión nueva, animal sano como siempre  había sido: la del dolor físico, me hice trasladar a Miraflores, el Palacio de gobierno. Más de una vez había dicho que allí estaría ‘’ ni un día más ni un día menos’’ del lapso fijado por la Constitución para gobernar el país. Entre amigos añadía: ‘’ De aquí saldré con los pies para adelante, o caminando con mis propios pasos a entregarle la banda de la Presidencia a mi sucesor’’. Y esa noche del 24 de junio de 1960, entraba que no salía de Miraflores ‘’ con los pies para adelante’’, en una camilla, ambas manos como guindajos de carne quemada: la carne deforme; escasa la visión, oyendo poco. Pero llegaba vivo al puesto de mando y acrecida con la prueba afrontada la voluntariosa decisión de no defraudar la fe en que en mi habían puesto los venezolanos al elegirme Presidente- escribió como lo debe hacer un reportero de sucesos. El magnicidio frustrado transformó al Presidente Betancourt en un lisiado de guerra hasta su muerte.

EL PODER ECONÓMICO DESVELOS Y SACRIFICIOS

Barrios conservaba en alto- todavía no usaba bastón- consignas y contenidos de la doctrina liberatoria que   las generaciones del 18, 28, 36 y 45 del siglo XX con tantos desvelos y sacrificios habían auspiciado para reivindicar a los oprimidos y explotados de las oligarquías y señores feudales en la Venezuela rural. El doctor Barrios era el nous, el todo, resumen personificado de una epopeya sostenida por las bases  de la tripulación para llegar a puerto seguro llueva, truene o relampaguee.

Betancourt derrotó en el campo militar y político a Fidel Castro con sus plagios batisteros y a Chapita Trujillo. Al término de su mandato, Betancourt se inclinaba por la opción de quien había sido eficiente ministro del Interior en la guerra contra el golpismo: Carlos Andrés Pérez, pero el buró sindical inclinó la balanza por Raúl Leoni, presidente del Congreso Nacional. Leoni, con el voto de la tarjeta negra, conquistó mayoritariamente la confianza de los electores. Betancourt se marchó a Europa para escribir y reponerse de sus achaques.  Barrios viajaba a Nápoles y Berna para informar a Betancourt de lo que ocurría en el país. Betancourt y Barrios sabían que Paz Galarraga, con siete años en la Secretaría General de AD, de traje blanco y pipa en la boca,  amigo entrañable del Grupo ARS, les echaría ‘’ una vaina’’ más adelante como en efecto sucedió con el nacimiento del MEP. Prieto y Barrios nacieron en 1902 y fallecieron en 1993. Paz Galarraga, dieciocho años menos que Barrios y Prieto, murió en el 2012, fecha en la que los residuos del MEP se cuadraban con el chavismo-madurismo.  Difícilmente el maestro Prieto hubiese respaldado una dictadura tal cual lo hicieron el indio Paz  y sus lugartenientes. Son simples conjeturas que se desprenden del análisis doctrinario, aun cuando uno no sabe si el líder de La Asunción, impedido de ascender al poder ejecutivo por su manifiesto anticlerical hubiese tirado su doctorado  romulero al muladar.  Barrios se mostraba parco pero mantenía fresca su memoria ante los ronquidos de Prieto, mientras este líder margariteño manifestaba que ‘’ Gonzalo Barrios era la piedra en el zapato’’ de Rómulo Betancourt. Raúl Leoni moribundo desde su lecho de enfermo,  en julio de 1972, llamó a Prieto para despedirse, pero éste no acudió a la cita. Las heridas permanecían abiertas. Barrios continuaba  su concierto sin inmutarse. Después que Prieto y Barrios habían picado los cabos de este mundo, Juan José Delpino, sindicalista culto, luego de irse con el MEP regresó al ágora  de AD en un relevo meritorio para conversar  con los comunicadores  los días sábados.  Más tarde hizo  come back  el ex jefe guerrillero y fundador del MIR Américo Martín, quien en el siglo XXI junto con Isabel Carmona y Gumersindo Rodríguez, trabajaron  en la renovación de la tesis doctrinaria de Acción Democrática cantando unidos La Marsellesa,   letra de Andrés Eloy Blanco y  música de Inocente Carreño, con la estrofa ´´ Adelante a luchar milicianos, al compás de la revolución’’ para satisfacer el gusto por las artes  de Gonzalo Barrios. Las ovejas descarriadas volvían a su corral. ‘’ Las cosas vuelven al lugar de donde salieron’’ decía el viejo Gallegos. Barrios no andaba en la cuerda floja del correveidile  que prefiere una vida contemplativa.  Tampoco apretaba el gatillo.  Continuaba tocando el piano.

Pero tampoco fungía de sabio solitario.  Adornaba sus pasos con espíritu gregario. Con  políticos del amplísimo universo, familiares y amigos, escuchaba y exponía  puntos de vista sobre los más variados temas. Podía leer un libro por día. He allí la diferencia con los ignaros, con los politiqueros fracasados que deambulan como los toreros que nunca fueron diestros en el volapié. Jamás presumía. No se consideraba infalible. Rapsoda y buen intérprete. Su ponderación cautivaba.

. Merecía  consideración. Su palabra valía. Se levantaba como el guía, por encima del hombre que manejaba los hilos del aparato partidista. Apartaba- sin andar descalzo para que lo festejaran- las estupideces como las piedras que estorban en el camino. Sus contrarios  se aliaban en coro  para exclamar que él ‘’era muy cómodo’’. Pero sus más cercanos contertulios le daban luz verde por las horas  que  dedicaba a la indagatoria.  Transcurrieron los años. Pasaban los días. Se cobijaba con trazos de historia hegeliana que le daban la razón. Compartía con Jorge Hegel la tesis sobre la libertad en el pensamiento y su oposición a los esguinces jacobinos del terror que aniquiló la Revolución Francesa. Barrios enarbolaba  banderas de la libertad, la fraternidad y la igualdad, sin sumarse a los enterradores de la política liberal. Sin embargo no comulgaba con ‘’ el dejar hacer’’ y el ‘’dejar pasar’’ del liberalismo  ortodoxo de la economía. Barrios creía con justicia y equidad en la distribución de la riqueza. La adaptación a los nuevos retos era su causa. La perseverancia su mejor atenuante para librar la lucha y ganar la guerra a los extremismos. Unos le llamaban el doctor Barrios. Otros, simplemente Gonzalo, o el viejo Barrios. En cualquier circunstancia él hacía lo más difícil,   comparable, si nos permiten el atrevimiento, con el jugador de béisbol que batea  con promedio perdurable y de excelencia que le pudiera conducir al salón de la fama.

La búsqueda de la perfectibilidad en las frases que escribiera o expresara para los medios de comunicación, no lo convertían en deidad para que le rindieran culto. No se enfadaba si alguien echara a un lado su título académico. Tampoco fue partidario de las comparaciones, pues tal osadía constituía en su opinión ‘’ un narcicismo improductivo’’. No sepultaron sus despojos mortales en una cuartel de la montaña para que sus partidarios lo trasladaran con pompa cursi  al Panteón Nacional, como lo hizo Hugo Chávez con los restos del narciso Antonio Guzmán Blanco, el ‘’ hijo de la mentira’’ , pues recordar es vivir, dada la ficción del encuentro de Toñito con José Antonio Páez en los ases de las barajas marcadas en la novela de Francisco Herrera Luque. El viejo Barrios asumía el rol que iba más allá de las casillas de un factótum, sujeto de mayor confianza en la casa blanca de los adecos. Probablemente su producción intelectual se acercaba más a la definición griega del orientador, sin que a él le quitara el sueño las interpretaciones que derivaran del juicio de los espectadores del gran duelo. Ciertamente, según el código metafórico, él tocaba el piano pero no era el dueño de la orquesta a diferencia del dirigente que  se cree un fuera de serie  al patear el balón, o al lanzar su rabo e´cochino en un partido de béisbol. No se sentía  amo de la verdad, dueño de la franquicia y novio de la madrina en Acción Democrática. En  reuniones de ministros, cámaras legislativas nacionales, foros académicos, políticos, sindicales, empresariales, estudiantiles , con amas de casas y conversaciones de amigos, había que escucharle para examinar la realidad del país. Él era enemigo de las improvisaciones. Requería de las versiones sustentables que pudieran agregarse , meta que respaldaba con Rómulo Betancourt en Acción Democrática. Recuérdese el mitin en el Nuevo Circo de Caracas, antesala del trienio revolucionario que cambió la historia el 18 de octubre de 1945.  Barrios fue uno de los primeros civiles con Betancourt a la cabeza que dieron un paso al frente para tumbar a Isaías Medina Angarita, último tachirense que por la gracia de sus paisanos Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y López Contreras, fue elegido primer mandatario en comicios de segundo grado, es decir, por un parlamento al servicio de Miraflores sin divisiones de poderes, al punto de que el titular de la cartera de Relaciones Interiores, el escritor Arturo Uslar Pietri, con la máscara del  ventajismo, podía ser votado para diputado sin renunciar al gabinete del último hombre a caballo descendiente de los potreros comunales de Capacho y de La Mulera.

EL 18 DE OCTUBRE

El 22 de febrero de 1987 escribe Gonzalo Barrios un artículo de prensa con el título: ¿ El 18 de octubre necesita defensa?

-El 18 de octubre ha sido un acontecimiento obviamente positivo en la historia de Venezuela. Por eso,  quienes lo condenan o lo deploran  fundamentan generalmente sus opiniones sólo en criterios de prudencia y de oportunidad. ¿ Para qué- dicen- interrumpir un proceso que perseguía los mismos fines invocados por la insurrección, pero evitando sus riesgos? ¿ Cómo atreverse a reactivar una peligrosa tendencia  ya apaciguada – la de los pronunciamientos militares, aún más, concederle un crédito que ningún precedente autorizaba sino que al contrario todos desaconsejaban, en virtud de un cúmulo de experiencias dramáticas presentes en la memoria  de todos los venezolanos? Rómulo Betancourt y los dirigentes de AD que participamos en aquellos ‘’ ratos de la noche´´, hemos dado explicaciones que nos hubieran absuelto en caso de un revés y que no hemos desconocido después, cuando la legitimidad y el aplauso que confiere la victoria nos habrían eximido de confesar pasadas vacilaciones. En efecto, con alarma recibimos la primera información de lo que estaba en marcha. Pero en vista de que el movimiento nos invitaba como fuerza política a dotarlo de un programa de realizaciones democráticas que el pueblo estaba ansiosos por alcanzar ante el muro impenetrable de un sistema personalista que ya se creía suficientemente depurado como para aspirar a la perpetuidad, decidimos exponer nuestra reputación con la esperanza de convertir en un sacudimiento de libertad y de progreso lo que estaba planteándose-. Barrios se refirió a la confianza que se había depositado en el candidato oficial Diógenes Escalante que se volvió loco. – Los militares admitieron la alternativa que le propusimos- agregó  GB-. – Tal vez no todos de buena fe y de buenas ganas. Pero reasumieron sus viejos planes ante el fracaso lamentable por motivos bien conocidos de lo que pudo ser una tregua bien aprovechada para la liquidación pacífica del personalismo y el regionalismo andino, para no señalar sino dos de los más resistentes fantasmas de aquella era históricamente agotada. Ahora es fácil narrar los sucesos y regocijarse con sus resultados. El 18 de octubre no sirvió de ejemplo y de estímulo para posteriores cuartelazos como decían temer muchos de sus detractores. En ese sentido podemos afirmar que el 24 de noviembre no fue una secuela sino una reacción de rezagados contra el contenido revolucionario y democrático del movimiento original. Y es muy significativo que derrotada la dictadura reaccionaria, la institucionalidad con raíces en la fecha que rememoramos, se reinstaló en la vida de Venezuela con la naturalidad del propietario que regresa a su dominio una vez expulsado algún transitorio usurpador. Es casi pueril sustentar una polémica sobre si el sistema superado el 18 de octubre hubiera podido evolucionar espontáneamente hasta el punto de alcanzar la institucionalidad que hoy rige en Venezuela. Lo fundamental en esta, es decir, la participación de las masas en la vida política y el sufragio universal, son conquistas difícilmente aceptadas por quienes de algún modo se oponen al presente por añoranza del pasado. Consolémonos pensando que en este aspecto Venezuela no es una excepción si no confirmación de uno de los fenómenos más reiterados de la historia universal; ninguna realidad social con raíces profundas cede su puesto voluntariamente.

–El 18 de octubre no es el único blasón en la historia política de Rómulo Betancourt. Pero es un blasón que exige reconocimiento y tal vez también defensa.

SANTOS LUZARDO

Gonzalo Barrios representaba la imagen de Santos Luzardo en la novela  de Doña Bárbara, joven abogado que se internó en las llanuras de Apure para luchar por las injusticias sociales y el robo de tierras que la mujer implacable con el látigo del crimen, azotaba a las víctimas con la complicidad de su temible pandilla. Barrios no se internó en las sabanas ni en la selva de Canaima para perderse como Marcos Vargas. Él deambulaba como corresponsal de guerra, baquiano  de su militancia, por diferentes huertos para dar a conocer las siembras de Luzardo y los contrapunteos sobre el misterio de los personajes de Cantaclaro con la belleza de  su poesía que intercambiaba con otros   insumos  para garantizar resultados óptimos de la cosecha política y literaria del positivismo.

Barrios releía sin opacidad de la displicencia al borrar de su mente cualquier prejuicio sobre   la poesía escrita en prosa por el oponente del criollismo, José Antonio Ramos Sucre, hijo solitario de Rita Sucre de Ramos, sobrina nieta del Mariscal Antonio José de Sucre, quien puso fin a su vida en Ginebra el trece de junio de 1930 cuando ejercía un cargo diplomático al servicio de la tiranía de Juan Vicente Gómez. Tomaba para sí lecciones de la pléyade integrada por el hispanoamericano Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Azorín, Pio Baroja, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, de la Generación de 1898, contemporánea de Gallegos, la cual dio un barajo revolucionario a la expresión literaria. Pasaba revista a las obras de Friedrich Nietzche, escritor prusiano de los actos morales positivos y negativos que respetaba el estilo de cada quien; del prusiano Arthur Shopenhawer, puente de la filosofía occidental y oriental que influyó en la creación de Jorge Luís Borges, Miguel de Unamuno, Albert Einstein, León Tólstoi, Thomas Mann, Pio Baroja y Sigmon Freud—este último uno de ‘’ los tres maestros de la sospecha’’- y del danés Soria Kerkegaard, quien creía que ´´ solo la dificultad inspiraba a los nobles de corazón´´. Barrios conocía la influencia de Píndaro, poeta griego de las Olimpiadas en las odas de Pablo Neruda. Descubría el contenido de los escritos de Alejo Carpentier y de Nicolás Guillén. Supo a tiempo que el Bolívar de carne y hueso engendró varios hijos que escondían historiadores de pacotilla, y que el Congreso de Chile dio el apellido de Andrés Bello a los retoños que nacieron fuera del hogar del Rector Magnífico de la Universidad de Santiago, redactor de la gramática castellana americanista y del poema Silva a la Agricultura en la Zona Tórrida. No miraba de reojo las célebres polémicas de Juan Vicente González, pluma defensora del conservatismo del siglo XIX. Entre sus libros de cabecera se hallaba la historia novelada ‘’Viajeros de Indias’’, ‘’ Boves el Urogallo’’,  ‘’En la casa del pez que escupe el agua’’ y ‘’ Los Cuatro ases de la baraja’’ de Francisco Herrera Luque. Estaba al tanto de la historia escrita por J. M. Siso Martínez y J. L. Salcedo Bastardo y, obviamente, de los poemas de Vicente Gerbasi y de Andrés Eloy Blanco. Tuvo la vista fija sin ningún desperdicio en ‘’ Verbos Irregulares’’ y ‘’Los Animales en Caracas’’,  chufla magistral de Aquiles Nazoa. Se reía del soneto que el yaracuyano José Parra con el nombre de Tomás de la Porra se mofó del general Pablo Antonio Flores Álvarez: ‘’ dijo un día al mundo abierto, con gesto macho y altivo, de aquí me sacarán muerto, pero me sacaron vivo’’, al refugiarse en su casa, luego de recorrer sin éxito varios cuarteles en protesta por el nombramiento de Martín García Villasmil, ministro de la Defensa del primer gabinete de Rafael Caldera. En el campo de las ciencias médicas apreciaba la fecunda labor de Arnoldo Gabaldón en su lucha contra la malaria; de Francisco Torrealba para tratar El Mal de Chagas y de Jacinto Convit en la fabricación de la vacuna para el exterminio de la lepra y de otros hallazgos que contribuían a la elaboración de un programa de salud, según narra Pablo Salcedo Nadal, ex vice ministro de Sanidad y Asistencia Social, ex Director ejecutivo del Instituto Nacional de Nutrición y ex gobernador del Estado Portuguesa.

CON TODOS LOS SECTORES

El tema petrolero, las reivindicaciones laborales y el estímulo para propiciar las inversiones a fin de concertar  políticas tripartitas que generen empleos y riquezas con énfasis especial en la educación que garantizara con índices positivos el crecimiento y desarrollo de la sociedad y la economía, encontraban en el ideólogo  y parlamentario al doctor Barrios, entre sus mejores aliados perfeccionistas, desde el gobierno y la oposición, con envidiable postura para hacer política en pro de la adaptación del país a las nuevas exigencias.

Con los apuntes  para hacer leyes, congresistas de diversas corrientes consultaban y prestaban atención a las sugestiones de Gonzalo Barrios, mientras líderes de su partido y de otras tendencias manifestaban que no nacieron para hacer vida parlamentaria sino para ser presidente de la república. Él no se hacía al lado de la discrecionalidad. Podría detenerse en una estación del Vía Crucis  para empinarse y seguir. Hacía camino al andar. Difícilmente le metían gato por liebre sin  resguardarse en la infalibilidad  en que suelen incurrir presuntos iluminados que se consideran más papistas que el Papa. Pecaría, no por ingenuo, sino por falta de documentación en un momento determinado. La dialéctica le conducía al aprendizaje para ponerse al día cuando fuese necesario. En Acarigua intercambiaba impresiones con amigos de infancia y familiares en la forma más sencilla. Cerraba un mitin en 1968 como candidato presidencial en el boulevard San Roque y cruzaba la calle para saludar a Luís Herrera Campins, quien lo  escuchaba en un recodo de la puerta de una residencia ubicada al lado del bar La Terraza, donde los consuetudinarios visitantes entre sorbo y sorbo, se deleitaban del recital de algún espontáneo del ruedo de la calidad declamatoria de Graterolacho y  Arjuna Castro, con los versos del abogado barinés que atrapaba los cocuyos del campo atraído por su iluminación intermitente,  regente de un consultorio en la ciudad, Alberto Arvelo Torrealba, autor de Florentino y el diablo, poema que tardó   más de treinta años en procesar para que el coplero del ‘’ ancho terraplén´´ invocara la presencia de las Vírgenes y apareciera el sol del alba  ganándole la porfía a ‘’ la mala sombra del espanto’’.

Prestaba su colaboración en cada una de las campañas electorales con participación de AD. En 1983, durante el período de Luís Herrera Campins, intervino en el mitin de cierre del candidato Jaime Lusinchi en la Avenida Libertador de Acarigua, cerca del grupo escolar Manuel Palacios Fajardo. En público y privado disfrutó de la genialidad del odontólogo Pedro Vicente Linares en su papel de actor cómico en el programa ‘’ Coromoto y Don Chema’’ que se difundió por varias emisoras del estado Portuguesa. Don Chema se metió a burrero, arriero y dueño de María Casquito, para desplazarse en el monte de la mano del doctor Carlos Gómez Urquiola, pediatra, escritor y diputado al Congreso Nacional y del futuro Ministro de Comunicaciones Juan Pedro del Moral,  asistido por el secretario general del partido blanco Elías D’ Onghia en la entidad federal donde tiene su sede el  Templo Votivo para venerar a la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela.

Volvía una y otra vez a La Comadre, refugio campestre de su hermano Abraham Barrios en Acarigua. Allí Rómulo Betancourt, Pablo Herrera Campins, Marcos Falcón Briceño, Lalo Troconis, Ramón Moreno Delgado, José Rafael Casal, Chicho Heredia y Elías Salcedo Nadal compartían con el doctor Barrios tertulias tendentes a proponer soluciones para resolver  problemas del país y  jugar dominó para escaparse en el entretenimiento con un trozo de maute- carne de un becerro de doce a quince meses- o de un ternero o novillo de dieciséis meses y un trago de buen escocés en la mesa para digerir los entretelones de la partida ‘’ cuando éramos felices’’.

En Caracas conversaba sobre teatro, música, pintura, poesía, historia, geografía, cine y cualquier otra área de la cultura con Ramón J. Velásquez, Arturo Uslar Pietri, Juan Liscano, Carlos Gottberg, Arístides Calvani,  Lorenzo Fernández, José Antonio Pérez Díaz, Pepi Montes De Oca, Ernesto Luís Rodríguez, rey del octosílabo y autor de ‘’ Rosalinda’’; Godofredo González, Orlando Araujo, Alirio Ugarte Pelayo, Lucila Palacios, Isabel Carmona, Cecilia Olavarría, José Antonio Abreu, Germán Carrera Damas, Manuel Caballero, José Agustín Catalá, Manuel Pérez Guerrero, Manuel Mantilla, Sofía Imber, Carlos Rangel, Inocente Carreño y Jesús Soto, sin menoscabo por quienes en diferentes túmulos  se juntaban con él para escalar el altar de las artes.

Con el Buró Sindical integrado por obreros del intelecto que comulgaban las mismas inquietudes, Barrios se despojaba de los prejuicios del adversario  al abrir el debate sobre la redención de la clase trabajadora. Bernardo Pérez Salinas, Manuel Peñalver, José Vargas, José González Navarro, Juan José Delpino,  Augusto Malavé Villalba, Juan Herrera, Carlos Luna, Roberto Hernández, Manuel Quijada y Pedro Brito junto con Félix Adams en Educación de Adultos y Luís Beltrán Prieto en el Instituto Nacional de Cooperación Educativa y la Federación Venezolana de Maestros le daban brillo al discurso con el doctor Barrios para que Mano Juan cerrara filas con el Negro Evangelista en el Partido del Pueblo.

En el campo de la economía y el petróleo, con Juan Pablo Pérez Alfonso, Héctor Hurtado, Manuel Pérez Guerrero, José Ignacio Casal, Benito Raúl Lozada, Wenceslao Mantilla, Carmelo Lauría, Arturo Hernández Grisanti, Armando Sánchez Bueno y su contemporáneo Carlos D´ascoli, Barrios revisaba leyes y políticas  en la búsqueda del consenso entre el capital y el trabajo, artífice de una estrategia que redundara en beneficio de la población, manera  explícita de servir al prójimo muy cerca de los presagios de sus compañeros de viajes.

Sin aspavientos y reciedumbre en sus convicciones pensaba y actuaba Gonzalo Barrios. Provenía de una familia que en la Venezuela rural podía enviar descendientes a las universidades. Su hermano Abraham, dueño de la Comercial Barrios en Acarigua, fue su financista cuando vivía exiliado. El doctor Barrios reprochaba el narcicismo y el caudillismo. Lo veían como   el faro, el centinela, el libro abierto, la referencia obligada.  Su impronta sigue vigente. Supo deslindarse de la demagogia, del confesionario clerical y de la réplica de los ateos que procuraban reacomodos en espacios vulnerables para infestarlos con el sarampión devastador. competía en buena lid con el planteo socialdemócrata para contribuir a propiciar los cambios que demandaba la sociedad en crisis. Hoy lo observamos a distancia como ideólogo de la convergencia, con o sin   chiriperos. El legado de Gonzalo Barrios constituye una página esencial en el esfuerzo por el rescate del sustantivo transparente de los auténticos servidores públicos que, con un salto de garrocha y banderas de la identidad patriótica, rompen el cántaro y el muro de patrioteros encantadores de serpientes que  ocultan la historia en el túnel de la mentira, la ineficacia y la imbecilidad que los aproxima al abismo, conducidos por  un loco al volante del autobús equivocado que perdió la capacidad  y la sindéresis    para que Venezuela se hundiera en el tremedal.

 SHOW DE LAS REVOLUCIONES

Con las lecciones de Musiú Carmelo, Gonzalo Barrios a sus ocho años de edad recibía las versiones sobre la Revolución Mexicana de 1910 contra la tiranía de Porfirio Díaz que gobernaba desde 1876. A los doce años de edad inició sus análisis más de cerca sobre  los conflictos armados del siglo XX. Seguía día a día a través de las ondas hertzianas la información sobre la Primera Guerra Mundial. Tres años más tarde se enteraba del estallido de la revolución comunista en Rusia. A los treinta y siete años de edad, ya con formación académica, es testigo del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Fue amigo de dos líderes contemporáneos que nacieron en 1895, el general Lázaro Cárdenas, presidente de México de 1936 a 1940- líder del Partido Revolucionario Institucional que nacionalizó el petróleo y dio amplio respaldo a los exiliados venezolanos- y Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana que obtuvo mayor  influencia política que José Carlos Mariátegui, introductor de la corriente marxista en Iberoamérica, al denunciar la compra a precio vil de materias primas por empresas transnacionales en Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. El cultivo del género epistolar con estos pensadores antiimperialistas y el carteo con Arturo Frondizi en Argentina, líder de Unión Cívica Radical, coadyuvaron a expandir el rumbo ideológico de la social democracia en Iberoamérica, en la lucha inacabable de los defensores de la libertad contra el signo inequívoco de las sectas dogmáticas, inquisitoriales y cerradas, con etiquetas de ‘’ izquierdas’’ y ‘’ derechas’’ que ellas mismas inventan para esconder debajo de su piel de cocodrilo, la inscripción en su consigna de comunista, fascista o populista, con la ambición deplorable de perpetuarse en el poder.

A los cuarenta y tres años de edad, aparece como uno de los actores del golpe de Estado cívico-militar o Revolución del 18 de octubre de 1945  y a sus cincuenta y siete años sintió el terremoto  de la Revolución Cubana en 1959. Los orígenes y consecuencias de esas revueltas constituían una cantera para excavar. Luego sobrevinieron las fracturas, entre las que destacaba el flamante eurocomunismo, episodios que el doctor Barrios- político con trayectoria congresal y poder analítico de dimensión universal- exploró sigilosamente hasta el día de su desaparición física con su proverbial reticencia a los aplausos que procura el vulgar imitador del vanidoso benemérito .

Su aprendizaje político en la calle, la universidad y la historia, le permitió estar presente en los momentos cumbres que precipitaron los cambios en la Venezuela del siglo XX. Con la educación adquirida dentro y fuera del país, formó parte de la vanguardia que impulsó la transformación de la república a partir del 18 de octubre de 1945, como uno de los miembros fundamentales de la Junta Revolucionaria de Gobierno que presidió Rómulo Betancourt.

La decisión de no dar más concesiones a las compañías petroleras extranjeras que hicieron lo que querían durante los regímenes de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita y la aprobación del aumento de la participación del fisco en un cincuenta por ciento para explotar el primer negocio rentista; el desarrollo de las empresas de Guayana y la nacionalización del hierro y el petróleo; el saneamiento ambiental con las redes de cloacas y acueductos, línea de acción inmersa en la lucha para erradicar el paludismo, enfermedad que se había constituido en un azote que amenazaba con el exterminio de la población rural; el incremento notable en la construcción de escuelas, liceos, hospitales, institutos de educación superior, estadios deportivos, carreteras y viviendas; la diversificación de la pequeña y mediana industria junto con el estímulo a la propensión a invertir junto con el sector privado en las facetas múltiples de la economía; la reforma agraria para combatir el latifundio y la condonación de la deuda de los agricultores con la banca pública; el entendimiento tripartito entre el aparato productivo- trabajadores y empresarios- con el Estado para darle curso a las reivindicaciones laborales a través de la contratación colectiva; la independencia de los poderes públicos y el voto de la mujer y de todos los ciudadanos con la primera convocatoria a elecciones libres y directas en 1947, mediante un acuerdo de la Asamblea Constituyente que presidió Andrés Eloy Blanco, a la luz de los debates que inauguraba el capitolio federal con las transmisiones radiales; la modernización intensiva de las Fuerzas Armadas donde todavía permanecía el anclaje de generales analfabetas, herencia de los mandatarios tachirenses; la elección directa de Gobernadores, Concejales y legisladores nacionales y regionales; el mejoramiento de los cuerpos de seguridad y de protección civil; el celo por el manejo de la cosa pública para impedir el arraigo de la corrupción, mediante presentación de cuentas claras de los entes oficiales a la Contraloría General de la República, forman parte de las iniciativas de los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi, donde estuvo visible la voz asesora de Gonzalo Barrios con su mano amiga para respaldar  políticas de Estado de los gobiernos socialcristianos de Rafael Caldera y Luís Herrera Campins, contribución indiscutible para el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el desarrollo y crecimiento de la nación en todos sus órdenes.

Gonzalo Barrios miraba de cerca y sin disimulo el abismo que distanciaba a los militares democráticos y autoritarios, del mismo modo que diferenciaba la tiranía que presume de perfecta sin admitir sus desmanes, de la administración con pensamiento autocrítico que gracias a las imperfecciones es capaz de generar sus correctivos. Barrios  tomó las credenciales del verdadero político para cumplir con pasión y sacrificio, la misión encomiable de abogar por las grandes transformaciones de la sociedad rural y medioeval, en aras de una sociedad moderna con garantías y libertades que se fundamentara en los ideales supremos de la equidad y la justicia con la redención del obrero, del campesino, del estudiante, del empresario progresista, del maestro y de los profesionales y técnicos, a riesgo de que las nuevas generaciones perdieran el tiempo y el timón del barco, inmersas en el infortunio de las trifulcas fratricidas con el detonante de las ‘’ trompadas estatutarias’’ que él advirtió con premura para sortear las tempestades y evitar el asalto de los bucaneros del crimen y el robo . Gonzalo Barrios se erige en factor fundamental de un liderazgo que trasciende sin estatuas de bronce, con inconmovible resistencia a los caracterópatas que ‘’ gustan rodearse de aúlicos y corifeos que aplauden o comparten sus erróneas concepciones, o se entregan a heroicas y estériles luchas contra el mundo, a fin de probar una tesis o lavar una pretendida injusticia’’, advertiría el escritor y psiquiatra Francisco Herrera Luque. No exageraba. Conocía el sentido del límite. El solo no pretendía ‘’ refundar’’ la República. Tampoco se creía ‘’ único’’. Nunca pensó que él era un ‘’ águila’’ y que los demás eran ‘’ moscas’’. No fungía de ‘’ benemérito’’, de ‘’ ungido’’, de ‘’ César’’. Para él existían ‘’ todos’’ como cuerpo social. Le cosían en la pequeña sastrería ‘’ Quo Vadis’’, ubicada cerca de la Avenida Fuerzas Armadas de Caracas, mientras que el primer presidente del siglo XXI hablaría ‘’ mal de los ricos, pero quería vestirse donde ellos se visten y trataría de emularlos’’, según relatos de la científica María Bustamante. No esperaba que ‘’ toda Venezuela hablara de él´´ rodeado ‘’ de tantos incompetentes resentidos y de tantos rapaces’’ que identificarían al mandón que despreciaría a quien no pensara como él y se negara cumplir sus órdenes como el soldado raso acostumbrado a escuchar la voz de sus ‘’ superiores’’ del ‘’ yo decidí’’, ‘’yo decreté’’ y obligo a los reporteros que me pregunten lo que yo quiero.

ESTAFA COMUNISTA

Los hechos le dieron la razón. Los chinos se olvidaron de la ‘’ gran marcha’’ de Mao Tse Tung. Los rusos tumbaron el Muro de Berlín con la Perestroika de Mikjail Gorbachov. La estafa comunista se vino a pique. Los marxistas-leninistas-maoístas cambiaron de chaqueta. El lobo feroz se disfrazó de caperucita roja. El doctor Barrios no se vio en la obligación de dictar cátedra para que le reconocieran sus atributos en defensa de la verdadera democracia. Criticó desde el exilio el macartismo que propugnó los golpes de Estado contra Jacobo Arbenz -a petición de la United Fruit Company  en Guatemala el 27 de junio de 1954 para que se encaramara el coronel Carlos Castillo Armas con el apoyo de la CIA- y el de las compañías petroleras del Reino Unido y de Estados Unidos en  contra del primer ministro Mohammed Mosaddeq el 19 de agosto de 1953- con la Anglo-Iranian Oil Company de albacea-  avalados por el presidente Eisenhower, pero, el doctor Barrios, también se opuso a la conducta criminal  del comunismo expansionista  que pretendía imponer la dictadura irracional de camarillas que se arrodillaban ante Moscú y Pekín. Barrios no contaba los pollos antes de nacer envueltos por el mandamás de los pañales rojos .    Cayó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con el paso libre entre las dos Alemania en 1989, treinta y seis años después de la muerte del tirano Stalin. Cayó la viuda de Mao, jiang Qing y sus Jinetes del Apocalipsis con el giro de Deng Xiaoping , pero la tiranía perdura en Rusia a través del voto con el nuevo zar de las mafias, Vladimir Putin y, en China, con los delegados del Partido Comunista que votaron por unanimidad para que el presidente Xi Jinping muera en el trono. En esa transición no cayó ninguno de los mellizos del comunismo mundial. La resultante es la del mismo musiú con diferente cachimba que amplía sus predominios en América Latina a través de las chequeras del capitalismo,  con especial repercusión en Cuba,  Venezuela y Nicaragua.

El doctor Barrios no podía olvidar su expulsión del país junto con otros jóvenes  acusados de ‘’ comunistas’’ por el general de Queniquea, sucesor del tirano Juan Vicente Gómez, pues en verdad, el binomio entre los consorcios transnacionales y los militares reaccionarios del tercer mundo constituía una palangre o red de pesca para atrapar, derrocar y asesinar al presidente o primer ministro que fuese capaz de promover y ejecutar reformas progresistas favorables a las clases explotadas.

Gonzalo Barrios vio pasar el agua por debajo del puente de la liberación de los pueblos, que hoy todavía luchan contra los tiranos que cambian de ropaje como el  camaleón de múltiples colores que baila al son que le toquen para llenar sus alforjas- etiquetados con el slogan publicitario del Grupo Gudi, integrado por el Negro Gudiño y Félix Ramón Fernández: ‘’ Con los que están, desde el principio, con los que vengan, hasta el final, y si acaso vienen otros, somos nosotros’’.

Gonzalo Barrios se carteaba con el presidente de Guatemala Juan José Arévalo, antecesor de Jacobo Árbenz en 1945. Arévalo, autor de la fábula ‘’El Tiburón y las Sardinas’’, fue aclamado por la Revolución de Octubre en 1944. Antes que Gallegos en Venezuela, fue el primer presidente electo en Guatemala para el período 1945-1951. Con treinta alzamientos militares quisieron tumbarlo. El 17 de noviembre de 1948—una semana antes del derrocamiento del escritor de la novela Cantaclaro- el Embajador de Estados Unidos, Richard Patterson, le mandó este recado al ‘’ Ché Arévalo’’: — Dígale al señor presidente que yo soy hombre de negocios y hablo poco-. Arévalo le comunicó al intermediario: –Dígale por favor al señor Embajador que yo soy político y hablo mucho-. El plenipotenciario de Eisenhower se oponía  a la aplicación del Código de Trabajo a los empleados de la United Fruit Corporation. Ese es uno de los antecedentes que le permitieron al presidente Gallegos denunciar que la Embajada de Estados Unidos – con el mazo dando como se expresa Diosdado Cabello, segundo hombre fuerte del madurismo-chavismo- tenía sus manos manchadas en su derrocamiento del 24 de noviembre de 1948.

‘’TRAVESURAS DE MARCEL GRANIER’’

Radio Caracas Televisión bajo la línea editorial de Marcel Granier mantuvo una línea independiente que se identificaba con factores contestatarios de los partidos políticos tradicionales, Acción Democrática y Copei, favorecidos por el voto popular para alcanzar el poder. Entre  rasguños de la anti política- mientras uno de sus botones de la arrogancia era señalado por  presuntas vinculaciones con un escándalo por compra de aviones que se llamó ‘’ Aeropastel’’, proponía con cierta petulancia la conformación del ‘’ Consejo de los Medios’’ que el presidente Herrera Campins bautizó con el nombre de ‘’ Consejo de los Reales’’- en Radio Caracas Televisión Radio Rochela recibía la censura interna para que el actor Emilio Lovera no descubriera en el papel de su imitación que a Juan Gabriel  se le mojaba la canoa. Más tarde El doctor Barrios en conversación privada- según revela su coterráneo y colega abogado Dimas Salcedo Nadal- calificó de ‘’Lamentables travesuras de Marcel Granier y sus adláteres’’- la divulgación repetitiva en Radio Caracas Televisión de las imágenes sobre los saqueos correspondientes a los sucesos del 27 y 28 de febrero de 1989 que provocó una ola de muertos, hechos que adquirieron el nombre de ‘’ El Caracazo’’, el cual se tradujo en rechazo a las medidas de reajuste económico emprendidas por el presidente Carlos Andrés Pérez durante su segundo mandato. Otro paisano del doctor Barrios, ingeniero José Ignacio Casal, suerte de consejero económico y político, en una reunión del Comité Directivo Nacional de Acción Democrática, instó al presidente Pérez, asumir la conducción política del paquete propuesto y aplicarlo en forma gradual para evitar un chock, sin ceder esa iniciativa a los tecnócratas que conformaban su gabinete económico.

El doctor Barrios, al hacer un examen de los sucesos de 1989 conocidos como ‘’ El Caracazo’’, cuestionó la presencia del Ejército en la calle para restituir el orden público, actividad que según su criterio le corresponde a la Guardia Nacional, fuerza creada por el presidente Eleazar López Contreras para aplacar los disturbios con el menor número de pérdidas de seres humanos y de bienes materiales.

El 27 de febrero de 1989 el autor de este relato se hallaba en el aeropuerto internacional de Maiquetía en compañía del presidente de la empresa  Vamein de España y Mecaven de Venezuela,  fabricantes y exportadoras de válvulas de mariposas, Aurelio Almodóvar García, listos para viajar en una unidad de American Airline con destino a Miami, cuyo despegue demoró varias horas. La tripulación de la aeronave se tardó en bajar por tierra de Caracas como consecuencia de las protestas callejeras. Durante la larga espera llamamos por teléfono al Jefe de Redacción del diario Ultimas Noticias para preguntarle si él tenía conocimiento de algún incidente. Francisco Mayorga respondió que, al parecer, había protestas contra el aumento del precio de la gasolina en la ciudad satélite de Guarenas. La chispa incendiaría había estallado. En Miami perdimos la conexión con el vuelo inmediato a Toronto, Canadá, para cubrir la información requerida por el presidente de las corporaciones hispano-venezolanas antes mencionado. Al fin llegamos a Toronto en la medianoche del 27-2. Al día siguiente apareció en primera plana de un diario del Norte la fotografía con un policía uniformado que llevaba en hombros mercancías que tomó de un establecimiento comercial. Entre tanto el doctor Barrios negaba la paternidad política de la insurgencia acéfala que algún grupo pretendía atribuirse. Llamamos por teléfono a Caracas. Mi hijo José Luís Álvarez Salom informó hubo necesidad de levantar barricadas para proteger a las comunidades. El dos de marzo regresamos a Maiquetía en horas de la noche. Varios oficiales de la Armada nos alertaron sobre la presencia de francotiradores en las principales avenidas de la capital de la República. Almodóvar y yo amanecimos de pie en las instalaciones de la terminal aérea. Luego recibimos en la redacción del tabloide Ultimas Noticias una invitación exclusiva de Televisión Española a fin de participar el próximo jueves de esa semana en el programa ‘’ Directo Noche’’ en Tenerife, de gran audiencia, junto con los canarios residenciados en Venezuela, Restituto Ferrer, profesor de Matemáticas en la Universidad de Carabobo y del empresario Julián Hernández, ex presidente de la Casa Venezuela en el archipiélago de las siete islas. En las pantallas veíamos las imágenes de los saqueos de ‘’ El Caracazo’’. Dijimos entonces que los saqueos comenzaron en 1492 con Cristóbal Colón de oficio decubridor. Unos nos increparon al tomar en cuenta nuestro apellido de origen hispano. Otros participantes en el espacio televisivo nos dieron la razón.

EL FINAL Y EL PRINCIPIO

A pesar de que este gladiador de la palabra‘’ aró en el mar’’,  según el inventario de optimistas y pesimistas, gilipollas y destructores de la memoria y de la conciencia del pueblo, luchó sin cortapisas ni subterfugios  por la reconstrucción de una ‘’ Venezuela libre y de los venezolanos’’.

Dicen que no hay quinto malo. Sin embargo, en el mes de mayo de 1993 hubo dos muertes, una natural y otra política. El  21 el presidente Carlos Andrés Pérez fue separado de su cargo y el 30 falleció Gonzalo Barrios. En sus días de agonía el doctor Barrios había sido informado del proceso que se inició el año anterior con una denuncia de José Vicente Rangel sobre la transferencia de la partida secreta del Estado, por la suma de 250 millones de bolívares a la candidata presidencial de Violeta Chamorro, para contribuir al establecimiento de la democracia en la convulsionada Nicaragua asediada por la guerrilla de Daniel Ortega. Dirigentes de AD, de otros partidos y sectores independientes se alinearon para propiciar la salida de Miraflores del Muchacho de Rubio. El Fiscal General de la República, Ramón Escovar Salom solicitó en marzo del 93 el antejucio de mérito ante la Corte Suprema de Justicia que presidía Gonzalo Rodríguez Corro. Se desató la polémica jurídica. Defendieron y respaldaron el petitorio de Escovar Salom en el máximo tribunal. Pérez alegó que no tenía nada que ocultar. Escovar confesaría años más tarde su arrepentimiento durante un almuerzo en el restaurante La Guacamaya de Chacao, propiedad de Manolito Rodríguez Álvarez. Había prosperado la denuncia de Rangel, dirigente que respaldó posteriormente los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, los cuales concedieron a la tiranía cubana millones de dólares sin control previo por parte de los organismos del Estado, un bosa nova a cuatro manos  del doble discurso en boca del civil golpista y del soldado que mancilló la institución armada al salir de los cuarteles ofreciendo villas y castillas para ‘’ acabar con la pobreza’’,  sin que   ‘’ningún pobre pasara hambre’’ en la nación ‘’ bolivariana‘’ que se transformaría en potencia petrolera’’ con ‘’ las reservas de hidrocarburos más grandes  del mundo’’, palabrería rimbombante de Chávez para atacar con su verbo de calibre grueso, a los ‘’ politiqueros’’ que se disfrazarían con él vistiendo el traje llanero de liquilique en la campaña electoral que  ganó en 1998. Seis años antes asesinó militares y civiles  con tanquetas y bazucas  en Miraflores y el Canal Ocho de televisión. Es imperativo recordar que el año anterior a su enjuiciamiento, Pérez estuvo a punto de ser fusilado en las dos intentonas golpistas fallidas de Hugo Chávez y los conjurados   del Samán de Guere, lapso en el cual promovía una serie de ajustes para reformar la economía  nacional enmarcada en la onda del mercado y del progreso de acuerdo con los especialistas de su gabinete. Fuerzas variopintas del estamento militar, independientes y jerarcas políticos armaron el complot contra Pérez. Él dijo que hubiese preferido otra muerte, tal vez comparable con el final del presidente Salvador Allende en el palacio de La Moneda, secuela de la insurrección golpista del dictador Augusto Pinochet en Chile, la ‘’  Suiza de América’’. El presidente del parlamento, Octavio Lepage y luego Ramón J. Velásquez le sucedieron en la primera magistratura. Más tarde gobernarían Rafael Caldera con su chiripero y Hugo Chávez que encantó con su carácter paranoide y el vocabulario antisistema a los electores mientras el péndulo se movía. El senador vitalicio Rafael Caldera, que había pasado a la ‘’ reserva’’ apartado de Copei, pronunció un discurso complaciente en el Congreso Nacional para denunciar ‘’ el hambre’’ y avalar la insurgencia militar del 92. Hasta se llegó a decir que él encabezaría una junta si Grúber Odreman mataba a Pérez a su regreso del exterior en la víspera del cuatro de febrero. Caldera obtuvo la victoria electoral. Luego concedió la libertad a Chávez. Según el Presidente Caldera el petitorio inmenso que provenía de diversos sectores de la sociedad enarbolaba con piedad el estandarte de  libertad en beneficio del  futuro ‘’ comandante eterno’’ que gobernaría en el siglo XXI, no solo con el grupo de oficiales insurgentes, sino además con hijos de la venganza y de la ambivalencia, cuyos padres y hermanos habrían muerto en la guerra de guerrillas de los años sesenta- retratados de cuerpo entero en la obra  teatral  Sagrado y obsceno de Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas- que en 1976 fue llevada a la pantalla, época en que la bonanza petrolera dio origen a la financiación -para producir películas sin discriminación política que afectara a los pensadores de militancia comunista- y estimulara las compras de sus piezas a pintores de relieve, en el taller de Régulo Pérez y a escultoras de la talla de Ana Ávalo, esposa de José Vicente Rangel, mientras Chalbaud, atrincherado en su ideología, censuraba a los guerrilleros pacificados que se incorporaban a la democracia liberal, sin pensar que más adelante los camaradas de ayer en el ejercicio del poder abdicarían a sus ideas supuestamente izquierdistas para izar las banderas que se confundían con la extrema derecha del Movimiento de Acción Nacional de Don Germán Borregales, un coreano que, por cierto, mantuvo un criterio irreductible- favorable o no a sus convicciones- cuando nos ilustró con su afirmación de que el doctor Caldera, formado en los conventos por los jesuitas- la misma escuela de Fidel Castro- llevaba sobre sus hombros la etiqueta de comunista, aunque, desde luego, en los laboratorios del doctor Barrios se pensara de otra manera.

Gonzalo Barrios, debido a sus achaques, se había retirado de los encuentros sabatinos con la prensa. Informadores de uno u otro confín del revanchismo que fulminó la vida política de Carlos Andrés Pérez  lo agredían con el ‘’ palabrerío a la recluta’’. Se estrechaban los lazos entre conspiradores militares y civiles. Luís Miquilena y José Vicente Rangel -aleros de un grupo de Unión Republicana Democrática que dirigía Jóvito Villalba- junto con Manuel Quijada, Jorge Olavarría, Ernesto Mayz Vallenilla y Marcel Granier, al lado de otros miembros del estrado bullanguero de los ‘’ notables’’, se convirtieron en pregoneros de la refriega contra Pérez en los medios de comunicación. Escovar Salom había sido reemplazado en el cargo de Canciller en 1977 al hallarse en el  exterior,  acto que nunca le perdonaría a su antiguo empleador. Se sintió humillado. La personalidad de Pérez, avasallante, mostraba a su haber la hendija de cierta ingenuidad que demostraría en 1992 al no tomar las medidas preventivas ante la información que le fue tramitada por los canales  cupulares del Ministerio de la Defensa para someter a investigación y juicio a los oficiales que intentaron derrocarle en febrero y noviembre de 1992, durante su segundo período constitucional. Quizá cobraba importancia la falta de ‘’ una dosis de ignorancia’’ que Barrios le atribuía al presidente Pérez. Entre tanto el paisano recordaba  a su  coterráneo José Antonio Páez, que luego de su capitulación el 15 de agosto de 1848 en Vallecito, Valencia, su compadre y favorito presidente José Tadeo Monagas, lo sometió al escarnio público entre la capital de Carabobo, Caracas y la cárcel de San Antonio en Cumaná. Al Centauro de Los Llanos, León de Payara y fundador de la República, lo escupieron, lo exhibieron con las manos atadas sobre un burro y  lo encerraron durante año y medio en una celda sin ventana antes de ser exiliado y regresar de nuevo a la Presidencia con el rango de dictador. Un siglo después sería derrocado Rómulo Gallegos. Son ‘’ gases del oficio’’, diría el escultor de la efigie del gendarme innecesario. Arrepentidos por el desencanto- pues la historia se repetía con la sepultura fantasmagórica  del ‘’ hombre nuevo’’- Olavarría, y Maíz retirarían su apoyo transitorio a Chávez después de la desaparición física del doctor Barrios.

En síntesis, este trabajo de reportero resultará incompleto para historiadores, sociólogos, politólogos y políticos. Si la obra  del doctor Barrios es inconclusa como escribimos al principio, con espíritu autocrítico debemos registrar- sin el uso inelegante de utilizar la primera persona del presente indicativo para dirigiros a vosotros- esta tarea nos resulta inacabable, pues, en verdad, falta mucho por hacer. No obstante estamos en la obligación de reafirmar, la crítica depurada y sensata coincide en señalar- luego de releer el tema del parto,  ensayo, crecimiento y debacle  del sistema democrático  durante los siglos XIX , XX y XXI-  este  hijo ilustre de Acarigua ocupará su lugar   con  méritos irrefutables- al margen del zigzagueo mujiquitero del cagatinta – al ser admitido en la liga grande de los políticos probos, cuyo ingreso es inaplazable en la historia de los héroes civiles de Venezuela, por su inteligencia y protagonismo, sin ser temido por todos, inclusive por el resentido del cable pelao de alcurnia y de medio pelo   que odia  a sus opositores.

En la encrucijada de los dos caminos- final y principio de las tendencias predominantes- el cinco de junio de 1993 el Congreso, en apego a la Constitución, había elegido a Ramón J. Velásquez, presidente de la república para que concluyera el período constitucional de Carlos Andrés Pérez. La democracia estaba de luto por el fallecimiento de Gonzalo Barrios. Luego regresó Caldera al poder. En 1999 se juramentó Hugo Chávez ante ‘’ la moribunda’’. Una nueva Constitución—error histórico en que caen los sempiternos

autócratas para adueñarse de la botija- jamás constituyó un avance para el país . No había muerto la Carta Magna. La era del progreso no pudo bajar tranquila al sepulcro. La democracia fue la moribunda. La fusilaron.

EL VALOR DEL VOTO

La vanguardia de su generación aprendió a resguardar el valor del voto sin prejuicios pequeños burgueses del claustro universitario y del cafetín de esquina. El balcón para el mitin constituía la tarima del tribuno. Sin embargo, hacía falta algo más para garantizar el éxito del poder de convocatoria para el combate. La formación de cuadros no podía ser de la exclusividad del estudiante y del profesor en el Alma Mater. El tira piedra no es el que debe tomar la calle. Es ‘’ el hombre bien construido por dentro’’ con las lecciones más apremiantes el que debe asumir el liderazgo con la sumatoria de sus colegas afiliados en sindicatos, ligas campesinas, cooperativas, y con empresarios que se incorporen a los procesos de cambios para preservar el interés nacional y restablecer la justa distribución de las riquezas. Gonzalo Barrios, un hombre libre, se preparaba con metodología para no abdicar jamás. Quizá esa sea la aportación más importante de su actuación en la política.

Resucita de los escombros, como el Ave Fénix, la Fundación Gonzalo Barrios- dirigida por su sobrina, licenciada Lucía Barrios de Miraglia, ex Gobernadora del Estado Portuguesa- con un arsenal de cuadernos sobre las vivencias del inolvidable centinela de la libertad. El anecdotario es inmenso. Su mensaje coherente. Infinita su profundidad, vista desde la superficie de una investigación que todavía carece de punto final. Correspondió a la Oradora de Orden Lucía del Socorro Barrios de Miraglia -defender  la importancia de los partidos políticos frente a quienes abogan por su destrucción- el 22 de febrero del 2018 para conmemorar 110 años del natalicio de Rómulo Betancourt en la casa de Acción Democrática  que lleva el nombre de su tío Gonzalo Barrios en Acarigua.

¡FUERA EL PARTIDO UNICO!

Gonzalo Barrios, presidente de Acción Democrática, lloró en Nueva York el fallecimiento de su amigo Rómulo Betancourt el 28 de septiembre de 1981. Luego en las exequias del líder máximo de AD en el Congreso Nacional, Barrios dijo:

-Estamos despidiendo a un protagonista. Protagonista de acontecimientos fundamentales en la historia de Venezuela. Protagonista en la defensa y divulgación de las ideas que suscitaron tales acontecimientos. Protagonista en el esfuerzo y la tenacidad para promover adhesiones y aplicar con el concurso del pueblo, sus doctrinas de acción política. Protagonista en la pasión ardiente que iluminó sus convicciones y la armó de voluntad a una lucha sin tregua a lo largo de todos sus años.

-Esa trayectoria comporta grandeza y es una invitación a la leyenda. Quienes hacen alarde de triunfos y proyectos gratuitos y se creen superiores porque la vida brinda ventajas sin exigirles contrapartida, no conocen la agonía de la diaria consagración a un mismo ideal. Ya lo dijo otro revolucionario: es fácil dar la vida por una causa, lo difícil es dar toda la vida.

– Yo exalto ahora este ejemplo de cívico heroísmo, no sólo porque he sido uno de sus colaboradores y le he guardado, con el afecto, entrañable admiración, sino porque me corresponde aquí ser el vocero de Acción Democrática, el partido que él creó ‘’ para hacer historia’’ según una de las sentencias favoritas. La historia que Acción Democrática ha hecho bajo su inspiración y jefatura ostenta un signo predominante de cambio y de ascenso y se proyecta hacia la realización de un porvenir de bienestar seguro y de entera justicia, aunque no sin tropiezos y sin errores, como el portador de un mensaje venturoso que sortea y supera obstáculos sin apartarse de su destino.

– Pero no es sólo Acción Democrática quien llora a Rómulo Betancourt y le tributa su reconocimiento. Es toda Venezuela que se consterna porque su partida le empaña las esperanzas. Sin embargo, con él no van a morir. La obra no está concluida, pero la desaparición de quien la inició no agotó la savia de su tiempo ni interrumpirá un proceso que es ya sustancia de una necesidad histórica. La marcha continuará. El guía estará ausente; pero deja bien señalado el derrotero.

– Padre de la democracia lo ha llamado el pueblo. Con ese título debemos enterrarlo, porque ningún otro le sería tan grato, ni otro alguno derramaría tanta gloria sobre su nombre. La empresa que realizó para merecerlo marcó en este país la frontera, antes desconocida, entre la opresión y la libertad, entre el derecho y el atropello, entre el odio y la fraternidad, entre la cultura y la barbarie, entre la explotación del hombre y su redención por el trabajo al amparo de la igualdad. Decisiones en ese inmenso dilema que él planteó a un pueblo de libertadores avergonzado de su postración, fueron la democracia política que une a los adversarios en torno a un cadáver; la dignificación del trabajo, que florece en sindicatos y en ligas campesinas, hoy enlutadas por su partida; el nacionalismo económico y en particular su ejercicio en relación con nuestras riquezas naturales básicas. Nacionalismo que se anunció inicialmente en algún discurso y culminó con la expropiación del hierro y del petróleo. Y toda esta obra estuvo apuntalada por el prestigio de una probidad tan obvia que constituía en él una segunda naturaleza  y conformaba el clima normal de sus pensamientos.

-¿ Cómo no mencionar su apego casi terco a la cooperación y el entendimiento como fórmula primordial para impulsar nuestro desarrollo y abordar cuestiones todavía pendientes como graves expectativas?

-Están equivocados quienes piensan que la política democrática es el mismo zarpazo primitivo, disimulado por el sufragio popular y la aparente contraposición de ideologías. La demostración la hizo Rómulo Betancourt, el líder más enérgico y no obstante el político más dúctil de nuestro renacimiento republicano. Creía en el pluralismo, como expresión de la realidad social y como producto de una recta posición moral e intelectual creó a Acción Democrática, pero también estimuló el nacimiento de rivales para su partido, y no sólo mediante una legislación liberal sin dejar de ser moderna, sino también a través de la gestión privada y de la presión amistosa. Rechazaba espiritualmente las oscuras tentaciones del partido único. Su estrategia política se basaba primordialmente en la razón y en la honestidad. Si los partidos son honestos y razonables ¿ por qué hay problemas que resisten a sus esfuerzos?

-En funciones de Jefe de Estado Rómulo Betancourt hubo de enfrentarse a múltiples desafíos. No en vano contribuyó a liquidar los residuos de una autocracia que dejó causahabientes inadaptados. El militar militarista, con la mirada puesta en las oportunidades de la administración pública, no había sido eliminado de nuestras Fuerzas Armadas en la primera etapa de su actuación como gobernante. La mezquindad del adversario político menos afortunado, que regatea méritos y mal interpreta intenciones, no es un invento de nuestra democracia ni ha sido en ella planta desconocida. La turbulencia de una época confusa en el campo de las ideologías, época de revoluciones atractivas y de frustraciones desconcertantes no ha sido tampoco remanso favorable para la orientación en línea recta de las juventudes. Las que le seguían conocieron deviaciones dolorosas, muchas de ellas rectificadas después, afortunadamente, al calor de la experiencia. El propio atraso de nuestro pueblo, su tendencia a la conducta sin disciplina, la incompetencia de nuestros sectores dirigentes en el campo de la economía, la deformación universitaria, la improductividad en el trabajo y finalmente el desquiciamiento que ha engendrado la riqueza petrolera, fueron también motivo de su angustiosa preocupación. Pero concebía al pueblo de Venezuela a su imagen y semejanza, y esta comunión le servía de coraza contra todos los desalientos. Nunca se sintió en medio de la noche. Su hora fue siempre la del amanecer. Tenía el temple y la confianza del ganador. Abrigamos el presentimiento de que estas cualidades le sobrevivirán como su legado mágico.

Quienes tuvimos la oportunidad de viajar a Nueva York para cubrir la ruta del regreso con los despojos mortales de Betancourt- un par de días antes de su gravedad había acompañado al Presidente Herrera al viejo Yankee Stadium, testimonio fotográfico que publicamos como primicias en el vespertino El Mundo y en el matutino Ultimas Noticias de la Cadena Capriles- no escapaba en aquellos momentos de espera entre los contertulios del Doctor’ Hospital, no sólo el informe final del doctor Arthur Ancowitz, sino algunos pasajes sobre el contenido de la acción y el pensamiento que unió para siempre a Gonzalo Barrios con Rómulo Betancourt en la vida pública, sin estorbarse en los ruedos como los buenos toreros.

Estas páginas de la inconformidad, desprovistas de lisonjas,  nos permiten ser cada vez más exigentes. Ellas se nutren de las mieles del saber  que tal vez sirva de postre  en el menú a la carta que promocionamos en  las redes sociales, por cuanto, la hiperinflación sin techo en el siglo XXI-  mayúsculo incendio en la república de proporciones incalculables- decretaba el exterminio del  papel moneda y las editoriales. Quizá en el futuro, otros escritores pudiesen ampliar con mayor prestancia, tiempo y herramientas, la otra parte de la columna vertebral para dar a conocer, con mayor exactitud, en cuerpo y alma, el álbum del recuerdo sobre la vida y obra del doctor Gonzalo Barrios, cuyas lecciones, indiscutiblemente, son imperecederas. De esta premisa rigorosamente procesada- sin soslayar el cautiverio de los profanos que entronizan el adjetivo para obviar el sustantivo de la docencia- toma vuelo una de las enseñanzas del doctor Barrios, al escuchar de la actriz Maríaalejandra Martín Castillo, su defensa por el respeto de la opinión ajena, por la libertad de pensamiento, por la libertad de expresión. Esta mujer representa  una de las generaciones de relevo. Hija de la profesora universitaria Adícea Castillo-  símbolo del activismo en la lucha por los derechos de la sociedad múltiple, a quien conocimos a sus veinte años en 1957 cuando militábamos junto con Carlos Luna, Argimiro Sira Medina, Francisco Luna, Gaudencio Ocanto y Rodrigo Tovar

en una célula clandestina contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez cuando era esposa de Américo Martín- quien se hallaba preso durante los últimos meses del perezjimenismo. Adícea y Américo,  sempiternos practicantes de la convivencia, arquetipos del venezolano auténtico- con su fruto que encarna Mariaalejandra- trascienden en la historia como reflejo ineludible que se identifica con el esbozo y la huella de valores humanos -que como en el caso de

Gonzalo Barrios- privilegian la verdad sobre acechos de la miseria humana que     en la sombra trepa sin titubeos peldaños   de la anti política.

FRENTE A LOS BOLICHICOS

Un discípulo y paisano del doctor Barrios- Jesús Eduardo ‘’ Lalo’’ Troconis Heredia- aventado a España desde hace varios lustros para dictar clases de Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid, alternó un sinnúmero de ocasiones con su coterráneo y colega de Acarigua. Las familias Troconis y Barrios unieron esfuerzos y predicciones en las luchas contra las tiranías. De allí nació la cercanía de Lalo con el alumno de Musiú Carmelo. Jesús Eduardo sabe darle fuego a sus palabras de justo reconocimiento al magisterio del viejo Barrios. Lalo tuvo la mejor intención de ser jefe de campaña de la opción candidatural de Jaime Lusinchi en su estado natal, pero en ese momento los codazos y ‘’ las trompadas estatutarias’’ florecían como el monte silvestre en las sabanas. Lalo ocupó la tribuna de Diputado al Congreso Nacional, desempeño que le permitió aportar en la praxis su aprendizaje académico. Por circunstancias imprevistas, Lalo conoció en Madrid al trío de hermanos—Javier, Valentín y Aurelio Almodóvar- conductores del consorcio Vamein de España- heredado de su padre Aurelio Almodóvar García- cuyo grado de fraternidad adquiere  en nuestras familias un grado especial que nos permite rendir tributo y consideración. En el restaurante del estadio ‘’ Santiago Bernabeu’’, en presencia de los hermanos Almodóvar, conversamos de lo humano y lo divino junto con Jesús María Casal, hijo, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas y asesor de la Asamblea Nacional de Venezuela, quien se unió a la diáspora del siglo XXI que marchó a Ecuador para ejercer su profesión en el Alma Mater del antiguo departamento gran colombiano. Jesús María y Lalo insisten aún en el género epistolar para intercambiar opiniones sobre el devenir de sus enseñanzas primarias bajo las luces del doctor Barrios y demás pensadores de España y del resto del globo.

El 15 de agosto del 2018- a ciento setenta años exactos de la capitulación del general Páez en Vallecito, cerca de Valencia- antes de caer prisionero en manos de su antiguo compañero del Partido Conservador José Tadeo Monagas- redactamos estas semblanzas para advertir nada es casual en este mundo. ‘’ Desbaratando encajes regresaré hasta el hilo, la renuncia es el viaje de regreso del sueño’’, diría Andrés Eloy Blanco sin desestimar su compañía con el doctor Barrios y menos sin descartar los hilos que se atan con sus aventajados estudiantes Lalo y Jesús María.

En paralelo, durante los primeros dieciocho años del siglo XXI, anclaron sus naves en España ‘’ los boli chicos’’ procedentes de Venezuela, sin el oro ni las perlas de sus antepasados que llegaron al Caribe  en las carabelas de ‘’La Pinta’’, ‘’ La Niña’’ y ‘’La Santa María’’ con Cristóbal Colón, sin ninguna conexión ancestral con los vikingos de Dinamarca, nación con el menor índice de corruptelas en el orbe. Los boli chicos son unas criaturas  que se cruzan en sus andanzas con sus antecesores más inmediatos en el Océano Atlántico de la abundancia, para disponer de recursos financieros que se nutren de las aguas turbias de diversas riberas antillanas. Se contamina el ambiente, secuela del enriquecimiento ilícito de una centrífuga, aparentemente invisible que a priori permite decir a los investigadores: ‘’ algo malo huele en Dinamarca’’, mientras Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero—militantes del Partido Socialista Obrero Español- a bordo del mismo barco asumían posiciones contradictorias a propósito de la crisis que padecía Venezuela en esos tiempos- al desembarcar en la cancha como dos punteros del mismo equipo que se disputaban el balón con mucha pasta en las alforjas para que cesara Cristiano Ronaldo en el Real Madrid. Gonzalo Barrios en el más allá y Lalo Troconis en el más acá, pudieran coincidir con un pañuelo en la nariz desde la tribuna, a la hora que se lleve a cabo la jugada suprema, pues entre los nuevos viajeros de Indias, es decir, entre los boli chicos, no se hizo a la mar ningún desafortunado paleto originario de la montonera de cómplices, sin tregua alguna para ‘’ el país de reputaciones consagradas y de nulidades engreídas’’- frase lapidaria del escritor satírico Manuel Vicente Romerogarcía que atacó en sus escritos y con el fusil a Guzmán Blanco y sus lugartenientes al pelear al lado de Cipriano Castro con quien rompió en 1902 año en que nació Gonzalo Barrios- sin dejar de reprochar a los godos que todavía compran títulos de nobleza, tal cual lo denunciara el héroe civil de Acarigua antes que los restos de Guzmán Blanco y del Cabito Cipriano Castro fuesen remitidos al Panteón Nacional de Caracas, rodilla en tierra, por los filibusteros sin desamparo que rezan por la ‘’ eternidad’’ de su comandante, mientras Lalo revisaba la agenda del siglo anterior cuando Barrios y Betancourt se entendían, a pesar del lenguaje barroco del líder guatireño, para  colocar en su justo término- ‘’ sin esguinces, sin periclitamientos ni cubileteos de tramoyista’’- a gobernantes manirrotos ‘’ sicofantas del hamponato y traficantes de la falencia’’ que se niegan entregar el coroto para repartir el fruto de la mazorca con las elites encumbradas -dentro y fuera de Venezuela- mientras en sus calles, la sociedad de limosneros, lame la tusa del maíz pilado en los basureros. Las riquezas de los boli chicos- en la era de la computación, la cibernética y de la droga, sin secretos en Andorra y  la banca suiza- no debe ser subestimada, si es que intentan establecer parangones, con los amos del valle en las monarquías europeas, de China, Corea del Norte y del hijo del gran Putin que maneja las mafias rusas a su antojo.

Las estafetas de los mafiosos venezolanos en la península ibérica, se multiplican por doquier con el baile arábico  de la cintura sin la mueca de los censores de Fuenteovejuna en sus orgías con la resurrección de Lope de Vega para responder ‘’ todos a una’’ a fin de indultar la avalancha popular que dio muerte al Comendador de ¡ Oh Caña! que amenazaba con violar  a Laurencia, pues,

al fin y al cabo, según el catecismo patriotero,  el dinero no tiene patria. Eso es lo que vale entre los boli chicos que no se confiesan ante el sacerdote de su parroquia en la búsqueda del perdón de Dios. –Fueron tentados por Satanás- esgrimen los puritanos de la intolerancia, antes que se inicie el desfile de caravanas con el tropel de  comensales- que aun cuando invoque al dios Baco- por el rescate del paraíso terrenal debe pagar su cuenta de barrero durante el juicio final.

GONZALO EN LOS DEPORTES

El expresidente de la Asociación de Concejos Municipales de Venezuela y ex Alcalde de Acarigua, Dimas Salcedo Nadal- gran promotor deportivo y compañero de aulas en el liceo José Antonio Páez- nos relata que el doctor Barrios estaba siempre al día de bajo perfil sobre las actuaciones de los atletas- especialmente de los venezolanos- que practicaban los deportes masivos de béisbol, fútbol y baloncesto. Es decir, este líder político estaba pendiente de las marcas de las estrellas y de las tácticas y estrategias utilizadas por los entrenadores en los campos de juego. Es una faceta desconocida por este jugador de dominó que poseía talento para adivinar las piedras de su pareja y de sus oponentes en el momento preciso para ‘’tirar la tranca y ahorcar la cochina’’. Extendió siempre su brazo para abrigar las esperanzas del Portuguesa Fútbol Club que se tituló cinco veces campeón de la liga profesional en su época de oro- con la promoción de los italianos Gaetano Costa y Gino Merloti, del constructor Arnaldo Alvarado, del Gobernador Elías DÓnghia y el dirigente deportivo y abogado Dimas Salcedo Nadal- hazañas que cubrían periodistas especializados de la calidad del larense Felo Jiménez, del valenciano Pedro Zárraga, del gallego Lázaro Candal y del argentino de origen libanés Jorge Cahue, ‘’ época esplendorosa’’, según el ex Gobernador Waldemar Cordero Vale, dirigente socialcristiano que a instancias de Abraham Barrios- hermano de Gonzalo Barrios- condujo como chofer el jeep de su propiedad para trasladar a Rómulo Gallegos de Acarigua a Guanare en su campaña electoral como candidato presidencial de Acción Democrática en 1947. A mis siete años de edad- en la Plaza Bolívar de Guanare- tuvimos la oportunidad de escuchar por separado los discursos del candidato comunista Gustavo Machado; del aspirante copeyano Rafael Caldera y de Rómulo Gallegos.

 EL DEMÓCRATA CUMPLEAÑERO

A sesenta años de la usurpación del castrismo-comunismo en Cuba- prolongación del engaño entronizado por gorilas criminales y ladrones de la estridencia y del lujo que mantienen a las masas populares bajo las botas del hambre, la miseria y la esclavitud- recopilamos desde los cuatro puntos cardinales de la crítica científica y humanística, con riguroso apego a la verdad, atributos irreversibles para dar curso a los testimonios más cercanos que intentamos desglosar para conmemorar el diez de enero del dos mil diecinueve, Ciento  diecisiete años del natalicio del demócrata Gonzalo Barrios, el hombre que por su talento, lecturas y experiencias,   supo distanciarse de las montoneras de un Pedro Carujo cualquiera y demás desvíos extremistas para dejar constancia de la perseverancia incólume que- signada por su civilidad a toda prueba- serviría de ejemplo y referencia para quien quiera incursionar en el mundo  de la política. Su presencia entre hombres y mujeres de varias generaciones del siglo XX- en el bosque infinito de plantaciones con raíces profundas y regadíos oportunos para escapar de la onda sísmica de sus detractores y de la tala y la quema de sus destructores- creció como el sembradío de su llanura al lado de dos samanes, Rómulo Gallegos y Rómulo Betancourt- cada uno con luz propia- la del maestro y la del estudiante- para florecer entre ellos como  luces que alumbran con los rayos del sol y en  noches de luna clara, fuentes inagotable para cosechar los mejores frutos del hombre que pronto sabe defender sus derechos irrenunciables para conquistar su libertad y prosperidad, como lo hicieron los Angelitos Negros en los  versos de Andrés Eloy Blanco y las Vírgenes que escucharon a Florentino para oponerse a las tentaciones del demonio, con sus adláteres en Sabaneta de Barinas y sus alrededores.

En este trabajo periodístico- sin prescindir del error involuntario con la omisión de nombres tan cercanos a la figura del doctor Barrios entre ellos el Presidente Leoni y su Secretario General de la primera magistratura Manuel Mantilla- es necesario dejar constancia de unos párrafos aleccionadores, extraídos de los ciento treinta artículos que el doctor Barrios escribió en el diario El Nacional, medio de comunicación heredado por su adversario político Miguel Otero Silva, pariente de Raúl Leoni Otero.

En ese medio de comunicación de la familia Otero Vizcarrondo, su director Raúl Valero escribió sobre ‘’ el espíritu selecto y elevado’’ del autor de la columna de opinión ‘’ Los días y la política’’, quien dejó constancia en su explicación preliminar:

-El testimonio, como la autobiografía ofrece interés intrínseco, ajeno a méritos literarios o a cualidades del pensamiento.

– No he sido, en efecto, un simple espectador…No soy un devoto del sectarismo. Por temperamento detesto recurrir al disimulo de las propias faltas y a la exageración de las de los adversarios. Y como esta tendencia pocas veces se ve retribuida, el punto de vista que acostumbro expresar siempre persigue íntimamente algo así como el establecimiento de una compensación proporcional y equitativa en beneficio de las verdades que defiendo.

-La agitación venezolana de los últimos años no tolera los juicios de una sola pieza. Para evaluar cualquier opinión es preciso rescatarla antes de confusas contradicciones y confrontarla siempre con opiniones opuestas y aún hostiles.

-En la Venezuela de hoy- no obstante doctrinas y experiencias-no ganamos en toda su integridad de ese maravilloso equilibrio, ni nuestros perdedores se muestran sensibles a la deportiva satisfacción de esperar mejores coyunturas. Un complejo de humillación obsesiona de ordinario a los que se encuentran en minoría. De ahí que nuestra democracia se vea en continuo negada por la conducta de casi todos aquellos que no resultan favorecidos en sus certámenes y que un secreto resentimiento  contra el sistema mismo contamine a menudo las acciones y omisiones de los demócratas insatisfechos. Por otra parte, no podemos sustraernos a la evidencia de que la humanidad en su conjunto atraviesa una candente etapa revolucionaria y que la subversión- bien o mal inspirada o bien o mal dirigida- es una consigna de actualidad histórica y un factor de crisis universal que no contribuye precisamente a la académica regulación de nuestras querellas políticas-.

-El alcance de sus palabras constituían un llamado a la concordia, para  dejar a un lado el entredicho de quienes profanan sin misericordia el papel del político merecedor de participar en las contiendas republicanas, tal cual lo sustentó en el homenaje que le rindió a Musiú Carmelo.

-Aunque él tuvo quien le prestara asistencia crematística en el seno de su familia, Gonzalo Barrios no tuvo casa propia. Él vivió al lado de sus parientes. Nunca fue reo de la justicia por peculado. Sí tuvo cuentas por cobrar a las tiranías. Su pasión por el conocimiento al servicio de los pueblos, fue su compañera inseparable en valles, montañas y llanuras de su soltería- como la de Pavel en La Madre, novela de Máximo Gorki- aunque el joven Barrios tuvo novias en Acarigua, entre ellas Rosa Dolores Calles Ramos; en México- nos dijo Sonia Gallegos, hija de Rómulo Gallegos y en Caracas, Cecilia Olavarría. Barrios fue un hombre prestado a la política a tiempo completo sin celibato perpetuo para izar a cualquier precio las banderas de la libertad.

– No debemos olvidar que el editor de la democracia, el guanareño José Agustín Catalá Delgado- primo de Antonio Delgado Lozano- recuerda en los documentos sobre el acta constitutiva del partido Acción Democrática – su primer presidente fue Rómulo Gallegos- no aparecen los nombres de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios, por temor a que prosperaran las triquiñuelas  inquisitoriales  del gobierno de Isaías Medina Angarita. Tan pronto AD fue admitido como el heredero del Partido Democrático Nacional, aparecieron en el mitin del Nuevo Circo de Caracas del 13 de septiembre de 1941, los nombres históricos de Barrios, Betancourt y Leoni para promover los grandes cambios sociales, económicos y políticos que demandaba la Venezuela rural del siglo XX, entre los cuales ocupaba un lugar de vanguardia la lucha contra la corrupción y el ventajismo que se detuvo en el primer cuarto de siglo de la próxima centuria, con el predominio tradicional del contubernio militar y civil que había arrancado antes de la Separación de la Gran Colombia en 1830, con el arbitraje perenne de la soldadesca del engaño, del crimen y del robo.

– El compendio ‘’ Los días y la política’’- escrito en el quinquenio 1958-1963- período de las grandes conspiraciones contra los gobiernos de Larrazábal y Betancourt- se erige en resumen supremo de un pensamiento de amplia aceptación para el factor independiente y el militante de las organizaciones partidistas. El estilo de su creador, por lo demás inconfundible- se puede apreciar en su desnudez con los títulos Civiles y Militares, Militares y Civiles, Palabras para la juventud, La vuelta de la chaqueta, La cigarra y la hormiga, Contra el enriquecimiento ilícito, La crisis del comunismo venezolano, El armisticio posible, La historia y saber perder, síntesis a vuelo de pájaro de su encomiable contribución cultural- debería ser de obligante repaso para los estudiosos de la ciencia del hombre, inclusive, para las individualidades de la anti política seguidores del último hombre a caballo, en su afán por enriquecerse a la sombra del canalla absolutista que niega la relatividad de las propuestas -examinadas a la luz de la discusión plural- donde impere la civilidad del protagonismo requerido en cualquier época de la historia.

– El veintidós de agosto del 2018- a 101 años del fallecimiento en Colombia de Manuel Vicente Romerogarcía- general de la pluma y del revólver- continuábamos en la búsqueda de datos sobre las vivencias de Gonzalo Barrios, quien, para robustecer su empeño por el arte,  hurgó en las obras satíricas  de los autores italianos echadas en la pantalla que acostumbraba ver en compañía de Marcos Falcón Briceño, entre ellas: La Mujer del cura, El cura casado, Cuando las mujeres tenían cola, El Agente 007 y medio y El Decamerón de Boccaccio. En la madrugada de ese día, en un sueño, conversamos con el colega periodista, Cónsul de Venezuela en Barcelona Leopoldo Linares- con quien habíamos hablado por última vez en Madrid

– Junto con Pedro Pablo Aguilar durante la campaña electoral que ganó el conservador José María Aznar- para decirle que el doctor Barrios se hallaba en mi casa, y, por tanto, necesitábamos de su comparecencia para ilustrar estos comentarios a la hora del reajuste. Le dijimos a Polo   que todavía me faltaba entrevistar al doctor Barrios. Polo no me creyó. Como buen comunicador desconfiaba de la competición. Nunca llegamos a pensar- luego de asistir a las exequias de Polo Linares en Caracas- de esta revelación imaginaria acerca de un pasaje que debió significar mucho en la memoria que este   extraordinario trujillano se llevó a la tumba, -gremialista y reportero- sobre la esencia de sus encuentros profesionales con el doctor Gonzalo Barrios. Nos conformamos entre tanto con esta recolección a media asta sobre la vida pública del primer llanero  venezolano del siglo XX que hizo de la política un servicio con sus aportes intelectuales – fervoroso analista y seguidor de las causas justas, mas no de las causas perdidas, intromisión indebida para dividirnos entre optimistas y pesimistas- que no cabe en la buena intención de estos escarceos reporteriles.

– Con el fin de confirmar los vaivenes- marchas y contra marchas de la historia y de la anti historia- y las apuestas del doctor Barrios para que en el día a día ´´los partidos del futuro recojan lo mejor del pasado’’- frase atribuible al Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luís Almagro- suerte de réplica a un comentario de Henrique Capriles Radonski en la isla de Margarita- abrimos otro corchete en noche de gala para dar pase a la siguiente reflexión del científico de la política, Carlos Raúl Hernández: — Mucho lo hemos dicho. Los únicos cuarenta años de vida decente de Venezuela los proporcionó el puntofijismo. Antes y después no hay más que violencia y cárceles, entre otras por la incapacidad de los grupos dirigentes por crear otra cosa. Esos quince minutos de paz lo tuvimos porque Rómulo Betancourt, con su infinita capacidad estratégica y táctica, logró imponerse sobre los grupos de poder políticos, sociales, culturales y económicos que lo calificaban de negro, cursi, enano y desde comunista hasta agente de la CIA.

–Les pegó la democracia por el pecho, acabó con las insurgencias de izquierda y de derecha. Murió y dejó la conducción del país al único ciudadano con mayor inteligencia política que él, Gonzalo Barrios, y las instituciones no sobrevivieron a la muerte de este último. Nuevamente las elites fracasadas se lanzaron como lobos al cuello de las instituciones, destrozaron los partidos, desacreditaron la democracia. Empresarios, intelectuales, gerentes de los medios, militares, sindicalistas, decidieron acabar con lo existente, buscar nuevos caminos, y se enfebrecieron con Caldera, el primer retroceso al pasado, el desmontaje de la reforma económica, la hostilidad a los cambios políticos y la descentralización, para ver posteriormente pegarse, equivocadas desde siempre y para siempre, y aclamar al galáctico, otro caudillo militar, atolondrado, revolucionario, muy parecido al del siglo anterior.

–El cultivo de la inteligencia- es la recomendación que ofrece el doctor Gonzalo Barrios a la juventud- condición imprescindible para servir a los  intereses de la nación,- consagrada a la tarea inagotable de educar al hombre, de generación en generación, para que éste aprenda como ciudadano del mundo la defensa de sus derechos en la tarea encomiable de sepultar las mezquindades de la minoría usurpadora.

–Para su real saber y entender- según escuchamos en nuestros pueblos provincianos, a lo largo de estos retazos, subrayamos la supremacía de los lectores sobre los escritores, de  acuerdo con la voz unánime de los pensadores, tanto más cuanto que Gonzalo Barrios mantenía inmodificable sus apreciaciones en esa misma línea, atraído, sin duda alguna, por una de las estrofas del patio andaluz de Antonio Machado:-Nuestras horas son minutos- cuando esperamos saber- y siglos cuando sabemos- lo que se puede aprender-.

– Al margen de la severidad de quienes excomulgan la sátira en sus lecturas de cabecera, es obvio, no es por la vía tangencial que mostramos sin reparos en este texto los sarcasmos de Gonzalo Barrios que le distanciaban de  ese apartheid en cada una de las partituras de su concierto  en el tremedal de la política militante. No tuvo que ir muy lejos para recrearse con las sátiras de Lucilio, Horacio, Persio, Juvenal y Séneca con su Bruto, pues, él, actor de la vida real, a corta distancia, admitía como buen demócrata,  ser blanco de imitación que provocaba su hilaridad al verse en los espejos de los rocheleros de Tito Martínez del Box en Radio Caracas Televisión y en los sarcasmos  de Jorge Luís Borges, quien a mucha distancia de la vanidad cuando le espetaban que él era un gran escritor de la centuria, respondía sin dramatización teatral que ese lapso se correspondía con un siglo muy mediocre- o, cuando un peronista   por razones ideológicas pretendía separarse de su tertulia- le atajaba diciéndole que no lo hiciera, que no se distanciara, con el alegato fraternal de que él también padecía de ceguera.

-En vez de prestar mucha atención a la servidumbre de Séneca y de su Burro ante  Nerón, el doctor Barrios no se cansaba de leer al ruso Evgueni Zamatin que escribió ironías en sus novelas  sobre ‘’ el hombre nuevo’’ durante la tiranía de Stalin, antes de huir a Paris. Orson Welles, Charles Chaplin que ridiculizó a Hitler en la película El gran dictador y Cantinflas, con su inmenso repertorio para repudiar las injusticias de feudos y tiranías, despertaban interés en un hombre de pensamiento libre como Gonzalo Barrios que no apelaba al hechizo, es decir, al artificio de la fascinación para exagerar sus aciertos y sus talentos con delirios de grandeza, pero que tampoco se imaginó que las fantasías de poder de quienes padecen el desorden que se llama ‘’ personalidad narcisista histriónica´´ censurarían las ganas de reír a la vuelta del siglo, lo cual dio pie a que  Laureano Márquez ridiculizara a los depredadores de la carcajada al sostener que ‘’ El humor es la única forma seria de hablar en Venezuela’’ y que Emilio Lovera – al ejercer el derecho a la libertad de expresión- afirmara que ´´hoy en día el humor  es: buscar trabajo afuera’’.

Con el impulso de escribir todo en serio nada en broma- respetando el rostro fruncido de nuestros hermanos más sufridos por la  crisis devastadora que sectores influyentes quisieran negar y no pueden hacerlo- debemos apuntar que con la maciza cultura que adquiría en las lecturas y  su protagonismo,  el doctor Barrios se documentaba para criticar errores de sus congéneres y adversarios que en los partidos políticos y en el amplio horizonte de los independientes, en una u otra dirección se aferraban a sus postulados egoístas y subalternos para conspirar y detener las reivindicaciones sociales, económicas y políticas que propugnaban los  revolucionarios y reformistas del siglo XX. Por un lado denunciaba las fallas en que incurrieron los tecnócratas y sus oponentes y desde otro ángulo en las alturas del cuadrilátero, los más asiduos participantes en las apuestas, veían de reojo a la masa de espectadores- dividida entre quienes aplaudían y negaban la puntería de los puñetazos de quienes se fajaban sobre la soga- a la espera de los resultados de la pelea. Los hinchas  absorbidos por el fanatismo fueron defraudados. Ya el doctor Barrios había descubierto las desviaciones sin escrúpulos de los factores de la conjura que mancillaban el prestigio de las instituciones militares y civiles con sus crímenes, robos y mentiras que arruinaban la sociedad y la economía de un país petrolero, como Venezuela, en los primeros dieciocho años del siglo XXI, en manos de un cogollo iletrado y perverso que presumía de lo que no era, tirando golpes bufos y certeros en el ring contra su propia sombra, pues su narcisismo y cobardía le impedían medirse a sus contrincantes en buena lid, igualdad de condiciones y en presencia de árbitros imparciales.

Sin complejo alguno de que lo tildaran de ‘’ izquierdista’’ o de ‘’ derechista’’, -según las imprudencias de quienes asomaban sus narices de Pinochos en cada barricada- Gonzalo Barrios trató de impulsar los cambios requeridos en cada momento que le correspondió vivir con la fuerza de un espíritu innovador y cultivado que no le temía al debate necesario para adaptarse a las nuevas exigencias colectivas. Él nunca se detuvo en las confrontaciones estériles de presumidos dirigentes del ‘’ ala liberal’’ que en el ejercicio del poder como Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez se ubicaron con sus regímenes totalitarios entre los gobernantes más reaccionarios, a la par con los dictadores del ‘’ ala izquierdista’’ que como José Stalin, Fidel Castro y sus fichas del Foro de Sao Paulo, se proponen acabar con los beneficios y la felicidad de los pueblos de América Latina que habían alcanzado con los propulsores de la democracia auténtica.

Gonzalo Barrios, en su investigación permanente, se reía de los demagogos- supuestamente marxistas y liberales- escultores de estatuas del militarismo más encopetado que exaltaban en forma desmedida la figura del Libertador Simón Bolívar, jefe del Partido Conservador de Colombia y la posición del girondino derechista Francisco de Miranda en la Asamblea Nacional de Francia- a punto de ser degollado por el izquierdista jefe del Terror Maximiliano Robespierre quien si murió en la guillotina- y al mismo tiempo despotricaban de José Antonio Páez, jefe del Partido Conservador de Venezuela, por no aceptar el juicio que desde Bogotá le quiso imponer el jefe del Partido Liberal neogranadino Francisco de Paula Santander cuando los nacionalismos emergentes se oponían al ‘’ eje imperial del generalato  venezolano’’ en territorios que hoy abarcan las repúblicas de Colombia, Bolivia y Ecuador, uno de los factores que coadyuvó al asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre; a la renuncia de Bolívar a la presidencia del país hermano y a la Separación de la ‘’ Gran Colombia’’ que permitió la fundación de la República de Venezuela por el general Páez, de acuerdo con las recopilaciones del historiador Tomás Polanco Alcántara, leídas por Gonzalo Barrios.

ACN/CA

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Maryeska López, trascendiendo fronteras con talento y empoderamiento femenino

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Maryeska López empoderamiento femenino
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En un mundo en el cual el talento y la creatividad convergen, destaca Maryeska López, @Maryeskalopez, una figura emblemática
que ha sabido conquistar diversos espacios con su pasión y dedicación.

Reconocida como abogada, decoradora, presentadora de televisión en el programa “Portadas al Día, especialista en table setting, Maryeska es mucho más que una socialite; es una fuente constante de inspiración y empoderamiento para todas las mujeres.

Su inclusión en la selecta lista de las 100 Protagonistas, que destaca a las mujeres más influyentes en distintos ámbitos del país, es reflejo de su arduo trabajo y compromiso con su labor altruista.

Maryeska se ha destacado por enfocarse en su papel como mujer en la sociedad actual, abogando por el empoderamiento femenino a través de la influencia digital.

Con su plataforma, busca inspirar a otras mujeres a alcanzar sus sueños y a reconocer su propio valor en un mundo cada vez más digitalizado.

“Las mujeres no tenemos límites, podemos lograr todo lo que nos propongamos y llegar a donde soñemos ir”, afirma Maryeska López, quien ha demostrado con su trayectoria y dedicación que el empoderamiento femenino es una fuerza imparable en la actualidad.

Puedes conocer más sobre Maryeska López en su Instagram como @maryeskalopez y en su canal de Youtube
https://www.youtube.com/@maryeskalopez."

 

Con información de nota de prensa

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